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Espartaco No. 49 |
Abril de 2018 |
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¡Por la independencia de Córcega! El chovinista Macron provoca a los corsos ¡Por una república obrera! ¡Por los estados unidos socialistas de Europa! Traducido de le Bolchévik No. 223 (marzo de 2018), periódico de nuestros camaradas de la Ligue trotskyste de France.
En septiembre pasado, escribimos a propósito de la nominación por parte de [el presidente francés Emmanuel] Macron de un tal Éric Morvan como nuevo jefe de la policía nacional: “La nominación de Éric Morvan es una amenaza siniestra contra la lucha, que hacemos nuestra, por la independencia de los pueblos corso, vasco y catalán respecto al estado francés” (le Bolchévik No. 221, septiembre de 2017). En efecto, en 1998 Morvan había sido nombrado subprefecto en Corti [en Córcega], dos meses después de que el prefecto Érignac hubiese sido abatido. Posteriormente, Morvan fungió como subprefecto de Baiona [en Iparralde, el País Vasco del norte].
Morvan puso manos a la obra de inmediato. La organización [nacionalista corsa] FLNC-22 octobre declaró recientemente: “La juventud de nuestro país ha visto en un año más redadas que nunca a lo largo de los años de lucha moderna. Más de 150 arrestos con el único objetivo de fichar a un máximo de activistas. ¿Cómo imaginar que esta represión sea una prenda de paz?”.
Desde entonces, Macron acumula una provocación tras otra, una humillación tras otra. Marcó el tono con su visita a Córcega el 6 de febrero para inaugurar una “Plaza Claude Érignac” en Aiacciu por el vigésimo aniversario del asesinato de éste. Macron se pronunció categóricamente contra la amnistía de Yvan Colonna, acusado y condenado a cadena perpetua por el asesinato de Érignac sin la menor evidencia. Macron declaró, dirigiéndose a Gilles Simeoni, antiguo abogado de Colonna y hoy jefe del gobierno corso, que de ese asesinato “no se hace defensa”, amenazando así a todo aquél que caiga en las redes de la policía “antiterrorista” de privarle del derecho elemental a un abogado. ¡Liberación inmediata de Yvan Colonna y de todos los militantes corsos encarcelados, incluyendo a los miembros del “comando Érignac”!
El terrorismo individual se contrapone a las concepciones marxistas basadas en la movilización masiva de la clase obrera y los oprimidos por la revolución socialista. Pero actos como el asesinato de Érignac, un representante oficial del estado francés, no constituyen un crimen contra la clase obrera ni contra el pueblo oprimido corso, y defendemos a quienes se encuentran procesados por ese acto.
El 6 de febrero [para su viaje a Córcega], Macron había metido en sus maletas a Jean-Pierre Chevènement, antiguo ministro de policía en el gobierno capitalista de [Lionel] Jospin y responsable de la deportación de miles de indocumentados. Bajo Chevènement, el prefecto Bonnet, sucesor de Érignac en Córcega, había mandado prender fuego clandestinamente a unas palapas (restaurantes de playa) para inculpar a los nacionalistas corsos. Chevènement, exudando chovinismo anticorso, declaró: “El objetivo de los nacionalistas es alcanzar la independencia para transformar Córcega en una gran isla mafiosa en medio del Mediterráneo” (Corse-Matin, 10 de febrero).
Para añadir insulto a la injuria, Macron pronunció su discurso del 7 de febrero en Bastia no en el recinto de la Asamblea de Córcega como sus predecesores Hollande y Sarkozy, sino sobre el escenario de un centro cultural adornado con cinco banderas francesas, cinco europeas, ¡y ni una sola corsa! Macron concedió la gracia de incluir a Córcega en la Constitución francesa (!); fuera de eso rechazó cada una de las reivindicaciones de los nacionalistas.
El blanco de la más reciente provocación fue un líder histórico del FLNC, Charles Pieri, miembro de la dirección de Corsica Libera de Jean-Guy Talamoni. Pieri estuvo en detención preventiva durante nueve horas por presuntamente haber hecho declaraciones (viles e injuriosas) contra la viuda del prefecto Érignac. No sabemos si Pieri es el autor de dichas declaraciones. En todo caso, Macron quiere introducir una cuña entre los autonomistas de Simeoni y los independentistas de Talamoni, cercanos a Pieri.
Desde las elecciones municipales de Bastia en 2014 hasta las territoriales de diciembre de 2017, los nacionalistas corsos —autonomistas e independentistas— encadenan un éxito tras otro. En diciembre pasado obtuvieron la mayoría absoluta. Hace más de 250 años que Córcega se resiste a la asimilación francesa. Hubo un estado corso independiente bajo la dirección de Pasquale Paoli entre 1755 y 1769. Francia venció a los ejércitos corsos el 8 de mayo de 1769. Al contrario de las tan comunes mentiras chovinistas, la nación corsa jamás escogió asimilarse a Francia voluntariamente: Córcega fue anexada. ¡Por la independencia de Córcega! ¡Por una república obrera!
