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Spartacist (edición en español)
Número 37 |
Febrero de 2012 |
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Tesis de la Internacional Comunista sobre el trabajo entre las mujeres Una nueva traducción (Mujer y Revolución) Spartacist se enorgullece de publicar una nueva traducción al español de las “Tesis sobre los métodos y las formas de trabajo de los partidos comunistas entre las mujeres” aprobadas por la II Conferencia Internacional de Mujeres Comunistas y adoptadas por el III Congreso Mundial de la III Internacional (Comunista) —IC o Comintern— en 1921. Estas tesis son un documento clave de la IC en su periodo revolucionario, durante los años en los que, bajo la dirección de los bolcheviques de Lenin y Trotsky, se inspiraba en el derrocamiento histórico-mundial del orden capitalista en Rusia por la Revolución de Octubre de 1917. Fruto de lecciones obtenidas mediante arduas luchas, este documento es una exposición sistemática de cómo los comunistas llevan a cabo trabajo entre las mujeres, con base en décadas de experiencia en el movimiento revolucionario internacional. Esta nueva traducción, realizada por la Liga Comunista Internacional y basada en una investigación de archivos sobre los orígenes políticos del documento, subraya nuestro compromiso con la lucha por la emancipación de la mujer, como parte crucial de nuestra lucha por la revolución proletaria internacional.
Para reconstruir una versión fidedigna del documento y su historia con el fin de producir una nueva traducción, llevamos a cabo una extensa investigación en los archivos de la Comintern y del Partido Bolchevique del Archivo Estatal Ruso de Historia Sociopolítica (RGASPI) en Moscú; en los archivos de la Comintern y del Partido Comunista Alemán (KPD) en los Archivos Federales de Berlín en Berlín-Lichterfelde, Alemania; en la biblioteca y los archivos de la Hoover Institution en la Universidad de Stanford y las bibliotecas de la Universidad de California en Berkeley, así como en nuestra propia Prometheus Research Library (PRL, Biblioteca de Investigación Prometeo). En la medida que lo permiten los documentos remanentes, descubrimos cómo y por quién fueron escritas las Tesis. Aunque todavía ignoramos muchas cosas, determinamos que el idioma original de las Tesis fue el ruso.
Todas las versiones en español de las Tesis que hemos localizado se basan en una traducción al francés publicada originalmente en 1934 y conocida bajo el título de “Tesis para la propaganda entre las mujeres”. Debido a las serias deficiencias de dichas versiones, en 1985 publicamos nuestra propia traducción al español con base en la versión oficial en alemán de 1921 (Spartacist No. 16, marzo de 1985). Sin embargo, existen diferencias significativas entre el texto en alemán y el texto en ruso: por ejemplo, el texto en alemán de 1921 —la versión más ampliamente diseminada por la Comintern— no incluye dos secciones sobre los métodos principales de trabajo entre las mujeres no militantes del partido, sobre las reuniones de delegadas y las conferencias de mujeres no militantes del partido, lo cual podría reflejar debates políticos entre las mujeres cuadros dirigentes. Además, el texto en alemán otorga al partido un papel limitado en la supervisión del trabajo. Las nuevas traducciones al inglés y el alemán publicadas en Spartacist se basan pues en el texto oficial ruso de la Comintern publicado en 1933.
En 1971 y 1972, nuestra revista Women and Revolution (Mujer y Revolución) publicó la traducción oficial al inglés de las Tesis preparada por la Comintern en 1921, como un instrumento de intervención en el medio radical feminista que surgió de la Nueva Izquierda en Estados Unidos (W&R Nos. 2 y 3, septiembre-octubre de 1971 y mayo de 1972; algunos fragmentos de las Tesis aparecen en W&R No. 22, primavera de 1981). En contraste con los feministas, quienes promovían la noción de organizaciones separadas para mujeres, que excluyen a los hombres, argumentamos que la línea que hay que trazar no es la de género sino la de clase. Como trotskistas revolucionarios, procuramos ganar a mujeres subjetivamente revolucionarias a una visión comunista del mundo y a la necesidad de destruir el sistema capitalista como condición previa para la emancipación de la mujer. En 1972, W&R se convirtió en la revista de la Comisión de la Mujer del Comité Central de la Spartacist League/U.S. Después de 25 años de haber sido una publicación marxista para la liberación de la mujer, Women and Revolution fue incorporada en 1997 a la publicación cuadrilingüe Spartacist. Además, algunos artículos aparecen ocasionalmente bajo el encabezado de Mujer y Revolución en las prensas seccionales de la LCI.
Nos basamos en el trabajo de nuestros predecesores de la Internacional Comunista del periodo de sus cuatro primeros congresos, cuando la lucha revolucionaria del proletariado alcanzaba su punto álgido y las traiciones del estalinismo estaban aún por venir. Desde entonces, la clase obrera ha sufrido muchos reveses y derrotas, en particular la contrarrevolución capitalista de 1991-92 que destruyó a la Unión Soviética. Hoy los gurús de la burguesía hablan de la “muerte del comunismo”, pero la irreconciliable lucha de clases continúa y con ella la necesidad de luchar por una sociedad comunista en la cual todas las formas de explotación y opresión sean cosas del pasado. Pocos años atrás decidimos volver a publicar las Tesis para estudiar y aprender de las lecciones cruciales de la historia, entendiendo que el trabajo de los bolcheviques y de la Internacional Comunista muestra el camino a seguir para las futuras generaciones de militantes marxistas.
La lucha por la Internacional Comunista
El congreso de fundación de la III Internacional ocurrió en 1919. Sin embargo, Lenin empezó la lucha por una nueva internacional en agosto de 1914, cuando la mayoría de los partidos de la II Internacional traicionaron al proletariado al apoyar a sus propios amos capitalistas en la sangrienta carnicería imperialista de la Primera Guerra Mundial.
Esta traición fue preparada por años de degeneración política. La política de la II Internacional —como Trotsky dijo de su partido con mayor peso político, el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD)— “se basaba en la adaptación del partido al régimen parlamentario y en el crecimiento ininterrumpido de la organización, de su prensa y de sus finanzas”, lo cual “terminó por sofocar la voluntad revolucionaria del partido” (El nuevo curso, 1923). Para 1914, dos alas distintas de la socialdemocracia —izquierda y derecha—, así como una amplia corriente centrista representada por Karl Kautsky, habían surgido a partir de diferencias que se habían consolidado. En general, las direcciones de los partidos socialdemócratas de Europa veían el trabajo entre las mujeres como una cuestión secundaria. El trabajo pionero entre las mujeres anterior a 1914, incluyendo la publicación de Die Gleichheit (Igualdad), fue iniciado y llevado a cabo por mujeres cuadros determinadas y tenaces, dirigidas por Clara Zetkin, miembro destacado del SPD, desafiando la hostilidad o la indiferencia de la dirección derechista del partido.
Con el impacto de la Revolución Rusa, el ala izquierda de la II Internacional se reagrupó detrás de la bandera bolchevique, trayendo consigo algunos residuos oportunistas. Para forjar nuevos partidos de vanguardia leninistas como secciones de una internacional revolucionaria fue necesaria una serie de luchas políticas para que los aspirantes a revolucionarios rompieran totalmente con la práctica y el programa socialdemócratas y para purgar a los indecisos centristas. Como parte de esta lucha, el II Congreso de la IC adoptó en 1920 las “Condiciones de admisión de los partidos en la Internacional Comunista”, conocidas como las “21 condiciones”, que brindaban una forma organizativa y política para separar a los revolucionarios de los reformistas y centristas y para llevar adelante la lucha contra “los agentes directos e indirectos de la burguesía dentro del movimiento obrero”, como lo escribió Lenin (“Carta a los comunistas alemanes”, agosto de 1921).
La lucha de los bolcheviques
en favor de las trabajadoras
En 1919, la Internacional Comunista afirmó la necesidad del trabajo entre las mujeres en su congreso de fundación con una breve “Resolución sobre la necesidad de ganar a las obreras a la lucha por el socialismo”. El mismo año, el Partido Comunista ruso estableció una sección (o departamento) especial del Comité Central para el trabajo entre las mujeres, el Zhenotdel, y nombró a la dirigente bolchevique Inessa Armand como su dirigente principal. Desde Lenin y Trotsky hasta Iakov Sverdlov y Nadezhda Krúpskaia, prácticamente todos los líderes bolcheviques se interesaban en este trabajo. Los bolcheviques reconocían dos principios centrales: primero, debido a la opresión especial de la mujer, su relativo atraso político y, para la que no trabaja, su aislamiento social en la casa, es necesario realizar un trabajo especial entre las mujeres para ganarlas a la bandera del comunismo. Segundo, este trabajo se debe llevar a cabo bajo la dirección del partido como tarea del partido en su conjunto.
