Atención médica miserable, vivienda decrépita, producción para la ganancia, yugo imperialista: la naturaleza misma del dominio de la clase capitalista alimenta la crisis económica y sanitaria que ha devastado el mundo desde la aparición de la Covid-19. Las parasitarias burguesías han respondido a la pandemia con los medios que sirven mejor a sus intereses, encerrando por la fuerza a la población entera en sus hogares, en espera de la vacunación.

Los confinamientos de la burguesía son una medida de salud pública reaccionaria. ¡Los obreros deben oponerse a ellos! Los confinamientos bien pueden reducir por un tiempo el ritmo de las infecciones, pero debilitan la capacidad de lucha de la clase obrera. Al cerrar ramas enteras de la industria y los servicios, han causado una crisis económica y arrojado a masas al desempleo. Los cierres de escuelas y guarderías han aumentado la carga opresiva de la familia. La represión estatal se ha incrementado fuertemente al tiempo que se han socavado los derechos democráticos y de la clase obrera. Reuniones, manifestaciones, viajes, huelgas, sindicalización: todos han sido limitados o prohibidos. Los confinamientos buscan impedir la lucha proletaria, la única manera en que los obreros pueden verdaderamente proteger su salud y combatir las causas sociales de la crisis.

Invocando el “sacrificio compartido”, los capitalistas han lanzado una guerra relámpago contra la clase obrera. Los ataques antisindicales, los despidos masivos, los recortes salariales y la aceleración del ritmo de trabajo son “la nueva normalidad”. Al enfrentar la amenaza combinada de un virus mortal y la arremetida capitalista, la clase obrera se encuentra desarmada. Alrededor del mundo, los dirigentes pro capitalistas de los sindicatos y de los partidos obreros han colaborado lealmente con la clase dominante en su ofensiva. En nombre de la unidad nacional y la lucha contra el virus, están traicionando al proletariado.

Desde los partidos laboristas británico y australiano al Partido Socialdemócrata de Alemania y Die Linke, los partidos Socialista y Comunista franceses y el Partido Comunista Sudafricano, los dirigentes traicioneros de la clase obrera desempeñan un papel clave en hacer cumplir los confinamientos, local y nacionalmente, y obligar a los obreros y los oprimidos a tragárselos. Desde la AFL-CIO estadounidense hasta los sindicatos mexicanos e italianos y las confederaciones japonesas Rengo, Zenroren y Zenrokyo, los dirigentes sindicales instan a sus miembros a que apoyen las medidas de la burguesía: ¡quédense en casa y jódanse!

La necesidad urgente de defender la salud y el sustento de la clase obrera plantea directamente la tarea de forjar una nueva dirección del movimiento obrero. Los sindicatos necesitan luchar en contra del cierre de las industrias por parte del estado capitalista y por condiciones seguras de trabajo. La infraestructura decrépita de la atención médica y la vivienda necesita ser reconstruida y expandida ahora. Es necesaria la expropiación de los mejores bienes inmuebles de los capitalistas combinada con programas masivos de obras públicas para proporcionar condiciones de vida decentes para los trabajadores.

A cada paso, los intereses básicos de los obreros y los oprimidos se estrellan contra los pilares del dominio de la clase capitalista. La crisis actual plantea tajantemente la necesidad de la emancipación de la mujer de los grilletes de la familia, de acabar con la opresión racial y de la liberación de la explotación imperialista. El único camino hacia delante para la humanidad es mediante revoluciones obreras y el establecimiento de una economía socialista planificada internacional.

Frente a la bancarrota absoluta de los dirigentes establecidos del movimiento obrero y sus lacayos seudomarxistas, la cuestión vital planteada para los proletarios con conciencia de clase es la necesidad de una dirección basada en el programa revolucionario del trotskismo, el marxismo-leninismo auténtico. La Liga Comunista Internacional (Cuartainternacionalista) busca construir un partido de vanguardia leninista internacional, el instrumento esencial para llevar la conciencia revolucionaria al proletariado y establecer el poder obrero. ¡Reforjar la IV Internacional, partido mundial de la revolución socialista!

¡Abajo la colaboración de clases y la unidad nacional!

Durante el último año, la posición de la LCI fue aceptar los confinamientos como algo necesario. Repudiamos esta posición. Fue una capitulación al grito de guerra de “unidad nacional” de que todas las clases deben apoyar los confinamientos porque salvan vidas.

