Documents in: Bahasa Indonesia Deutsch Español Français Italiano Japanese Polski Português Russian Chinese Tagalog
International Communist League
Home Spartacist, theoretical and documentary repository of the ICL, incorporating Women & Revolution Workers Vanguard, biweekly organ of the Spartacist League/U.S. Periodicals and directory of the sections of the ICL ICL Declaration of Principles in multiple languages Other literature of the ICL ICL events

Deutsch, English, Español, Français

Consiga Spartacist con una suscripción a Espartaco

Ver los archivos de Spartacist y de Mujer y Revolución

Versión para imprimir de este artículo

Spartacist (edición en español) Número 33

enero de 2005

Campaña en los EE.UU. contra los inmigrantes, las mujeres y la sexualidad

Cruzada de los EE.UU. y la ONU contra el "tráfico sexual"


TRADUCIDO DE SPARTACIST (EDICIÓN EN INGLÉS) NO. 58, PRIMAVERA DE 2004

En un tributo al imperialismo estadounidense, el pasado día de Año Nuevo, el secretario de estado estadounidense Colin Powell se felicitó a sí mismo y a su jefe, George W. Bush, con estas palabras: "En 2003 liberamos a miles de la opresión a través del programa del Presidente Bush para combatir el tráfico de seres humanos.... Hemos salvado vidas y emancipado a los esclavizados, y haremos más en 2004" (New York Times, 1o de enero de 2004). Estados Unidos realmente ha incrementado su cruzada contra el tráfico de seres humanos, "especialmente la esclavitud sexual", según el congresista Christopher H. Smith, el autor de la Ley para la Protección de Víctimas del Tráfico. Dado que las palabras como "libertad" y "redención" son la jerga de los imperialistas estadounidenses para describir un incremento en la represión gubernamental y la sangrienta bota militar, de igual modo que "liberación" es la palabra de Washington para describir la rapiña y la ocupación coloniales de Irak, la promesa de "hacer más" es una amenaza. En este caso, "emancipar a los esclavizados" significa desatar a los policías y los tribunales en un ataque múltiple contra los inmigrantes, las mujeres y la sexualidad.

Fuentes gubernamentales afirman que cada año bandas criminales forzan, raptan y trafican a miles de mujeres y niños a través de las fronteras y los obligan a prostituirse. La Oficina para Monitorear y Combatir el Tráfico de Personas del Departamento de Estado de EE.UU., dirigida por el ex congresista Republicano John R. Miller, presenta en su sitio de Internet historias de violación, abuso sexual, golpizas y prostitución forzada. Los medios de comunicación presentan la historia con encabezados dramáticos, fotografías e historias sensacionalistas.

A lo que el gobierno se refiere cuando habla de la "esclavitud moderna" es en gran parte a la esclavitud por deudas, en la que un trabajador es obligado a pagar una deuda onerosa para obtener y mantener su empleo. La esclavitud por deudas está en aumento a lo largo del mundo. Las estadísticas son siempre poco confiables en lo que respecta a actividades ilegales; en este caso, también reflejan las posiciones políticas del investigador. Existen cantidades desconocidas de inmigrantes ilegales que trabajan en la prostitución y que son de hecho sometidos a deudas exorbitantes con el traficante que los trajo del otro lado de la frontera, o bien atrapados por una banda criminal. Es de común acuerdo que los trabajadores en esclavitud por deudas son, en primera instancia, trabajadores agrícolas que han inmigrado ilegalmente, sirvientas, niñeras o personas horriblemente explotadas en pequeñas industrias en el Tercer Mundo.

El rapto, la esclavitud por deudas, la violación y las golpizas —cualquiera que sea su propósito— son crímenes horribles. Pero hay una diferencia cualitativa entre este tipo de coerción y el acto fundamentalmente consensual entre una prostituta y su cliente para intercambiar sexo por dinero. Parte del objetivo de los que fomentan la campaña "contra la esclavitud sexual" es mezclar el "tráfico de seres humanos", la "esclavitud sexual" y la prostitución para identificar como esclavitud todo intercambio de sexo por dinero y todo cruce de fronteras ilegal. Todas las mujeres inmigrantes resultan ahora ser posibles "esclavas sexuales".

En este caso, el ardid del gobierno de Bush es redefinir el pecado y la sexualidad utilizando la terminología de los "derechos humanos", apelando a los conservadores religiosos mientras adopta un lenguaje más actualizado. De ese modo, en un discurso sobre el tema en las Naciones Unidas en septiembre de 2003, Bush declaró: "Casi dos siglos después de la abolición de la trata de esclavos trasatlántica, y más de un siglo después de que la esclavitud fue finalizada oficialmente, no podemos permitir que el tráfico de seres humanos para propósito alguno continúe floreciendo en nuestros tiempos" (www.usembassy.it). ¡Esto lo dice un tipo cuyo procurador general es un admirador abierto de la Confederación esclavista [del Sur de los EE.UU. durante la Guerra Civil]! Sin embargo, gurús mediáticos como el columnista del New York Times Nicholas Kristof han alabado al imperialismo "de los derechos humanos" promovido por Bush. Describiendo su experiencia en la compra de "esclavas sexuales" en Camboya para luego "liberarlas" (no con mucho éxito; una regresó al burdel y se negó a irse), este liberal pro Partido Demócrata finalizó una de sus columnas alabando al actual gobierno de derecha: "Las políticas del Presidente Bush hacia las mujeres han sido insensibles con frecuencia — cortando, por ejemplo, el flujo de fondos a programas para el parto seguro en África debido a disputas ideológicas con los grupos promotores—. Pero en lo que respecta al tráfico, este gobierno ha mostrado el camino" (New York Times, 31 de enero de 2004).

Marchando al ritmo de la cruzada contra el "tráfico sexual" se encuentran los viejos socios del gobierno de EE.UU. en la cacería de brujas antisexo en nombre de los "valores familiares": la derecha evangélica y el establishment del feminismo burgués. El truco de prestidigitación que transforma toda la prostitución en "esclavitud sexual" es cortesía de organizaciones feministas de derecha como la Coalition Against the Trafficking in Women (Coalición contra el Tráfico de Mujeres, CATW), que define la prostitución como "violación múltiple". La CATW contribuyó materialmente a la redacción de la Ley para la Protección de Víctimas del Tráfico (2000) estadounidense y del "Protocolo para Prevenir, Suprimir y Castigar el Tráfico de Personas" (2001) de las Naciones Unidas, suplemento a la Convención contra el Crimen Organizado Trasnacional de la ONU. Estos documentos sentaron las bases para una cacería de brujas policiaca internacional contra los inmigrantes ilegales como "traficantes sexuales", que inevitablemente será más dura contra las mujeres.

La reacción antimujer ya ha ido más allá de la represión policiaca. En enero de 2003, el gobierno de Bush, a través de la USAID (la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), anunció una nueva política de recortar el financiamiento a los proyectos internacionales que se percibieran como favorables a la despenalización de la prostitución y "la legalización de las drogas, el uso de drogas intravenosas o el aborto". Este tipo de políticas tiene un impacto muy amplio, especialmente en los países empobrecidos del Tercer Mundo, en los que las mujeres viven en condiciones de atraso, oprimidas por la reacción religiosa y las costumbres que mantienen el yugo de la opresión familiar. Como dijo Anna-Louise Crago, fundadora del grupo de acción política de sexoservidores de Montreal:

"Ya en 2001, el Population Council [Consejo de Población] y la Asia Foundation [Fundación Asia] publicaron conjuntamente un estudio que reveló que en Nepal, un país que recibe una parte considerable del dinero contra el tráfico de USAID, 'un enfoque común para controlar el tráfico es limitar la migración de las mujeres'. Se descubrió que las ONGs utilizaban mensajes aterradores para desalentar que las mujeres dejaran sus poblados, mientras que mujeres y niñas reportaron que se les había impedido cruzar la frontera, a pesar de vehementes protestas sobre su libre albedrío."

