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Espartaco No. 49 |
Abril de 2018 |
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Primera conferencia de la internacional nordenista ¿Más vale tarde que nunca? En 1998, la “Liga por la IV Internacional” (LIVI) de Jan Norden —centrada en el Internationalist Group (IG) de EE.UU.— proclamó con gran pompa su propia existencia en el papel. Tuvieron que pasar casi 20 años para que la LIVI llevara a cabo su primera conferencia internacional en noviembre pasado. The Internationalist (diciembre de 2017) publicó voluminosos y autocomplacientes escritos en torno a su conferencia; lo que el lector no podrá encontrar es la menor explicación del por qué del retraso de dos décadas. Para los leninistas genuinos, el desdén nordenista por el centralismo democrático internacional es evidencia suficiente del carácter fraudulento de su LIVI, así como de sus solemnes juramentos por “reforjar la IV Internacional”.
Pese a que la LIVI dice tener secciones en cinco países, cada uno con su propia lengua, los documentos de su conferencia han sido publicados, hasta la fecha, sólo en inglés (en México y muchos otros países, “el idioma del patrón” imperialista). La LIVI se jacta de que las discusiones fueron transmitidas por videoconferencia, “ya que varios delegados no pudieron asistir personalmente debido en particular a las leyes racistas de EE.UU.”. La idea de llevar a cabo su conferencia en México —hasta hace un par de años su sección más grande, según ellos mismos— no parece haberles cruzado la cabeza.
Como escribió Trotsky: “En el plano internacional el centrista se caracteriza, si no por su ceguera, por lo menos por ser corto de vista. No comprende que en la época actual sólo se puede construir un partido revolucionario nacional como parte de un partido internacional” (“El centrismo y la IV Internacional”, 1934).
Herramientas de la burguesía castellana
Polemizando contra los espartaquistas, el núcleo político del documento de la conferencia nordenista se dedica a tratar de justificar su línea chovinista, especialmente en defensa de la unidad de la Santa Madre España. Y es que la lucha del pueblo catalán por su liberación nacional le ha estallado en la cara al IG. De hecho, The Internationalist hace referencia al surgimiento de una fracción en su sección mexicana que se declaró por la independencia de Catalunya —y, por supuesto, fue sumariamente expulsada—.
Los espartaquistas estamos por la independencia de Catalunya y Euskal Herria, oprimidas tanto por España como por Francia. Estas naciones han mostrado con creces su negativa a la asimilación y su deseo de emanciparse del yugo de España y Francia, cuyos gobernantes capitalistas no han escatimado el uso de la fuerza bruta con tal de mantener la opresión nacional de vascos y catalanes. Los gobernantes españoles cuentan con el apoyo decidido de la Unión Europea (UE) imperialista, dado que el desmembramiento de España amenazaría con la implosión de este conglomerado, una de cuyas principales funciones es precisamente pisotear la soberanía nacional de los países europeos más pobres para beneficio de los imperialistas.
Estamos por el derecho de Galicia a la independencia y contra la continuidad del artificial y monárquico estado español. ¡Abajo la monarquía! Combatiendo las ilusiones en la burguesía catalana, reconocemos que la lucha por la liberación nacional es una fuerza motriz para la revolución socialista, y llamamos por repúblicas obreras (ver “La batalla contra la hidra chovinista”, Spartacist [Edición en español] No. 40, septiembre de 2017 y “La lucha por la liberación nacional en un impasse”, suplemento de Espartaco, enero de 2018, entre otros).
El IG denuncia esta posición como “nacionalismo burgués”. Los nordenistas, en cambio, sostienen dos líneas distintas simultáneamente: primero contraponen la autodeterminación a la independencia y escriben que “la LIVI llama por el derecho a la autodeterminación pero no ha llamado ni llama en el presente por la independencia respecto del estado español”; unas páginas más adelante, sin embargo, dicen que “la LIVI ha llamado por la defensa del derecho de Catalunya a la autodeterminación y la independencia” (énfasis en el original).
Durante años, millones de catalanes se han movilizado constantemente exigiendo la independencia; han participado masivamente en dos referéndums independentistas, ambos declarados “ilegales” por Madrid, en los cuales se manifestaron abrumadoramente por la independencia; han enfrentado una y otra vez la brutalidad del estado capitalista español, incluyendo la llana ocupación policiaca de Catalunya, la destitución de su govern y el encarcelamiento de sus principales funcionarios. Uno se pregunta: ¿bajo qué condiciones llamaría pues el IG por la independencia?