Por esta causa supuestamente universal, los dirigentes sindicales han sacrificado gustosamente los intereses del proletariado. La lucha contra la pandemia, así como la salud pública en general, no está por encima de los antagonismos de clase. Detrás de la preocupación de los capitalistas de “salvar vidas”, en realidad persiguen sus intereses de clase. El interés que tiene la burguesía en la salud pública es mantener una fuerza de trabajo suficientemente apta para la explotación al costo más bajo posible, mientras protege su propia salud. Contrariamente a este objetivo reaccionario, el proletariado tiene el interés de asegurar las mejores condiciones de vida y atención médica para todos. Estos intereses de clase claramente contrapuestos no se pueden reconciliar, con pandemia o sin ella. Es sólo mediante su movilización independiente en contra de la burguesía que la clase obrera puede defender su salud y su seguridad.

La burguesía chantajea a los obreros con la idea de que luchar por sus intereses propaga la enfermedad: que las reuniones sindicales y las manifestaciones amenazan la salud pública; que los trabajadores de la salud matan gente al luchar por mejores condiciones laborales; que las escuelas y las guarderías tienen que estar cerradas para proteger a los niños. ¡Ésta es una gran mentira! Luchar contra los confinamientos es el punto de partida necesario para abordar las causas sociales del desastre actual. Las reuniones sindicales son esenciales para la defensa propia de los obreros. La lucha por parte de los trabajadores de la salud es el camino hacia mejor atención médica. La lucha contra los cierres de las escuelas y las guarderías es la precondición para mejores escuelas y guarderías —y avanza la lucha por la emancipación de las mujeres—.

En La agonía del capitalismo y las tareas de la IV Internacional (1938), el dirigente bolchevique León Trotsky insistió:

“No hay mayor grado de moralidad en una sociedad basada en la explotación que la revolución social. Son buenos todos los medios que aumentan la conciencia de clase de los trabajadores, su confianza en sus propias fuerzas y su disposición a sacrificarse en la lucha. Los únicos medios impermisibles son aquellos que inducen a los oprimidos a temer y a someterse a sus opresores”.

La burguesía siempre usa imperativos morales supremos, tales como “salvar vidas”, para justificar sus crímenes. Los imperialistas alemanes y franceses usan la Unión Europea para saquear al proletariado de toda Europa en nombre de la “paz” y el “progreso social”. Los imperialistas estadounidenses y sus aliados de la OTAN han devastado Libia, Irak, Afganistán y muchos otros países en nombre de la “democracia” y la “libertad”. Invadieron Somalia en 1992 para “alimentar a los hambrientos”. Cuando la burguesía clama sobre la urgencia de “salvar vidas”, siempre se trata de inculcar la sumisión hacia la clase dominante y cohesionar la unidad nacional detrás de sus intereses.

¡Por el control sindical de la seguridad laboral!

El estado capitalista —constituido en su núcleo por la policía, las cárceles, el ejército y los tribunales— es un aparato de violencia organizada para mantener el dominio y las ganancias de la clase explotadora. Aunque los marxistas apoyamos ciertas medidas de salud pública impuestas por el estado que benefician a la clase obrera, como la vacunación obligatoria, es suicida confiar en el estado para proteger la salud y la seguridad laboral.

Los estalinistas del Partido Comunista de Grecia son expertos en distorsionar este abecé del marxismo. Una de las principales exigencias que levantan en los sindicatos es:

“Control sanitario organizado para evitar la propagación del virus, bajo la responsabilidad de agencias del estado, en el puerto de El Pireo, en COSCO [compañía naviera], en los buques, en los astilleros, en las fábricas y las unidades industriales que emplean a miles de trabajadores”.

Rizospastis (1° de abril)

Esto significa atar a la clase obrera al estado capitalista y propagar ilusiones en la benevolencia de sus agencias de salud. Los obreros deben luchar por el control sindical de la seguridad laboral. Los sindicatos, no el estado capitalista, deben determinar bajo qué condiciones se puede trabajar de manera segura.

Los sindicatos son las organizaciones elementales de defensa de la clase obrera. Su propósito es defender a los obreros en el trabajo, no luchar para que se queden en casa. Al contrario, en muchos países los dirigentes de los sindicatos de maestros han luchado para que los gobiernos mantengan cerradas las escuelas para “proteger” a profesores y alumnos. Esto es una cobarde negativa a luchar por escuelas seguras. En contra de la política de “quedarse en casa y esperar” de la burocracia sindical, una dirección clasista debe construirse sobre el fundamento de la movilización de las bases sindicales y el movimiento obrero en su conjunto contra los cierres, por mejores escuelas y lugares de trabajo seguros.

