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Espartaco No. 48

Diciembre de 2017

La dirigencia del ILWU entierra el llamado del sindicato a la acción

EE.UU.: Protestas antifascistas en el Área de la Bahía

¡Por acción obrera/negra para detener a los fascistas! ¡Defender a los antifa!

Traducido de Workers Vanguard No. 1117 (8 de septiembre).

Desde hace mucho tiempo, pandillas fascistas de “derecha alternativa” habían estado planeando articular dos provocaciones consecutivas en el Área de la Bahía el fin de semana del 26 al 27 de agosto. La primera fue convocada para el sábado en el Crissy Field de San Francisco por “Patriot Prayer” [Oración patriota], que organizó un mitin fascista el 4 de junio en Portland tras el asesinato de dos hombres que habían intervenido para detener la intimidación racista de dos mujeres jóvenes por un blanco supremacista. A última hora, su líder, Joey Gibson, canceló el mitin de Crissy Field. Gimoteando que ha sido difamado como un supremacista blanco, Gibson se quejó de que “montones de extremistas” estaban siendo incitados contra él por los gobernadores demócratas de la ciudad y la líder demócrata del congreso, Nancy Pelosi.

Ésta fue una invención tan grande como la mentira de que Patriot Prayer no está ligado con los fascistas. El objetivo de los demócratas era contener la furia contra los fascistas dentro del guante de terciopelo de los llamados por “amor y paz” y con el uso de la fuerza represiva del estado capitalista. Se movilizó a un ejército de policías de San Francisco, acompañados por las agencias de la policía federal que controlan Crissy Field. Su propósito fue desarmar y encerrar a manifestantes antifascistas en un cerco policiaco masivo en Crissy Field, donde se anunciaron restricciones draconianas que prohibían pancartas y otros objetos. Cuando Gibson dijo que mejor tendría una “conferencia de prensa” de tres horas —es decir, un mitin alternο— en Alamo Square, la policía también levantó vallas para resguardar el área. Más de mil manifestantes marcharon a esa plaza en San Francisco, donde inicialmente varios cientos permanecieron atrapados dentro de un cerco policiaco, pero luego se les permitió manifestarse.

Es una victoria que los fascistas tuvieran que cancelar su mitin y su conferencia de prensa en San Francisco. Sin embargo, lo que principalmente tuvo lugar ese día fueron los insípidos mítines de “unidad”. En colaboración con la alcaldía, los representantes del estado en el movimiento obrero dentro del Consejo del Trabajo de San Francisco, leales a los demócratas, trabajaron para desviar cualquier protesta contra los fascistas en Crissy Field hacia un evento liberal “antiodio” en el Centro Cívico, a kilómetros de distancia. La política de este mitin fue la mentira de que el terror racista es un asalto a los “valores estadounidenses” y la promoción de los demócratas como si fueran la “respuesta” a los fascistas envalentonados por la Casa Blanca de Trump.

De hecho, Trump simplemente es la cara desnuda de la brutal realidad racista del capitalismo estadounidense, que asimismo es representado por el Partido Demócrata. La senadora de California, Dianne Feinstein, que se unió a los gritos de furia contra el mitin de Patriot Prayer, luchó por mantener en alto la bandera confederada de la esclavitud en ese mismo Centro Cívico cuando ella era alcaldesa en 1984, después de que nosotros la habíamos echado abajo.

A pesar de sus lloriqueos sobre seguridad, Patriot Prayer moría por articular una provocación. El 27 de agosto, Gibson y su guardaespaldas, así como un par de decenas de otros provocadores fascistas y derechistas, se aparecieron en Berkeley en un mitin programado por “Abajo el marxismo en Estados Unidos”. Los antifa lidiaron apropiadamente con ellos, y Gibson, su guardaespaldas y otros huyeron hacia los brazos de la falange de policías fuertemente armados que había sido movilizada para protegerlos. Después de aconsejar a otros manifestantes antifascistas, incluyendo a los que no querían participar, que se retiraran pacíficamente, los antifa saltaron desafiantemente las barricadas policiacas que rodeaban el parque del Centro Cívico Martin Luther King Jr., donde los fascistas habían convocado su mitin.