El confusionismo del IG tiene un propósito: si fuera honesto, diría abiertamente que se opone a la independencia de Catalunya. En sus varios artículos al respecto, los nordenistas, a la cola de los plumíferos del gobierno español neofranquista, han denunciado —mediante insinuaciones políticamente cobardes— al movimiento catalán como reaccionario, racista, propoliciaco e imperialista, descartando los anhelos del pueblo catalán entero por la liberación nacional. Así, Revolución Permanente (su periódico mexicano, No. 8, noviembre-diciembre de 2017) sostiene que “el impulso por la independencia proviene sobre todo de poderosos sectores de la pudiente burguesía catalana” (la mayoría de los cuales ha desertado a Madrid, en cualquier caso) y “no es tan diferente de lo que plantea la Lega Nord en Italia”, una organización abiertamente racista y antiinmigrante.
Con la excusa de la popularidad de un antiguo jefe de la policía autonómica catalana (echado del puesto por Madrid), el cínico IG advierte: “Cuidado con los movimientos nacionalistas que tienen jefes de policía como héroes”. Pero fuera de Catalunya los nordenistas no muestran tal celo contra las ilusiones suicidas en el estado capitalista. El IG se estrenó en 1996 cuando sus camaradas brasileños arrastraron a un sindicato ante los tribunales burgueses; hasta la fecha defienden al autor material de esta traición (un tal Geraldo Ribeiro, él mismo un expolicía) como todo un héroe de la “lucha de clases” (ver Espartaco No. 10, otoño-invierno de 1997).
“Les guste o no”
Revolución Permanente afirma también que “si Catalunya consiguiera la independencia, sería un país imperialista, aunque de segundo rango”. ¿Con qué ejército, con qué flota? Por el simple hecho de que Catalunya no es un país tercermundista, el IG le niega, en la práctica, el derecho a la autodeterminación. El IG contrapone las colonias, como Puerto Rico —donde la población es profundamente ambivalente respecto a la independencia—, a las naciones oprimidas en estados multinacionales, como Catalunya. El hilo común entre ambas posiciones es el desdén chovinista por la voluntad de las naciones en cuestión: mientras que respecto a Catalunya se opone a la liberación nacional, en cuanto a los pueblos coloniales el IG está por la independencia “les guste o no” —Norden decidirá por ellos—.
El IG falsifica a Lenin para procurar una cobertura “marxista” a su línea. Argumentando contra la fracción proindependencia catalana surgida en su sección mexicana, The Internationalist afirma:
“En la discusión de preconferencia, partidarios de la posición mayoritaria explicaron que llamamos incondicionalmente por la independencia de todas las colonias, pero que en estados multinacionales la posición del partido revolucionario depende de una evaluación concreta de la situación, como Lenin insistió”.
El IG tiene todo el derecho de establecer su posición respecto a los pueblos coloniales sin tomar en cuenta jamás “una evaluación concreta de la situación”; achacarle tal idiotez chovinista a Lenin es una vil mentira y equivale a arrastrar su nombre por el lodo.
En una polémica contra Rosa Luxemburg, Lenin insistió precisamente en la posición opuesta a la que le adjudica el IG:
“Y bien, ¿es que el socialismo triunfante, al restaurar y llevar a su término la democracia completa en todos los terrenos, renunciará a la determinación democrática de las fronteras del estado?, ¿no deseará tener en cuentan las ‘simpatías’ de la población? Basta hacer esas preguntas para ver con la mayor claridad que nuestros colegas polacos ruedan del marxismo al ‘economismo imperialista’”.
—“Balance de la discusión sobre la autodeterminación” (1916)
Más aún, Lenin dedicó toda una sección del mismo folleto a responder la pregunta: “¿Se puede contraponer las colonias a ‘Europa’ en esta cuestión?”. La respuesta de Lenin fue un rotundo “no”, tachando tal posición como una absoluta incongruencia.
The Internationalist sostiene también que la Internacional Comunista (IC, Comintern) de Lenin y Trotsky habría rechazado la admisión de la LCI espartaquista porque, según ellos, “uno de los primeros actos [de la IC, en su II Congreso en 1920] fue requerir, en sus famosas ‘21 Condiciones’ para la membresía, que cualquier partido que quisiera adherirse a la Comintern tendría que estar incondicionalmente, en palabras y en los hechos, por la independencia de las colonias”.