Utilizando su trabajo en el periódico Rabotnitsa (Obrera) a partir de 1914, los bolcheviques preconizaron métodos especiales de trabajo para movilizar, educar y atraer al trabajo político a mujeres no militantes del partido a través de la prensa y la organización de conferencias, grupos y círculos de discusión y lectura —como fuera apropiado— para mujeres que, de otra manera, se encontraban fuera del alcance del partido por su aislamiento social y político. (Ver “How the Bolsheviks Organized Working Women—History of the Journal Rabotnitsa” [Cómo los bolcheviques organizaron a las obreras—Historia del periódico Rabotnitsa], W&R No. 4, otoño de 1973.) Dos métodos clave eran las reuniones de delegadas y las conferencias de mujeres no militantes del partido, ambos explicados en detalle en las Tesis. El partido preconizaba una división del trabajo dentro de todos sus órganos de dirección, desde el Comité Central hasta las fracciones sindicales locales, para establecer comisiones cuya tarea especial era supervisar el trabajo entre las masas de mujeres trabajadoras.
Los bolcheviques partían de la premisa marxista de que la opresión de la mujer, la desigualdad social más antigua en la historia humana, se remonta al inicio de la propiedad privada y no puede ser erradicada sin la abolición de la sociedad dividida en clases, lo cual requiere recursos abundantes a escala internacional. La familia es la institución social fundamental que oprime a la mujer. Se debe remplazar su función de criar a la siguiente generación: en una sociedad socialista, instituciones colectivas remplazarán el trabajo doméstico y el cuidado de los niños que hoy llevan a cabo las mujeres. Después de tomar el poder en 1917 —y en la medida en que pudieron bajo las condiciones de extremo atraso económico y social, la guerra civil y la invasión imperialista— los bolcheviques movilizaron a las trabajadoras como avanzada para empezar la construcción de guarderías colectivizadas, comedores y lavanderías comunales para remplazar la economía doméstica individual. (Para conocer la historia del trabajo entre las mujeres en los primeros años de la sociedad soviética, ver “La Revolución Rusa y la emancipación de la mujer”, Spartacist No. 34, noviembre de 2006.) Como recuenta un informe de un discurso de Inessa Armand:
“La lucha por la liberación de la mujer es una parte inseparable de la lucha general por la dictadura de la clase obrera y debe dar a la lucha final millones de reservas provenientes de las más atrasadas, más olvidadas y oprimidas, más humilladas capas de la clase obrera y de los trabajadores pobres presentes en el ejército laboral femenino”.
— Otchet o Pervoi mezhdunarodnoi konferentsii kommunistok (Informe sobre la I Conferencia Internacional de Mujeres Comunistas, Moscú: Gosizdat, 1921)
Para principios de 1924, una casta burocrática bajo la dirección de Stalin usurpó el poder político de la clase obrera a través de una contrarrevolución política. La consolidación de la burocracia estalinista en el transcurso de varios años fue acompañada por el abandono de la lucha por la revolución internacional y de la causa de la emancipación de la mujer. Los estalinistas habían mancillado tanto los grandes ideales del comunismo con distorsiones burocráticas y mentiras que al final, en 1991-92, la clase obrera no luchó contra la destrucción última de la revolución y la restauración del capitalismo bajo Boris Yeltsin.
La I Conferencia Internacional
de Mujeres Comunistas
Las Tesis sobre el trabajo entre las mujeres adoptadas por la Comintern fueron el resultado de un año de debate en la IC en 1920-21 entre los camaradas soviéticos por un lado y camaradas dirigentes de Europa Occidental y Central por el otro. La I Conferencia Internacional de Mujeres Comunistas, que se reunió en Moscú del 30 de julio al 2 de agosto de 1920, fue iniciada y organizada por Inessa Armand, cuya trágica muerte de cólera poco después privó a la IC de uno de sus cuadros dirigentes. Motivando borradores de tesis presentados por camaradas soviéticos, Armand abordó controversias que siguieron debatiéndose a lo largo del año siguiente. Su informe criticaba severamente a la II Internacional por ser un “freno al movimiento proletario revolucionario” y un “oponente a la liberación de las mujeres trabajadoras”:
“Además de la incapacidad general de la II Internacional para la lucha revolucionaria por el socialismo, sus elementos dirigentes estaban ellos mismos empapados hasta la médula de prejuicios filisteos sobre la cuestión de la mujer, y por esta razón, además de su traición general al proletariado en su lucha por el poder, la II Internacional es responsable de varias traiciones descaradas a las mujeres trabajadoras en el área de las demandas democráticas generales más elementales. Por ejemplo, en cuanto a la cuestión del sufragio femenino universal: los representantes de la II Internacional o bien no hicieron absolutamente nada (Francia, Bélgica), o la sabotearon (Austria), o la distorsionaron (Inglaterra), etc.”.
— Ibíd.
Esta crítica encontró una oposición terca por parte de los delegados de Europa Occidental y Central, incluyendo a los camaradas austriacos y alemanes, quienes objetaron a ciertas polémicas en las tesis y argumentaron que éstas expresaban una apreciación insuficiente del trabajo de Clara Zetkin.
Una segunda área de debate se centró en la insistencia de los camaradas rusos de establecer guías organizativas detalladas y firmes para la realización del trabajo, para que las Tesis no fueran letra muerta como había sido el caso en la II Internacional. La tercera área significativa de diferencias fue la aplicabilidad y la adaptación del sistema de delegadas y de las conferencias de mujeres no militantes del partido a los países capitalistas avanzados, particularmente en Europa, cuestión que permaneció contenciosa por algún tiempo. Quizás como reflejo de estas diferencias, los delegados de la I Conferencia Internacional de Mujeres Comunistas presentaron dos series de borradores de tesis al II Congreso de la IC. Por falta de tiempo, el Congreso remitió el debate al Comité Ejecutivo de la IC (CEIC).
Después de que Clara Zetkin llegara a Moscú por primera vez en septiembre de 1920, el borrador de tesis fue llevado a un pleno del Zhenotdel. A la luz de las críticas severas de Zetkin a las tesis propuestas por los camaradas soviéticos, que se centraban en su posición de que el borrador no lidiaba correctamente con las condiciones de trabajo en los países de Europa Occidental y Central, Zetkin fue asignada a producir otro borrador con las dirigentes bolcheviques Alexandra Kollontai y Sofia Smidovich. El resultado fue las “Guías para el movimiento de mujeres comunistas”, un paso significativo en la elaboración de las Tesis del III Congreso, aunque estuvieron marcadas por una suavidad hacia el trabajo de la II Internacional. Este documento se publicó en la revista teórica de la IC, Internacional Comunista, en las ediciones en ruso (No. 15, diciembre de 1920), en alemán (No. 15, 1921) y en francés (No. 15, enero de 1921). (En 1991 se publicó una versión en inglés como apéndice en Workers of the World and Oppressed Peoples, Unite! Proceedings and Documents of the Second Congress, 1920 [Obreros del mundo y pueblos oprimidos, ¡uníos!—Acta de sesiones y documentos del II Congreso, 1920; Nueva York: Pathfinder Press, 1991].)
Los archivos documentales muestran que las Tesis de la IC sobre el trabajo entre las mujeres fueron finalizadas para su presentación al CEIC y al III Congreso por una comisión editorial que trabajaba en ruso y que estaba compuesta por camaradas dirigentes del Zhenotdel y del Secretariado Internacional de Mujeres. El borrador resultante, las “Tesis Preliminares”, fue entonces aún más enmendado en ruso y votado en el Congreso. Las enmiendas a las Tesis Preliminares, escritas en ruso y marcadas como “correcciones a las Tesis de la cda. Kollontai”, se encuentran en los archivos de la Comintern en Moscú. Estas enmiendas están indicadas por las notas números 1, 2 y 6 de las Tesis.
El III Congreso Mundial
El III Congreso Mundial de la IC se reunió en Moscú del 22 de junio al 12 de julio de 1921, cuando la ola revolucionaria encendida por la Revolución Rusa que había barrido Europa después de la Primera Guerra Mundial entraba en un periodo de reflujo. La falta de partidos de vanguardia templados y puestos a prueba había resultado ser un factor decisivo en la derrota de las revoluciones proletarias en Alemania, Hungría e Italia. La socialdemocracia internacional seguía gozando de la adhesión de fuerzas sustanciales del proletariado y había demostrado ser un instrumento indispensable al dominio de la burguesía. Como enfatizó repetidamente Lenin en los primeros años de la Comintern, forjar partidos de vanguardia significaba mucho más que blandir la retórica de la revolución: los partidos debían asimilar completamente la experiencia bolchevique. El ultraizquierdismo estéril también era un problema serio. Lenin argumenta este punto de la manera más poderosa en su obra fundamental El “izquierdismo”, enfermedad infantil del comunismo (1920), donde escribe:
“¿No sería mejor que los saludos dirigidos a los soviets y a los bolcheviques estuvieran con mayor frecuencia acompañados por un serio análisis de las causas que permitieron a los bolcheviques forjar la disciplina que necesita el proletariado revolucionario?”.
En el III Congreso de 1921, una escuela para la estrategia revolucionaria, los debates dieron forma a resoluciones sobre táctica, organización del partido y sobre el trabajo comunista en los sindicatos, entre los jóvenes y las mujeres. Las “Tesis sobre la estructura, los métodos y la acción de los partidos comunistas” (publicadas en inglés en Prometheus Research Series No. 1, agosto de 1988) fueron un documento clave. Lenin proclamó que en el III Congreso había sido “necesario iniciar el trabajo práctico, constructivo, determinar concretamente —con base en la experiencia práctica de la lucha ya iniciada— cuál debía ser exactamente la línea de la actividad futura en lo referente a la táctica y la organización” (“Carta a los comunistas alemanes”). El propósito de las Tesis sobre el trabajo entre las mujeres era seguir adelante el “trabajo práctico, constructivo” de los partidos comunistas en su lucha para ganar a las masas de mujeres oprimidas al lado de la revolución.
