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Espartaco No. 41 |
Junio de 2014 |
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Piloto de combate soviética luchó contra los nazis En honor de Nadezhda Popova (Joven Espartaco) Traducido de Workers Vanguard, No. 1029 (6 de septiembre).
La piloto soviética de bombarderos de la Segunda Guerra Mundial, Nadezhda Popova, murió el 8 de julio [de 2013] a los 91 años. A la edad de poco más de 20 años, era Capitán de Guardias de un cuerpo de élite de mujeres piloto que
fueron conocidas como las “Brujas de la Noche” por los nazis, quienes temían sus incursiones nocturnas. Rendimos honores a Nadezhda Popova por su valiente defensa de la Unión Soviética, tierra natal de la primera revolución proletaria exitosa en la historia. Con un costo de 27 millones de vidas soviéticas, fue principalmente la URSS la que aplastó la máquina de guerra de Hitler y acabó con el Holocausto.
Hija de un obrero ferrocarrilero, Nadezhda nació el 17 de diciembre de 1921 y creció en Donetsk, Ucrania. Era un espíritu libre que amaba el tango, bailar foxtrot, cantar jazz y correr descalza por el pasto. Se apasionó por volar después de ver aterrizar a un piloto cerca de su casa. “Pensé, ‘¡Oh, Dios mío! ¡No es más que un hombre común!’ Tocamos las alas del avión y su chamarra de cuero”, recordó décadas después. “Yo había pensado que ellos eran alguna clase de Hércules. Y entonces pensé que sería grandioso si pudiera volar como un ave”.
Sin decirles a sus padres, Nadezhda, de quince años, se unió a un club de vuelo. A la edad de 16 hizo su primer salto en paracaídas y su primer vuelo en solitario. Fue entrenada en la escuela de aviación en Jersón, Ucrania, y se volvió instructora de vuelo, entrenando a 30 nuevos pilotos mientras todavía era adolescente.
Su vida fue destrozada por la invasión nazi a la URSS el 22 de junio de 1941. Su hogar fue tomado por soldados alemanes y su hermano Leonid murió en el frente. “Mi madre sollozó, ‘Ese maldito Hitler’. Vi los aviones alemanes volando a lo largo de las carreteras llenas de personas que salían de sus casas, disparando contra ellas con sus ametralladoras”.
Criminalmente, Stalin dejó a la URSS sin preparación para la guerra. Durante los juicios farsa de Moscú de 1936-38, purgó a toda la dirección del Ejército Rojo y ejecutó a los mejores generales. A pesar de las desesperadas advertencias de comunistas en Alemania y otros lugares, Stalin se negó a creer que los nazis atacarían a la URSS. Las derrotas del Ejército Rojo en 1941 obligaron a la burocracia a iniciar campañas masivas para reclutar a mujeres como Nadezhda al ejército. Los estalinistas hicieron esto a pesar de su reaccionaria glorificación del “papel de la mujer” como esclava del hogar, que iba de la mano con su programa antiinternacionalista de construir el “socialismo en un solo país” y de su chovinismo granruso. A diferencia de Stalin y compañía, quienes usaron la ideología nacionalista para motivar la defensa de la URSS, nuestro defensismo trotskista era internacionalista: la economía colectivizada de la Unión Soviética fue un avance sobre el capitalismo y una conquista para todos los obreros y oprimidos del mundo.
Casi un millón de mujeres soviéticas sirvieron en el frente como soldados, francotiradoras, operadoras de ametralladoras, oficiales de sanidad, conductoras de tanques y combatientes partisanas detrás de las líneas enemigas. Nadezhda Popova, entonces de 19 años, fue una de las primeras en unirse al 588° Regimiento de Bombarderas Nocturnas, compuesto sólo por mujeres. Voló viejos biplanos Polikarpov PO-2 hechos de tela tensada sobre marcos de madera contrachapada, sin radio, sin armas, sin paracaídas y sólo con la capacidad suficiente para llevar dos bombas. Volando en la noche por debajo del radar enemigo, Popova se lanzaba en picada a todo motor entre los reflectores enemigos, esquivando y maniobrando, actuando como señuelo para que otra piloto que planeaba con el motor apagado soltara su carga. Entonces la segunda piloto actuaba como señuelo para que Popova pudiera soltar sus bombas. Para los alemanes insomnes, el silbante planeo de los silenciosos aviones del 588° sonaba como una escoba de bruja al pasar, así que les llamaron las Nachthexen (ver “The Story of the Night Witches” [La historia de las Brujas de la Noche], Women and Revolution No. 36, primavera de 1989).