Sólo un socialchovinista obtuso puede sostener que Lenin y Trotsky habrían estado por determinar el estatus político de una nación sin consideración alguna por la voluntad de ésta. La Comintern exigió una “conducta particularmente clara” respecto “a las colonias y las nacionalidades oprimidas”, lo opuesto al confusionismo chovinista del IG. De hecho, el documento de su conferencia falsifica no sólo el espíritu, sino también la letra de las Condiciones de Admisión a la Comintern al dejar fuera la cuestión de las naciones oprimidas. Es el IG quien sería rechazado de la Comintern leninista-trotskista, y no sólo por su chovinismo.
“El idioma del patrón”
Los espartaquistas nos oponemos intransigentemente a los privilegios del castellano en España, así como del inglés en Quebec (una nación oprimida por el Canadá anglófono); apoyamos las leyes lingüísticas de Catalunya y Quebec, que establecen, aunque parcialmente, al catalán y el francés, respectivamente, como lenguas de los asuntos públicos y la enseñanza. Estas leyes quedan lejos, por cierto, de eliminar los privilegios del castellano y el inglés. Aun así, por el simple hecho de constituir medidas defensivas para la existencia misma de estas naciones oprimidas, se encuentran bajo ataque constante de los gobiernos capitalistas de las naciones opresoras, España y Canadá. A pesar de tener un carácter de compromiso respecto a la lucha por la independencia, apoyamos estas leyes porque son una expresión parcial de autodeterminación. Estamos a favor de que los inmigrantes se integren a estas naciones mediante el aprendizaje del catalán y el francés. Pero defender los derechos lingüísticos de las minorías nacionales constituye un pecado mortal según la más reciente bula nordenista.
La historia de represión franquista contra catalanes, vascos y gallegos, así como contra sus lenguas, le importa un bledo al IG. Tampoco le molesta el que los herederos del Generalísimo sigan imponiendo su idioma (el “cristiano”, según Franco) a las naciones oprimidas. Lo único que le indigna es que los catalanes tengan la osadía de defender su lengua (y su existencia como nación).
El IG despotrica contra el catalán como “el idioma del patrón”, una declaración grotesca que hace suyo el atraso chovinista imperante en la clase obrera española, poniendo su granito de arena en apoyo a la labor de los pérfidos dirigentes socialdemócratas. Revolución Permanente argumenta además: “Muchos de los trabajadores que hablan español, árabe o rumano sienten que sus derechos se verían limitados de imponerse, por ejemplo, al catalán como la única lengua para los asuntos públicos”. ¡Como si el árabe y el rumano fueran lenguas oficiales en España! Esta mezcolanza entre el español —la lengua del opresor en Catalunya— y las lenguas de inmigrantes del Tercer Mundo tiene una implicación clara: para el IG, ¡son los españoles quienes se encuentran oprimidos en Catalunya!
Pero el IG todavía tiene el descaro de invocar a Lenin, sosteniendo que nuestra línea supuestamente “deforma y contradice directamente la posición de Lenin de que ‘el programa nacional de la democracia obrera es: ningún privilegio en absoluto para una nación o un idioma’”. El IG corta la cita de Lenin, que continúa: “solución del problema de la autodeterminación política de las naciones, o sea, de su separación como estados, por vía completamente libre y democrática” (“Liberales y demócratas en el problema de los idiomas”, septiembre de 1913). El chovinismo nordenista —opuesto incluso a la más parcial expresión de autodeterminación de parte de los catalanes— es la antítesis del leninismo.
La posición de Lenin se basaba en la lucha contra la opresión nacional, contra los privilegios de la lengua del opresor —en Rusia, se trataba de luchar contra los privilegios del ruso, ¡no de las lenguas de las naciones bajo la bota zarista!—. El derecho de catalanes y quebequenses a utilizar su lengua en los asuntos públicos no es ningún “privilegio”. Lo que el IG hace es defender los privilegios del castellano y el inglés, su imposición por la fuerza a las naciones oprimidas catalana y quebequense.