Un debate central con los ultraizquierdistas en el III Congreso ocurrió en torno a la “teoría de la ofensiva”. A menudo asociada con Béla Kun, el dirigente de la fallida Revolución Húngara de 1919, la “teoría de la ofensiva” inspiró la desastrosa Acción de Marzo en Alemania en 1921. Como escribió Trotsky: “Sólo un traidor puede negar la necesidad de una ofensiva revolucionaria; pero sólo un simplón puede reducir toda la estrategia revolucionaria a una ofensiva” (Una escuela de estrategia revolucionaria, 1921). Más tarde, hablando sobre el peligro que representaba la minoría ultraizquierdista, escribió: “el viraje que se produjo entonces bajo la dirección de Lenin, a pesar de la resistencia encarnizada de un sector inicialmente considerable de la mayoría del congreso, salvó literalmente a la internacional del aniquilamiento y de la disgregación con que era amenazada por el ‘izquierdismo’ automático, desprovisto de espíritu crítico” (El nuevo curso).
La II Conferencia Internacional
de Mujeres Comunistas
La II Conferencia Internacional de Mujeres Comunistas se reunió en Moscú del 9 al 14 de junio de 1921, inmediatamente antes del III Congreso Mundial de la IC. Allí, la corriente ultraizquierdista tomó la forma de la denigración de la lucha por la igualdad política de la mujer (el sufragio femenino) y del trabajo en la arena parlamentaria, tachándolos de “reformistas” como cuestión de principios, lo cual reflejaba la lucha más amplia en la Internacional.
Como Trotsky enfatizó en el discurso que dio en la sesión final de la conferencia de mujeres, una tarea central del III Congreso era reconocer el reflujo en la lucha de clases y orientar a la Internacional hacia la tarea de ganar a las masas. Aunque las Tesis no reconocen explícitamente este giro clave, el documento expone detalladamente un método para encontrar el camino hacia las masas de mujeres trabajadoras. Al mismo tiempo, las referencias a la “inminencia” de la revolución proletaria reflejan las perspectivas del periodo anterior.
El 8 de julio de 1921, Clara Zetkin y Alexandra Kollontai se dirigieron a los delegados del III Congreso para motivar la adopción de las Tesis sobre el trabajo entre las mujeres. Según las actas oficiales del III Congreso, se adoptaron dos resoluciones y dos series de tesis, todas referidas por la II Conferencia Internacional de Mujeres Comunistas. No hemos podido encontrar la segunda serie de tesis sobre la cuestión de la mujer. De las dos resoluciones adoptadas, una abordaba las formas y los métodos de trabajo entre las mujeres; la segunda procuraba fortalecer las conexiones internacionales entre las secciones y con el Secretariado Internacional de Mujeres, un organismo subordinado al CEIC.
Varios puntos de las Tesis finales merecen una mención especial. De particular importancia es la atención dada a la cuestión de la liberación de las profundamente oprimidas mujeres de Oriente, planteada por primera vez como tarea crucial del movimiento obrero revolucionario. En otro punto, las Tesis rechazan “cualquier colaboración o acuerdo con feministas burgueses”. Hoy en día, la Liga Comunista Internacional no descarta acciones conjuntas con feministas burgueses para defender clínicas de aborto, por ejemplo, y de hecho ha participado en tales acciones.
El “papel lamentable” desempeñado por las masas de mujeres en la Revolución Húngara de 1919 se refiere a las manifestaciones obreras masivas y reaccionarias contra el efímero gobierno soviético dirigido por Béla Kun. La contrarrevolución logró movilizar a las mujeres trabajadoras en parte debido a la incapacidad del partido para abordar sus necesidades especiales.
Sobre la nueva traducción
Nuestro objetivo era proporcionar un texto de las Tesis que fuera lo más completo posible y que representara con la máxima precisión el trabajo entre las mujeres llevado a cabo en los primeros años de la Comintern. Al traducir el documento del ruso, descubrimos dificultades con el texto mismo. Como señaló Witold S. Sworakowski en The Communist International and its Front Organizations ([La Internacional Comunista y sus organizaciones frentistas], Stanford, California: Hoover Institution, 1965):
“El usuario de las publicaciones de la Comintern debe estar consciente de que el mismo artículo publicado en ruso, inglés, alemán, francés o cualquier otro idioma, si bien parece idéntico a sus contrapartes, no lo es necesariamente en cuanto a su contenido... En la mayoría de los casos, es prácticamente imposible establecer cuál artículo se encuentra en el idioma original y cuál es una traducción. Los textos de un mismo artículo, por ejemplo del mismo discurso, informe o resolución, pueden diferir en las ediciones de los distintos idiomas”.
La traducción al inglés de 1921 que reimprimimos en 1971-72 incluye la totalidad de la versión en ruso, pero sufre de un inglés pobre y de omisiones intermitentes de frases y oraciones. En nuestra opinión, otras traducciones subsiguientes son seriamente defectuosas.
Nuestra versión en inglés en Spartacist (Edición en inglés) No. 62, primavera de 2011, que traducimos al español a continuación, se basó en la edición en ruso publicada en 1933 en Kommunisticheskii Internatsional v dokumentaj; Resheniia, tezisy i vozzvaniia kongressov Kominterna i plenumov IKKI 1919-1932 (La Internacional Comunista en documentos; Decisiones, tesis y declaraciones de los congresos de la Comintern y de los plenos del CEIC, 1919-1932, Moscú: Partizdat, 1933) editado por Béla Kun. Comparamos el texto de 1933 con las Tesis Preliminares en ruso y con el texto en ruso de las Tesis que la Oficina de Prensa de la Comintern distribuyó a los delegados del III Congreso para votación. Además, tomamos en consideración el texto de las Tesis en alemán publicado en 1921 por la Comintern y distribuido en Alemania por Carl Hoym (Hamburgo), así como V.I. Lenin i Kommunisticheskii Internatsional (V.I. Lenin y la Internacional Comunista, Moscú: Politizdat, 1970), traducido del alemán, editado por Kirill Kirillovich Shirinia, un académico experto en la historia de la Comintern. Encontramos que las Tesis de la Oficina de Prensa introdujeron errores tipográficos y omisiones al reproducir las Tesis Preliminares que en algunos casos hacen que el texto en ruso sea ambiguo o incluso carezca de sentido. Desafortunadamente, estos errores y pequeñas omisiones fueron transmitidos a la edición de las Tesis de 1933. En estos casos obvios, hemos restaurado el texto original de las Tesis Preliminares. En dos casos, hemos incluido breves párrafos que aparecieron en la edición de Moscú de 1933 y que no aparecían en las Tesis Preliminares ni en las de la Oficina de Prensa.
Nuestra investigación profundizó nuestro propio entendimiento de la importancia de estas Tesis. En el pasado, trabajando con los recursos históricos de los que disponíamos en el momento, Mujer y Revolución presentó erróneamente la historia del “movimiento de las mujeres proletarias” como si hubiera una continuidad directa en el trabajo entre las mujeres de la II a la III internacionales. Por ejemplo, en “La Revolución Rusa y la emancipación de la mujer”, escribimos: “Antes de la Primera Guerra Mundial, los socialdemócratas en Alemania fueron los primeros en construir una ‘organización de transición’ para mujeres: un organismo especial ligado al partido a través de sus cuadros más conscientes”. De hecho, fueron los bolcheviques quienes concibieron por primera vez la idea de un aparato especial del partido creado para llevar a cabo el trabajo entre las mujeres, en su esfuerzo por atraer a las masas de mujeres trabajadoras al lado del partido de vanguardia —un trabajo que sólo un partido leninista programáticamente sólido puede realizar—.
La Revolución Bolchevique fue un faro de esperanza para los oprimidos del mundo, en particular para las esclavas de los esclavos, las obreras y campesinas oprimidas, quienes por fin tomarían su lugar en la historia mediante la transformación de la sociedad de clase, mirando hacia un nuevo mundo socialista. Como señala el informe del discurso de Inessa Armand ante la I Conferencia Internacional de Mujeres Comunistas:
“El poder soviético no puede defender la dictadura del proletariado contra los ataques de los imperialistas sin el reclutamiento de las más amplias masas de obreras y campesinas para participar en la guerra civil; sin la educación y la participación, para hablar en las palabras del camarada Lenin, de la última cocinera en la tarea de gobernar el estado”.
— “Informe de la I Conferencia Internacional de
Mujeres Comunistas” (la traducción es nuestra)
Tesis sobre los métodos y las formas de trabajo de los partidos comunistas entre las mujeres
Principios básicos
1. El III Congreso de la Internacional Comunista, conjuntamente con la II Conferencia Internacional de Mujeres Comunistas, reafirma una vez más la decisión del I y II congresos acerca de la necesidad que tienen todos los partidos comunistas de Occidente y de Oriente de reforzar el trabajo entre las mujeres proletarias, educar a las amplias masas de obreras según el espíritu comunista e integrarlas en la lucha por el poder de los soviets o en la construcción de la república obrera soviética.
