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Spartacist (edición en español) Número 37

Febrero de 2012

M.N. Roy: Menchevique nacionalista

Traducido de Spartacist (Edición en inglés) No. 62, primavera de 2011.

En una entusiasta reseña de Tomorrow Is Ours: The Trotskyist Movement in India and Ceylon, 1935-48 [El mañana es nuestro: El movimiento trotskista en la India y Ceilán, 1935-48] de Charles Wesley Ervin, la publicación británica Revolutionary History [RH, Historia Revolucionaria] toma nota particular de la “excelente sección (pp. 29-38) sobre el trabajo del menospreciado marxista indio M.N. Roy” (RH Vol. 9, No. 4). En realidad, la manera en que Ervin aborda a este aventurero seudomarxista, quien figuró prominentemente en la Oposición de Derecha bujarinista desde su inicio en 1928, constituye una obra de idolatría filistea completamente en línea con estudios académicos burgueses del comunismo indio, en los cuales Roy está lejos de ser menospreciado. Lo que distingue a Roy, y lo hace atractivo a gente de esa calaña, es que encarnó el esfuerzo revisionista de tratar de mezclar el comunismo y el nacionalismo. En este afán, Roy se convirtió en un demócrata vulgar que promovió la ideología burguesa del nacionalismo, aunque con algo de colorido comunista, lo cual lo hizo un oponente de la lucha por un partido leninista de vanguardia basado en el internacionalismo proletario.

A pesar de sus intentos ocasionales de vestirse como “trotskista”, el amasijo de izquierdistas laboristas que publican RH ha mantenido en alto por mucho tiempo la bandera del comunismo de derecha a fin de justificar el “ala izquierda de lo posible”. Este grupo descarta la Revolución Bolchevique de 1917 como un evento histórico aberrante —en el mejor de los casos, un experimento fallido— y ofrece argumentos leguleyos embaucadores para encubrir las traiciones de oportunidades revolucionarias en otras partes. Con este fin, RH ha hecho suya la política de Heinrich Brandler, líder del Partido Comunista Alemán durante la revolución abortada de 1923 y más tarde de la Oposición de Derecha Internacional. En cuanto a España, RH amnistía al POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) de Andrés Nin, quien fuera alguna vez un oposicionista de izquierda. La fusión de Nin con el comunista de derecha Joaquín Maurín para formar el centrista POUM en 1935 dio un golpe mortal a las posibilidades de forjar un partido leninista de vanguardia en España en la víspera de la Guerra Civil. (Para más sobre estas cuestiones, ver: “Una crítica trotskista de Alemania 1923 y la Comintern” y “Trotskismo vs. frentepopulismo en la Guerra Civil Española”, Spartacist No. 31, agosto de 2001, y No. 36, noviembre de 2009.)

El caso que arma Ervin a favor de Roy empieza con el recuento estándar académico-nacionalista que falsamente pinta a Roy como un crítico de izquierda de Lenin en la discusión sobre las cuestiones nacional y colonial en el II Congreso de la Internacional Comunista (IC o Comintern) en 1920. Si hemos de creer a Ervin, Roy fue presciente al defender la teoría de la revolución permanente de Trotsky para el Oriente colonial. Ervin afirma que “Roy rechazó un modelo ‘menchevique’ para la India” mientras que Lenin, según Ervin, insistió en “que la burguesía de Asia todavía tenía un papel revolucionario que desempeñar en la historia mundial. Como hemos visto, ésa era la concepción que Lenin había formado en el periodo anterior a la Primera Guerra Mundial, cuando todavía era un socialdemócrata de izquierda” (Tomorrow Is Ours). Ervin continúa: “Según el decir general, Lenin estaba dispuesto a reconsiderar algunas de sus premisas” a la luz de las críticas de Roy.