—Alternet, "Unholy Alliance" [Alianza Espuria], 21 de mayo de 2003

La Ley de Reautorización de la Protección de las Víctimas del Tráfico (TVPRA, por sus siglas en inglés), aprobada por el Congreso de EE.UU. en diciembre de 2003, tiene dos cláusulas activas centrales: un incremento en el financiamiento para "entrenar a los guardias y funcionarios de la patrulla fronteriza en la identificación de las víctimas del tráfico", es decir, reforzar la policía fronteriza; y el endurecimiento de cláusulas para sanciones estadounidenses contra los países que el Departamento de Estado considere que no están cumpliendo con sus disposiciones contra el tráfico. Se ofrecerán visas especiales a las "víctimas" del tráfico, pero sólo si cooperan con los fiscales gubernamentales; de otro modo, quedan ellas mismas sujetas a cargos de prostitución e inmigración ilegal. Así mismo, la TVPRA incluye el "tráfico" entre las infracciones punibles bajo la ley RICO, la ley embustera que le permite al gobierno apropiarse de todos los bienes de los acusados de modo que éstos no puedan defenderse. La TVPRA también especifica que "No se [otorgará] ninguna clase de fondos...para promover, apoyar o defender la legalización o la práctica de la prostitución."

Sin embargo, el gobierno estadounidense no parece tomarse tan en serio su propia propaganda. Bush planea gastar mil 500 millones de dólares para "promover el matrimonio", pero el Congreso sólo aprobó 20 millones al año para la "prevención" y la "protección y la asistencia" para las "víctimas" en un presupuesto anual contra el tráfico de 100 millones de dólares. Esto también subraya que la intención represiva e ideológica de la ley es fortalecer la santa trinidad de la opresión bajo el capitalismo: el estado capitalista, la religión organizada y la institución de la familia (la fuente principal de opresión para la mujer en la sociedad de clases).

La embestida imperialista pisotea a las mujeres

Esta cruzada represiva es patrocinada por las mismas fuerzas que fueron responsables de la destrucción de los estados obreros de la Unión Soviética y Europa oriental, en los que, a pesar de las deformaciones de las burocracias estalinistas, las economías planificadas implicaban la satisfacción de las necesidades básicas de todos. En buena medida, el nivel sin precedentes de la inmigración mundial, legal e ilegal, es consecuencia directa de la contrarrevolución capitalista en esos países, que no sólo los devastó, sino que ha hecho al Tercer Mundo cada vez más vulnerable a las depredaciones del imperialismo mundial. Los imperialistas han reducido a migajas el apoyo financiero otorgado anteriormente como un soborno a muchos países durante la Guerra Fría contra la URSS. El incremento en la explotación del trabajo, la pobreza y la guerra tiene como resultado que las personas se desplacen como nunca lo habían hecho.

En Europa oriental y la antigua Unión Soviética, la contrarrevolución capitalista ha empujado a las mujeres décadas hacia atrás. Las que una vez tuvieran uno de los niveles de educación y empleo más altos del mundo enfrentan ahora el desempleo masivo y crónico, en tanto que la prostitución llega a las nubes. En la Rusia postsoviética el producto interno bruto cayó en más del 80 por ciento de 1991 a 1997; según las estadísticas oficiales la inversión de capital cayó en más del 90 por ciento. Para mediados de los 90, 40 por ciento de la población de la Federación Rusa vivía debajo de la línea de pobreza oficial y otro 36 por ciento apenas por encima de ella. Millones de personas se mueren de hambre.

Las atrocidades que aún florecen mundialmente en este reaccionario clima económico y social incluyen los matrimonios forzados, la compraventa de niños, la segregación forzada bajo el velo de los pies a la cabeza, la mutilación genital femenina y los "asesinatos de honor". La prostitución forzada, que ha existido por miles de años, muy probablemente está incrementándose. Pero las medidas represivas adoptadas por los estados capitalistas en nombre de los "derechos humanos" y la "protección de las mujeres" sólo intensificarán este suplicio a través de la persecución estatal. Las racistas leyes contra los inmigrantes garantizan la salvaje explotación de éstos, la negación de las prestaciones sociales y la falta de acceso a la educación y a los recursos legales para las víctimas del crimen.

El 1o de mayo, diez países de la económicamente devastada Europa oriental se unieron a la Unión Europea (UE) con sus fronteras supuestamente "abiertas", a lo que los gobiernos de Europa occidental han reaccionado con una histeria contra los inmigrantes. En tanto que la prensa amarillista británica afirma que 1.6 millones de romaníes (gitanos) de Europa oriental supuestamente están esperando la apertura de las fronteras británicas, el temor generalizado de una afluencia masiva de inmigrantes de Europa oriental estaba tan extendido que incluso el presidente del Parlamento Europeo lo calificó como una "exageración" (Coventry Evening Telegraph, 19 de febrero de 2004). Todos y cada uno de los gobiernos de la UE aprobaron medidas específicas para hacer ciudadanos de segunda clase a la gente de los diez nuevos países miembros, restringiendo su derecho a recibir prestaciones o a trabajar, si no es que a ambos. Estas leyes racistas empujan a los inmigrantes a los brazos de los traficantes fronterizos, dado que es la única manera de entrar a Estados Unidos o Europa.

Aunque en general las leyes contra el vicio son más relajadas en Europa que en Estados Unidos, todos los países tienen alguna forma de limitación, regulación o prohibición legal que permite el acoso policiaco. Actualmente, la mayoría de las prostitutas en el continente son inmigrantes. Comparado con las decenas de miles de expulsiones llevadas a cabo cada año en la "Fortaleza Europa", el número de prostitutas deportadas es minúsculo, pero las leyes contra el vicio le dan a la policía otra arma más y sirven para justificar las nuevas leyes que niegan asilo a las mujeres inmigrantes que huyen de la persecución en sus países de origen.

En Francia, el 40 por ciento de las prostitutas viene de los Balcanes y el 37 por ciento es de origen africano. En Italia, las estimaciones colocan el porcentaje de inmigrantes indocumentadas entre las prostitutas callejeras en un 90 por ciento. En 2002, Italia realizó un operativo nacional, en el contexto de lo que el primer ministro Silvio Berlusconi ha denominado una lucha entre el bien y el mal. El estado italiano sostiene que los grandes salvadores de las "esclavas sexuales" son el Vaticano y los carabinieri (la policía). Mientras tanto, las autoridades italianas dejan que mujeres y niños provenientes de Albania y otras regiones se ahoguen en su intento de alcanzar la costa oriental de la península italiana.

Aunque el acoso policial contra la prostitución se ha incrementado, éste no ha producido gran cosa en términos de pruebas sólidas de la existencia de "esclavitud sexual" a gran escala. El 11 de octubre de 2003 la Agence France-Presse reportó una redada nacional masiva en la República Checa (que las Naciones Unidas cataloga como el centro operativo del tráfico sexual) para abatir "la trata de blancas y la prostitución forzada". Unos 4 mil 500 policías llevaron a cabo una redada de 435 establecimientos eróticos y otros a lo largo del país, buscando "mujeres que hubieran sido forzadas a trabajar como prostitutas". De las 96 personas que fueron detenidas para ser interrogadas, 17 fueron acusadas de proxenetismo y 16 de "trata de blancas". Pero de las mil 391 personas sin ciudadanía checa interrogadas durante estas redadas, la policía sólo encontró tres prostitutas extranjeras que pidieron ser repatriadas.