En todo el mundo, la cuestión de la dictadura del proletariado se ha planteado directamente ante la clase obrera y por lo tanto ante las mujeres trabajadoras también[1].
El sistema económico capitalista se encuentra en un callejón sin salida. Las fuerzas productivas ya no pueden desarrollarse en el marco del capitalismo. La pauperización universal de los trabajadores, la incapacidad de la burguesía para reactivar la producción, el alto nivel de especulación, la ruina de la producción, el desempleo, la inestabilidad de los precios sin relación con los salarios: todos estos fenómenos provocan inevitablemente un recrudecimiento de la lucha de clases en todos los países. En esta lucha, se decidirá la cuestión: quién y bajo qué sistema dirigirá, orientará y organizará la producción, un puñado de capitalistas o la clase obrera sobre una base comunista.
La nueva y ascendente clase proletaria, en conformidad con las leyes del desarrollo económico, debe apoderarse del aparato productivo para crear nuevas formas económicas. Sólo ello creará el ímpetu necesario para el máximo desarrollo de las fuerzas productivas, hasta ahora refrenadas por la anarquía de la producción capitalista.
Mientras el poder esté en manos de la clase burguesa, el proletariado será incapaz de reactivar la producción. Mientras el poder esté en manos de la burguesía, ninguna reforma, ninguna medida llevada a cabo por gobiernos democráticos o socialistas en los países burgueses podrá salvar la situación y aliviar los pesados e insoportables sufrimientos de las obreras y los obreros, causados por la ruina del sistema económico capitalista. Sólo la conquista del poder por parte del proletariado permitirá a la clase de los productores adueñarse de los medios de producción y así permitirles dirigir el desarrollo económico de acuerdo con los intereses de los trabajadores.
Para adelantar la hora de la inevitable lucha decisiva del proletariado con el podrido mundo burgués, la clase obrera debe aferrarse a las tácticas firmes y resueltas esbozadas por la III Internacional. La dictadura del proletariado —el objetivo inmediato fundamental— determina los métodos de trabajo y la línea de batalla para el proletariado de ambos sexos.
La lucha por la dictadura del proletariado es inminente para el proletariado de todos los estados capitalistas y la construcción del comunismo es la tarea inmediata de aquellos países en donde la dictadura está en manos de los obreros. Por lo tanto, el III Congreso de la Internacional Comunista afirma que ni la conquista del poder por el proletariado ni la realización del comunismo en un país ya liberado del yugo de la burguesía se pueden llevar a cabo sin la participación activa del grueso del proletariado y del semiproletariado femeninos.
Por otra parte, el Congreso llama una vez más la atención de todas las mujeres sobre el hecho de que sin el apoyo de los partidos comunistas en todas las tareas e iniciativas para promover la liberación y la emancipación de la mujer, los plenos derechos individuales de la mujer y su emancipación verdadera son imposibles de lograr en la vida real.
2. Conforme la devastación económica mundial se vuelve cada vez más aguda e insoportable para todos los pobres de la ciudad y del campo, los intereses de la clase obrera requieren, especialmente en el periodo presente, persistir de manera particular en el reclutamiento de mujeres en las filas organizadas del proletariado que lucha por el comunismo. Por consiguiente, se plantea ineludiblemente la cuestión de la revolución social ante la clase obrera de los países
capitalistas burgueses, de la misma manera que surge la tarea de reconstruir la economía sobre nuevas bases comunistas ante los trabajadores de la Rusia soviética. Mientras más activa, consciente y resuelta sea la participación de las mujeres en estas dos tareas, más fácil será su realización.
En todas partes donde se plantee directamente la cuestión de la conquista del poder, los partidos comunistas deben tomar en cuenta el gran peligro para la revolución que representan las masas inertes de obreras, amas de casa, empleadas de oficina y campesinas que no están liberadas de la influencia de la perspectiva burguesa del mundo, la iglesia y las supersticiones y que no tienen conexión alguna con el gran movimiento comunista de liberación. Si las masas de mujeres en Occidente y Oriente no son reclutadas al movimiento, se convertirán inevitablemente en baluarte para la burguesía y en blanco para la propaganda contrarrevolucionaria. La experiencia de la Revolución Húngara, donde la falta de conciencia de las masas de mujeres desempeñó un papel tan lamentable, debería servir como advertencia para los proletarios de todos los demás países que se encaminan por la vía de la revolución social.
A la inversa, las políticas llevadas a cabo por la República Soviética muestran a través de la experiencia concreta la importancia de la participación de las obreras y campesinas —en la Guerra Civil, en la defensa de la república y en todos los aspectos de la construcción soviética—. Los hechos demuestran la importancia del papel ya desempeñado por las obreras y campesinas en la República Soviética en la organización de la defensa, el fortalecimiento de la retaguardia, en la lucha contra la deserción y en el combate contra toda clase de contrarrevolución, sabotaje, etc. Se debe estudiar y poner en práctica en otros países la experiencia de la república obrera.
De lo anterior se desprende la tarea de cada partido comunista de propagar su influencia hasta las capas más amplias de la población femenina de su país mediante la organización de aparatos especiales e internos del partido y el establecimiento de métodos especiales de acercamiento a las mujeres para liberarlas de la influencia de la perspectiva mundial burguesa o de la influencia de los partidos conciliadores y para forjar entre ellas resueltas luchadoras por el comunismo y, por lo tanto, combatientes por la educación integral de las mujeres.
3. Al plantear ante los partidos comunistas de Occidente y Oriente la tarea inmediata de fortalecer el trabajo del partido entre las mujeres proletarias, el III Congreso de la Internacional Comunista señala al mismo tiempo a las obreras del mundo entero que sólo la victoria del comunismo hará posible su liberación de la injusticia, la esclavización y la desigualdad seculares. En ningún caso podrá el movimiento femenino burgués darle a la mujer lo que el comunismo le da. Mientras exista la dominación del capital y de la propiedad privada en los países capitalistas, la liberación de la mujer respecto de la dependencia de su marido no puede progresar más allá del derecho de disponer de sus propios bienes, de sus propios ingresos y de poder decidir con los mismos derechos que su marido sobre la suerte de sus hijos.
Los esfuerzos más decisivos de las feministas —la extensión del sufragio femenino bajo el dominio del parlamentarismo burgués— no resuelven el problema de la verdadera igualdad de la mujer, en especial para las mujeres de las clases no poseedoras. Ello se puede ver en la experiencia de las obreras en todos los países capitalistas donde, en los últimos años, la burguesía ha otorgado la igualdad formal entre los sexos. El sufragio no elimina la causa primaria de la esclavización de la mujer en la familia y en la sociedad. Dada la dependencia económica de la mujer proletaria de su amo capitalista y del hombre-proveedor, y en ausencia de una protección amplia para asegurar el porvenir de madres e hijos, así como de sistemas socializados de educación y cuidado infantil, la introducción en los estados capitalistas del matrimonio civil en lugar del matrimonio indisoluble no logrará la igualdad de la mujer en el marco matrimonial, ni proporciona la clave para solucionar el problema de las relaciones entre los sexos.
La igualdad real —y no formal y superficial— sólo se puede realizar bajo el comunismo, cuando las mujeres en conjunto con todos los miembros de la clase trabajadora se vuelvan copropietarias de los medios de producción y distribución, participen en su administración y tomen sus responsabilidades laborales sobre la misma base que todos los miembros de la sociedad trabajadora. En otras palabras, es sólo posible mediante el derrocamiento del sistema de explotación del trabajo del hombre por el hombre bajo la producción capitalista y mediante la organización de la forma comunista de la economía.
Sólo el comunismo creará las condiciones en las que la función natural de las mujeres, la maternidad, no entre en conflicto con sus deberes sociales ni obstaculice su trabajo creador por el bien colectivo. Por el contrario, el comunismo permitirá el desarrollo pleno, sano y armónico del individuo en estrecha e indisoluble conexión con las tareas y la vida de la colectividad trabajadora. El comunismo debe ser la meta de todas las mujeres que luchan por la liberación de la mujer y el reconocimiento de todos sus derechos.
Pero el comunismo es también el objetivo final del proletariado en su conjunto. Por lo tanto, en el interés de ambos, la lucha de las obreras por este objetivo común debe librarse conjuntamente y en filas cerradas.
4. El III Congreso de la Internacional Comunista reafirma la proposición fundamental del marxismo revolucionario de que no existe ninguna “cuestión especial de la mujer”, ningún movimiento especial de la mujer. Cualquier tipo de unidad de las obreras con el feminismo burgués, como el apoyo por parte de las obreras a las tácticas parcial o abiertamente traicioneras de los socialconciliadores —los oportunistas—, conduce al debilitamiento de las fuerzas del proletariado. Esto retrasa la revolución social y el advenimiento del comunismo, y por lo tanto el grandioso momento de la completa emancipación de la mujer.