El principal objetivo de Lenin con respecto a la cuestión colonial en el II Congreso fue trazar una línea tajante dentro del movimiento obrero de los países capitalistas avanzados contra el socialimperialismo de la II Internacional. Como hemos señalado antes (ver: “Los orígenes del trotskismo chino”, Spartacist No. 28, enero de 1998), el movimiento proletario en el mundo colonial era en aquel entonces nuevo y pequeño; no estaba para nada claro el papel que desempeñaría la naciente burguesía en la lucha por la liberación nacional ni si el programa de la revolución permanente que había sido confirmado en la Rusia zarista era aplicable en lugares como China y la India. Por lo tanto, las tesis presentadas por Lenin abordaron la relación entre los partidos comunistas y los movimientos nacionalistas burgueses en términos generales. Pero el proyecto de tesis de Lenin, el cual fue aprobado sin ningún cambio sustancial, fue categórico en su insistencia en la independencia de clase proletaria, al afirmar: “La Internacional Comunista debe realizar una alianza temporaria con la democracia burguesa en los países coloniales y atrasados, pero no debe fusionarse con ella y tiene que mantener en todas las circunstancias la independencia del movimiento proletario, aunque se halle en sus formas más embrionarias” (“Primer esbozo de las Tesis sobre los problemas nacional y colonial”, junio de 1920).

Lenin sí cedió a Roy al hablar de apoyo a movimientos “nacionales revolucionarios” en lugar de “democráticoburgueses” en las colonias. Para Lenin, a este respecto no existía distinción programática o de principios, ya que “es indudable que todo movimiento nacional puede ser sólo democraticoburgués, pues la masa fundamental de la población en los países atrasados está compuesta por campesinos, que representan las relaciones burguesas capitalistas” (“Informe de la Comisión sobre los problemas nacional y colonial”, 26 de julio de 1920). ¡He ahí la supuesta “reconsideración” de Lenin de sus presuntas opiniones “socialdemócratas de izquierda”!

En su afán de reforzar las credenciales de Roy a costa de Lenin, Ervin desaparece completamente el hecho de que fue Roy quien se vio obligado a “reconsiderar algunas de sus premisas” durante la discusión. Un foco particular de crítica fue el argumento de Roy de que el proletariado de Europa estaba tan corrompido por el imperialismo que no podía tomar el poder antes de la revolución colonial. De este modo, el proyecto de tesis suplementarias de Roy, escrito mientras Alemania se encontraba en medio de una conmoción revolucionaria y luchas proletarias inundaban Europa, había afirmado inicialmente: “Sin la destrucción del imperio colonial, el derrocamiento del sistema capitalista en Europa no parece posible” (Workers of the World and Oppressed Peoples, Unite!—Proceedings and Documents of the Second Congress, 1920 [Obreros del mundo y pueblos oprimidos, ¡uníos!—Acta de sesiones y documentos del II Congreso, 1920, Nueva York: Pathfinder, 1991]). Notablemente, fue el delegado del Partido Comunista de Irán, Ahmed Sultanzadeh, quien con más energía abordó los prejuicios de Roy contra el proletariado europeo de Occidente en la discusión, exponiendo: “¿Esto realmente quiere decir, como el camarada Roy nos haría creer, que el destino del comunismo en todo el mundo depende de la victoria de la revolución social en Oriente? De ninguna manera” (Ibíd.). Sultanzadeh añadió, “El trueno de la revolución en Occidente estremeció Oriente hasta las raíces, dándole fuerza a los revolucionarios en Persia y Turquía” (Ibíd.). Roy fue un defensor prematuro no de la revolución permanente sino de la noción maoísta-guevarista del “campo” “tercermundista” que rodea a las “ciudades” imperialistas.

También se quitaron del proyecto de tesis de Roy, el cual fue adoptado por el Congreso con muchas enmiendas, repetidas afirmaciones de que las masas coloniales estaban ya rompiendo con los nacionalistas burgueses hacia la política revolucionaria. Cabe aclarar que en aquel entonces ni siquiera existía aún el (efímero) grupo de emigrados comunistas indios, el cual se formó en el Tashkent soviético sólo algunos meses después del II Congreso. Como muchos milenaristas neófitos en el movimiento comunista, Roy no comprendió la necesidad de una ardua lucha para forjar un partido capaz de dirigir a las masas obreras al poder, una lección que Lenin se había esforzado por dejar claro en El “izquierdismo”, enfermedad infantil del comunismo, escrito en la víspera del congreso.