Las prostitutas europeas han estado luchando contra el acoso policiaco y el abuso por parte de los criminales. En España, donde la mayoría de las prostitutas son inmigrantes de Sudamérica, África y Europa oriental, el Colectivo en Defensa de los Derechos de las Prostitutas organizó una manifestación en Madrid para exigir derechos laborales, tales como beneficios de seguridad social pagados por los patrones que, según una portavoz, les ayudarán "a tratar de pagar sus enormes deudas a las mafias que las metieron de manera ilegal en el país" (New York Times, 19 de enero de 2004).

¡EE.UU., ONU y OTAN, fuera de los Balcanes ya!

Uno de los resultados nocivos de la propaganda es que encubre los verdaderos crímenes de tráfico y prostitución forzados que sí ocurren. La situación probablemente se encuentra peor en los Balcanes, donde la devastación de la contrarrevolución capitalista fue amplificada por la sangrienta guerra imperialista de los EE.UU. y la OTAN contra Serbia en 1999. El criminal odio étnico, promovido por la fractura del antiguo estado obrero deformado multinacional yugoslavo a lo largo de líneas nacionales, hace erupción continuamente. Los refugiados de la guerra y los conflictos étnicos se encuentran desesperados por abandonar el área. Al mismo tiempo, la ocupación militar por parte de miles de tropas de EE.UU. y la ONU proporciona a la prostitución una fuente fértil de consumidores dispuestos a pagar.

Estos factores convergen para hacer de los Balcanes el centro del tráfico de seres humanos en Europa. Los traficantes traen mujeres de Rusia y otros países de Europa oriental para dotar a los burdeles de personal, mientras que los albaneses y otros tratan de salir hacia las capitales de Europa occidental. El gobierno estadounidense sostiene que organizaciones criminales controlan el tráfico de "esclavos sexuales" pero el tráfico en los Balcanes ha sido relacionado directamente con el personal de EE.UU., la ONU y la OTAN. En una declaración del 24 de abril de 2002 al House Committee on International Relations [Comité sobre las Relaciones Internacionales de la Cámara Baja], David Lamb, un investigador de derechos humanos en los Balcanes que analizó la prostitución forzada en esa área, responsabilizó del tráfico a la complicidad y el encubrimiento por parte de la ONU: "La trata de esclavas sexuales en Bosnia existe en buena medida debido a la operación de paz de la ONU.... El tráfico de mujeres para la prostitución forzada y el negocio de la prostitución son controlados por los jefes del crimen organizado, la mayoría de los cuales llegaron al poder como agresivos y despiadados comandantes del ejército o las milicias durante la guerra." Describiendo las dificultades en la investigación de estos abusos afirmó: "Cada vez que durante las investigaciones aparecía la participación de personal de la ONU, el apoyo del cuartel general de la ONU se desvanecía.... Mis investigadores y yo tuvimos la experiencia de un intento de encubrimiento sorprendente, que parecía extenderse a los niveles más altos del cuartel general de la ONU."

Los informes de la prensa han detallado la participación del personal tanto de las Naciones Unidas como de DynCorp, un contratista militar del Pentágono, en la operación de redes sexuales en los Balcanes; las mujeres son llevadas desde otros países de Europa oriental a Bosnia, donde les son confiscados sus pasaportes ("El ejército secreto lucrativo de los EE.UU.", New York Times, 13 de octubre de 2002; "Bosnia: La policía de la ONU acusada de estar implicada en la prostitución", Associated Press, 19 de junio de 2001). En lo que respecta a las otras fuerzas de la OTAN, un artículo en el Junge Welt, "El burdel infantil de Tetovo: Escándalo sexual encubierto entre los soldados de la Bundeswehr en los Balcanes" (1o de marzo de 2001), reveló una discusión al interior de la coalición de verdes y socialdemócratas gobernante en Alemania en torno a la posibilidad de que el ejército organizara "burdeles para los soldados". Se informa que Angelika Beer, portavoz del Partido Verde, expresó la "preocupación" gubernamental "por el bienestar sicológico y por tanto la disponibilidad para el combate" de las fuerzas armadas alemanas en el extranjero como la razón para establecer burdeles de mädchen alemanas para proteger a las tropas de las mujeres balcánicas, supuestamente enfermas y menores de edad. La propuesta recordaba mucho a los burdeles controlados por el estado que la Wehrmacht administró mediante el sistema de campos de concentración en la Europa ocupada por los nazis.

EE.UU. despotrica sobre la "esclavitud sexual" cuando los peores ejemplos de prostitución forzada tienen lugar precisamente en una zona ocupada militarmente por EE.UU. y la ONU. Cuando en 1993 el Demócrata Bill Clinton amenazó con intervenir militarmente contra los serbios en medio de una masacre interétnica generalizada, algunos de los gritos de guerra más estruendosos provinieron de las feministas proimperialistas, que explotaron los informes de violaciones masivas y brutalidad sexual en Bosnia para instar al yugo militar estadounidense a "salvar" a las mujeres musulmanas bosnias. La National Organization for Women [Organización Nacional para las Mujeres] incluso llamó por sanciones del Fondo Monetario Internacional, el odiado cártel internacional de banqueros que durante décadas ha sometido a cientos de millones de pobres en el Tercer Mundo a brutales políticas de hambre.

La guerra inevitablemente fomenta la prostitución; es sólo una cuestión del grado de brutalidad. Desde el general de la Guerra Civil estadounidense Joe Hooker, cuyo apellido comúnmente se considera la fuente de una nueva palabra en el inglés estadounidense para describir a la profesión más antigua del mundo [hooker significa prostituta en inglés], hasta las estaciones de descanso establecidas en Tailandia para los soldados estadounidenses con permiso durante la sangrienta guerra imperialista contra Vietnam, la prostitución es un componente inevitable del tren del ejército.

Remontándose a una guerra imperialista previa, el autor Lujo Basserman escribió:

"Cuando la arrogante frase de la Reina Victoria de que la existencia de las prostitutas constituía una afrenta contra Su Majestad fue reportada en Berlín, una ramera registrada de nombre Christine Leichtfuss comentó...'prefiero ser el personaje disipado que soy que tener la responsabilidad de Victoria por la Guerra de los Boers'."

The Oldest Profession: A History of Prostitution (La profesión más antigua: Una historia de la prostitución, Nueva York: Dorset Press, 1967)

¡Plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes!

La clase dominante no quiere eliminar a los inmigrantes de la fuerza de trabajo, sino que, por el contrario, busca beneficiarse de la inmigración por cualesquiera medios posibles. Por ejemplo, en EE.UU. los inmigrantes mexicanos sirven como parte del ejército de reserva de mano de obra; son particularmente necesarios para la agricultura de California, pero cuando la necesidad económica se agota, pueden ser deportados rápidamente. Los inmigrantes también ocupan empleos especialmente onerosos y mal pagados que quienes pueden trabajar legalmente en EE.UU. no harían a cambio de la miseria que se paga por ellos. El nivel de desesperación que pueden alcanzar es el tema de la película Dirty Pretty Things [estrenada como Negocios ocultos en España y Negocios entrañables en México], en la que inmigrantes ilegales venden sus riñones a cambio de pasaportes y jóvenes mujeres le hacen sexo oral a sus sucios jefes para conservar su empleo en espantosos talleres basados en la superexplotación de las obreras [sweatshops]. Muchos inmigrantes envían una gran parte de sus ganancias, si no es que casi todas, de vuelta a casa para mantener a sus familias. La mitad de los 120 millones de inmigrantes legales e ilegales del mundo son mujeres, que generalmente trabajan como niñeras, sirvientas u otro tipo de empleadas domésticas y, algunas veces, en el comercio sexual.