No se logrará el comunismo por medio de los esfuerzos unidos de las mujeres de las diferentes clases, sino por la lucha conjunta de todos los explotados.
Las masas proletarias femeninas están obligadas, por su propio interés, a apoyar las tácticas revolucionarias del partido comunista y a participar de la manera más activa y directa posible en las acciones de masas y en todos los aspectos y formas de la guerra civil que surgen al nivel nacional e internacional.
5. La lucha de la mujer contra su doble opresión (por el capitalismo y el yugo familiar doméstico) debe, en la etapa más alta de su desarrollo, cobrar un carácter internacional y convertirse en una lucha del proletariado de ambos sexos por la dictadura y por el sistema soviético bajo la bandera de la III Internacional.
6. El III Congreso de la Internacional Comunista previene a las obreras contra cualquier colaboración o acuerdo con feministas burgueses y señala también a las obreras de todos los países que toda ilusión en la idea de que las mujeres proletarias pueden, sin dañar la causa de la liberación de la mujer, apoyar a la II Internacional o a elementos cercanos a ella con inclinaciones oportunistas sería enormemente perjudicial a la lucha liberadora del proletariado. Las mujeres deben recordar constantemente que la esclavización de la mujer tiene todas sus raíces en el sistema burgués. Para poner fin a esta esclavización de la mujer es necesario pasar al nuevo modo comunista de la sociedad.
El apoyo por parte de las obreras a grupos o partidos de la II Internacional y la Internacional II y media frena la revolución social y retrasa el advenimiento del nuevo orden. Cuanto más decidida e irreversiblemente se separen las masas femeninas de la II Internacional y la Internacional II y media, tanto más seguro será el triunfo de la revolución social. Es el deber de las comunistas condenar a todos aquéllos que temen las tácticas revolucionarias de la Internacional Comunista y de exigir intransigentemente su expulsión de las cerradas filas de la misma.
Las mujeres deben recordar que la II Internacional no creó y no intentó crear un organismo destinado a la lucha por la emancipación total de la mujer. La Asociación Internacional de las Mujeres Socialistas se originó fuera del marco de la II Internacional por iniciativa propia de las obreras. Las socialistas que llevaron a cabo trabajo especial entre las mujeres no tenían lugar, representación ni voto decisivo en la II Internacional.
Ya en su I Congreso, celebrado en 1919, la III Internacional formuló claramente su actitud frente a la cuestión del reclutamiento de las mujeres a la lucha por la dictadura. Para este propósito, el I Congreso convocó a una conferencia de mujeres comunistas. En 1920, se fundó el Secretariado Internacional para el Trabajo entre las Mujeres con representación permanente en el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista. Es el deber de las obreras conscientes de todos los países romper irrevocablemente con la II Internacional y la Internacional II y media y apoyar firmemente la línea revolucionaria de la Internacional Comunista.
7. El apoyo a la Internacional Comunista por parte de las obreras, campesinas y empleadas de oficina debe manifestarse por su entrada a las filas del partido comunista de su respectivo país. En los países y partidos donde la lucha entre la II y la III Internacional aún no se ha consumado, el deber de las obreras consiste en apoyar con todas sus fuerzas al partido o al grupo que se pronuncia por la Internacional Comunista y combatir despiadadamente a todos los elementos vacilantes o abiertamente traidores, sin importar su autoridad. Las mujeres proletarias conscientes que luchan por su liberación no pueden permanecer en partidos que se mantienen fuera de la Internacional Comunista.
Quien se opone a la III Internacional es un enemigo de la emancipación de la mujer.
El lugar de las obreras conscientes de Occidente y Oriente está bajo la bandera de la Internacional Comunista, en las filas del partido comunista de su país. Toda vacilación por parte de las obreras, todo temor de romper con los partidos conciliadores tradicionales, todo temor de romper con las reconocidas figuras de autoridad, todo ello tiene un impacto desastroso en los éxitos de la gran lucha del proletariado que está adquiriendo el carácter de una guerra civil abierta e implacable a escala internacional[2].
Los métodos y las formas de trabajo
entre las mujeres
Partiendo de las proposiciones antes mencionadas, el III Congreso de la Internacional Comunista establece que los partidos comunistas de todos los países deben llevar a cabo su trabajo entre el proletariado femenino sobre las siguientes bases:
1) La inclusión de mujeres como miembros del partido con igualdad de derechos y deberes en todas las organizaciones clasistas de combate —el partido, los sindicatos, las cooperativas, los comités de delegados de fábrica, etc.—.
2) El reconocimiento de la importancia de integrar activamente a la mujer en todos los aspectos de la lucha proletaria (incluso la autodefensa militar del proletariado), en la construcción de las nuevas bases de la sociedad y la organización de la producción y de la vida cotidiana sobre una base comunista.
3) El reconocimiento de la función de la maternidad como una función social y la puesta en marcha o salvaguarda de medidas de defensa y protección de la mujer como progenitora de la raza humana.
Si bien se opone terminantemente a toda asociación segregada y separada de mujeres dentro del partido y de los sindicatos, así como a organizaciones especiales de mujeres, el III Congreso de la Internacional Comunista reconoce la necesidad de adoptar métodos especiales de trabajo entre las mujeres y afirma la utilidad de la creación de organismos especiales dentro de todos los partidos comunistas para llevar a cabo este trabajo. A la luz de lo anterior, el Congreso llama la atención sobre lo siguiente:
a) La esclavización cotidiana de la mujer no sólo en los países capitalistas burgueses sino también en los países que se encuentran en la fase de transición del capitalismo al comunismo bajo el sistema soviético;
b) La gran pasividad y el atraso político de las masas de mujeres a explicarse por su exclusión secular de la vida social y por su esclavización secular en la familia;
c) Las funciones especiales que la naturaleza misma les ha dado a las mujeres —la maternidad— y las necesidades especiales derivadas de mayor protección de su fuerza y su salud en el interés de toda la colectividad.
Por lo tanto, el III Congreso de la Internacional Comunista reconoce la importancia de crear organismos especiales para llevar a cabo el trabajo entre las mujeres. Tales organismos del partido deben ser secciones o comisiones organizadas en todos los comités del partido: desde el CC [Comité Central] hasta los comités de distrito metropolitano o de condado. Esta decisión es obligatoria para todos los partidos que pertenecen a la Internacional Comunista.
El III Congreso de la Internacional Comunista decreta que las tareas que los partidos comunistas llevan a cabo a través de estas secciones incluirán:
1) educar a las masas de mujeres en el espíritu del comunismo e integrarlas a las filas del partido;
2) combatir los prejuicios antimujer entre las masas del proletariado masculino y fortalecer entre los proletarios hombres y mujeres la conciencia de sus intereses comunes;
3) templar la determinación de las obreras integrándolas en todas las formas y los aspectos de la guerra civil, despertando su actividad a través de la participación en la lucha contra la explotación capitalista en los países burgueses, por medio de movilizaciones de masas contra la carestía, la falta de viviendas, el desempleo, y otras cuestiones revolucionarias de guerra civil; y, en las repúblicas soviéticas, a través de su participación en la construcción comunista de la sociedad y de la vida cotidiana;
4) poner en el orden del día del partido tareas e introducir en la legislación cuestiones que sirvan directamente a la liberación de la mujer, que afirmen su igualdad de derechos y defiendan sus intereses como progenitora de la raza humana;
5) luchar sistemáticamente contra la influencia de la tradición, las costumbres burguesas y la religión y así introducir relaciones más sanas y armoniosas entre los sexos, asegurando la vitalidad física y moral de la humanidad
trabajadora.
Todo el trabajo de las secciones y comisiones se debe llevar a cabo bajo la dirección inmediata y la responsabilidad de los comités del partido. Un miembro del comité debe encabezar cada comisión o sección. En la medida de lo posible, camaradas comunistas también deben entrar en estas comisiones o secciones.
Todas las medidas y tareas que se imponen a las comisiones o secciones de obreras deben ser realizadas por ellas no independientemente sino más bien, en los países soviéticos, a través de organismos económicos o políticos (secciones de los soviets, comisiones, sindicatos) y, en los países capitalistas, con el apoyo de órganos correspondientes del proletariado: partidos, sindicatos, soviets, etc.
En donde existan partidos comunistas ilegales o semilegales, debe formarse un aparato ilegal para el trabajo entre las mujeres. Este aparato debe subordinarse y acomodarse al aparato ilegal del partido. Al igual que en las organizaciones legales, en las organizaciones clandestinas todos los comités locales, regionales y centrales deben incluir a una camarada mujer encargada de dirigir el trabajo ilegal de propaganda entre las mujeres. Las principales bases para el trabajo entre las mujeres por parte de los partidos comunistas deben ser, en el periodo actual, los sindicatos gremiales e industriales y las cooperativas tanto en los países donde sigue la lucha por derrocar el yugo del capital como en las repúblicas obreras soviéticas.
El trabajo entre las mujeres debe estar impregnado del espíritu siguiente: propósito común del movimiento del partido, organización unida, iniciativa independiente y lucha por la rápida y completa emancipación de la mujer por el partido, independientemente de las comisiones o secciones. Por lo tanto, el objetivo no debe ser crear un paralelismo en el trabajo, sino ayudar en el trabajo del partido a través del autodesarrollo y las iniciativas de las obreras[3].