En un artículo a favor de la independencia de Escocia de 2014 (“For a Scottish Workers Republic in a Socialist Federation of the British Isles”), el IG contrapone Catalunya a Escocia:
“La parte más rica de España es Cataluña, cuya burguesía quiere dejar de subsidiar a las regiones meridionales más pobres. Pero no sólo eso. Además, la independencia significaría separar a uno de los sectores más combativos de la clase obrera. Pero, además, gran parte de sus obreros industriales, si no la mayoría, no hablan catalán, pues muchos vienen de Andalucía. En Escocia, en contraste, la independencia no discriminaría contra ningún sector”.
¿Y los inmigrantes de habla árabe o rumana? A diferencia de los catalanes, para el IG los escoceses sí tienen derecho a la autodeterminación dado que hablan inglés, y no impondrán una lengua bárbara a otros.
Un puente al Viertes Reich
El IG se ufana de haber ganado en el último par de años secciones en Alemania e Italia. No obstante, en el documento de su conferencia —de once páginas a dos columnas— el IG se las ingenió para no mencionar, ni una sola vez, a la Unión Europea (UE). La UE es un consorcio inestable de potencias capitalistas cuyo propósito es aumentar la explotación de la clase obrera en toda Europa y la subyugación de los países europeos más pobres por parte de los imperialistas, centralmente de Alemania y Francia, incluyendo mediante la imposición de su instrumento monetario, el euro. Siguiendo los parámetros establecidos por su conferencia internacional, la sección italiana del IG publicó recientemente un largo artículo sobre las elecciones locales, sin decir una palabra de la UE.
Para la defensa de la clase obrera y los oprimidos, tanto como para la lucha por los estados unidos socialistas de Europa, la oposición a la UE imperialista y al euro —aquí y ahora—
es fundamental. Pero esto es tabú para el IG —igual que para todo un tropel de seudomarxistas—: en los hechos, el IG defiende la “unidad” de este conglomerado. Desde 2010, el IG sostiene que “Llamar a que Grecia salga de la UE y deje el euro a favor del dracma es...una demanda nacionalista burguesa” (“Grecia al filo de la navaja”, The Internationalist, diciembre de 2010). Ahora, en el documento de su conferencia los nordenistas reivindican su negativa a llamar a votar “no” en el referéndum griego de 2015, donde la cuestión planteada era a favor o en contra de “las exigencias de austeridad de los eurobanqueros” (como ellos mismos lo ponen). Haberse negado a tomar lado sobre esta cuestión clara y simple fue nada menos que una traición a la clase obrera griega y una capitulación a los imperialistas de la UE, centralmente el Viertes (IV) Reich alemán.
En el “Llamado” a su conferencia internacional, el IG escribe que “El voto británico por salir de la Unión Europea (‘Brexit’) de junio de 2016 envió ondas de choque a través del ‘establishment’ imperialista”, ¡y procede a equiparar el voto por el Brexit con el apoyo político electoral al racista Donald Trump en EE.UU.! Como en el caso de Grecia, el IG se rehusó a tomar lado concreto contra la UE, denunciando el Brexit como inherentemente racista. Como escribieron nuestros camaradas de la Spartacist League/Britain: “Quienes votaron por el Brexit lo hicieron por una variedad de razones. Pero sólo aquéllos dentro del movimiento obrero que se empeñan en negar la realidad verán el voto por el Brexit como un simple impulso al UKIP y la derecha tory”.
Para encubrir su crasa adaptación liberal a la UE, el IG lanza estruendosos llamados por “la ocupación de los puertos” griegos y por “aguda lucha de clases que lleve a una revolución socialista a escala continental” (“ICL: The Main Enemy Is in Brussels”, agosto de 2016). La contraposición entre apoyar golpes que debiliten al imperialismo y luchar por la revolución socialista para derrocarlo es mera sofistería. Como nuestros predecesores marxistas, entendemos que la capacidad del proletariado para la lucha revolucionaria y su conciencia como una clase para sí no brotan por inspiración divina, sino que se construyen en el curso de victorias parciales y de las lecciones que la vanguardia marxista saca de éstas.