¡Movilizar el poder obrero/negro para destruir a los fascistas!

En las protestas de Berkeley contra el mitin “Abajo el marxismo” de los fascistas sólo había un contingente que realmente representaba el programa y el propósito del marxismo. Era el contingente de 40 partidarios de la Spartacist League y el Partisan Defense Committee (PDC, Comité de Defensa Clasista). Los reformistas de la International Socialist Organization (ISO, Organización Socialista Internacional) y los Democratic Socialists of America (Socialistas Democráticos de Estados Unidos) se habían asociado con diversos liberales y predicadores para organizar una “Marcha contra el odio” y celebrar la no violencia y la diversidad a unas cuadras de donde los fascistas planeaban realizar su provocación. Otros lograron marchar hacia el sitio del mitin de los fascistas. Nosotros nos unimos a esa marcha bajo una manta de la SL que demandaba “¡Romper con los demócratas! ¡Por un partido obrero! ¡Terminar la Guerra Civil! ¡Por la liberación de los negros mediante la revolución socialista!”, y una del PDC que proclamaba “¡Por movilizaciones obreras/negras para detener a los fascistas!”. Colocándose a la cabeza de los oprimidos, y contando con su fuerza colectiva, la clase obrera es la única fuerza en la sociedad que tiene el poder social, no sólo para detener a los fascistas sino para derrocar al sistema capitalista entero que engendra a esta plaga.

Contra los reformistas pro Partido Demócrata del “fuera Trump”, nosotros nos destacamos como un polo comunista disciplinado y combativo. Nuestros llamados por “¡Barrer a los fascistas de las calles! ¡El terror racista no es libertad de expresión!”, así como “¡Recuerden Hiroshima! ¡Recuerden Vietnam! ¡Partido Demócrata, sabemos de qué lado estás!”, hicieron frente a organizaciones liberales y reformistas que promueven al estado capitalista y al Partido Demócrata como sus protectores ante el terror fascista. Estos llamados fueron retomados por otros en la marcha.

En la víspera de las provocaciones fascistas en San Francisco y Berkeley, estuvimos movilizándonos con otras personas en apoyo al llamado que se hizo en una moción, aprobada unánimemente, de la reunión sindical del Local 10 del International Longshore and Warehouse Union (ILWU, Sindicato Internacional de Muelles y Almacenes) del 17 de agosto en el Área de la Bahía. Esa moción acordó que el local marcharía en el Crissy Field de San Francisco el 26 de agosto “para detener la intimidación fascista y racista” del mitin de Patriot Prayer e “invitar a todos los sindicatos y organizaciones antirracistas y antifascistas a que se nos unan en la defensa de los sindicatos, las minorías raciales, los inmigrantes, las personas LGBTQ, las mujeres y todos los oprimidos”.

Como escribimos en el artículo “For Labor/Black Mobilizations to Stop the Fascists!” (“¡Por movilizaciones obreras/negras para detener a los fascistas!”, WV No. 1116, 25 de agosto):

“Damos la bienvenida a este llamado. ¡Otros sindicatos y todos los oponentes del terror racista deberían movilizarse con el ILWU el 26 de agosto! La Spartacist League y el Partisan Defense Committee movilizarán un contingente enfatizando que para que los obreros ejerzan su poder contra las pandillas de terror fascista, se debe movilizar con base en su propia fuerza independiente —no como un apéndice de los políticos del Partido Demócrata que están intentando que el gobierno federal prohíba el mitin fascista—. Desafortunadamente, la dirección del Local 10 está impulsando los esfuerzos del gobierno demócrata de San Francisco y de la líder demócrata del Congreso Nancy Pelosi para prohibir el mitin, con el presidente del Local 10, Ed Ferris, diciendo a KPFK [estación de radio de California] el 18 de agosto: ‘Tengo esperanzas de que simplemente negarán este permiso’”.