En Global Woman: Nannies, Maids, and Sex Workers in the New Economy [Mujer global: niñeras, empleadas domésticas y trabajadoras sexuales en la nueva economía], editado por Barbara Ehrenreich y Arlie Russell Hochschild (Nueva York: Henry Holt, 2002), la introducción describe un programa gubernamental en Sri Lanka que insta a las mujeres a migrar en busca de empleos domésticos, dejando a sus niños con sus parientes en su país. Un autor informa que del 34 al 54 por ciento de la población de las Filipinas es mantenida por los envíos de dinero de trabajadores inmigrantes, cuyos fondos son la fuente más grande de divisas en la economía, casi 7 mil millones de dólares en 1999. Dos terceras partes de los trabajadores migrantes filipinos son mujeres.

Aunque Bush la ha declarado un "mal especial", el hecho es que la prostitución bien puede ofrecer, para muchas mujeres, una mejor perspectiva de trabajo que la servidumbre en los campos de sus lugares de origen o el devastador trabajo en las fábricas o las demás alternativas sombrías que tiene un inmigrante "ilegal" en el extranjero. Millones de mujeres inmigrantes lavan los sanitarios y los pisos, tienden las camas, alimentan a los bebés y los ancianos y trabajan en los talleres de superexplotación más espantosos, haciendo el trabajo más servil y despreciado mientras soportan abusos racistas y machistas. Salarios de hambre, ninguna clase de prestaciones, largas horas y golpizas y ataques sexuales son por demás comunes.

Muchas de las trabajadoras más explotadas en el continente americano trabajan en las maquiladoras, las áreas fronterizas de "libre comercio" en México que han sido fuente de enormes ganancias para las corporaciones imperialistas. Allí las mujeres, muchas de las cuales apenas tienen 16 años, padecen la exposición a químicos venenosos y sufren de dolores y deformaciones en los dedos a causa de los repetitivos movimientos mecánicos en las líneas de ensamblaje. Muchas se ven obligadas a soportar revisiones en las que tienen que desvestirse; algunas han sido forzadas a ofrecer pruebas de que no están embarazadas como condición para acceder al empleo. La lucha de clases conjunta de obreros y obreras en ambos lados de la frontera es una necesidad urgente conforme los capitalistas estadounidenses continúan su rapiña de "libre comercio" contra México.

Prostitución: ¿Qué se esconde en una palabra?

Aunque la mayor parte de la gente diría que sabe lo que es, la definición de prostitución revela la perspectiva de la persona que la da. Los reconocidos expertos en sexualidad humana William H. Masters y Virginia E. Johnson comentan: "La prostitución es siempre difícil de definir dado que los seres humanos han utilizado siempre el sexo para obtener cosas deseables como comida, dinero, bienes, ascensos y poder" (Sex and Human Loving [El sexo y el amor humano, Boston: Little, Brown, 1988]).

El estatus de la prostituta se relaciona con el estatus de la mujer en general en la sociedad, en sí mismo una medida del avance de una sociedad. De ese modo, las condiciones que enfrentan las prostitutas varían ampliamente dependiendo de la época, el lugar y la clase. En el mundo industrializado, en el que las mujeres tienen un mayor acceso a la educación y el empleo, las prostitutas tienden a estar entre las más pobres y desesperadas. Las estadísticas varían ampliamente, pero hay algunas tendencias observables: en los EE.UU., por lo menos, un amplio porcentaje de las prostitutas carecen de competencia laboral y de educación secundaria. Dado el salvaje racismo de la sociedad estadounidense, no es sorprendente que las mujeres negras tengan una representación desproporcionadamente alta entre las prostitutas —especial mente entre las que son arrestadas y encarceladas—. En San Francisco, según el Sex Workers Outreach Project [Proyecto de Enlace con los Trabajadores Sexuales], 57 por ciento de las prostitutas son negras (la ciudad en su conjunto sólo es un 8 por ciento negra). Varias fuentes confirman un hecho notable: las adolescentes que se van de casa, que huyendo de una situación familiar miserable tienen de hecho muy pocas opciones, frecuentemente se vuelven prostitutas.

Hay un mundo de diferencias entre la vida lujosa y llevadera de una dueña de un burdel de Hollywood como Heidi Fleiss (que igual terminó tras las rejas) y la de la prostituta callejera drogadicta e infectada de SIDA en un gueto empobrecido, sin opciones y sin salida. Sin embargo, todas las prostitutas son sometidas al oprobio social generalizado de la hipocresía y el moralismo burgueses, que las hace víctimas fáciles del abuso, las golpizas, la violación y el robo. Las prostitutas reciben lo más duro del odio contra las mujeres. Por ejemplo, durante los 80, el "asesino de Green River", Gary Leon Ridgway, asesinó a 48 mujeres en el área de Seattle, Washington; la mayoría eran prostitutas de la calle, que había seleccionado como blancos porque creía que podía salirse con la suya.

En sociedades económicamente atrasadas, en la medida en que el estatus de la mujer es más bajo y sus opciones son más limitadas, en esa medida la prostitución se vuelve una alternativa más atractiva a la virtual esclavitud familiar. En el antiguo Japón, por ejemplo, sólo las mujeres más hermosas y cultas se convertían en geishas.

Un "crimen sin víctima"

Bajo la legislación capitalista la prostitución generalmente es ilegal o se encuentra fuertemente regulada, pero los marxistas consideran que se trata de un "crimen sin víctima", como el uso de drogas, los juegos de azar, la pornografía, el sexo homosexual y el estupro. Actividades como ésas son consideradas crímenes en los EE.UU. porque la moralidad burguesa cristiana las considera pecados. Desde el punto de vista de la clase obrera, el acto de tener sexo para recibir dinero no es un crimen ni de parte de la prostituta ni de parte del cliente. Aunque reconocemos que la prostitución resulta degradante y explotadora en la mayoría de los casos, no emitimos juicios morales sobre ésta, sea practicada por una "call girl" con tarifas altas o por una mujer obligada a entrar en la industria por deudas con una banda criminal o por la dura, racista y cruel realidad del capitalismo.

Algunos argumentan que la prostitución no es un "crimen sin víctima" porque las prostitutas son ellas mismas las víctimas. El dirigente de la Revolución Rusa, V.I. Lenin, identificó la fuente de la victimización de las prostitutas: "Estos seres son víctimas de la sociedad burguesa, dignas de lástima por dos conceptos. Son víctimas de su maldito régimen de propiedad y son además víctimas de su maldita hipocresía moral" (Clara Zetkin, Recuerdos sobre Lenin). Pero las prostitutas no son víctimas del acto de la prostitución en sí mismo. Como explican Masters y Johnson: "La parte perjudicial de la prostitución femenina no se encuentra en la actividad sexual misma, sino en los males que frecuentemente acompañan a la prostitución: explotación por parte del crimen organizado y/o los proxenetas, enfermedades venéreas, drogadicción, el riesgo de daño físico del sexo 'no convencional' o del ataque por parte de un cliente y la incapacidad de ahorrar dinero para satisfacer necesidades futuras." Nosotros agregaríamos que en muchas sociedades el estigma del sexo "inmoral" (que se refiere a todo el sexo fuera del matrimonio) puede conducir al ostracismo permanente o incluso al asesinato, como sucede con los "asesinatos de honor" de las mujeres que han "deshonrado" a sus familias.

