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Spartacist (edición en español) Número 37

Febrero de 2012

La LCI celebra su VI Conferencia Internacional

Luchando por la integridad programática en un periodo reaccionario

Traducido de Spartacist (Edición en inglés) No. 62, primavera de 2011.

La Liga Comunista Internacional (Cuartainternacionalista) celebró su VI Conferencia Internacional en Norteamérica a finales de 2010. La conferencia, el cuerpo más alto de nuestra organización marxista revolucionaria, estuvo precedida por un periodo de tres meses de discusión intensa que empezó cuando nuestro Comité Ejecutivo Internacional (CEI) emitió el llamado a la conferencia. En cada sección de la LCI se eligieron los delegados a la conferencia con derecho a voz y voto decisivo con base en las posiciones políticas expresadas en documentos escritos. Los delegados debatieron, enmendaron y adoptaron un documento, “Luchando por la integridad programática en un periodo reaccionario”, cuyo borrador fue redactado por camaradas del Secretariado Internacional (S.I.), el subcomité del CEI residente en nuestro centro internacional.

Gran parte de la discusión preconferencia y del debate tomó como punto de partida nuestro repudio de la traición de la LCI de un principio marxista sobre la cuestión de las tropas estadounidenses y de las Naciones Unidas en Haití. Como escribimos en una declaración del CEI del 27 de abril de 2010:

“En sus artículos sobre el terremoto de Haití, Workers Vanguard, el periódico de la Spartacist League/U.S., cometió una traición del principio fundamental de oposición a los gobernantes imperialistas ‘propios’. Además de justificar a las tropas del imperialismo estadounidense como esenciales para el esfuerzo de ayuda, estos artículos polemizaban contra la posición principista y correcta de exigir el retiro inmediato de las tropas”.

— “Una capitulación al imperialismo de EE.UU.”, Espartaco No. 32, otoño de 2010

La declaración señaló que nuestra capacidad para corregir la línea no era causa para celebrar, sino que sólo sentaba las bases para la rectificación política. Un objetivo central de la conferencia internacional fue rearmar al partido mediante la examinación de las raíces de nuestra desorientación en torno al terremoto de Haití.

Las discusiones antes y durante la conferencia señalaron las presiones continuas hacia el revisionismo programático ejercidas sobre los marxistas revolucionarios, en particular desde la destrucción contrarrevolucionaria de la Unión Soviética y de los estados obreros deformados de Europa Oriental a principios de los 90. Hoy en día, hay una brecha enorme entre nuestro programa comunista y los niveles existentes de conciencia política. Incluso los obreros y jóvenes radicales más conscientes políticamente piensan por lo general que la lucha por el socialismo, encarnada en la Revolución Bolchevique de 1917, fue en el mejor de los casos un experimento fallido. La izquierda reformista ha abandonado cada vez más cualquier pretensión de luchar por los ideales liberadores del comunismo y ha adoptado abiertamente las políticas de la socialdemocracia y/o del populismo burgués nacionalista.

Como observó el camarada James Robertson en una jornada educativa de la Spartacist League/Britain hace varios años:

“Ahora nos encontramos en un bache inusualmente profundo, y las experiencias que tenemos inmediatamente disponibles no son muy buenas. Así que debemos basarnos en gran medida en las experiencias del movimiento obrero cuando éste podía ver más lejos: de 1918 a 1921. Además, hay una cita de Lenin de enero de 1917. Dio una charla en Suiza y dijo: ‘Nosotros, los de la vieja generación, quizá no lleguemos a ver las batallas decisivas de esa revolución futura’. Ahora, encuentro a varias personas que ofrecen panaceas y preguntan: ‘¿Cuál es su perspectiva inmediata?’ No se preocupen demasiado por la perspectiva inmediata, ¡porque no saben qué va a pasar en febrero! ¿Cuál es su programa? Ésta es la cuestión decisiva”.

Workers Hammer No. 195, verano de 2006

En acuerdo con este entendimiento, el documento de conferencia observó que no existe ninguna solución fácil a los problemas que enfrentamos y estableció como tareas principales: el estudio constante de la historia y los principios del movimiento marxista, el análisis crítico de nuevos sucesos y la reevaluación crítica de pronósticos y posiciones anteriores, y un esfuerzo paciente y pedagógico para cultivar una nueva generación de cuadros y dirigentes del partido, en combinación con intervenciones propagandísticas activas en la lucha de clases y otras luchas sociales.

Tal aproximación fue evidente en la conferencia misma. Se dedicó una sesión entera al estado del movimiento obrero internacional, la cual incluyó una evaluación crítica de algunas discusiones previas en nuestras secciones. Una comisión sobre Asia del Sur discutió propuestas para producir propaganda informada dirigida a ampliar el alcance de la LCI en el subcontinente indio, con su enorme proletariado y sus sustanciales medios izquierdistas. Una reunión organizada por la Comisión de la Mujer de la LCI se centró en la extensa investigación que hemos llevado a cabo sobre el trabajo de primera época de la Internacional Comunista entre las mujeres (ver artículo en pág. 72). Otra comisión discutió propuestas para producir propaganda sobre Cuba con base en el estudio de sucesos actuales y nuestro legado programático único. Grupos de trabajo más pequeños se reunieron para discutir otras áreas de trabajo, incluyendo propaganda sobre China y cuestiones más amplias en América Latina, y el Comité de Redacción de Spartacist se reunió en sesión de trabajo. Muchos camaradas señalaron que tales discusiones, que procuran cultivar nuestra capacidad de comprender y analizar los acontecimientos actuales de una manera materialista dialéctica, contrastaron tajantemente con una tendencia en los últimos años a recurrir a esquemas abstractos y a crear nuestra propia “realidad” para encontrar consuelo en el difícil periodo que enfrentamos en el mundo postsoviético.