El trabajo del partido entre las mujeres
en los países soviéticos
La tarea de las secciones en una república obrera soviética consiste en educar a las masas de mujeres en el espíritu del comunismo e integrarlas a las filas del partido comunista, despertar y desarrollar su actividad e iniciativa e incorporarlas al trabajo de construcción del comunismo y forjar entre ellas defensoras resueltas de la Internacional Comunista.
Las secciones deben lograr la participación de las mujeres en todos los aspectos de la construcción soviética, desde asuntos relativos a la defensa hasta los planes económicos altamente complejos de la república.
En la República Soviética, las secciones deben velar por el cumplimiento de las resoluciones del VIII Congreso de los Soviets sobre la incorporación de las obreras y campesinas a la construcción y la organización de la economía y sobre su participación en todos los órganos de dirección, gestión, control y organización de la producción. Las secciones de mujeres, por medio de sus representantes y órganos del partido, deben participar en la redacción de nuevas leyes y deben usar su influencia para modificar aquéllas que lo requieran por el bien de la emancipación verdadera de la mujer. Las secciones deben mostrar una iniciativa especial en la elaboración de leyes para la protección del trabajo de la mujer y de los menores.
Las secciones deben incluir al mayor número posible de obreras y campesinas en las campañas para la elección de los soviets y deben cuidar que se elijan obreras o campesinas como miembros de los soviets y comités ejecutivos.
Las secciones deben promover el éxito de todas las campañas políticas o económicas emprendidas por el partido.
Es la tarea de las secciones fomentar el avance del trabajo calificado de las mujeres mediante el aumento de la capacitación técnica de las mujeres y mediante acciones que faciliten el acceso de las campesinas y de las obreras a las instituciones educativas necesarias.
Las secciones deben velar tanto por el ingreso de las mujeres en las comisiones para la protección del trabajo en las empresas como por el fortalecimiento de la actividad de las comisiones para la protección de la madre y del niño.
Las secciones deben fomentar el desarrollo de la red entera de instituciones sociales como comedores y lavanderías comunales, talleres de reparaciones, instituciones de servicio social, viviendas comunales, etc., que al transformar la vida cotidiana sobre bases comunistas nuevas aliviarán la carga que pesa sobre las mujeres en el periodo de transición, facilitarán su emancipación en la vida cotidiana y convertirán a la esclava doméstica y familiar en una libre participante, una gran dueña de la sociedad y una creadora de nuevas formas de vivir.
Las secciones deben promover la formación de militantes sindicales mujeres en el espíritu del comunismo con la ayuda de organizaciones para el trabajo entre las mujeres creadas por las fracciones comunistas en los sindicatos.
Las secciones deben procurar que las obreras asistan regularmente a las asambleas de delegados de fábrica y de planta.
Las secciones tienen la obligación de asignar sistemáticamente a mujeres como aprendices de delegadas para el trabajo en los soviets, el trabajo económico y el trabajo sindical.
El trabajo de los Zhenotdels [secciones de mujeres] del Partido consiste ante todo en echar profundas raíces en el proletariado femenino, además de desarrollar el trabajo ya existente entre las amas de casa, las empleadas de oficina y las campesinas pobres[4].
Para el propósito de establecer un vínculo firme entre el partido y las masas, de extender la influencia del partido sobre las masas que están fuera de él y de aplicar el método de educación de las masas de mujeres en el espíritu del comunismo mediante su iniciativa y participación en el trabajo práctico, las secciones deben convocar y organizar reuniones de delegadas obreras.
Las reuniones de delegadas son la mejor manera de educar a las obreras y las campesinas y de extender la influencia del partido sobre las masas de obreras y campesinas atrasadas que están fuera de él.
Las reuniones de delegadas están compuestas de representantes de plantas y fábricas por ciudad o distrito metropolitano; por distrito rural [volost] (en el caso de las reuniones de delegadas campesinas) o por vecindarios (en el caso de elección de delegadas entre amas de casa). En la Rusia soviética, las delegadas participan en todo tipo de campañas políticas y económicas, son destacadas a varias comisiones en empresas, nombradas en puestos de control en instituciones soviéticas y, finalmente, participan en el trabajo regular de las Secciones de los Soviets como aprendices durante un periodo de dos meses (ley de 1921)[5].
Las delegadas deben ser elegidas en reuniones al nivel del taller, en mítines de amas de casa o empleadas de oficina de acuerdo con una norma establecida por el partido. Las secciones deben llevar a cabo un trabajo propagandístico y agitativo entre las delegadas. Para este propósito, las secciones deben convocar reuniones al menos dos veces al mes. Las delegadas tienen la obligación de rendir informes en sus talleres o reuniones de vecindario acerca de sus actividades. Las delegadas son elegidas por un periodo de tres meses.
La segunda forma de agitación entre las masas de mujeres es convocar conferencias de obreras y campesinas no militantes del partido. Las representantes en estas conferencias son elegidas en reuniones de obreras por empresa y de campesinas por aldea.
Las secciones de obreras están asignadas a convocar y dirigir estas conferencias.
Para consolidar la experiencia que las obreras adquieren en el trabajo práctico del partido o en sus movilizaciones, las secciones o comisiones deben llevar a cabo propaganda oral e impresa sistemática. Las secciones deben realizar mítines, discusiones, reuniones de obreras por empresa, de amas de casa por vecindario y deben dirigir reuniones de delegadas y llevar a cabo un trabajo de agitación casa a casa.
Los programas para el trabajo entre las mujeres se deben establecer en las escuelas soviéticas, tanto en el centro como en las regiones, para la capacitación de mujeres cuadros activistas y para el fortalecimiento de su conciencia comunista.
En los países capitalistas
Las tareas inmediatas de la Comisión para el trabajo entre las mujeres están determinadas por la situación objetiva. Por una parte, están la ruina de la economía mundial; el aumento monstruoso del desempleo, reflejado especialmente en la disminución de la demanda de mano de obra femenina, lo cual provoca el aumento de la prostitución; la carestía; la aguda falta de viviendas; y la amenaza de nuevas guerras imperialistas. Por otra parte, están las incesantes huelgas económicas de los obreros en todos los países y las repetidas tentativas de guerra civil a escala mundial. Todo esto es el prólogo a la revolución social mundial.
Las comisiones de obreras tienen la obligación de señalar las tareas de lucha del proletariado, deben luchar por las consignas íntegras del partido comunista y lograr la participación de las mujeres en las movilizaciones revolucionarias de los comunistas contra la burguesía y los socialconciliadores.
Al continuar la lucha contra toda forma de segregación o debilitamiento de las obreras, las comisiones deben velar no sólo por que las mujeres sean admitidas como miembros con igualdad de derechos y deberes en el partido, los sindicatos y otras organizaciones de clase, sino también por que las obreras obtengan puestos en los órganos dirigentes de los partidos, sindicatos y cooperativas en condición de igualdad con los obreros.
Las comisiones deben actuar para que las más amplias capas de proletarias y campesinas ejerzan sus derechos para apoyar al partido comunista en las elecciones parlamentarias y para todas las instituciones públicas. Al mismo tiempo, las comisiones deben explicar el carácter limitado de estos derechos, como un medio para debilitar la explotación capitalista y para emancipar a la mujer, oponiendo al parlamentarismo el sistema soviético.
Las comisiones también deben asegurar que las obreras, empleadas de oficina y campesinas participen lo más activamente posible en la elección de los soviets revolucionarios, económicos y políticos de diputados obreros, atrayendo a las amas de casa para despertar su actividad política y propagar la idea de los soviets entre las campesinas. Una tarea especial de las comisiones debe ser la realización del principio de “pago igual por trabajo igual”. Es tarea de las comisiones iniciar una campaña, movilizando a obreros y obreras, por la educación vocacional gratuita y accesible a todos, permitiendo a las obreras calificarse con un alto nivel.
Las comisiones deben procurar que las comunistas participen en los órganos municipales y legislativos en donde puedan hacerlo con base en sus derechos electorales y que apliquen en ellos las tácticas revolucionarias de su partido. Sin embargo, al participar en órganos legislativos, municipales y otros órganos del estado burgués, las comunistas deben defender resueltamente los principios y las tácticas fundamentales del partido, no preocupándose tanto por la realización práctica de reformas dentro del marco del orden burgués, sino por utilizar cada cuestión o reivindicación viva y candente de las obreras como consigna revolucionaria para movilizarlas en la lucha activa por la realización de estas demandas mediante la dictadura del proletariado[6].
Las comisiones deben mantener estrecho contacto con las fracciones parlamentarias y municipales y discutir conjuntamente todas las cuestiones relativas a la mujer.
Las comisiones deben explicar a las mujeres el carácter retrógrado e ineficiente del sistema doméstico individual y los defectos del sistema burgués de crianza de los niños, llamando la atención de las obreras a las cuestiones planteadas o apoyadas por el partido para la mejora práctica de la vida cotidiana de la clase obrera.