Mientras sus expectativas excesivamente optimistas se estrellaban contra la realidad objetiva, Roy fue de minimizar el control del nacionalismo burgués sobre las masas a acomodarse a éste. Ervin afirma que Roy “estuvo, por supuesto, absolutamente correcto” al exponer en el IV Congreso de la IC en noviembre-diciembre de 1922 que la burguesía colonial estaba destinada en última instancia a convertirse en una fuerza contrarrevolucionaria (Tomorrow Is Ours). Ervin, por supuesto, no indica que Roy hizo esta observación nada extraordinaria en el contexto de su apoyo incondicional al “frente único antiimperialista” adoptado en el IV Congreso. La resolución al respecto planteó implícitamente un programa menchevique etapista para la revolución colonial, cuya primera etapa era una lucha democrática en un bloque político con el nacionalismo burgués contra el imperialismo. Como observamos en “Los orígenes del trotskismo chino”, hubo una larga caída desde estos impulsos oportunistas expresados en el IV Congreso de la Comintern revolucionaria a la catastrófica traición completa de la Revolución China de 1925-27 llevada a cabo por la Comintern de Stalin-Bujarin; en la secuela de la contrarrevolución política de 1923-24 en la Unión Soviética, la IC fue progresivamente transformada de un partido de la revolución mundial en un instrumento para las maniobras diplomáticas de Stalin.

Sin embargo, en cuanto a una cuestión programática significativa, Roy se situó a la derecha inclusive de las tesis del IV Congreso. Ervin admite sin explicación que Roy, “después de dar énfasis a la necesidad de ‘desarrollar nuestros partidos en estos países’, añadió, de manera más bien ambigua, que sólo ‘un partido político que representara a los obreros y campesinos’ podría asegurar la ‘victoria final’” (Tomorrow Is Ours). Ervin continúa: “Después del IV Congreso Roy puso en práctica la estrategia del partido del pueblo para la India” y “estaba empezando a jugar con la idea de que otras clases podrían ser presionadas a empezar la revolución”. En realidad, en los meses antes del IV Congreso, Roy ya estaba llamando por un partido obrero-campesino en la India y amalgamando los intereses del proletariado y el campesinado, al escribir, por ejemplo: “La dirección de la lucha nacional debe ser asumida por un partido de masas que represente conscientemente los intereses, tanto inmediatos como fundamentales, de los obreros y campesinos” (“Wanted a New Party” [Se busca un nuevo partido], octubre de 1922, Selected Works of M.N. Roy [Obras escogidas de M.N. Roy, Oxford, Inglaterra: Oxford University Press, 1987]). En esta cuestión, Roy fue verdaderamente presciente, anticipando la línea que Stalin y Bujarin suministraron posteriormente con un efecto desastroso.

En 1928, al desenmascarar incisivamente la degeneración estalinista de la Comintern, Trotsky destrozó la noción antimarxista de un partido “biclasista”:

“El marxismo siempre ha enseñado, y el bolchevismo ha confirmado esta enseñanza, que el proletariado y el campesinado son dos clases diferentes, que es incorrecto identificar sus intereses, de cualquier manera que sea, dentro de la sociedad capitalista, que un campesino no puede adherirse a un partido comunista más que en la medida en que pase del punto de vista del propietario al del proletariado...

“La famosa idea de los partidos obreros y campesinos parece haber sido especialmente concebida para permitir el camuflaje de los partidos burgueses obligados a buscar un apoyo entre los campesinos, pero deseosos también de contar con obreros en sus filas. Desde este momento, el Kuomintang ha entrado para siempre en la historia como el prototipo clásico de un partido de este género”.