La autonomía que exigen los nacionalistas corsos no tiene mucho que ver con el ejercicio del derecho a la autodeterminación, es decir, a la independencia —el derecho de la nación corsa a separarse de Francia—. Se trataría simplemente de un estatuto especial en el marco de la República Francesa. La represión actual en Catalunya demuestra el carácter en gran medida ficticio de los poderes autónomos de la Generalitat, que carece de los atributos esenciales de un estado, sobre todo de fuerzas armadas. Por cierto, Macron anunció en su discurso que reforzará a la policía y desplegará más brigadas, es decir, reforzará el aparato represivo francés en Córcega. Como señaló el nacionalista Pierre Poggioli, Córcega tiene “proporcionalmente más policías, gendarmes [policía militar] y militares que cualquier lugar en el Hexágono [Francia]” (Nutizie Nustrale, 7 de febrero). ¡Cerrar la base aeronaval de Aspretto y la base aérea de Solenzara! ¡Tropas y policías franceses fuera de Córcega!
Las principales reivindicaciones de los nacionalistas son apoyables, aunque son modestas y quedan lejos de establecer la autodeterminación de la nación corsa. En tanto que nosotros exigimos la liberación inmediata de los prisioneros políticos nacionalistas, incluyendo a Colonna, ellos demandan la amnistía o, en su defecto, que se les encarcele en la prisión de Borgo, en Córcega. Stéphanie Colonna declaró a propósito del encarcelamiento de su marido en Arles [Francia]: “Sería tan simple y normal que estuviera aquí cerca y que su hijo pudiera verlo cada semana”.
La hegemonía y los privilegios de la lengua francesa en Córcega, así como en Iparralde y Catalunya Nord, se manifiestan en el hecho de ser la única lengua oficial, lo cual Macron reafirmó el 7 de febrero. Lenin, codirigente con Trotsky de la única revolución obrera victoriosa hace cien años en Rusia, siempre se opuso a la imposición por la fuerza de una lengua oficial, la lengua del opresor.
En Córcega, la lengua del opresor es el francés. ¡Ningún privilegio para el francés en Córcega, Iparralde y Catalunya Nord! Como es el caso de la lengua creole en Guadalupe, es escandaloso que el corso sea considerado una lengua “extranjera” en Córcega. Estamos por la educación en corso desde maternal hasta la universidad, con programas bilingües gratuitos y de calidad para los inmigrantes, a fin de asegurar la transición de su lengua materna al corso. En su defecto, defenderíamos la cooficialidad de la lengua corsa, como exigen los nacionalistas, pese a que ello no sería más que una medida muy parcial en defensa del corso.
El “estatuto de residente” que exigen los nacionalistas corsos es también una reivindicación muy modesta y parcial cuyo objetivo es limitar un poco la presión de los continentales por la adquisición de bienes raíces corsos, y por lo tanto sobre las planillas electorales de la isla. Como explicó un militante de Corsica Libera (Mediapart, 19 de enero de 2017), esta medida procura que los potenciales compradores de propiedades en la isla “hayan tenido su residencia principal en Córcega durante cinco años, y que por tanto hayan pagado aquí sus impuestos sobre la renta, antes de poder tomar posesión de bienes inmuebles. Ello no se aplicaría a la diáspora corsa”.
Como marxistas, nuestro punto de partida es que nunca equiparamos una nación oprimida con el estado opresor. La lucha de una nación oprimida, como la de la nación corsa en defensa de su propia existencia, es legítima y justa. Dado que somos enemigos implacables de la opresión nacional, nos oponemos al llamado utópico y reaccionario de “abrir las fronteras”. Como lo demuestra ampliamente la historia del estado sionista de Israel, la inmigración masiva e ilimitada de israelíes pone en cuestión el derecho a la autodeterminación de los palestinos. Francia practica una política de “fronteras abiertas” en Nueva Caledonia desde hace décadas e incluso “acentuó su política de población en los años 60-70, especialmente para hacer del pueblo kanak una minoría y para prevenirse contra los caprichos independentistas” (le Monde, 9 de diciembre de 2017).
Estamos por la independencia de clase del proletariado; así, no le damos ningún apoyo político a los nacionalistas corsos, cuya perspectiva es, por definición, capitalista. Nuestra perspectiva es la de una república obrera corsa en el marco de los estados unidos socialistas de Europa. La lucha por la independencia de Córcega, como la del pueblo catalán, puede servir como una poderosa palanca para acelerar la descomposición de la Unión Europea (UE). La UE es un instrumento reaccionario al servicio de las potencias imperialistas de Europa, centralmente Alemania pero también Francia, para incrementar la explotación de los trabajadores en toda Europa y el sometimiento de los países más pobres, como Grecia, y de las naciones minoritarias en estados multinacionales. Por esa razón, los dirigentes de la UE se oponen vehementemente a la independencia de Catalunya, de Escocia y, huelga decir, de la nación corsa, pese a las ilusiones de los nacionalistas corsos en Bruselas y su letra muerta, la “carta de las lenguas”. ¡Abajo la UE! ¡Por los estados unidos socialistas de Europa!
La opresión nacional de los corsos, vascos, catalanes, guadalupeños, martiniqueses y kanaks a manos de la burguesía francesa mina la unidad de clase proletaria, y el chovinismo de gran potencia encadena a la clase obrera a su enemigo de clase. Luchamos por movilizar a la clase obrera de Francia en defensa de los derechos nacionales del pueblo corso y contra el chovinismo que gangrena al proletariado francés. Así, la lucha por la liberación nacional corsa puede ser una fuerza motriz para la revolución socialista en Francia y en el resto de Europa. Ello exige luchar por partidos leninistas-trotskistas, secciones nacionales disciplinadas de una IV Internacional reforjada.
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