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Espartaco No. 35 |
Junio de 2012 |
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Otra vez la farsa socialpatriota en torno a las Malvinas/Falklands
Marx escribió alguna vez que la historia se repite; lo que primero ocurre como tragedia, luego sucede como farsa. Pero, en lo que concierne a las Malvinas/Falklands, la seudoizquierda argentina ha representado la misma farsa dos veces. La primera puesta en escena fue en 1982, cuando, al grito de “En el campo militar de la dictadura argentina” y consignas similares, la totalidad del pantano seudotrotskista se cuadró ante la junta militar de Galtieri en su guerra ridícula por esas islas rocosas e inhóspitas, pobladas entonces por unos mil 800 ovejeros (hoy poco más de 3 mil). Conforme la brutal dictadura militar se tambaleaba en medio de la peor recesión económica en la historia de Argentina hasta ese momento, así como por protestas obreras masivas, Galtieri lanzó la invasión de las escuálidas islas para desviar el descontento hacia una ola patriotera. Similarmente, para el imperio británico en ruinas al mando de Margaret Thatcher, ésta fue una guerrita bonita que le permitió aplacar la combatividad de su propia clase obrera.
En aquel entonces explicamos que la genuina posición trotskista-leninista ante el conflicto era el derrotismo revolucionario en ambos bandos:
“La junta carnicera argentina, que apenas unas semanas antes zozobraba en medio de protestas obreras masivas, y el aborrecido gobierno de la Thatcher, que ha llevado a la penuria al pueblo británico, pueden ser derribados como consecuencia de la derrota y la humillación en la guerra”.
—“Falklands, Nowhere War” (Falklands, la guerra de ningún lugar), Workers Vanguard No. 304, 30 de abril de 1982
30 años después, los autoproclamados “trotskistas” se han vuelto a embelesar con la retórica de las “Malvinas argentinas”, esta vez en boca de Cristina Fernández. Mientras impulsaba una serie de medidas contra las masas trabajadoras, como la desaparición de subsidios a la luz, el gas, el agua y el metro de Buenos Aires, Fernández aprovechó el aniversario de la guerra para lanzar una renovada campaña por la posesión de las islas, con el aliciente adicional del petróleo descubierto hace un par de años en la zona, del cual el decrépito imperialismo británico no quiere compartir una sola gota.
Un chasquido de los dedos de parte de Fernández fue suficiente para que el neomorenista Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) lanzara el grito de guerra de que las Malvinas/Falklands “son argentinas, son parte integral de nuestro territorio”, mientras se jacta de las “proezas” militares de la junta de Galtieri al referirse, en la primera persona del plural, a la destrucción del buque Shefield, “que le hundimos a los piratas” (La Verdad Obrera No. 469, 5 de abril de 2012). Por su parte, la Izquierda Socialista —lo que queda de los seguidores del difunto camaleón político Nahuel Moreno fuera del propio PTS— abre su pecho albiceleste para corear que “40 millones de argentinos reclamamos por la soberanía en nuestras islas” (El Socialista No. 214, 15 de febrero de 2012). Nunca dispuesto a quedarse atrás, el caudillo del Partido Obrero (PO), Jorge Altamira, declama un patético lamento al fracaso de la dictadura en 1982: “Qué feliz que nos hubiera puesto que en los diarios figurara [que] un loco, un asesino y un torturador [Galtieri] hundió a la flota británica en el Atlántico Sur y no que una cuerda, una demócrata [¡sic!] y una civilizada [¡sic!] Thatcher destruyó al ejército argentino” (video del 2 de abril en www.tvpts.tv).
Los seudotrotskistas presentan las aventuras y ambiciones chovinistas burguesas en torno a las Malvinas/Falklands como una “causa antiimperialista”. Pero, como escribimos hace 30 años:
“¿Qué tiene de antiimperialista la ‘recuperación’ de este minúsculo archipiélago a cientos de kilómetros de distancia de la costa argentina? ¿Afecta el derecho a la autodeterminación del pueblo argentino? En lo absoluto. ¿En qué forma utiliza Inglaterra las Malvinas/Falklands como medio de presión económica? ¿Abasteciéndola con productos argentinos? Cierto, las Malvinas son una reliquia del imperio británico, y los comunistas exigimos que esta decadente potencia imperialista de segundo rango abandone lo que le queda de sus posesiones coloniales, desde Hong Kong a las Falklands. Pero los trabajadores argentinos en nada se beneficiarían con la aventura de Galtieri (ni aun en el caso de que hubiera tenido éxito)”.
—“Malvinas/Falklands: ¡Abajo Thatcher! ¡Abajo Galtieri!”, Spartacist (Edición en español) No. 11, diciembre de 1982
De hecho, el PTS ha dado un nuevo giro al embellecimiento de las aventuras militares de la burguesía argentina, al lanzar la demanda grotescamente reformista y socialchovinista de que en 1982 “los trabajadores a través de sus organizaciones” tenían que haber impuesto “el alistamiento generalizado del pueblo y que todo hombre y mujer pudiera recibir una adecuada instrucción militar” para ir a matar británicos (o hacerse matar por ellos) sobre un montón de rocas azotadas por el viento (La Verdad Obrera No. 462, 16 de febrero de 2012). Con su flanco izquierdo cubierto fielmente por estos fervientes patriotas, la burguesía argentina debe estar muy tranquila.
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