Esta confianza mortal en las fuerzas del estado capitalista y en los políticos demócratas ha corroído desde hace mucho tiempo la capacidad de combate de los sindicatos. En este caso, la burocracia del Local 10 la blandió para traicionar a los miembros que votaron por movilizarse para detener a los fascistas. Los falsos dirigentes sindicales no hicieron ningún llamado a la acción basado en la moción. Al contrario, no hicieron nada para movilizar a las bases del sindicato.

La traición de la burocracia obrera

En la semana anterior al mitin fascista, hicimos varias ventas de WV en el local del ILWU. Muchos miembros del Local 10 ni siquiera sabían sobre la moción aprobada en la reunión sindical del 17 de agosto. Muchos más estaban temerosos de lo que podría suceder en una marcha a Crissy Field. En particular, los obreros negros, que son mayoría en el local, estaban comprensiblemente preocupados de convertirse en blanco de los fascistas y los policías. Varios nos dijeron que se unirían a la protesta si fuera una demostración masiva y disciplinada del poder social del ILWU contra el terror fascista. Pero también sabían que la dirección del Local 10 no tenía ninguna intención de organizar tal acción.

En vez de hacerse responsables de implementar la moción, acercándose a otros sindicatos y movilizando a su propia membresía, los burócratas del Local 10 se quitaron de encima cualquier pretensión de organizar y la asignaron a un falso comité “de base”. La mayoría de los que asistieron a la única reunión de organización de este comité no eran miembros del ILWU, aunque había algunos miembros de otros sindicatos, especialmente electricistas del Local 6 de la International Brotherhood of Electrical Workers (IBEW, Fraternidad Internacional de Trabajadores Eléctricos) que intentaban movilizar a su sindicato basándose en la moción del ILWU (ver informe en WV No. 1117).

Actuando como el sirviente de la burocracia en esta farsa estaba Jack Heyman, un miembro ahora retirado del Local 10 que antes había pertenecido a su Comité Ejecutivo. Experto en el juego burocrático de la prestidigitación, Heyman tiene una larga historia de impulsar las credenciales “combativas” del ILWU mientras encubre las políticas traidoras de la burocracia. El único llamado a la acción alguna vez emitido para la membresía del Local 10 estaba firmado por Heyman y un estibador en activo, quienes se llamaban a sí mismos “Obreros Estibadores para Detener a los Fascistas”. Se le dijo a WV que este volante, publicado en el sitio web de los publicistas de Heyman en el Transport Workers Solidarity Committee [Comité de Solidaridad con los Obreros del Transporte], apenas vio la luz del día en el local sindical, y nunca fue distribuido por el miembro activo del Local 10 que también lo firmó.

Heyman acompañó al presidente del Local 10, Ed Ferris, a la entrevista de radio de la KPFK, y nunca expresó desacuerdo con el apoyo de Ferris a los intentos de los demócratas locales de prohibir el mitin de Patriot Prayer. En la entrevista, Ferris ofreció la sala de despacho del Local 10 como el punto de reunión para la acción, diciendo: “La gente puede empezar a reunirse en el Local 10 e iniciar la marcha” a Crissy Field. Aseguró que después se concretarían los detalles. Aun así, cuando apareció el volante de los supuestos “Obreros Estibadores para Detener a los Fascistas”, se indicaba Marina Green y no el salón del Local 10 como el punto de reunión para la marcha. Esto tuvo el efecto de distanciar aún más a la dirección del Local 10 de la acción, y aseguraba que habría una asistencia mucho menor de estibadores.