Contra el idealismo subjetivo

Los camaradas J. Bride y L. Markow del CEI saliente dieron una presentación sobre el documento principal, cuya discusión abarcó dos sesiones enteras de la conferencia. El documento proporcionó el marco para las deliberaciones de la conferencia al definir los contornos del mundo actual. A dos años de iniciada la peor crisis económica mundial desde la Gran Depresión, los gobernantes capitalistas buscan que las masas obreras paguen la crisis a través de despidos y recortes salvajes en los gastos sociales. La teoría de Karl Marx sobre la miseria creciente se hizo palpable con el aumento masivo del desempleo, las ejecuciones hipotecarias y las deportaciones de inmigrantes en los países capitalistas avanzados y con la propagación de la hambruna y de enfermedades en el mundo neocolonial. Mientras tanto, los sanguinarios dirigentes imperialistas estadounidenses, ahora bajo el gobierno demócrata de Obama, han mantenido la ocupación de Irak, intensificado la guerra en Afganistán, aumentado las sanciones y las amenazas militares contra Irán y continuado su campaña para revertir las conquistas anticapitalistas de los estados obreros burocráticamente deformados restantes (China, Cuba, Corea del Norte, Vietnam y Laos).

El documento abordó la manera en que los capitalistas buscan desviar la ira de los trabajadores al fomentar deliberadamente actitudes sociales y políticas retrógradas, enfrentando a ciertos sectores de la clase obrera entre sí según líneas raciales, religiosas, étnicas y de género, así como nativos contra inmigrantes y trabajadores jóvenes contra trabajadores con mayor antigüedad. En este contexto, la “guerra contra el terrorismo” se hizo más virulenta, con el objetivo tanto de regimentar a la población en EE.UU. como de justificar aún más incursiones militares imperialistas, incluso en Pakistán. Más recientemente, la OTAN libró una guerra contra Libia. El nacionalismo económico en el Occidente imperialista y en Japón ha sido dirigido particularmente contra China, el más poderoso de los estados obreros deformados restantes, cuyo desempeño económico relativamente fuerte es testimonio del hecho de que no es capitalista —al contrario de lo que argumenta la mayoría de los ideólogos burgueses y el grueso de la izquierda reformista—. Sin embargo, a pesar de su relativo éxito, China sigue siendo en extremo atrasada económicamente en comparación con las potencias imperialistas, las cuales no estarán satisfechas hasta que recuperen el país más poblado de la Tierra para someterlo a la explotación sin límites mediante una contrarrevolución capitalista.

La VI Conferencia de la LCI afirmó el entendimiento, presentado en la Conferencia Nacional de la SL/U.S. de 2009, de que las dificultades objetivas que enfrentamos en este periodo de “la muerte del comunismo” no se pueden superar mediante atajos oportunistas y planes para enriquecerse rápidamente, a los cuales han recurrido demasiado a menudo regímenes previos del partido (ver “Dog Days of the Post-Soviet Period” [Días perros del periodo postsoviético], Workers Vanguard No. 948, 4 de diciembre de 2009). Las conferencias de la SL/U.S. y de la LCI rechazaron la aproximación idealista subjetiva que yace detrás de estos planes y su invención de oportunidades de avances organizativos sustanciales donde no las hay.

Un ejemplo de tal aproximación se puede ver en el intento, tras la Conferencia Nacional de la SL/U.S. de 2004, de ser los mejores organizadores de una campaña para “revitalizar” un movimiento de masas inexistente que luchara por la liberación de Mumia Abu-Jamal, un prisionero político negro condenado a muerte. La conferencia internacional rechazó la falsa afirmación de que nos habíamos retirado “del combate político y polémico contra nuestros oponentes reformistas en torno al caso de Mumia”, la cual estaba en nuestro informe de la Conferencia de la LCI de 2007 (“Manteniendo un programa revolucionario en el periodo postsoviético”, Spartacist No. 35, agosto de 2008), y reafirmó que “debemos continuar nuestros esfuerzos para luchar por la libertad de Mumia...según nuestros recursos reales y los altibajos del caso”. La conferencia reciente criticó tajantemente la conciliación política, bajo el régimen anterior del partido, con fuerzas hostiles a nuestro propósito proletario y revolucionario, incluyendo nacionalistas negros y elementos del Partido Demócrata capitalista en EE.UU. Para 2008, estos esfuerzos nos habían llevado al borde de la liquidación organizativa y política. La acogida que nuestros oponentes dieron a Obama encontró resonancia en la respuesta alarmante dentro de la dirección central del partido en Nueva York al discurso sobre “Una Unión más perfecta” que el entonces candidato demócrata dio durante su campaña para convertirse en el Comandante en Jefe del imperialismo estadounidense. Algunos camaradas caracterizaron dicho discurso como “poderoso” y sostuvieron que representaba un “punto de inflexión” porque supuestamente “reconocía las distinciones y la opresión raciales en EE.UU.”. El haber publicado esta línea habría sido una traición de nuestro principio de la independencia de clase del proletariado.