La penalización misma de la prostitución empuja a la prostituta a un medio lumpen, lo que complica o elimina sus posibilidades de acceso a los servicios sociales y la hace más vulnerable al crimen organizado y a los caprichos de su proxeneta. También actúa como una fuente de corrupción policiaca y de victimización individual. Nos oponemos a todas las leyes contra los "crímenes sin víctimas" y luchamos por la separación de la iglesia y el estado. Nos oponemos a la interferencia gubernamental en la vida privada y sexual de las personas, al igual que a cualquier penalización categórica de un acto sexual, como sucede con las reaccionarias leyes que instituyen una mínima "edad de consentimiento" que tratan de imponerle a los adolescentes una existencia asexual. Estamos a favor del concepto de consenso efectivo, es decir, que lo único que importa en todo acto sexual es el entendimiento y el acuerdo mutuo entre las partes.

Al llamar por el fin de esas leyes no creemos, sin embargo, que esas prácticas deben ser una cuestión frente a la que el movimiento socialista deba mostrarse indiferente. El uso recreativo de las drogas es asunto del usuario y de nadie más, pero la drogadicción o el alcoholismo generalizados merman la energía revolucionaria de la clase obrera y otros sectores de los oprimidos. La opresión social engendra el alcoholismo y la drogadicción entre los pobres, pero éstos deben ser combatidos mediante la autoridad moral del movimiento socialista proletario y no a través de la coerción estatal. La cacería de brujas gubernamental contra las drogas ha desatado el terror policial masivo sobre los guetos y los barrios y ha arrojado a cientos de miles a la cárcel.

En el caso de las prostitutas inmigrantes, es también necesario luchar contra las deportaciones racistas y por plenos derechos de ciudadanía para todos en el país en el que viven, sin importar cómo llegaron. Las empleadas domésticas y las prostitutas son especialmente vulnerables dado que se encuentran aisladas en las casas de sus patrones o en las calles, alejadas de la producción social y el movimiento obrero. Sin embargo, las trabajadoras inmigrantes constituyen una parte del creciente y cada vez más combativo sector inmigrante de la clase obrera estadounidense. La contradicción es capturada en la película Bread and Roses [estrenada en México como Lejos de casa y en España como Pan y rosas] de Ken Loach, la historia de la lucha por sindicalizar a los trabajadores, en su mayoría indocumentados, que limpian los edificios corporativos de oficinas de Los Ángeles. La película se centra en unas hermanas latinas inmigrantes: una que se acuesta con el jefe para conseguirle un empleo a su hermana y otra que dirige el esfuerzo de sindicalización de la campaña "Justice for Janitors" [Justicia para los Trabajadores de Limpieza] del Service Employees International Union [Sindicato Internacional de Empleados de Servicios]. Lejos de ser víctimas indefensas, las trabajadoras inmigrantes desempeñarán un poderoso papel como combatientes revolucionarias en el partido multirracial internacionalista de la clase obrera que nosotros los marxistas luchamos por construir. Un partido así combatiría también toda instancia de opresión de la mujer, como parte de su misión para enlazar las necesidades de las víctimas más oprimidas y degradadas del capitalismo con el poder social del proletariado.

Una institución necesaria de la sociedad capitalista

En su texto marxista clásico sobre la opresión de la mujer, El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, Friedrich Engels dice del estado de las mujeres en la Grecia antigua:

"En Eurípides [Orestes] se designa a la mujer como un oikurema, como algo destinado a cuidar del hogar doméstico (la palabra es neutra), y, fuera de la procreación de los hijos, no era para el ateniense sino la criada principal. El hombre tenía sus ejercicios gimnásticos y sus discusiones públicas, cosas de las que estaba excluida la mujer; además solía tener esclavas a su disposición, y, en la época floreciente de Atenas, una prostitución muy extensa y protegida, en todo caso, por el Estado. Precisamente, sobre la base de esa prostitución se desarrollaron las mujeres griegas que sobresalen del nivel general de la mujer del Mundo Antiguo por su ingenio y su gusto artístico, lo mismo que las espartanas sobresalen por su carácter. Pero el hecho de que para convertirse en mujer fuese preciso ser antes hetaira, es la condenación más severa de la familia ateniense."

En su libro, Engels, basándose en la información científica entonces disponible, traza el desarrollo de la institución de la familia desde las tribus o los clanes comunistas primitivos hasta la división de la sociedad en clases. La antigua sociedad de cazadores y recolectores era una de igualdad entre el hombre y la mujer, donde la necesaria división del trabajo, basada en el papel que desempeñaban las mujeres en la procreación, no conllevaba subordinación alguna basada en el sexo. Dado que sólo se conocía la madre de un niño, la consanguinidad se determinaba generalmente según la línea femenina. Pero con el desarrollo de una clase dominante propietaria patriarcal se hizo necesario contar con un medio seguro para la herencia de propiedad y poder, y eso implicaba la fidelidad forzada de la esposa para determinar la paternidad de los niños. El estado apareció para asegurar la dominación de la clase en el poder mediante la fuerza. Fue así que nació la familia monógama, en la que el matrimonio significaba la subyugación de las mujeres por los hombres y la destrucción del derecho materno. Como dijo Engels, "el triunfo de la propiedad privada sobre la propiedad común primitiva, originada espontáneamente" trajo consigo "la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo".

Engels critica las costumbres del matrimonio burgués de su propia época, cuando las hijas solteras de la clase dominante eran rematadas al mejor postor en el mercado nupcial (el tema de muchas novelas europeas del siglo XIX). Comenta:

"[E]ste matrimonio de conveniencia se convierte a menudo en la más vil de las prostituciones, a veces por ambas partes, pero mucho más habitualmente en la mujer; ésta sólo se diferencia de la cortesana ordinaria en que no alquila su cuerpo a ratos como una asalariada, sino que lo vende de una vez para siempre, como una esclava. Y a todos los matrimonios de conveniencia les viene de molde la frase de Fourier: 'Así como en gramática dos negaciones equivalen a una afirmación, de igual manera en la moral conyugal dos prostituciones equivalen a una virtud'."

Es la institución de la familia lo que introduce el dinero en las relaciones sexuales. Ya sea que se rente a una prostituta por hora o a una esposa de por vida, la familia y la opresión de la mujer están basadas en la propiedad privada, y los códigos religiosos de la moralidad y la legalidad capitalista son todo lo que distingue a la esposa de la prostituta en este sentido fundamental. Ha sido demostrado estadísticamente que muchas mujeres sufren un detrimento en su calidad de vida como resultado del divorcio, en tanto que para acceder a los servicios médicos en EE.UU. es necesario tener un empleo o estar casado con alguien que lo tenga. Aunque la dote y el precio de novia ya no son comunes en las sociedades occidentales, hoy en día los ejemplos más obvios de la relación entre el dinero y el matrimonio son los estipendios pagados por una parte del matrimonio disuelto a la otra por orden de la corte ("palimony"), los contratos prenupciales y el negocio de la litigación de los divorcios, tema de la disparatada comedia Intolerable Cruelty [estrenada en España como Crueldad intolerable y en Latinoamérica como El amor cuesta caro].

En la sociedad capitalista de hoy en día, un propósito de la institución de la familia es imponer sobre la clase obrera la carga de criar a la siguiente generación. La madre es subyugada al pesado trabajo doméstico y al cuidado y crianza de los jóvenes, los viejos y los enfermos, mientras que los niños son criados como la siguiente generación de trabajadores asalariados y se les enseña a respetar la autoridad. La familia también ejerce un efecto conservador sobre el hombre, que se supone debe mantener a su familia como parte de la definición misma de la masculinidad. Que una gran parte de la población —si no es que la mayoría— no viva según este modelo sólo sirve para hacer que la burguesía entre en un frenesí reaccionario de los "valores familiares" mientras trata de cimentar su tambaleante institución.