— La Internacional Comunista después de Lenin (conocido también como Stalin, el gran organizador de derrotas, 1928)

Bajo la orientación de Roy, el Partido Comunista de la India (PCI) se propuso desde su inicio en diciembre de 1925 construir un partido de campesinos y obreros en Bengala. En 1926, Roy insistió que el PCI “está destinado a ser una secta pequeña sin ninguna influencia política” a menos que el partido mismo se convirtiera en un partido obrero y campesino, y argumentó que ésta era la manera de ganar control sobre “un gran elemento revolucionario” que no tenía “suficiente preparación ideológica ni valentía para unirse abiertamente a un Partido Comunista” (citado en V.B. Karnik, M.N. Roy: Political Biography [M.N. Roy: Biografía política, Bombay: Nav Jagriti Samaj, 1978]). El objetivo de Roy en todo esto era tomar el Congreso Nacional Indio burgués y hacerlo un partido “del pueblo” o “nacionalista revolucionario” basado en un programa democrático de independencia nacional. El historiador John Patrick Haithcox escribe: “Roy esperaba que los comunistas indios fueran capaces de repetir el éxito aparente de sus contrapartes chinos al trabajar dentro del Guomindang” (Haithcox, Communism and Nationalism in India: M.N. Roy and Comintern Policy, 1920-1939 [Comunismo y nacionalismo en la India: M.N. Roy y la política de la Comintern, 1920-1939, Princeton: Princeton University Press, 1971]).

Ervin le resta importancia al papel de Roy en promover partidos biclasistas mientras otorga tenues elogios a Trotsky por oponerse a Stalin-Bujarin sobre esta cuestión en 1928. Como es típico de la escuela de Revolutionary History, Ervin luego reprende cínicamente a Trotsky, citando un artículo de 1928 en el cual Trotsky supuestamente “reconoció, tardíamente, que la Oposición debió haber combatido esta línea mucho antes, durante 1923-25, cuando estaba siendo formulada e implementada experimentalmente” (Tomorrow Is Ours). Lo que Trotsky reconoció en aquel artículo de 1928 fue muy diferente, a saber: “Subestimamos la verdadera gravedad del desliz, expresado ya desde 1924-25, en la consigna ignorante de partidos ‘biclasistas de obreros y campesinos para Oriente’” (“The Opposition’s Errors—Real and Alleged” [Los errores de la Oposición, reales y supuestos], mayo de 1928).

Más recientemente, en una carta del 23 de agosto de 2010 criticando a Workers Vanguard por atreverse a describir a Roy como un “aventurero seudomarxista”, Ervin incluso hace parecer a Lenin y Trotsky cómplices en el esquema de partido biclasista de Roy, asegurando que “ni Lenin ni Trotsky se opusieron” al llamado de Roy por un “partido del pueblo” en el IV Congreso (ver: “An Exchange on M.N. Roy” [Un intercambio sobre M.N. Roy], Workers Vanguard No. 969, 19 de noviembre de 2010). Decir que esto es espurio no es exageración. Lenin ya estaba gravemente enfermo para cuando abrió el IV Congreso y tuvo un papel muy limitado allí, pero la colección entera de las obras de Lenin está repleta de advertencias contra la confusión de los intereses de clase del proletariado y el campesinado. Lo mismo es cierto con respecto a Trotsky.

Al contrario de lo que escribe Ervin, Trotsky había luchado contra el partido “biclasista” en 1924, cuando asomó la cabeza en el terreno estadounidense. Bajo la influencia de John Pepper, un aventurero húngaro trasplantado, los comunistas estadounidenses habían estado apoyando al Farmer-Labor Party (Partido Granjero-Laboral), el cual se convirtió en un vehículo electoral para la campaña presidencial del “progresista” burgués Robert La Follette. Esta lucha de Trotsky condujo a que la Comintern pusiera un alto al apoyo a La Follette por parte del partido estadounidense, lo cual salvó al comunismo en ese país de la ruina prematura.