Las comisiones deben promover el reclutamiento de obreras que militen en los sindicatos a los partidos comunistas, para lo cual las fracciones sindicales deben designar organizadoras para trabajar entre las mujeres bajo la dirección del partido o de sus secciones locales.
Las comisiones de agitación entre las mujeres también deben orientar su propaganda en el sentido de que las obreras en las cooperativas procuren propagar las ideas del comunismo y asumir un papel dirigente en las cooperativas, ya que estas organizaciones, como organismos de distribución, tienen un gran papel que desempeñar durante y después de la revolución[7].
Todo el trabajo de las comisiones debe tener por objetivo desarrollar la actividad revolucionaria de las masas para acelerar la revolución social.
En los países económicamente atrasados (Oriente)
En los países de escaso desarrollo industrial, los partidos comunistas, junto con las secciones de obreras, deben ganar el reconocimiento de la igualdad de derechos y deberes de la mujer en el partido, en los sindicatos y en las demás organizaciones de la clase trabajadora.
Las secciones o comisiones, junto con el partido, deben librar una lucha contra todos los prejuicios, la moralidad y las costumbres religiosas que oprimen a las mujeres, extendiendo esta agitación también a los hombres.
Los partidos comunistas y sus secciones o comisiones deben implementar el principio de la igualdad de la mujer respecto a la educación de los hijos, en las relaciones familiares y en la vida pública.
Las secciones deben buscar apoyo a su trabajo en primer lugar entre las amplias capas de obreras explotadas por el capital en las industrias de trabajo a domicilio (el trabajo artesanal) y entre las trabajadoras de las plantaciones de arroz, algodón y otros productos. En los países soviéticos, las secciones deben promover el establecimiento de talleres artesanales. En países burgueses, el trabajo debe centrarse en la organización de las obreras de plantaciones, incorporándolas en sindicatos comunes con los obreros.
La elevación del nivel general de cultura de la población es el mejor medio para luchar contra el estancamiento del país y contra los prejuicios religiosos entre los pueblos orientales que viven en países soviéticos. Las secciones deben facilitar el desarrollo de escuelas para adultos, las cuales deben ser libremente accesibles a las mujeres. En los países capitalistas, las comisiones deben luchar directamente contra la influencia burguesa de las escuelas.
Donde sea posible, las secciones o comisiones deben llevar a cabo su agitación en las casas. Las secciones deben organizar círculos de obreras, atrayendo a los elementos más atrasados entre las mujeres. Los círculos deben ser centros de cultura e instrucción, instituciones que muestran a través de la experiencia lo que la mujer puede lograr por iniciativa propia (la organización de guarderías, jardines de niños, escuelas de alfabetización bajo los auspicios de los círculos, etc.) por su emancipación.
Las secciones organizarán círculos ambulantes entre los pueblos nómadas.
En los países soviéticos, las secciones deben ayudar a los organismos soviéticos respectivos en el trabajo de transición desde formas económicas precapitalistas hasta la producción socializada, convenciendo a las obreras a través de su propia experiencia de que el trabajo doméstico individual y la vieja forma de la familia obstaculizan su emancipación, mientras que el trabajo socializado las libera.
Las secciones deben velar por que la legislación soviética, que reconoce la igualdad de derechos de la mujer y del hombre y que protege los intereses de la mujer, se implemente en la realidad entre los pueblos orientales que viven en la Rusia soviética. Para este fin, las secciones deben promover el reclutamiento de mujeres como jueces y miembros de jurados en los tribunales populares.
Las secciones deben también involucrar a las mujeres en elecciones para los soviets y asegurar que las obreras y campesinas sean elegidas miembros de los soviets y de sus comités ejecutivos. El trabajo entre las proletarias de Oriente se debe llevar a cabo sobre una base clasista. Es la tarea de las secciones exponer la impotencia de las feministas para solucionar la cuestión de la emancipación de la mujer. En los países soviéticos de Oriente, es menester utilizar a las intelectuales (por ejemplo, las maestras) que simpaticen con el comunismo para difundir la instrucción. Las secciones o comisiones que hacen trabajo entre las mujeres de Oriente deben luchar con firmeza contra el nacionalismo y la influencia de la religión sobre las mujeres, aunque deben evitar los ataques groseros y burdos contra las creencias religiosas o las tradiciones nacionales.
En Oriente tanto como en Occidente, la organización de obreras debe llevarse a cabo no en torno a la defensa de intereses nacionales, sino sobre la base de la unión del proletariado internacional de ambos sexos en torno a las tareas comunes de clase.
Nota: En vista de la importancia y la urgencia de fortalecer el trabajo entre las mujeres de Oriente y de lo novedoso de las tareas planteadas, se adjuntan a estas Tesis instrucciones especiales para aplicar los métodos básicos del trabajo de los partidos comunistas entre las mujeres de acuerdo con las particularidades de la vida cotidiana de los pueblos orientales[8].
Métodos de agitación y propaganda
Para realizar las principales tareas de las secciones —la educación comunista de las masas femeninas del proletariado y el fortalecimiento de estos cuadros mujeres combatientes por el comunismo— es necesario que todos los partidos comunistas de Occidente y Oriente asimilen el principio fundamental del trabajo entre las mujeres, a saber, “agitación y propaganda por medio de la acción”.
La agitación por medio de la acción significa ante todo la capacidad de despertar a las obreras a la actividad independiente, acabar con sus dudas sobre sus propias fuerzas y, al integrarlas al trabajo práctico en el campo de la construcción o de la lucha, enseñarles mediante la experiencia práctica a reconocer que toda conquista del partido comunista, toda acción dirigida contra la explotación capitalista representa un paso adelante en el mejoramiento de la condición de la mujer. De la práctica y la acción al reconocimiento de los ideales del comunismo y de sus principios teóricos y, a la inversa, de la teoría a la práctica y la acción: éste es el método que deben utilizar los partidos comunistas y sus secciones para acercarse a las masas de obreras.
Para ser órganos de propaganda por medio de la acción, y no simplemente de la palabra, las secciones deben apoyarse en las células comunistas en las empresas y los talleres y procurar que cada célula comunista nombre un organizador para el trabajo entre las mujeres de dicha empresa.
Las secciones deben relacionarse con los sindicatos por medio de sus representantes u organizadores, que son designados por las fracciones sindicales [del partido] y que llevan a cabo el trabajo bajo la dirección de las secciones.
En los países soviéticos, la propaganda de las ideas del comunismo por medio de la acción consiste en lograr la participación de las obreras, campesinas, amas de casa y empleadas de oficina en todos los campos de la construcción soviética, desde el ejército y la milicia hasta todos los aspectos de la emancipación de la mujer: la organización de comedores socializados, redes de instituciones de educación infantil socializada, de protección de la maternidad, etc. Particularmente importante en la actualidad es el estimular la participación de las obreras en todas las áreas del trabajo de reconstrucción de la economía nacional.
En los países capitalistas, la propaganda por medio de la acción significa sobre todo reclutar obreras para que participen en huelgas, manifestaciones y en todos los aspectos de la lucha que templan y fortalecen la voluntad y la conciencia revolucionarias; significa estimular la participación de las obreras en todos los aspectos del trabajo del partido, utilizando a las mujeres para el trabajo ilegal (especialmente en los servicios de enlace), en la organización por parte del partido de los subbotniki o voskresniki [sesiones de trabajo voluntario los sábados o domingos], en los que las obreras que simpatizan con el comunismo, las esposas de obreros y las empleadas de oficina ayudan al partido con su trabajo voluntario, organizando la reparación y la confección de la ropa de los niños, etc.
El principio de la participación de las mujeres en todas las campañas de instrucción política, económica o cultural emprendidas por los partidos comunistas también sirve los objetivos de la propaganda por medio de la acción.
Las secciones de obreras de los partidos comunistas deben extender sus actividades e influencia a las más amplias capas de mujeres proletarias, esclavizadas y oprimidas en los países capitalistas. En los países soviéticos, deben llevar a cabo su trabajo entre las masas de mujeres proletarias y semiproletarias encadenadas por las condiciones de vida y los prejuicios cotidianos.
Las comisiones deben llevar a cabo su trabajo entre las obreras, las amas de casa, las campesinas y las mujeres que se dedican al trabajo intelectual.
Para efectos de la propaganda y la agitación, las comisiones deben organizar manifestaciones de masas, mítines por empresa particular, mítines de obreras y empleadas de oficina, ya sea por lugar de trabajo o por distrito metropolitano, manifestaciones de mujeres en general, mítines de amas de casa, etc.
Las comisiones deben procurar que las fracciones de los partidos comunistas en los sindicatos, las cooperativas y los consejos de fábrica y de planta designen a un organizador para el trabajo entre las mujeres. En otras palabras, deben tener representantes en todos los órganos dedicados a promover el desarrollo de la actividad revolucionaria del proletariado en los países capitalistas para el propósito de la toma del poder. En los países soviéticos, deben ayudar en la elección de obreras y campesinas a todos los órganos soviéticos de dirección, gestión y supervisión, actuando como baluarte de la dictadura del proletariado y facilitando la realización del comunismo.
Las comisiones deben destacar mujeres comunistas responsables para trabajar como obreras o empleadas en empresas donde trabajan grandes cantidades de mujeres. Las comisiones deben destacar obreras en los grandes distritos y centros proletarios importantes, como se ha puesto en práctica exitosamente en la Rusia soviética.