El "aburrimiento mortal sufrido en común y que se llama felicidad doméstica", nos dice Engels, tiene además otro resultado: "El adulterio, prohibido y castigado rigurosamente, pero indestructible, llegó a ser una institución social irremediable, junto a la monogamia y al heterismo." El problema es que, para nuestra especie mamífera gregaria, adaptarse a la monogamia heterosexual de por vida es casi como impedir que un volcán haga erupción. A pesar de castigos tan crueles como la muerte por lapidación (como instruye la Biblia, por ejemplo) la gente se empeña en contravenir el comportamiento sexual "correcto" que se le insta a seguir, y lo hace, además, con notable imaginación. De este conflicto entre las exigencias de la sociedad de clases y los más íntimos sentimientos y deseos personales provienen la alienación, la horrible hipocresía, el sufrimiento y la frustración, así como los cuentos sobre el amor en éxtasis, desde Lancelot y Ginebra hasta La traviata y The Hours [Las Horas].

La prostituta desempeña un papel en todos los niveles. Al nivel sexual, compensa los complejos y los temores que pueden impedir el disfrute del sexo, sobre todo entre las mujeres. Muchos clientes acuden a las prostitutas en busca de sexo "no convencional" —el tipo de cosas que uno quiere mantener oculto de la esposa, la familia, los vecinos y los colegas—. La prostitución homosexual masculina es ciertamente un ejemplo de primer orden en este sentido. Como dice la historiadora social Hilary Evans en Harlots, Whores and Hookers: A History of Prostitution (Meretrices, rameras y busconas: Una historia de la prostitución, Nueva York: Dorset Press, 1979), es necesario "reconocer lo que las dueñas de burdeles y las prostitutas perspicaces han sabido por años: que, con la excepción del nivel más bajo, la prostituta está proporcionando mucho más que un cuerpo físico para satisfacer una necesidad física."

El marxista alemán August Bebel dijo en su trabajo clásico La mujer y el socialismo, "la prostitución es una institución social necesaria del mundo burgués, exactamente lo mismo que la policía, el ejército activo, la Iglesia y la patronal." Aunque nos oponemos a la penalización de la prostitución bajo la sociedad capitalista, vemos la prostitución como un componente de la opresión de la mujer, análogo a la institución de la familia. Bajo el socialismo, la familia será remplazada con el cuidado de los hijos y el trabajo doméstico realizados de manera comunal, permitiéndole a las mujeres participar plenamente en la vida social, económica y política. La capacitación laboral y la educación estarán abiertas para todos, con estipendios para todos los estudiantes, lo que permitirá que los adolescentes vivan independientes de sus familias. El control de la natalidad y el aborto serán gratuitos y de libre acceso, con cuidado médico gratuito y de calidad para todos. El sexo será liberado del fisgoneo de los moralistas entrometidos y los policías corruptos. La liberación de la prostituta no puede ser separada de la liberación de la mujer en su conjunto, y la prostitución morirá sólo cuando sea remplazada la institución de la familia. ¡Por la liberación de la mujer mediante la revolución socialista!

El pánico de la "trata de blancas" en EE.UU. y la situación de las mujeres

Chillando desde la portada de la New York Times Magazine del 25 de enero de 2004, el artículo de Peter Landesman "Esclavas sexuales en la calle principal: Las chicas de la casa de al lado" pintaba un retrato sensacionalista sobre residencias familiares cada dos cuadras que son normales en apariencia, pero que esconden mujeres en "esclavitud sexual" que "a veces son asesinadas". Resulta que Landesman manipuló u omitió algunos de los hechos. Entre otros problemas, omitió mencionar que una de sus fuentes principales, la ex "esclava sexual" Andrea, que no puede recordar ni su nombre ni su edad verdaderos, está recuperándose del trastorno de personalidad múltiple. La controversia en torno al artículo de Landesman tuvo como resultado la admisión formal por parte del New York Times de que se habían cometido algunos errores. La portada sensacionalista de la revista, que muestra el cuerpo y las piernas con calcetas de una colegiala, era engañoso; el Times admitió que la joven tiene de hecho 19 años y que la foto fue retocada para eliminar la insignia de su escuela, en violación de la política del Times contra la modificación de las fotografías. Sin embargo, el Times afirmó que respaldaba los hechos según los cuenta el artículo de Landesman. Actualmente está en producción una película basada en el artículo, con guión de Landesman, que será dirigida por Roland Emmerich, conocido por thrillers de ciencia ficción como Independence Day [El día de la independencia].

El amarillismo exacerbado de Landesman hubiera encajado perfectamente en la histeria sobre la "trata de blancas" que sacudió Europa y Estados Unidos hace 100 años. Cuando la población que no venía de las regiones protestantes noreuropeas comenzó a predominar entre los inmigrantes llegados a EE.UU., este acontecimiento desató una serie de reacciones profundamente racistas y nativistas, con la acompañante histeria en torno al sexo, la religión y la cultura. De ese modo, aunque la política oficial del gobierno hacia la inmigración es determinada en su mayor parte por las necesidades de mano de obra de la economía, las cuestiones sociales y culturales desempeñan un papel importante.

Esto probablemente fue demostrado por primera vez de forma espectacular en reacción a la inmigración china al Oeste estadounidense, particularmente en lo que respecta a las mujeres. La ley federal Page de 1875 prohibió la entrada de trabajadores por contrato japoneses, chinos y "mongoles" y de las mujeres con el propósito de la prostitución. Esta exclusión prohibió de hecho que las mujeres chinas se reunieran con sus maridos, a excepción de las familias de los comerciantes, desde 1882 hasta 1943, cuando la ley fue finalmente modificada. Fue así como surgió un activo tráfico de prostitutas desde China, en el que alguien podía comprar una mujer y enviarla a un burdel en el extranjero —una verdadera esclavitud sexual—.

En algunos casos, cuando las empobrecidas familias chinas vendían a sus hijas a la prostitución estadounidense, las mujeres fielmente enviaban cientos de dólares a casa para ayudar a sus familias. Las mujeres con frecuencia sorprendían a los trabajadores sociales al negarse a abandonar su estado de servidumbre sexual para irse a las misiones cristianas. Las prostitutas de verdad siempre han tenido esperanzas y miedos más complicados que las criaturas míticas que los reformadores morales buscaban rescatar.

La prostitución se convirtió en una obsesión nacional durante la llamada Era Progresista, aproximadamente de 1900 a 1920, en la que un periodo de reformas capitalistas hizo de las leyes contra el vicio lo que son hoy en día. Los reformistas progresistas buscaban barrer con lo que consideraban lo peor de los abusos de la explotación capitalista en los centros urbanos, desde la falta de servicios médicos hasta la vivienda precaria y las condiciones de trabajo peligrosas. Algunos de los atributos políticos del progresismo son ilustrados por su campaña contra la prostitución, que constituyó en los hechos un debate acerca de la situación de la mujer en la sociedad, y que ha sido documentada en Intimate Matters: A History of Sexuality in America (Asuntos íntimos: Una historia de la sexualidad en Estados Unidos) de John D'Emilio y Estelle B. Freedman (Nueva York: Harper & Row, 1988).

La nueva oleada de inmigrantes posterior a 1900 provenía en gran medida del sur y el oriente de Europa; italianos, polacos, judíos y rusos, por ejemplo. Paralelamente, la tasa de natalidad se encontraba a la baja entre los protestantes blancos, al tiempo que aumentaba el número de divorcios, lo que dio pie a protestas sobre el "suicidio racial". Éste también fue un periodo en el que tuvo lugar un ingreso sin precedentes a la fuerza de trabajo, fuera del servicio doméstico, por parte de las mujeres. De 1900 a 1910 el número de mujeres asalariadas pasó de 5.3 a 7.6 millones, un incremento del 43 por ciento, concentrado en oficinas, telefónicas y fábricas. Al mismo tiempo, el sindicalismo y el activismo político crecieron entre las trabajadoras —lo que definitivamente no fue gracias a la burocracia racista y misógina de los sindicatos por oficio de la AFL—. En Nueva York, por ejemplo, el 8 de marzo de 1908 trabajadoras del Lower East Side celebraron por primera vez lo que más tarde se convertiría en el Día Internacional de la Mujer. En 1909, las trabajadoras del vestido se fueron a huelga en esa misma ciudad.