Una minúscula camarilla dirigida por Rachel Wolkenstein, que resistió los esfuerzos para corregir nuestra trayectoria oportunista, se proclamó “Fracción Minoritaria” antes de la conferencia internacional. Éste fue exactamente el mismo grupo —compuesto por Wolkenstein, su hermano, la pareja de éste y el mejor amigo de ellos— que se había formado antes de la conferencia de la SL/U.S. de 2009, durante la cual sus opiniones fueron rechazadas de manera decisiva. El voluminoso documento contrapuesto que presentaron para la conferencia internacional, circulado en uno de nuestros boletines internos, no recibió el apoyo de ningún otro camarada en la LCI ni antes de la conferencia ni durante la misma, y los cuatro renunciaron unos días después de acabado el evento.

La noción idealista de que podríamos superar condiciones objetivas difíciles simplemente mediante nuestros propios esfuerzos fue acompañada por un activismo frenético y un desdén por la teoría e historia marxistas. El documento de la VI Conferencia de la LCI señaló que esto “nos hizo más tontos y socavó nuestra capacidad de examinar como marxistas los sucesos que ocurren alrededor del mundo, y por ende nos hizo más permeables a presiones de clases ajenas”. Algunos delegados observaron que esto no fue un factor menor en la sucesión de eventos que llevaron a la traición en torno a Haití.

La conferencia reafirmó la importancia para la LCI de Spartacist, nuestra revista teórica cuadrilingüe, y señaló que su producción es una responsabilidad central del CEI entrante y en particular de los camaradas asignados al S.I. Muy cercanamente relacionado con la producción de Spartacist está el trabajo de la Prometheus Research Library [PRL, Biblioteca de Investigación Prometeo], acervo y archivo marxistas del Comité Central de la SL/U.S. Como lo expuso la camarada centralmente responsable de este trabajo en un informe a la conferencia, las posesiones y el trabajo de investigación de la PRL son indispensables para nuestra propaganda, en particular Spartacist, y son fundamentales para asimilar y transmitir la historia del movimiento marxista, incluyendo la historia de nuestro propio partido. El documento de la conferencia reiteró un punto que había sido enérgicamente afirmado en nuestra IV Conferencia Internacional, sólo para ser arrojado por la borda en los hechos más tarde: “Si hemos de ser un grupo combativo de propaganda eficaz, debemos ser, ante todo, un grupo de propaganda reflexivo”.

Las raíces de la traición en torno a Haití

Para cuando empezó la conferencia, existía un amplio consenso en la LCI acerca de los factores que habían llevado a nuestra traición sobre Haití. La conferencia rechazó la noción de que había una explicación única y conveniente, y en cambio señaló una serie de debilidades preexistentes. Algunos documentos de la discusión preconferencia señalaron que al menos desde el tsunami asiático de diciembre de 2004 y el huracán Katrina de 2005 en Nueva Orleáns, la prensa de la SL/U.S. había desarrollado una política tácita de no llamar por el retiro de tropas en los primeros días de una catástrofe, una línea nunca discutida ni codificada en ningún cuerpo del partido.

Si bien denunciaba al imperialismo estadounidense, el artículo “Tsunami Catastrophe in South Asia” (La catástrofe del tsunami en Asia del Sur, Workers Vanguard No. 839, 7 de enero de 2005) no tomó nota de una introducción masiva de tropas imperialistas estadounidenses y australianas alrededor de Indonesia en los días siguientes al tsunami. Este despliegue liberó al ejército indonesio para dirigirse a las montañas de Aceh para derrotar a los insurgentes rebeldes del Movimiento Aceh Libre. Por omisión, Workers Vanguard aceptó tácitamente las operaciones estadounidenses de suministro y rescate en la costa como ayuda “humanitaria” e hizo caso omiso del propósito subyacente de esta demostración de fuerza militar estadounidense que se extendió hasta Sri Lanka, donde había una insurgencia tamil en esa época. En contraste, como lo señaló la declaración del CEI en repudio a la traición en torno a Haití, el artículo de la Spartacist League/Australia, “Australian Imperialists Seize On Tsunami Catastrophe” (Los imperialistas australianos se aprovechan de la catástrofe del tsunami, Australasian Spartacist No. 190, otoño de 2005), exigía claramente el retiro inmediato de las tropas australianas e indonesias de Aceh y advertía tajantemente contra las ilusiones en los programas de ayuda imperialistas extranjeros que sirven para reforzar la subyugación neocolonial.

En la secuela del huracán Katrina, Workers Vanguard describió correctamente a las fuerzas de la Guardia Nacional que entraron en Nueva Orleáns como un contingente que había “sido movilizado sobre todo para ejercer el control de la ciudad, para desarmar a la población que quedaba y para imponer la supresión de la verdad por parte del gobierno sobre el número de muertos” (“New Orleans: Racist Atrocity” [Nueva Orleáns: Atrocidad racista], Workers Vanguard No. 854, 16 de septiembre de 2005). Sin embargo, el artículo no exigió la salida de los policías y las tropas, como lo hemos hecho muchas veces antes en casos de ocupación racista de guetos por parte de la policía o la Guardia Nacional.