En la noche del 24 y la mañana del 25 de agosto, partidarios de WV que distribuían prensa en el salón del Local 10 se enteraron por algunos obreros que la marcha planeada era obra de “externos”. Muy pocos estibadores dijeron que pensaban asistir. Una “Nota especial para la militancia del Local 10 del ILWU”, publicada por Ed Ferris, no mencionó la moción aprobada unánimemente ni la marcha a Crissy Field. En vez de eso, Ferris aconsejó a los estibadores “de base” que “quizás elijan protestar contra los grupos de ‘derecha alternativa’” ese fin de semana que “tengan cuidado y lo mantengan pacífico”.

Éste fue un acto traidor de desmovilización por parte de la dirección del Local 10, que permitió una mayor audiencia para los elementos más conservadores del sindicato. Temiendo una amenaza a su sustento, algunos estibadores argumentaron que la mejor estrategia era ignorar a los fascistas. “¿Por qué deberíamos hacernos blanco de los fascistas y hacerles publicidad?”, le dijeron a WV. Muchos señalaron que los fascistas no se atreverían a marchar en el Oakland negro o en los barrios negros de Hunters Point/Bay View en San Francisco.

La creciente amenaza fascista en los Estados Unidos de Trump es un peligro para los negros, los inmigrantes y los sindicalistas de todas partes, como lo ilustra la proliferación de horcas y grafitis racistas en la terminal de SSA [empresa de transporte] del Puerto de Oakland. Los asesinos fascistas, incluyendo a los que se movilizaron en Charlottesville, son principalmente jóvenes urbanos, que tienen entrenamiento militar y están en busca de sangre. Cuando se les ignora, se les fortalece. Miembros del Local 10 del ILWU ejercieron su fuerza colectiva y solidaridad el 25 de mayo cuando detuvieron la terminal de SSA para protestar contra las provocaciones racistas con horcas. Al hacerlo, ofrecieron una muestra del poder social que la clase obrera multirracial puede desatar para echar a los supremacistas blancos de regreso a sus madrigueras. La moción del sindicato del 17 de agosto pudo haber provisto el potencial para que el movimiento obrero del Área de la Bahía demostrara su poder. Es un crimen que la dirección del Local 10 trabajara para sabotear ese potencial.

Los charlatanes cínicos del Grupo Internacionalista

Tras desmovilizar a los obreros estibadores, los dirigentes obreros los usaron para una cínica toma de fotografías la mañana del 26 de agosto en el salón del Local 10 —después de que Patriot Prayer había anunciado que iba a cancelar su mitin en Crissy Field—. A los miembros del sindicato a los que se les había dicho que todos los mitines estaban cancelados y que salieran a conseguir trabajos, se les pidió luego posar para una foto frente a una manta que decía “Detener el terror fascista”. Es una foto impresionante de unos 50 obreros estibadores, principalmente negros, mostrándose combativos y determinados. La realidad es que estos miembros del Local 10 habían ido al local a trabajar, no a marchar contra los fascistas. No les echamos la culpa. Fueron usados como peones por la burocracia del Local 10, que después de minar la moción del sindicato del 17 de agosto, vio la oportunidad de pulir sus credenciales “combativas”. Ayudando a perpetrar este fraude estaban miembros y partidarios del Grupo Internacionalista (GI) quienes también aparecen en la foto.

Un artículo descaradamente cínico del 26 de agosto en el sitio web del GI presenta prominentemente una foto casi idéntica bajo el título “Fascistas son obligados a huir de San Francisco: Una victoria significativa”. El GI fanfarronea: “La clave para correr a los fascistas fue la medida tomada por el Local 10 del International Longshore and Warehouse Union de parar el puerto y marchar para detener el mitin fascista de ‘Patriot Prayer’”. Ésta es una completa fabricación, como lo saben todos los que tienen cualquier contacto con los miembros del Local 10.