Nadezhda Popova hizo 852 incursiones durante la Segunda Guerra Mundial; en 1944 realizó 18 incursiones sobre Polonia en una sola noche. También dejó caer comida de salvamento y medicina a infantes de marina rusos que quedaron varados en Malaya Zemlya en 1942, volando tan bajo que podía escuchar las ovaciones de los soldados. Después de eso encontró 42 agujeros de bala en su avión. Por su habilidad y valentía, le fue otorgado el título de Heroína de la Unión Soviética.
El capitán Johannes Steinhoff, as alemán de la Segunda Guerra Mundial y comandante del 2° grupo del escuadrón de aviación JG52, le hizo un cumplido a Popova y sus camaradas en una carta del 2 de septiembre de 1942: “Nosotros simplemente no podíamos comprender que los pilotos soviéticos que nos causaron los más grandes problemas eran, de hecho, mujeres. Estas mujeres no le temían a nada. Venían noche tras noche en sus muy lentos biplanos, y por algunos periodos no nos dejaban dormir para nada” (citado en Henry Sakaida, Heroines of the Soviet Union [Heroínas de la Unión Soviética], Osprey, 2003). Se dice que el alto comando nazi prometió premiar con la Cruz de Hierro a cualquier piloto de la Luftwaffe que pudiera derribar una bruja de la noche.
En un tributo inusualmente conmovedor, la revista burguesa Economist (20 de julio [de 2013]) describió el dolor sufrido por Popova mientras sus amigas morían defendiendo la Unión Soviética:
“Lo peor, sin embargo, fue perder amigas. En una ocasión, ocho murieron en una sola incursión cuando ella era la piloto líder, mientras descomunales Messerschmitts las atacaban bajo el resplandor de los reflectores. Por todos lados, cada pequeño PO-2 se derrumbaba como una antorcha caída. Nunca lloró tanto como cuando regresó a la base y vio las literas de las chicas, todavía regadas con cartas que nunca habían terminado de escribir”.
Los pilotos y navegantes de los regimientos 586°, 587° y 588° —así como el personal femenino de tierra que armaba y daba mantenimiento a sus aviones— fueron cruciales en varias batallas clave, como en el Cáucaso, rico en petróleo, en Stalingrado y en Kursk, que cambiaron el rumbo de la guerra contra los nazis (ver Bruce Myles, Night Witches: The Untold Story of Soviet Women in Combat [Las Brujas de la Noche: El relato nunca hecho de las mujeres soviéticas en combate], 1981). Muchas también realizaron misiones alrededor de Berlín en los últimos días de la guerra. En Berlín, Popova se reunió con el piloto Semyon Jarlamov, a quien había conocido y de quien se había enamorado después de que ambos fueron derribados en julio de 1942. Después de la guerra se casó con él, tuvo un hijo y trabajó como instructora de vuelo.
Nuestro partido tiene una orgullosa historia de defensa del estado obrero degenerado soviético y de lucha contra la destrucción contrarrevolucionaria de la URSS en 1991-92, una derrota histórica para la clase obrera y los oprimidos del mundo. Llamamos por revolución política proletaria para derrocar a la burocracia estalinista y por restaurar el programa internacionalista revolucionario de Lenin y Trotsky. Tal es nuestra perspectiva hoy respecto a China, Corea del Norte, Vietnam, Laos y Cuba —países donde el capitalismo ha sido derrocado pero donde el poder político es monopolizado por burocracias estalinistas parasitarias—.
En cada lucha revolucionaria, las mujeres obreras han demostrado que están entre los mejores luchadores por la liberación de su clase. La lucha por la liberación de la mujer significa la lucha por la revolución socialista internacional. Entre los mejores cuadros en esta lucha estarán nuevas generaciones de mujeres que tomarán inspiración de heroicas combatientes del pasado, incluyendo a Nadezhda Popova y las Brujas de la Noche de la Segunda Guerra Mundial.
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