El documento de la conferencia también señaló una “tendencia a pintar los intereses del imperialismo estadounidense en Haití como coyunturalmente benignos, y no dictados por sus propios intereses directos en controlar, subyugar y obtener ganancias de la región”. Como lo afirma la declaración de repudio del CEI, “uno duda que podríamos haber tomado tal posición tan fácilmente si el gobierno republicano de Bush estuviera todavía en la Casa Blanca”. Observando la importancia estratégica del gran número de obreros haitianos en la República Dominicana, Estados Unidos y Canadá, el documento afirmó nuestra perspectiva internacionalista: por un gobierno obrero y campesino en Haití, parte de una federación socialista del Caribe, lo cual está inextricablemente vinculado a la lucha por el derrocamiento revolucionario del imperialismo estadounidense.

Revolución permanente y centralidad del proletariado

Mientras defendía la línea socialimperialista en torno a Haití, Workers Vanguard No. 952 (12 de febrero de 2010) argumentó enfáticamente que “el proletariado industrial era prácticamente inexistente en Haití”. El documento de la conferencia observó:

“Si hay o no una clase obrera en Haití suficiente para establecer la dictadura del proletariado es una cuestión empírica que se puede debatir. Más fundamental es la cuestión: ¿a qué conclusiones políticas llegamos a partir de esta afirmación? Usamos evidencia relacionada con la pobreza económica de Haití, la falta de infraestructura y la relativa debilidad del proletariado para apuntalar nuestras excusas para la intervención imperialista”.

Cuando Irlanda era todavía un país principalmente campesino, Lenin atacó tajantemente a los supuestos marxistas que denigraban como algo fútil el Levantamiento de Pascua de 1916 en Dublín, y argumentó: “La dialéctica de la historia es tal, que las naciones pequeñas, impotentes como factor independiente en la lucha contra el imperialismo, desempeñan su papel como uno de los fermentos, uno de los bacilos que ayudan para que aparezca en escena la verdadera fuerza antiimperialista, es decir, el proletariado socialista” (“Balance de una discusión sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación”, 1916). Cuatro años después, el II Congreso de la Internacional Comunista enfatizó que el proletariado en los países capitalistas avanzados debe apoyar activamente las luchas de liberación en las colonias y las naciones oprimidas si ha de encontrar un camino hacia la revolución socialista en casa. En su teoría de la revolución permanente, Trotsky vinculó la lucha por la liberación social y nacional en los países coloniales y semicoloniales a la lucha por el poder estatal proletario, y al mismo tiempo enfatizó que el camino al socialismo sólo puede abrirse a través de la extensión de la revolución a los países capitalistas avanzados.

En respuesta a argumentos expuestos por algunos camaradas, el documento de la conferencia sostuvo el entendimiento de que la revolución permanente no es directamente aplicable a todos los países sin importar su nivel de desarrollo, observando: “También existen países como Afganistán, Nepal o Timor Oriental, donde no hay un proletariado con suficiente peso social para dirigir a las masas oprimidas en la realización de una revolución socialista”. Sin embargo, desestimar las luchas en estos países sería fatal para nuestros propósitos revolucionarios. El documento mencionó nuestra actitud hacia Afganistán bajo el régimen del Partido Democrático Popular (PDPA), respaldado por la URSS, a finales de los 70 y en los 80: “El reconocimiento de que había más mullahs que proletarios en Afganistán no nos llevó a menospreciar o desechar las luchas y las aspiraciones de las capas avanzadas de la sociedad”. Después de que la burocracia soviética retirara traicioneramente al Ejército Rojo en 1988-1989, procuramos establecer discusiones políticas con algunos cuadros del PDPA, exhortándoles a leer las obras del fundador del marxismo ruso, Gueorguii Plejánov, porque había lidiado con el imperio zarista en una época en la que la industrialización apenas entraba en escena.

El documento de la conferencia también abordó problemas anteriores que ya habían sido corregidos en cuanto a países en donde la revolución permanente aplica. En 2001, el S.I. y nuestra sección sudafricana votaron retirar nuestro llamado de mucho tiempo por un gobierno obrero centrado en los negros con el argumento de que ya había un gobierno centrado en los negros, dirigido por el nacionalista burgués Congreso Nacional Africano (CNA). En 2007 restablecimos esta consigna, que subraya el hecho de que la revolución socialista en Sudáfrica será un acto de liberación nacional y a la vez de clase. Si bien nuestra propaganda nunca dejó de insistir en que la liberación nacional sólo se puede lograr mediante una revolución proletaria, una conferencia de Spartacist South Africa el año pasado observó que haber abandonado el llamado por un gobierno obrero centrado en los negros había sido una concesión a la Alianza Tripartita dirigida por el CNA, que impulsaba la mentira de que la opresión nacional de la mayoría negra puede ser resuelta bajo el capitalismo.

En 2006, el Grupo Espartaquista de México reinstauró su llamado por un gobierno obrero y campesino, que no había aparecido en su propaganda por algún tiempo y que había sido explícitamente puesto en duda en 2005 por camaradas del S.I., quienes señalaron la disminución del peso relativo del campesinado mexicano en las últimas décadas. Si bien el GEM tomó nota de este suceso, afirmó en su conferencia de 2010 que sigue habiendo un numeroso campesinado pobre por cuya movilización el proletariado debe luchar, y que ésta sigue siendo una cuestión estratégica para la revolución obrera.

Lucha obrera contra la pauperización capitalista

La sesión sobre el estado del movimiento obrero al nivel internacional se inició con presentaciones de tres camaradas: T. Themba de Spartacist South Africa, A. Hakki de la Ligue trotskyste de France y S. Hendricks de la SL/U.S. Los oradores abordaron las contradicciones que afrontamos en diferentes países en el contexto de la crisis económica. Por una parte, hubo un crecimiento agudo del nacionalismo económico y de la colaboración de clases que éste conlleva, impulsados por la burocracia obrera, junto con un importante declive en la sindicalización. Por otra parte, ha habido importantes luchas defensivas contra la embestida capitalista, notablemente en Europa.