Las comisiones para el trabajo entre las mujeres deben hacer el mejor uso de la experiencia exitosa del Zhenotdel del PCR [Partido Comunista Ruso (Bolchevique)] para el propósito de organizar reuniones de delegadas y conferencias de obreras y campesinas no militantes del partido. Deben organizar reuniones de obreras y empleadas de diferentes áreas, campesinas y amas de casa en las que se planteen para discusión demandas y necesidades específicas y en donde se elijan las comisiones. Estas comisiones deben permanecer en estrecho contacto con sus electoras y con las comisiones para el trabajo entre las mujeres. Las comisiones deben destacar a sus agitadores para intervenir en las discusiones en reuniones de partidos hostiles al comunismo. La propaganda y la agitación por medio de manifestaciones y eventos similares deben completarse con una agitación sistemática organizada casa por casa. Una comunista encargada de este trabajo no debe tener más de diez viviendas en su área asignada y debe, para el propósito de la agitación entre las amas de casa, visitarlas no menos de una vez por semana y más seguido cuando el partido comunista esté llevando a cabo una campaña o anunciando una movilización.
Para realizar su trabajo de agitación, organización y educación por medio de la propaganda escrita, se delega a las comisiones para:
1) facilitar la publicación de un periódico central para el trabajo entre las mujeres en cada país;
2) asegurar la publicación en la prensa del partido de “Páginas de la Mujer Obrera” o de suplementos especiales, así como la inclusión de artículos sobre cuestiones del trabajo entre las mujeres en la prensa general del partido y en la prensa sindical; las comisiones deben preocuparse por el nombramiento de editoras de las publicaciones ya mencionadas y capacitar a otras como colaboradoras entre las filas de las trabajadoras y las activistas del partido.
Las comisiones deben velar por la publicación de literatura popular y agitativa y, junto con ello, de literatura educativa en forma de volantes y folletos, y deben asegurar su distribución.
Las comisiones deben promover el uso óptimo de todas las escuelas de educación política del partido por parte de las comunistas.
Las comisiones deben obrar para profundizar la conciencia de clase y fortalecer la voluntad de las jóvenes comunistas invitándolas a los cursos educativos y las veladas de discusión del partido y, sólo en donde sea necesario y apropiado, deben organizar sesiones especiales de lectura y discusión o una serie de conferencias especialmente dirigida a las obreras.
Para fortalecer el espíritu de camaradería entre obreras y obreros, es preferible no crear cursos y escuelas separados para las mujeres comunistas. Sin embargo, todas las escuelas del partido deben llevar a cabo un curso sobre los métodos de trabajo entre las mujeres. Las secciones deben tener el derecho de delegar cierto número de sus representantes mujeres a los cursos del partido.
Estructura de las secciones
Las secciones y comisiones para el trabajo entre las mujeres se establecen bajo cada comité local del partido, bajo los comités regionales [okrug] o provinciales [oblast] del partido y bajo el CC del partido[9]. Se decidirá el número de miembros de estas comisiones según las necesidades de cada país. De igual manera, el partido fijará el número de funcionarios pagados de estas comisiones en función de sus recursos.
La responsable de una sección de agitación entre las
mujeres o la presidenta de una comisión debe al mismo tiempo ser miembro del comité local del partido. En donde éste no sea el caso, la responsable de la sección debe asistir a todas las sesiones del comité con voto decisivo para todas las cuestiones relativas al Zhenotdel y con voto consultivo para las demás cuestiones.
Además de las tareas generales ya enumeradas, las secciones o comisiones regionales y provinciales [gubernia] están encargadas de las siguientes funciones:
• mantener las comunicaciones entre las secciones del área dada y con la Organización del Partido;
• recopilar información sobre la actividad de las secciones o comisiones de la región o provincia dada;
• facilitar el intercambio de materiales entre las secciones locales;
• suministrar literatura a la región o provincia;
• destacar agitadores en sus regiones o provincias;
• movilizar a los efectivos del partido para el trabajo entre las mujeres;
• convocar, al menos dos veces por año, conferencias regionales o provinciales de mujeres comunistas en representación de las secciones a razón de uno o dos delegados por cada sección; y
• celebrar conferencias de obreras, campesinas y amas de casa no militantes del partido de la región o provincia dada.
Los miembros de los colectivos de las secciones o comisiones deben ser confirmados por los comités [del partido] del condado o de la provincia según la recomendación de la responsable de la sección. Esta responsable se elige, al igual que los demás miembros de los comités del partido de condado o provincia, en conferencias del partido de condado o de provincia.
Los miembros de las secciones o comisiones locales, regionales y provinciales se eligen en una conferencia de la ciudad, del condado, de la región o provincia, o son nombrados por sus secciones respectivas en acuerdo con los comités del partido.
Si la responsable del Zhenotdel no es miembro del comité regional o provincial del partido, tiene entonces derecho de asistir a todas las sesiones del comité del partido con voto decisivo para las cuestiones de la sección y con voto consultivo para todas las demás cuestiones.
Aparte de todas las funciones anteriormente enumeradas de las secciones regionales y provinciales, la O.P. [Organización del Partido] debe cumplir las siguientes funciones:
• instruir a la sección de agitación entre las mujeres sobre cuestiones relativas al trabajo del partido;
• supervisar el trabajo de las secciones;
• destacar efectivos para llevar a cabo el trabajo entre las mujeres en coordinación con los organismos del partido apropiados;
• vigilar las condiciones y el desarrollo del trabajo de las mujeres considerando los cambios en la situación legal y económica de la mujer;
• participar, por medio de representantes o diputados encargados, en comisiones especiales que traten asuntos relativos al mejoramiento o a los cambios en la vida cotidiana de la clase obrera, la protección al trabajo, el cumplimiento de las necesidades de la infancia, etc.;
• publicar las “Páginas Centrales de la Mujer”;
• redactar un periódico para las obreras;
• convocar no menos de una vez al año una asamblea de mujeres representantes de todas las secciones regionales o provinciales;
• organizar giras agitativas de instructores sobre el trabajo entre las mujeres por todo el país;
• supervisar la participación de las obreras y de todas las secciones en todo tipo de campañas y movilizaciones políticas y económicas del partido;
• delegar un representante al Secretariado Internacional de la Mujer; y
• organizar la celebración anual del Día Internacional de la Mujer Obrera.
Si la responsable del Zhenotdel del CC no es miembro del CC, debe tener el derecho de asistir a todas las sesiones del CC con voto decisivo en todas las cuestiones relativas a las secciones y con voto consultivo en todas las demás cuestiones. La responsable del Zhenotdel o la presidenta de la comisión es nombrada por el CC del partido o elegida en un congreso general del partido. Las decisiones y decretos de todas las secciones o comisiones están sujetos a la aprobación final por el comité respectivo del partido. El CC del partido fija el número de miembros de la sección central y el número de miembros con voto decisivo.
Sobre el trabajo a escala internacional
La dirección del trabajo de los partidos comunistas de todos los países para unificar las fuerzas de las obreras en torno a las tareas planteadas por la Internacional Comunista y reclutar mujeres de todos los países y pueblos a la lucha revolucionaria por el poder de los soviets y la dictadura de la clase obrera a escala mundial es la responsabilidad del Secretariado Internacional de la Mujer de la Internacional Comunista.
Notas
1. Este párrafo y los siguientes cuatro fueron presentados como enmiendas a las Tesis Preliminares. Regresar
2. Este párrafo fue la segunda enmienda a las Tesis Preliminares. Regresar
3. Éste es uno de tres párrafos que no aparecen ni en la versión Preliminar ni en la versión de la Oficina de Prensa. No pudimos determinar cuándo se añadió esta enmienda. Regresar
4. Este párrafo, así como los ocho siguientes, es decir, hasta el final de la sección “El trabajo del partido entre las mujeres en los países soviéticos”, no aparece en el texto oficial en alemán de la IC publicado en 1921 por Carl Hoym. En las Tesis Preliminares, estos párrafos aparecen en la sección “Métodos de agitación y propaganda”; en la versión final están integrados aquí. Regresar
5. Lo anterior hace referencia al Decreto del Soviet de Comisarios del Pueblo “Sobre el reclutamiento de obreras y campesinas para servir en las instituciones soviéticas”, 11 de abril de 1921, que estableció el marco jurídico para el sistema de delegados. Regresar
6. Este párrafo fue la enmienda final a las Tesis Preliminares. Regresar
7. Este párrafo y el siguiente son los otros dos párrafos que no aparecen ni en la versión Preliminar ni en la versión de la Oficina de Prensa. No pudimos determinar cuándo se añadió esta enmienda. Regresar
8. En la versión en inglés de 1921 publicada por la Comintern, este párrafo aparece al principio de esta sección. Regresar
9. Las áreas administrativas de las repúblicas soviéticas y la terminología usada para referirse a ellas estaban cambiando en este periodo. El término okrug se refiere aquí a una región, un área menor que una provincia (llamada tanto oblast como gubernia en este documento) y mayor que un condado (uyezd) o una ciudad. Regresar
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