Las mentiras del GI simplemente crecen en forma desmedida. Tras declarar que los fascistas de Patriot Prayer cancelaron su mitin “después de que el ILWU votó por usar su poder para detenerlo”, su artículo argumenta que “si el sindicato de estibadores hubiera dado el siguiente paso y sacado a la militancia en una marcha masiva de victoria dirigida por los obreros, realmente se habría asimilado la lección”. Pero la burocracia del ILWU no había hecho nada por dar el primer paso para movilizar el poder del sindicato para detener a los fascistas. Y el GI los ayudó en la farsa de que los estibadores “de base” se estaban organizando para la acción. En una reunión del 24 de agosto por las protestas de Berkeley, dos miembros del GI se hicieron pasar por representantes del Local 10 de los obreros estibadores por medio del espurio comité “de base”.

En la secuela, el GI escribió que “no sólo los fascistas, sino los policías y sus jefes del Partido Demócrata están bien conscientes de que ir contra este poderoso sector, mayoritariamente negro, de la clase obrera del Área de la Bahía es un asunto completamente distinto a atacar a manifestantes provenientes de los estudiantes y de sectores de la clase media laxamente organizados”. Es verdad. ¡Pero la fuerza de trabajo mayoritariamente negra del Local 10 del ILWU no estaba siendo movilizada! En vez de eso, ésta temía justificadamente lo que sucedería si iba a una protesta similar “organizada laxamente” dirigida por la variedad de liberales y reformistas en el comité “de base”.

El GI está proporcionando una cobertura de izquierda no sólo para los líderes supuestamente más combativos del Local 10, sino para la burocracia de la Internacional del ILWU. La Internacional del ILWU publicó en su sitio web Longshore and Shipping News la foto de la mañana del 26 de agosto de los miembros del Local 10 en el salón sindical. Lo que desapareció completamente fue cualquier mención de la moción del Local 10 llamando por que el sindicato tomara el mando en una marcha a Crissy Field para detener a los fascistas de Patriot Prayer. En su lugar, la foto está siendo usada para promover una “Declaración política sobre el racismo” que simplemente repite la retórica de los “festivales de amor” inspirados por el Partido Demócrata, endosados por los falsos dirigentes obreros en el periodo posterior a Charlottesville.

Notablemente, Longshore and Shipping News nunca creyó conveniente publicar una sola palabra sobre las horcas encontradas en los puertos de Oakland o la huelga del 25 de mayo del Local 10 para protestar contra ellas. La Internacional del ILWU está usando el alza del terror fascista, no para movilizar el poder obrero contra estas tropas de asalto, sino para encadenar todavía más a los obreros a sus explotadores y opresores capitalistas. Al lado del GI, proporcionando una cubierta para esta traición, están los reformistas obreros de In These Times [En estos tiempos], quienes publicaron un artículo un poco menos delirante el 29 de agosto titulado: “Estos estibadores acaban de mostrar al movimiento obrero cómo detener a los fascistas”.

Dados los dirigentes sindicales vendidos que se han postrado ante décadas de guerra de clases unilateral contra los sindicatos, movilizar el poder de la clase obrera para enfrentar a las pandillas de terror fascista no es tarea fácil. Para esto se necesita una dirección que pueda inspirar a los obreros la confianza y la conciencia de su poder social. El GI, al embellecer las acciones de los dirigentes vendidos del ILWU, sólo sirve para corroer la conciencia de los obreros, reforzando un sentimiento de desmoralización acerca de la capacidad de lucha de los sindicatos.

Para mérito propio, la división del Inland Boatmen’s Union [Sindicato de Barqueros de Aguas Continentales] del ILWU, que organiza a remolcadores y a obreros de transbordadores acuáticos, tenía contingentes pequeños en Alamo Square de San Francisco el 26 de agosto y en Berkeley al día siguiente. Pero ésta era la única presencia visible del ILWU. Su verdadera fuerza yace en su núcleo estibador. Contrario al mito diseminado por Heyman y el GI, el poder remanente del sindicato no es un reflejo de su combatividad. Más bien, está arraigado en el hecho de que el trabajo de los obreros estibadores es clave para movilizar la cadena de suministros del comercio mundial. Si fuera movilizado para una verdadera lucha contra los fascistas, ese poder podría encender a las masas negras empobrecidas de los barrios marginados, dejando clara la unión inextricable entre la lucha por la emancipación obrera de la esclavitud asalariada y la lucha por la liberación negra.