Un tema central en la discusión fue el crecimiento masivo del trabajo temporal y externo, el cual ha servido para debilitar al movimiento obrero, pero también ha provocado luchas sindicales de varios tipos. Desde los contratistas laborales en Sudáfrica y en otras partes, hasta la proliferación de contratos temporales para trabajadores jóvenes en Europa y el remplazo de empleos sindicalizados por no sindicalizados mediante la subcontratación de empresas externas (outsourcing) en EE.UU., hay una necesidad urgente de sindicalizar a los que no lo están y de combatir las estratagemas de “divide y vencerás” de los patrones a través de lucha de clases conjunta. Como enfatizaron numerosos oradores, tales situaciones deben ser examinadas concretamente. Gran parte de la discusión se centró en una tendencia de generalizar incorrectamente nuestra oposición correcta a acciones obreras proteccionistas y reaccionarias a situaciones en las cuales la cuestión de la defensa de los sindicatos está planteada centralmente.

El camarada Themba detalló vívidamente las contradicciones explosivas del régimen del neoapartheid en Sudáfrica. Describió las desesperadas condiciones de vida de las masas negras desde el fin del apartheid —desempleo masivo, con más de la mitad de los jóvenes negros desempleados y millones de personas sin comida suficiente—. El gobierno de la Alianza Tripartita del CNA, el Partido Comunista de Sudáfrica (PCS) y el Congreso de Sindicatos de Sudáfrica (COSATU) no puede cumplir su promesa “de una vida mejor para todos”. Por todo el país siguen estallando protestas en los distritos segregados (townships) contra la falta de servicios básicos.

Nuestro camarada explicó que si bien la clase obrera permanece subordinada al nacionalismo burgués, principalmente gracias a los servicios del frente popular del CNA/PCS/COSATU, no ha sido derrotada. Los obreros conservan sus organizaciones, con una historia combativa de lucha contra el apartheid, y continúan luchando a pesar de las traiciones de las dirigencias sindicales, quienes ayudan a apuntalar el orden capitalista del neoapartheid. También informó sobre luchas contra el uso de contratistas laborales para debilitar los empleos sindicalizados, como la huelga de 2010 de obreros automotrices del Sindicato Nacional de Trabajadores Metalúrgicos (National Union of Metalworkers), que ganó la exigencia de que la compañía no firmara ningún nuevo contrato con contratistas laborales. Siguiendo la línea del informe del camarada Themba, el documento de la conferencia afirmó: “Los contratistas laborales son parásitos que funcionan a favor de los grandes capitalistas para obstaculizar la sindicalización y en última instancia romper los sindicatos. Buscamos acabar con los contratistas laborales por medio de la lucha de clases”.

El orador de la LTF observó que alrededor de 80 por ciento de los obreros recién empleados en Francia tiene contratos temporales, y tanto en Francia como en España la tasa de sindicalización entre los obreros menores de 30 años es muy baja. Aunque ha habido tentativas de sindicalizar a obreros temporales, la burocracia sindical a menudo se abstiene de hacerlo, lo cual alimenta la idea de que los sindicatos son monopolios de los empleos para los obreros más viejos y más privilegiados. El plan de rescate económico de la Unión Europea (UE) —que esencialmente consiste en un mecanismo para forzar a los obreros de Grecia, Irlanda, España y otros países endeudadísimos a cumplir con los pagos a los bancos alemanes (y franceses)— ha provocado numerosas luchas. La fortaleza económica relativa de la burguesía alemana se logró en gran parte gracias al papel traicionero de los socialdemócratas como punta de lanza para los recortes salariales y otras medidas de austeridad.

Algunos camaradas observaron que dos países que han visto algunas de las luchas obreras más serias, Grecia y Sudáfrica, tienen aún partidos de masas derivados del estalinismo que nunca renunciaron a su lealtad previa a la Unión Soviética. El Partido Comunista de Grecia (KKE) ha ganado algo de autoridad entre los obreros como el ala más combativa de la oposición al gobierno del PASOK, que recibe el apoyo político de las burocracias de las principales federaciones sindicales. Sin embargo, el KKE promueve un marco chovinista al oponerse a la UE y al Fondo Monetario Internacional sobre la base de que éstos interfieren con la soberanía nacional griega. La conferencia señaló que el volante del Grupo Trotskista de Grecia del 28 de abril de 2010 es ejemplar para la intervención en las luchas de la clase obrera, particularmente por su uso efectivo de consignas transicionales que conducen a la necesidad de un gobierno obrero (ver “Greece: Down With PASOK Government’s ‘Stability Program’!” [Grecia: ¡Abajo el ‘Programa de estabilidad’ del gobierno del PASOK!], Workers Vanguard No. 959, 21 de mayo de 2010).