Este aumento en el trabajo asalariado dio pie a la aparición en las ciudades de una capa de mujeres obreras independientes y jóvenes. Es la observación marxista clásica de que el ingreso de las mujeres a la fuerza laboral representa el primer paso para su liberación del yugo familiar. En 1914, un informe de la Comisión de Vicios de Massachusetts lo dijo como sigue: "La temprana independencia económica de las jóvenes trabajadoras produce tentaciones y las vuelve intolerantes hacia la moderación. Se ha hecho costumbre entre las jóvenes mujeres andar por allí libremente, sin compañía."

En esa época, la prostitución era formalmente ilegal, aunque en general era tolerada en la mayoría de las ciudades estadounidenses. Cada ciudad tenía su zona roja, como Storyville en Nueva Orleans, la Levee en Chicago y la Barbary Coast en San Francisco, donde el vicio florecía. Desde luego, el movimiento reformista fue tras de éstas primero que nada. Los paladines contra el vicio llevaron a cabo marchas y servicios religiosos al aire libre en las zonas rojas.

En 1909 irrumpió en escena un pánico sensacionalista, iniciado por la revista McClure's de Chicago, que describía "una organización internacional judía para la trata de blancas". La histeria se extendió como el rayo, conforme emergían artículos y libros que, con títulos excitantes e ilustraciones espeluznantes, denunciaban una conspiración para secuestrar mujeres y obligarlas a prostituirse. Esta "trata de blancas" fue descrita como la operación de un cártel del crimen organizado internacionalmente, dirigido por extranjeros que traían prostitutas extranjeras a EE.UU. y también atraían por medio de engaños o secuestraban a millares de inocentes damiselas estadounidenses para someterlas a una vida de esclavitud y pecado.

Decenas de ciudades iniciaron investigaciones sobre la prostitución y la "trata de blancas". Un ejemplo de primer orden es el reporte de la Comisión de Vicios de Chicago de 1911, "El mal social en Chicago", que adaptó como su lema: "La represión constante y persistente de la prostitución, el método actual; la exterminación absoluta, el ideal máximo". El historiador Mark Thomas Connelly describe que estos reportes identificaban como "prostitución clandestina" "prácticamente cualquier actividad sexual femenina premarital o no monógama", es decir, todo acto sexual considerado una violación de la moralidad burguesa (The Response to Prostitution in the Progressive Era [La respuesta a la prostitución en la era progresista, Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1980]). La solución era desalentar toda actividad por parte de las mujeres fuera de los papeles tradicionalmente reservados a éstas, y se tomaron diversas medidas para tratar de forzar este resultado. Las personas activas en la campaña atacaron neverías, restaurantes, salones de baile, cantinas y al automóvil, exigiendo también la censura de las películas mientras instaban a las familias a mantener a sus hijas en casa y lejos de la fuerza de trabajo. Dado que el "mal social" estaba relacionado con el alcohol en la mente de los reformistas, el movimiento a favor de la Prohibición, que se convirtió en ley en 1920, adquirió bastante impulso. A pesar de la histeria, se descubrió muy poca evidencia de la "trata de blancas" y absolutamente ninguna de un cártel del crimen organizado internacionalmente.

Las prostitutas enfrentaban intimidación, explotación y violencia que no hicieron más que incrementarse durante esta persecución. Las que eran inmigrantes sufrieron aun más. Los racistas reformadores indignantemente le ad vertían a las mujeres "respetables" no entrar a esas "peligrosas" lavanderías chinas a menos que estuvieran escoltadas, so pena de terminar atrapadas en un burdel chino (James A. Morone, Hellfire Nation: The Politics of Sin in American History [Nación temerosa de Dios: la política del pecado en la his toria estadounidense, New Haven: Yale University Press, 2003]). Para 1920, una serie impresionante de leyes había clausurado las zonas rojas y empujado a la prostitución a la clandestinidad y a las calles. El control de la prostitución pasó de las madames y las prostitutas a los proxenetas, los mafiosos y los policías. La violencia física se incrementó rápidamente.

La cacería de brujas llegó a un punto máximo con el estallido de la Primera Guerra Mundial, durante la cual el miedo a las enfermedades venéreas promovió legislación gubernamental para "proteger" a los reclutas militares de las prostitutas. Para el fin de la guerra unas 30 mil mujeres habían sido arrestadas bajo sospechas de prostitución y encarceladas, frecuentemente sin el beneficio del debido proceso, un juicio o representación legal. La ley le permitía al gobierno encarcelar a cualquier mujer sospechosa de estar infectada de una enfermedad venérea, y su estilo de vida o los rumores sobre su vida sexual eran razón suficiente para un examen médico.

La Ley Mann y la cacería de brujas estadounidense

La ley más poderosa para la cacería de brujas que emergió del pánico de la "trata de blancas" fue la Ley Mann (1910), que tipificó como delito federal el transportar a una mujer a través de las fronteras estatales con "propósitos inmorales". Durante los ocho años siguientes, el Departamento de Justicia obtuvo casi 2 mil 200 sentencias por tráfico de mujeres. El título oficial de la ley es White Slave Traffic Act [Ley contra la Trata de Blancas], pero según el historiador David J. Langum, la primera arrestada fue una dueña de burdel que acompañaba a cinco prostitutas que iban por voluntad propia de Chicago a Michigan (Crossing Over the Line: Legislating Morality and the Mann Act [Cruzando la línea: La legislación de la moralidad y la Ley Mann. Chicago: University of Chicago Press, 1994]). Muy pronto, la Corte Suprema de Justicia interpretó que la ley aplicaba también a las relaciones sexuales no comerciales. En el caso Caminetti de 1917, dos muchachos casados de Sacramento, California, fueron arrestados por tomar un tren a Reno, Nevada, con sus amantes. La aplicación de la Ley Mann dio inicio a la transformación de la entonces diminuta Oficina de Investigación de una oficinita en Washington al FBI de cobertura nacional.

Una de las primeras víctimas de la Ley Mann fue Jack Johnson, un boxeador campeón de los pesos pesados que se convirtió en un héroe de las oprimidas masas negras a lo largo del país cuando obtuvo su título. Pero los racistas no iban a permitir que Johnson se durmiera en sus laureles, especialmente dado que era conocido por sus relaciones con mujeres blancas. Cuando los agentes federales convencieron a la prostituta blanca Belle Schreiber de testificar que Johnson le había pagado para que viajara de Pittsburgh a Chicago "con propósitos inmorales", allanaron el camino para incriminarlo bajo la Ley Mann. En mayo de 1913 un jurado totalmente blanco condenó a Johnson, que fue sentenciado a un año de cárcel.

La Ley Mann sigue vigente en los Estados Unidos. Aunque ha sido enmendada de modo que ya no pueda ser usada tan fácilmente contra parejas que no estén casadas que atraviesan fronteras estatales, otras enmiendas han fortalecido sus capacidades. Actualmente aplica también a "víctimas" masculinas, y ha sido utilizada para reprimir a gays dedicados a la prostitución en Washington, D.C.