Se necesitan urgentemente campañas de sindicalización para unir y fortalecer al proletariado. Los obreros eventuales y subcontratados deben ser integrados a los sindicatos con salarios plenos y las mismas prestaciones. La sindicalización de los empleados que tienen poco poder social —en el comercio al por menor, restaurantes, bares, servicios de entrega a domicilio, etc.— los colocará bajo la protección del movimiento obrero organizado.

¡Reabrir la economía! ¡Luchar contra el desempleo!

Siguiendo a los dirigentes traidores de la clase obrera, los autoproclamados trotskistas se han postrado ante la burguesía. Lutte Ouvrière, la Corriente Marxista Internacional (CMI), el World Socialist Web Site, el Grupo Internacionalista, la Fracción Trotskista—Cuarta Internacional y los demás: todos han adoptado los confinamientos, traicionando así al proletariado.

La CMI, por ejemplo, exigió: “Toda producción no esencial debe detenerse inmediatamente. Los trabajadores deben ser enviados a casa con el pago completo de sus salarios por el tiempo que sea necesario” (marxist.com, 21 de marzo de 2020). ¡Éste es un llamado totalmente reaccionario que sólo puede llevar a más despidos! La CMI quiere arrojar a capas enteras de la clase obrera al desempleo y a la asistencia pública.

La clase obrera deriva su poder social de su papel en la producción. El movimiento obrero necesita oponerse a los despidos y las suspensiones de trabajo por medio de la lucha por contratación y capacitación dirigidas por el sindicato, y por una semana laboral más corta sin pérdida de sueldo para dividir el trabajo entre todas las manos existentes. La crisis actual exige un aumento de la producción y los servicios: más y mejor atención médica; construcción masiva de viviendas públicas; edificios espaciosos y bien ventilados para escuelas y guarderías; mejor transporte público. Es necesario reabrir y expandir la economía para satisfacer las necesidades de los trabajadores y combatir el desempleo y la pauperización.

¡Por atención médica de calidad gratuita para los usuarios!

El sistema de producción para la ganancia no puede proporcionar atención médica adecuada. ¡Expropiar, sin compensación, los hospitales privados y religiosos y las farmacéuticas! ¡Por capacitación y contratación masivas de trabajadores médicos y de hospitales, dirigidas por los sindicatos! ¡Abolir las patentes para que las vacunas y los medicamentos se puedan producir en masa en todo el mundo!

De cara a los sistemas de salud en ruina, los reformistas de todo tipo han hecho llamados por la nacionalización de los servicios de salud. Por ejemplo, Left Voice, sección estadounidense de la Fracción Trotskista, llama a “nacionalizar todas las industrias relacionadas con la salud bajo control obrero” (Left Voice, 13 de abril de 2020). No se dejen engañar por la verborrea izquierdista de estos socialdemócratas. Left Voice aboga por confinamientos más severos, lo cual inhibiría aún más cualquier tipo de acción masiva del proletariado, volviendo imposible la lucha por mejor atención médica.

He aquí el modelo de Left Voice para el control obrero: “En Argentina, los obreros nos están mostrando cómo se puede hacer. Fábricas controladas por obreros, sin patrones, a lo largo del país, están empezando a producir para satisfacer las necesidades en vez de por codicia”. A lo que se refiere Left Voice es la toma de algunas fábricas periféricas y en bancarrota en la Argentina capitalista. Éste no es un modelo de lo que se necesita. La perspectiva de Left Voice es la administración obrera de un sistema de salud nacionalizado en el marco del capitalismo, es decir, la colaboración de clases institucionalizada. Liberar la atención médica de los especuladores sólo se puede lograr al barrer con el estado burgués, reemplazándolo con la dictadura del proletariado y expropiando a la clase capitalista.

¡La clase obrera debe defender a todos los oprimidos!

Las capas inferiores de la clase media están siendo devastadas. El apoyo criminal a los confinamientos por parte de los dirigentes obreros y toda la izquierda reformista ha cedido el terreno a la extrema derecha, permitiendo así a siniestros reaccionarios y fascistas declarados posar como defensores de los derechos democráticos y campeones de la pequeña burguesía arruinada. Un partido revolucionario movilizaría a la clase obrera para defender a todos los oprimidos y cohesionarlos al lado de los obreros en la lucha contra la burguesía.

En Asia, Latinoamérica y África, millones de campesinos pobres son desangrados por terratenientes y bancos, mientras los confinamientos hacen que los vendedores ambulantes se mueran de hambre. En todas partes, las pequeñas tiendas, los bares y restaurantes, así como los estudiantes, se ahogan en deudas. ¡Cancelar toda su deuda!