El camarada Hendricks habló de las presiones y los problemas que hemos enfrentado al abordar las luchas obreras en EE.UU., con su muy bajo nivel de lucha de clases. Un problema ha sido una tendencia a suponer que los burócratas sindicales son incapaces de dirigir lucha alguna. Otro problema se hizo evidente en mociones aprobadas por la Conferencia Nacional de la SL/U.S. de 2009, que incluyen la consigna “¡Pago al nivel sindical más alto, no importa quién haga el trabajo!” y que declaran incorrectamente que lo anterior aplica “por igual a intersecciones entre obreros sindicalizados y no sindicalizados en el país y entre obreros de diferentes países”. Esta consigna había sido levantada por la Spartacist League/Britain en relación a huelgas reaccionarias de 2009 por parte de albañiles en refinerías petroleras, quienes exigían “Empleos británicos para obreros británicos”. Las huelgas británicas oponían a los obreros británicos a los obreros extranjeros, a quienes se les había llevado a Gran Bretaña temporalmente para trabajar.

La conferencia internacional rechazó la línea de la conferencia de la SL/U.S. de 2009 porque equivale a la indiferencia en cuanto a si la fuerza de trabajo está sindicalizada o no. Como un camarada explicó:

“Ante la subcontratación, luchamos contra las respuestas nacionalistas, proteccionistas y que parten de la perspectiva de mantener el monopolio de los empleos en manos de una restringida aristocracia laboral. ¡Pero esto no quiere decir que somos indiferentes a la pérdida de empleos sindicalizados que genera la subcontratación! Luchamos por empleos sindicalizados, pero con los métodos de la lucha de clases que unen a la clase obrera a través de las fronteras nacionales”.

No somos críticos de izquierda que observan desde fuera a los sindicatos actuales, sino que aspiramos a ser el polo clasista combativo dentro del movimiento obrero y luchamos por construir los sindicatos como organizaciones clasistas inclusivas —por sindicatos industriales y por el closed shop (empresas en las cuales todos los obreros deben pertenecer al sindicato)—. La conferencia encomendó mayor discusión en las secciones sobre varias cuestiones específicas y afirmó la importancia del mantenimiento y el fortalecimiento de los delgados vínculos que tenemos con el proletariado.

Entendiendo el retroceso en la conciencia

Un importante factor subyacente en nuestros problemas políticos recurrentes en el periodo postsoviético ha sido el no reconocer que el resto de la izquierda no comparte nuestro objetivo final de una sociedad comunista. En sus “Notas críticas sobre la ‘muerte del comunismo’ y las condiciones ideológicas del mundo postsoviético”, el camarada Joseph Seymour señaló: “El meollo de la ‘muerte del comunismo’ es simplemente eso: la incredulidad respecto a la posibilidad histórica de una civilización comunista global en el sentido marxista. Esto es un terreno básico común que comparten diversas tendencias políticas que tienen a menudo actitudes fuertemente antagónicas al imperialismo occidental, la democracia parlamentaria, la economía capitalista de mercado y otras cuestiones controversiales” (Workers Vanguard No. 949, 1° de enero de 2010).

Al mismo tiempo, el retroceso en la conciencia desde la caída de la Unión Soviética es desigual, como lo demuestra Sudáfrica, donde muchos obreros avanzados siguen estando subjetivamente a favor de la idea del comunismo como ellos lo entienden. Además, el ver ese retroceso como algo absoluto e inmutable es falso y nos deja ciegos frente a la erupción de contradicciones, que son inherentes a una sociedad capitalista dividida en clases y pueden abrir oportunidades para intervenir programáticamente de un modo sobrio y mesurado. La conferencia endosó la conclusión de Seymour:

“Una pregunta muy importante que enfrentamos puede ser formulada de este modo: ¿es posible que un levantamiento espontáneo que involucre a un sector importante de la clase obrera contra un gobierno derechista pueda llevar a una situación prerrevolucionaria o incluso revolucionaria (es decir, órganos de poder dual), aunque la masa de los obreros y otros trabajadores involucrados no aspire al socialismo? Yo creo que sí. Aunque nunca hemos experimentado semejante acontecimiento, no deberíamos descartarlo. Por ahora, nuestra tarea principal consiste en propagar una visión marxista del mundo con la perspectiva de reclutar cantidades relativamente pequeñas de intelectuales de izquierda y obreros avanzados. Parafraseando a John Maynard Keynes: cuando cambien los hechos, también lo harán nuestras perspectivas”.

Por otro lado, como demostraron la Revolución de Octubre y, por la negativa, innumerables derrotas del proletariado, la condición fundamental para la victoria de la clase obrera en una situación de poder dual es la dirección de un partido revolucionario de vanguardia.

El documento de conferencia señaló: “El funcionamiento del imperialismo capitalista necesariamente continuará empujando a las masas de obreros y otros sectores de los explotados y oprimidos a luchar contra el orden capitalista”. Negar la posibilidad de situaciones revolucionarias en este periodo conduciría a rechazar el Programa de Transición de Trotsky, el programa de fundación de la IV Internacional, el cual procura introducir elementos de poder dual —por ejemplo, comités de fábrica, control obrero de la producción, guardias obreras de defensa— en las luchas obreras importantes y otras luchas sociales progresistas con el objetivo de forjar un partido leninista para dirigir la lucha por el poder estatal proletario.

Otras discusiones en la Conferencia

Otro orador en la sesión principal de la conferencia, la camarada M. Coates de nuestra sección canadiense, motivó una propuesta de un nuevo prefacio (ver página 11) a la “Declaración de principios y algunos elementos de programa” de la LCI, la cual fue adoptada en 1998 (ver Spartacist No. 29, agosto de 1998). En 2007, adoptamos el principio de oposición a postular candidatos en las elecciones para puestos ejecutivos del estado capitalista. El nuevo prefacio aborda esa importante extensión de los principios marxistas. También incluye algunas otras correcciones e inserciones, notablemente la adición de Laos a la lista de los estados obreros deformados actuales, una posición a la que llegamos a través del estudio y la discusión internos y que fue aprobada por la conferencia.