En cuanto a que Roy era un aventurero seudomarxista, vale la pena señalar que asistió al II Congreso de la IC en 1920 como delegado del Partido Comunista Mexicano (PCM), cuya “conferencia de fundación” a finales de 1919 constó de siete personas como máximo: Roy, su esposa y varios compinches. Roy admitió más tarde que antes de “fundar” el nuevo partido, buscó el consentimiento del presidente mexicano Venustiano Carranza, un hacendado, quien había patrocinado el “Partido Socialista” de Roy. Roy explica que fue necesario “asegurar al gobierno y a los numerosos ‘compañeros de ruta’ del socialismo revolucionario que las pomposas resoluciones de la conferencia [de fundación] realmente no marcaban una ruptura con el pasado”, y añadió: “El Partido Comunista siguió comprometido con el programa democrático revolucionario [es decir, burgués] del difunto Partido Socialista” (M.N. Roy’s Memoirs [Memorias de M.N. Roy, Bombay: Allied Publishers Private Ltd., 1964]).

Roy también confiesa que menos de un mes antes de fundar el PCM, había servido como consejero rompehuelgas para el secretario del trabajo mexicano. Y antes de eso, Roy estuvo viviendo de fondos que había recaudado de la embajada alemana, supuestamente para comprar armas para nacionalistas indios, así como del régimen de Carranza. La estratagema de Roy de fundar un “Partido Comunista”, el cual tampoco distinguía entre el proletariado y el campesinado, fue planeada en alianza con Mijaíl Borodin, quien en ese entonces estaba visitando México y luego trabajó con Roy para ayudar a subordinar al proletariado chino al Guomindang nacionalista burgués.

En efecto, Roy tuvo un papel clave en la implementación de las políticas liquidacionistas de Stalin-Bujarin en el terreno en China. Su etapa “democrática” y “antiimperialista” terminó con la masacre en abril de 1927 de miles de comunistas y otros obreros en Shangai a manos de Chiang Kai-shek, líder del Guomindang, a quien Stalin había hecho nada menos que miembro honorario del Ejecutivo de la Comintern. Poco después, Trotsky escribió sobre Roy:

“Es dudoso que se pueda hacer más daño al proletariado indio del que le han hecho Zinóviev, Stalin y Bujarin por medio de Roy. En la India, como en China, se ha llevado y se lleva [a cabo] una acción que casi siempre tiene en vista el nacionalismo burgués. En todo el periodo posleninista, Roy ha hecho propaganda en favor de un ‘partido del pueblo’ que, como él mismo ha dicho, ‘ni por su título ni por su naturaleza’ debería ser el partido de la vanguardia proletaria. Es una adaptación del kuomintanguismo, del estalinismo y del lafollettismo a las condiciones del movimiento nacional de la India. Políticamente, esto quiere decir: por medio de Roy, la dirección de la Internacional calza los estribos a los futuros Chiang Kai-shek indios. En cuanto a las concepciones de Roy, son una mezcla de ideas socialistas-revolucionarias y de liberalismo, acomodadas a la salsa de la lucha contra el imperialismo... Huelga decir que este nacionaldemócrata, intoxicado por un ersatz [sucedáneo] de ‘marxismo’, es un enemigo irreductible del ‘trotskismo’”.

— “¿Quién dirige hoy la Internacional Comunista?” (septiembre de 1928)

Cuando Stalin lanzó a la Comintern en el giro a la izquierda del “tercer periodo”, Bujarin y Roy se opusieron a Stalin desde la derecha. Bujarin pronto capituló ante Stalin; Roy fue expulsado de la IC en septiembre de 1929. No habiendo aprendido nada de la debacle en China, a su llegada a la India en diciembre de 1930 Roy se dedicó a subordinar al proletariado al Congreso burgués de Mahatma Gandhi. Para este fin, Roy y su grupo actuaron como un instrumento de los nacionalistas para sacar a los comunistas de la dirección del All-India Trade Union Congress (AITUC, Congreso Panindio de Sindicatos). Intoxicado por el sectarismo del “tercer periodo”, el PCI, después de perder el control del AITUC, facilitó la purga anticomunista dirigida por los royistas al escindirse del AITUC para formar un Congreso de Sindicatos Rojos aparte.