Millones de oficinistas han sido obligados a trabajar desde casa. El trabajo “remoto” alimenta los despidos y horas extras no remuneradas, atomiza a los trabajadores, facilita los ataques antisindicales y hace que la sindicalización sea virtualmente imposible. Las huelgas no se ganan en Zoom sino en las líneas de piquete. Cualquier sindicato digno del nombre debe oponerse a las argucias de trabajo “remoto”.

Los inmigrantes forman un componente crucial de la clase obrera y son contratados en mayor proporción en las muy afectadas industrias de servicios, con salarios míseros. Para unificar a sus bases, la clase obrera necesita luchar por ¡plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes!

¡Socializar las funciones de la familia!

La burguesía intenta con todas sus fuerzas dar marcha atrás a la historia. Los confinamientos están poniendo la carga del cuidado de los niños, la educación y el cuidado de los adultos mayores completamente sobre la familia, principalmente sobre las espaldas de las mujeres. Las mujeres han sido forzadas a regresar al hogar, han perdido sus trabajos en mayor número que los hombres, y son víctimas de un aumento importante de violencia doméstica. Los niños y los adolescentes están encarcelados con sus padres. Los ancianos son abandonados para morir solos en asilos pésimos.

Si los confinamientos han mostrado algo, es que el programa feminista de redistribuir las tareas domésticas dentro de la familia es un callejón sin salida. Lo que es necesario es sacar los quehaceres domésticos del ámbito de la familia mediante guarderías gratuitas las 24 horas, cocinas y lavanderías colectivas y centros de jubilación de calidad.

Los confinamientos han reforzado las instituciones pilares del capitalismo: el estado, la iglesia y la familia. La emancipación de la mujer sólo se puede lograr como parte de una transformación socialista al nivel mundial que incluiría remplazar la familia con la socialización del cuidado de los niños y el trabajo doméstico. ¡Por la liberación de la mujer mediante la revolución socialista!

¡Abajo el imperialismo!

El sistema imperialista mundial, en el cual unas pocas grandes potencias compiten para dividirse el mundo, explotando a miles de millones, es la fuente misma de la actual crisis global. La pandemia clama por una respuesta internacional coordinada. Pero en un sistema que se basa en las rivalidades interimperialistas y los estados-nación en competencia, ello es imposible. El imperialismo ha aplastado y detenido el desarrollo económico, social y cultural del mundo en el interés de las bolsas de valores de Wall Street, Tokio, Londres, Fráncfort y París. Los imperialistas están usando esta crisis para fortalecer el dominio del capital financiero internacional sobre los países dependientes. ¡Cancelar la deuda impuesta por los imperialistas! ¡Abajo la ONU, el FMI, la OTAN, el TLCAN 2.0 y la Unión Europea!

¡Defender a China! Los imperialistas están redoblando esfuerzos por llevar a cabo una contrarrevolución capitalista que derroque la Revolución de 1949 y abra el estado obrero deformado chino a su depredación. ¡Por la revolución política obrera para derrocar a la burocracia estalinista!

¡Por nuevas revoluciones de Octubre!

¿Corea del Sur, Suecia, Australia? La prensa burguesa está plagada de debates sin fin sobre qué país ha encontrado un mejor balance entre la muerte masiva y la represión masiva. Los marxistas tenemos un modelo totalmente diferente: la Revolución Bolchevique de 1917. Al romper los grilletes de la explotación capitalista, la clase obrera bajo la dirección de los bolcheviques de Lenin y Trotsky dio un enorme paso adelante para el progreso humano. El sistema de salud público del estado obrero soviético fue uno de sus grandes logros, a pesar de haberse forjado en el crisol de la guerra civil y la invasión imperialista en un panorama ya desolado por la guerra mundial. El hombre que dirigió su creación, Nikolai Semashko, escribió en 1919:

“Mudar a los pobres urbanos de mazmorras mohosas a cuartos espaciosos en casas bien construidas, luchar verdaderamente contra las enfermedades sociales, crear condiciones normales de trabajo para el obrero—todo esto es inalcanzable si consideramos que la propiedad privada es algo sagrado e inviolable. El viejo sistema de salud titubeaba ante ella como si fuera una barrera infranqueable; el poder soviético —el poder comunista— ha roto esta barrera”.

—“The Tasks of Public Health in Soviet Russia” [Las tareas de la salud pública en la Rusia soviética], publicado en William G. Rosenberg, ed., Bolshevik Visions: First Phase of the Cultural Revolution in Soviet Russia (Visiones bolcheviques: La primera etapa de la revolución cultural en la Rusia soviética, Ann Arbor: University of Michigan Press, 1990)

—Comité Ejecutivo Internacional de la Liga Comunista Internacional (Cuartainternacionalista)
19 de abril de 2021