El prefacio también corrige una formulación idealista que implica que la contrarrevolución política estalinista en la URSS pudo haber sido prevenida si los bolcheviques hubieran reconocido formalmente que el curso de la Revolución de Octubre había confirmado la teoría de la revolución permanente de Trotsky. Ese argumento idealista también apareció en “Los orígenes del trotskismo chino” (Spartacist No. 28, enero de 1998) y en “Un balance crítico: Trotsky y la Oposición de Izquierda rusa” (Spartacist No. 31, agosto de 2001). Esta corrección hizo uso de un valioso documento del camarada V. Alexander de la SL/U.S., con base en investigación en archivos soviéticos.

La conferencia generosamente votó dar tiempo de presentación a un representante de la fracción de Wolkenstein durante la sesión principal, aunque dicha fracción no tenía ni un delegado. Esto permitió a camaradas de toda la LCI experimentar directamente la ampulosidad vacía, el moralismo filisteo y la egolatría de estos elementos desmoralizados. La conferencia caracterizó su política como neobernsteiniana —en referencia al revisionista socialdemócrata alemán Eduard Bernstein, quién argumentó que “el objetivo final, sea cual fuere, es nada; el movimiento es todo”—. Sus contribuciones a las discusiones del partido, que estaban en gran medida guiadas por su resentimiento personal, hasta incluyeron una defensa vigorosa de charlatanerías seudomédicas como la quiropráctica y la acupuntura.

Wolkenstein y sus copensadores apoyaron totalmente la línea socialimperialista sobre Haití. Después de que otros camaradas habían dirigido la lucha para corregir la traición, la camarilla de Wolkenstein comenzó a posar como los “antiimperialistas” más puros en el mundo neocolonial, clamando por un “antiimperialismo” zonzo que exoneraría a la burguesía local y sus colas de izquierda y abriría la puerta a un “frente único antiimperialista” colaboracionista de clases. Cuando algunos camaradas señalaron el golpe militar de Chile de 1973, donde a diferencia del resto de la izquierda nosotros no amnistiamos a la burguesía chilena y a los reformistas al sólo denunciar el papel de EE.UU. en el golpe militar, Wolkenstein menospreció nuestra oposición al frente popular chileno en 1970-73 como algo básicamente irrelevante en el mundo actual.

Como observó el camarada Bride en su presentación, la política real de esta camarilla era “desechar el viejo espartaquismo”. Esto fue expresado más claramente en su campaña sistemática y continua para denunciar a la Declaración de principios de la LCI como algo tan defectuoso y parcial que no transmitía claramente qué es y por qué lucha nuestra Internacional. Después de no recibir ni un solo voto de nadie fuera de su camarilla, concluyeron su lucha por “Regresar al camino del espartaquismo”...mediante su renuncia de la LCI.

Un ejemplo opuesto a tal comportamiento fue mostrado por una segunda y muy pequeña fracción que se formó en el periodo de preconferencia, en parte en oposición a la línea de la conferencia de la SL/U.S. de 2009 sobre la subcontratación. Cuando la conferencia votó en favor de corregir esta línea, el fundador de la fracción anunció su disolución, en tanto que conservó sus opiniones sobre otras cuestiones en disputa.

Sosteniendo nuestra lucha en la RDA

La conferencia rechazó la afirmación, empujada por Wolkenstein y erróneamente aceptada en la Conferencia Nacional de la SL/U.S. de 2004 y de nuevo en la Conferencia de la LCI de 2007, de que los problemas de la LCI tenían origen en una supuesta incapacidad para evaluar nuestra intervención en la revolución política incipiente en el estado obrero deformado de Alemania Oriental (RDA) en 1989-90. En realidad, habíamos tenido una extensa discusión y evaluación de esta intervención, lo cual se reflejó en numerosos boletines internos y, de manera más poderosa, en el documento principal de nuestra II Conferencia Internacional de 1992 (publicado en Spartacist No. 25, julio de 1993). El propósito de la aseveración de la minoría era llevar a cabo una campaña demagógica para determinar quién dentro de la dirigencia de la LCI “perdió Alemania”. Un punto político central de esta cruzada para desacreditar a líderes del partido de mucha antigüedad fue el “frente unido estratégico”, es decir, la liquidación del partido en un amplio y amorfo “movimiento”. Mientras se daba rienda suelta a esta política liquidacionista en la campaña oportunista de Mumia, Wolkenstein promovió en retrospectiva un enfoque similar para la intervención de la LCI en la RDA. De este modo, argumentó hace algunos años que deberíamos haber dejado el lugar de uno de nuestros dos oradores en la enorme manifestación de frente unido en Treptow el 3 de enero de 1990 en Berlín Oriental, donde nuestros camaradas poderosamente expusieron la bancarrota de los gobernantes estalinistas, para permitir que interviniera un soldado disidente germano-oriental cuya política desconocíamos.

La conferencia también corrigió una declaración desorientadora que aparece en lo que es, aparte de eso, una excelente evaluación de nuestra intervención en la RDA en el documento de la Conferencia de la LCI de 1992: “Grupos oposicionistas de orientación izquierdista estaban tomando forma en el verano de 1989. Dado el control extremadamente rígido que ejercía la policía de seguridad de Alemania Oriental (la Stasi), un esfuerzo por iniciar una labor en la RDA podía haber sido totalmente frustrado pero se debió haber hecho de todas maneras”.