En los años siguientes, Roy demostraría su lealtad a los nacionalistas burgueses una y otra vez. A mediados de 1934, los seguidores de Roy se opusieron al llamado de los comunistas por transformar una combativa huelga textil centrada en Bombay en una huelga general en todo el país; los royistas procuraron, sin éxito, terminar la huelga. Un año más tarde, los royistas denunciaron los esfuerzos del PCI para construir sindicatos, ligas de campesinos y organizaciones de jóvenes fuera del redil del Congreso, declarando que esto era un ataque a la unidad del Congreso como la única “organización de la lucha revolucionaria nacional” (citado en Communism and Nationalism in India).

Roy había esperado que después del VII Congreso de la IC en 1935, el cual proclamó la línea del “frente popular”, su derechismo constante le ganaría de vuelta el favor de Stalin en contraposición al PCI. Stalin no fue tan indulgente. En todo caso, las pretensiones de Roy al comunismo estaban muy desgastadas. Cuando fue liberado de prisión en noviembre de 1936, después de cumplir más de cinco años bajo cargos de sedición provenientes de inicios de los años 20, inmediatamente se embarcó para reunirse con Nehru, el líder del Congreso, para tratar de convencerlo de que suavizara su retórica socialista. Roy declaró en una entrevista a la prensa: “Mi mensaje al pueblo es que se unan por millones bajo la bandera del Congreso Nacional y luchen por la libertad. La cuestión del día no es el socialismo ni el comunismo, y los socialistas y comunistas deberían darse cuenta de que el objetivo inmediato es la independencia nacional” (citado en Ibíd.).

Un poco más de tres años después, Roy estaba instando a las masas indias a unirse bajo la bandera del imperialismo británico. Después de haber proclamado inicialmente una política de neutralidad en la Segunda Guerra Mundial, en pocos meses Roy estaba llamando por una cooperación incondicional con la campaña de guerra británica. En octubre de 1940, mientras los estalinistas estaban fingiendo por un tiempo ser combativamente antiimperialistas bajo la égida del pacto Hitler-Stalin, los royistas declararon que la membresía en el Congreso era “incompatible con la convicción antifascista” y se escindieron para formar el Radical Democratic People’s Party [Partido Democrático Radical Popular] (citado en Ibíd.). Roy no fue el único ex militante de la Oposición de Derecha que terminó siendo un apologista despreciable y agente del imperialismo “democrático”. En EE.UU., a partir de finales de los años 40, Jay Lovestone utilizó su apoyo a la guerra “antifascista” para formar cuadros contrarrevolucionarios para ser desplegados por la CIA y la proimperialista burocracia obrera estadounidense en la Guerra Fría contra el comunismo.

La formación del Bolshevik-Leninist Party (BLPI, Partido Bolchevique-Leninista) en 1942 llevó al proletariado indio la única voz del internacionalismo revolucionario. El BLPI llamó por el derrotismo revolucionario frente a ambos campos imperialistas en la guerra, mientras que estaba por la defensa militar incondicional del estado obrero degenerado soviético. Contra las acciones rompehuelgas de los estalinistas y royistas, las pequeñas fuerzas del trotskismo indio hicieron todo lo posible para movilizar al proletariado sobre una base independiente clasista en la lucha por la independencia nacional y la revolución socialista. En un epitafio adecuado para lo que Revolutionary History describe como “el menospreciado marxista indio, M.N. Roy”, el BLPI escribió en una declaración de 1945:

“El estalinismo y el royismo están unidos en su hostilidad al movimiento de masas y a la lucha de masas, y en su apoyo al imperialismo y a la guerra imperialista. Están unidos además en su apoyo a la burocracia soviética con esta diferencia: que mientras los estalinistas llegan al apoyo al imperialismo a partir de su apoyo a la burocracia soviética, los royistas llegan al apoyo a la burocracia soviética a partir de su apoyo a los imperialistas”.

— “For an Anti-Imperialist Left Front: An Appeal to the Left Forces in the Country” [Por un frente de izquierda antiimperialista: Un llamado a las fuerzas de izquierda en el país], 20 de mayo de 1945

 

Spartacist (edición en español) No. 37

SpE No. 37

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