El IG sobre su sección mexicana:
Very bad hombres
Norden es infalible; desafortunadamente, sus camaradas no (especialmente los mexicanos). En Spartacist (septiembre de 2017) relatamos cómo “Norden no dejaba siquiera que sus camaradas mexicanos escribieran El Internacionalista, su periódico en español otrora más frecuente, un órgano escrito en Nueva York”. De hecho, pese a haber sido miembros fundadores de la LIVI, durante años los camaradas mexicanos del IG no tuvieron siquiera el derecho a su propia organización, sino que formaban parte de una “sección conjunta” estadounidense y mexicana —¡y los nordenistas dicen estar por la “independencia incondicional” de las colonias!—.
En la medida en que la conferencia de la LIVI incluyó alguna autocrítica, ésta se dirigió única y exclusivamente a su sección mexicana, debido a “la publicación infrecuente de su periódico, Revolución Permanente” (el GI mexicano ha publicado exactamente diez números de su periódico en 22 años). El problema, según ellos mismos, se reduce a la “sobrecarga organizativa en la dirección central”, de modo que echaron al editor.
Para los leninistas, el periódico partidista es, más que un simple agitador colectivo, un organizador colectivo, el andamiaje de un edificio en construcción —el partido revolucionario—; es la herramienta polémica central que nos permite intervenir en la lucha social, sea cual sea su origen, impulsando la perspectiva mundial del marxismo revolucionario en contraposición a la burguesía y al seguidismo de nuestros oponentes en el movimiento obrero. El problema de la prensa nordenista no es su infrecuencia, sino su política liquidacionista.
Hace cinco años escribimos respecto al GI mexicano:
“...el GI local se presentó en octubre pasado con un pretencioso tabloide a colores intitulado ‘Revolución Permanente’, que suponemos remplazará a El Internacionalista Edición México —del cual, hasta donde sabemos, aparecieron dos números en más de tres lustros—. Tras su fusión ‘de importancia capital’ con los ‘Activistas Revolucionarios del Hip Hop’, entre otros, y su primera ‘Conferencia Nacional’ —¡después de más de 16 años de existencia!—, el GI ha considerado apropiado lanzar ‘la publicación de un periódico de análisis y polémica marxistas, capaz de intersecar las luchas de clase’. Llama la atención que no lo hayan considerado antes”.
—Espartaco No. 37 (febrero de 2013)
Desde entonces, Revolución Permanente se ha dedicado a ir a la cola de todo tipo de fuerzas ajenas al proletariado, impulsando la misma política menchevique que The Internationalist. Si algún mérito tiene el GI mexicano, es el no haber publicado más seguido este pasquín oportunista.
Pese a sus quejas por la infrecuencia del periódico mexicano, el documento de la conferencia de la LIVI no tiene una sola palabra programática para ayudar a guiar a su sección. Mientras Donald Trump despotrica que el TLCAN “ha favorecido más a México” y la burguesía mexicana se postra para tratar de rescatarlo, ¡el IG no se atreve siquiera a mencionar por nombre a este acuerdo de rapiña imperialista contra México! El documento incluye exactamente una mención del Morena de AMLO —el partido burgués que está al centro de las ilusiones de explotados y oprimidos— sin ninguna caracterización de clase. No menciona siquiera al PRD burgués ni al supuesto “frente popular” en torno suyo, sobre el cual el GI vociferó durante tantos años. No menciona las venideras elecciones presidenciales, en las que AMLO se perfila como el ganador. En suma, no dice nada medianamente programático o siquiera controversial.
En cambio, el documento congratula a su sección mexicana por su intervención “ejemplar” en la huelga del magisterio en 2016 donde, a falta de periódico, el GI llevó a cabo “la proyección diaria de películas políticas”; establece como prioridades para el GI mexicano el ganar maestros a la ficción llamada “Comité de Lucha Proletaria”, ¡y “profesionalizar nuestro programa Frecuencia Obrera Internacionalista” en “Radio Plantón” de los mismos maestros! La pretendida autocrítica de la LIVI consiste pues en pedantes quejas sobre la incapacidad organizativa de su sección mexicana, combinadas con perspectivas liquidacionistas absurdas para un grupo de un puñado de militantes que a duras penas tiene un periódico.
Con su amorfismo programático, su chovinismo de gran potencia, su desprecio por los principios marxistas, su negativa a llamar a las cosas por su nombre y su búsqueda de la línea de menor resistencia, los nordenistas flotan a merced de la corriente. ¿Dónde acabará el IG? Las posibilidades son muy amplias, siempre y cuando mantenga el requisito elemental de ser antimarxista.
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