La clase obrera es clave

Tras el mitin antifascista del 27 de agosto en Berkeley, el alcalde demócrata Jesse Arreguin está exigiendo que los antifa sean etiquetados como una “pandilla”; es decir, criminales fugitivos. Lo apoya el aullido colectivo de los medios burgueses, que grotescamente igualan a los antifa con la violencia y el terrorismo de las pandillas fascistas. Uniéndose a este coro está el alguna vez gurú del anarquismo anticomunista, Noam Chomsky, que describe a los antifa como un “gran regalo para la derecha”. Arengas grotescas como ésas —que repiten la condena de Trump a ambos lados en Charlottesville— sirven para fortalecer los poderes de la policía, la fuente de la violencia racista más letal en esta sociedad, contra los activistas antifascistas y cualquiera que sea considerado un “enemigo del estado”.

Saludamos el coraje de los antifa para echar a los fascistas del Parque MLK ese día, así como las precauciones que tomaron para proteger a otros manifestantes antifascistas. Pero que nadie se equivoque: sólo pudieron salirse con la suya porque, particularmente después de la embestida de terror y asesinato fascistas en Charlottesville, los gobernantes de la ciudad y sus policías no querían terminar pagando caro por bajas y arrestos masivos ese día. El hecho de que los policías se retiraron esta vez no debe apaciguar a ningún oponente del terror policiaco o fascista. Las pandillas fascistas son el ejército de reserva de la burguesía, para ser desatado en tiempos de crisis, cuando el terror estatal regular no es suficiente para imponer el terror de la clase capitalista y el asesinato racista contra la clase obrera, los negros y todos los oprimidos.

Los activistas antifa bien pueden ser desafiantes y heroicos, pero su perspectiva política es simplemente la cara de pelea callejera de los liberales “antiodio”. La amenaza fascista no puede ser eliminada mediante acciones aisladas que no hacen nada por avanzar la conciencia política de la clase obrera. Una lucha seria por erradicar el fascismo debe basarse en una perspectiva proletaria revolucionaria para acabar con el orden capitalista que engendra esta basura fascista.

En la década de 1980 y ya entrada la de 1990, la SL y el PDC iniciaron movilizaciones para detener al KKK y los nazis cuando habían asomado sus cabezas en grandes ciudades. El objetivo era detener a los fascistas. Pero también era imbuir a la clase obrera con la conciencia de su poder social así como armarla con un entendimiento de la naturaleza de clase del estado capitalista y el Partido Demócrata. Al construir estas acciones, buscamos el respaldo de sindicatos y sus funcionarios para ser capaces de movilizar a las bases sindicales, que constituían el núcleo obrero de estas movilizaciones. Estas acciones demostraron la posibilidad de movilizar al proletariado en defensa propia y de todos los oprimidos. Sobre todo, enfatizaron la necesidad de una dirección proletaria revolucionaria que esté impregnada de las lecciones de las batallas del pasado y sea capaz de armar a los obreros para las batallas que están por venir.

La clase obrera tiene los números, el poder y la organización en el punto de producción no sólo para derrotar a las tropas de asalto fascistas, sino para ganar lo que la clase dominante se apropia para sí misma: atención médica, educación y vivienda de calidad, y la capacidad misma de llevar una vida decente. Lo que hace falta es el tipo de dirección necesaria para luchar: una dirección de los sindicatos que no se incline ante las leyes de los patrones, sus partidos políticos y sus agencias estatales. Necesitamos un partido obrero que luche por un gobierno obrero para arrebatarle los medios de producción a la clase capitalista e instituir una economía socialista planificada que opere no para la ganancia de unos cuantos explotadores ambiciosos, sino para los trabajadores que producen la riqueza.

 

Espartaco No. 48

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