En la víspera de la conferencia unos pocos camaradas argumentaron en contra de corregir esta declaración. Hasta que la situación se abrió en octubre de 1989, cuando quedó claro que las grandes manifestaciones no estaban siendo atacadas por la policía, los únicos grupos políticos “independientes” que la Stasi toleraba operaban bajo la sombra de la iglesia luterana y en consonancia con la política de “coexistencia pacífica” de la burocracia. Hubiera sido tonto y peligroso pensar que se nos trataría de la misma forma que a los izquierdistas oportunistas que se revolcaban en este medio, como el Secretariado Unificado pablista, cuyo programa no representaba ninguna amenaza ni para la burocracia estalinista ni para los imperialistas de Alemania Occidental. Un dirigente de nuestra sección alemana observó que una intervención aventurera y prematura en la RDA bien podría haber impedido nuestra habilidad para intervenir con cuadros adecuados cuando la situación cambiara. Y cuando pudimos intervenir lo hicimos poderosamente, luchando por nuestro programa de una “Alemania roja de consejos obreros” y ganando una audiencia en una capa avanzada de obreros de Alemania Oriental antes de que la situación fuera cortada de tajo por la decisión del líder soviético Mijaíl Gorbachov y los estalinistas germano-orientales en favor de una rápida venta entreguista al imperialismo de Alemania Occidental.

Manteniendo la lucha por la continuidad revolucionaria

Nuestra continuidad se remonta a las enseñanzas y experiencias revolucionarias de Marx y Engels y la I y II internacionales, a través de los bolcheviques de Lenin y Trotsky y la III Internacional (Comunista), así como a la lucha de Trotsky y de la Oposición de Izquierda contra la traición estalinista, lucha que culminó en la formación de la IV Internacional. La tendencia política que encarna hoy la LCI se originó como la Tendencia Revolucionaria dentro del Socialist Workers Party de EE.UU. en 1961-63. La TR buscó continuar y completar la lucha contra el revisionismo pablista en la IV Internacional, emprendida, aunque de manera parcial y tardía, en 1953 bajo la dirección del fundador del trotskismo estadounidense James P. Cannon. El pablismo representó la liquidación del partido de vanguardia trotskista dentro de formaciones nacionalistas burguesas, estalinistas y socialdemócratas (ver “Génesis del pablismo”, Cuadernos Marxistas No. 1, 1975).

Muchos de los cuadros existentes de la LCI fueron ganados al trotskismo durante el periodo de radicalización convulsiva entre la Revolución Cubana de 1959-60 y la victoria final de la Revolución Vietnamita dirigida por los estalinistas en 1975. No obstante algunas excepciones, desde entonces el periodo ha estado fuertemente marcado por el estancamiento y las derrotas del proletariado internacional. La tendencia espartaquista ha logrado mantener hasta ahora un programa revolucionario por cerca de cinco décadas, más tiempo que cualquier otra formación marxista en la historia. Una tarea crucial es pasar nuestra historia a generaciones más jóvenes en el partido. Para este fin, la LCI ha estado llevando a cabo una extensa serie educativa acerca de nuestra historia de primera época.

Un factor importante que nos afecta ha sido la concentración de mucha de nuestra dirigencia internacional en EE.UU. —la mayor potencia imperialista, pero que tiene la clase obrera más atrasada políticamente entre los países capitalistas avanzados—. Desde el inicio de nuestra tendencia, hemos entendido que un partido revolucionario no puede lograr resistir las presiones deformantes del aislamiento nacional sin colaboración internacional disciplinada. Como medida organizativa dirigida a lidiar con tales presiones, el nuevo CEI elegido en la conferencia incluye una mayor proporción de miembros de secciones fuera de EE.UU. También refleja cierto cambio generacional en la dirección del partido. La conferencia resolvió tomar medidas para desarrollar un colectivo del CEI más fuerte en Europa. El documento principal de la conferencia enfatizó que “podemos y debemos actuar en el entendimiento de que el CEI es un cuerpo de iguales cuyas diferentes experiencias nacionales deberían complementarse para afilar nuestra línea y nuestro entendimiento de los sucesos nacionales y mundiales”.

La VI Conferencia Internacional fue un importante paso adelante en los esfuerzos continuos de la LCI para poner al centro de nuestras tareas el rearme programático y teórico. Nuestras raíces siguen siendo muy delgadas y no hay respuestas fáciles a las dificultades que enfrentan hoy los marxistas revolucionarios. Sin embargo, como concluyó nuestro documento de la conferencia: “Si la humanidad ha de tener un futuro comunista, no hay otra opción más que perseverar en la lucha por mantener nuestra continuidad revolucionaria, la cual es crucial para reforjar una IV Internacional auténticamente trotskista”.

 

Spartacist (edición en español) No. 37

SpE No. 37

Febrero de 2012

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La LCI celebra su VI Conferencia Internacional

Luchando por la integridad programática en un periodo reaccionario

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Prefacio a la Declaración de principios de la LCI

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Tesis de la Internacional Comunista sobre el trabajo entre las mujeres

Una nueva traducción

(Mujer y Revolución)

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Edmund Samarakkody y el legado del LSSP ceilanés

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Carta de 1960 de James Robertson al Comité Político del SWP

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M.N. Roy: Menchevique nacionalista

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por Peter Fryer

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