La alianza espuria de las feministas y la derecha religiosa

Hoy en día, las historias de los peligros de las neverías y demás quedan reservadas para la cacería de brujas contra una supuesta epidemia nacional de abuso contra los niños, que mete todo dentro de la misma categoría, desde la violación y el homicidio brutal de Megan Kanka hasta el sexo consensual con una persona menor de 18 años. No hace mucho tiempo que acusaciones incluso más ridículas de crímenes sexuales acapararon los titulares e incluso movilizaron a la policía para que persiguiera a gente inocente. A lo largo de los años 80, decenas de personas terminaron en la cárcel, acusadas de crímenes que nunca tuvieron lugar, en el contexto del pánico en torno al "abuso satánico ritual" de los niños que asistían a las guarderías. Esta histeria fue también organizada por el estado capitalista, la derecha religiosa y el movimiento feminista estadounidense.

La alianza espuria entre éstos comenzó en los años 80, cuan do Women Against Pornography [Mujeres Contra la Por nografía] declaró que la pornografía era la "causa" de la vio lencia contra las mujeres y Andrea Dworkin y Catharine MacKinnon elaboraron un proyecto de ley (más tarde declarado inconstitucional) que redefinía la pornografía como "la su bordinación sexualmente explícita de las mujeres". La ideología feminista desempeñó un papel de primer orden apo yando y justificando la campaña de censura del gobierno para llevar a cabo redadas en las que cerraron tienditas de la es quina que alquilaban videos de clasificación X y atacaron al arte erótico. Mientras tanto, los extremistas antiaborto in cen diaban clínicas y amenazaban de muerte a los doctores que realizaban abortos, pero la reacción del movimiento fe minista oficial fue llamar al estado racista y misógino a "proteger" el derecho al aborto. Hoy en día, las feministas llaman a ese mismo estado a que supuestamente "libere" prostitutas y "esclavas sexuales" a través de la campaña contra el tráfico.

La gurú feminista de la cruzada contra la "esclavitud sexual" es Kathleen Barry, profesora de sociología en el departamento de Desarrollo Humano y Estudios de la Familia de la Pennsylvania State University. Su libro Female Sexual Slavery (La esclavitud sexual femenina, Nueva York: Prentice-Hall, 1979) es considerado la obra seminal en el movimiento contra el tráfico. Barry más tarde adaptó sus puntos de vista para abarcar de hecho una gran cantidad de cosas en su definición de "esclavitud sexual":

"La esclavitud sexual femenina no sólo incluye a las mujeres en la prostitución controladas por los proxenetas, sino también a las esposas en matrimonios controlados por sus maridos y las hijas que son violadas incestuosamente por sus padres. Mi definición...rompe con la distinción tradicional entre la prostitución 'forzada' y la prostitución 'libre' y entre esposas y rameras. Cuando las mujeres y/o las niñas son mantenidas a lo largo del tiempo, para propósitos sexuales, se encuentran en condiciones de esclavitud.... La esclavitud es un aspecto de la violación de las mujeres y las niñas en la prostitución, el matrimonio y las familias."

The Prostitution of Sexuality (La prostitución de la sexualidad, Nueva York: New York University Press, 1995)

Y por si acaso hubiese dejado algo fuera, Barry argumenta que lo que no es "esclavitud sexual" es explotación sexual. Las mujeres, dice ella, creen en el amor, pero los hombres lo único que quieren es sexo. Y escribió todo un libro de 381 páginas sólo para repetir esa vieja tontería.

La voluminosa literatura contra el tráfico está salpicada de pies de página y referencias a los escritos de Barry, que le dan un aura de respetabilidad académica a lo que no son más que diatribas antisexo. Pero Barry no es simplemente una teórica. En 1980 llevó a cabo sus primeras reuniones internacionales sobre el tema, seguidas de una conferencia internacional en Rotterdam en 1983. En 1988 fundó CATW, que lucha incansablemente para modificar las leyes contra la prostitución de modo que, como establece actualmente la ley en Suecia, el que sea penalizado sea el consumidor en vez de la prostituta.

La Network of Sex Work Projects [Red de Proyectos de Trabajo Sexual], una organización que lucha por los derechos de los sexoservidores, organizó una manifestación en protesta contra la política de la CATW en la Conferencia Internacional contra el SIDA en Barcelona, en julio de 2002. Su volante, "La campaña contra el trabajo sexual y el tráfico: una amenaza a la salud y los derechos humanos de los trabajadores sexuales" (www.nswp.org), afirma en una parte:

"La CATW publicó recientemente una 'lista negra' de organizaciones que reciben fondos de EE.UU., acusándolas de 'promover la prostitución'. Esta lista negra incluye organizaciones muy conocidas y respetadas que proporcionan cuidados esenciales y servicios de prevención contra el VIH."

La CATW fue una de las 13 organizaciones feministas que cabildearon en el Congreso estadounidense para hacer aprobar la Ley para la Protección de Víctimas del Tráfico; las otras incluían a la Feminist Majority [Mayoría Feminista], la National Organization for Women y Equality Now [Igualdad Ya]. Éstas hicieron frente común con el congresista Chris Smith, patrocinador de la ley y extremista contra el aborto, y con la International Justice Mission [Misión Internacional por la Justicia], un grupo de misioneros cristianos que lanza redadas sobre burdeles asiáticos para "liberar" a las prostitutas, mientras graban las cámaras de Dateline, noticiero televisivo de la cadena NBC. En retribución por la colaboración de las feministas, la directora del Protection Project [Proyecto Protección] contra el tráfico y editora de la biblia antipornográfica Take Back the Night [Recuperar la noche], Laura Lederer, fue nombrada a una importante posición en la oficina contra el tráfico del Departamento de Estado estado unidense.

¡Por la liberación de la mujer mediante la revolución socialista!

Al funcionar como un instrumento ideológico del estado capitalista, el establishment del feminismo estadounidense simplemente desempeña su papel como vocero de las mujeres burguesas y pequeñoburguesas cuya única objeción hacia la sociedad capitalista es que les impide el pleno acceso al club masculino del poder de la clase dominante. Pero para la mayoría de las mujeres el sistema del imperialismo capitalista significa desempleo, indigencia y carencia de servicios médicos, o, en el caso de las mujeres del Tercer Mundo, prácticas opresivas como la mutilación genital femenina o la segregación forzada bajo el velo. En el Tercer Mundo, la mayor parte de las mujeres ven morir a sus hijos y mueren jóvenes ellas mismas, con frecuencia durante el parto o después de un aborto mal realizado. Separar a la prostitución como un problema que de algún modo es peor que toda esa brutalidad sólo puede servir a los intereses de los ideólogos burgueses que respaldan al imperialismo estadounidense.

La cruzada contra la "esclavitud sexual" es un asunto cínico y peligroso, tanto porque legitima la persecución gubernamental de los inmigrantes como porque llama a la autoridad estatal a intervenir como árbitro moral en nuestros asuntos más íntimos; refuerza la cacería de brujas antisexo como un todo y desvía la atención de la verdadera violencia perpetrada todos los días contra las mujeres y los niños en este sistema clasista. A la alienación social de un sistema en el cual las masas de gente son herramientas para el enriquecimiento de los pocos se agregan además las desigualdades institucionalizadas por raza, religión, nacionalidad y sexo. La violencia contra las mujeres emana en parte de las profundas inseguridades sexuales engendradas por la represión y la irracionalidad social.

Las mujeres han combatido en las filas de toda y cada una de las luchas revolucionarias en este planeta, desde las mujeres de París que marcharon sobre Versalles al inicio de la Gran Revolución Francesa de 1789 hasta las obreras que fueron la chispa para la Revolución Rusa el Día Internacional de la Mujer de 1917 con una marcha exigiendo comida para sus hambrientas familias. Hoy en día, después de la contrarrevolución capitalista en la URSS y Europa oriental, la lucha por los derechos de la mujer ha asumido una importancia política incluso mayor. La Liga Comunista Internacional busca organizar el valor y la dedicación de las obreras combativas bajo la bandera de un partido revolucionario proletario. El requisito para la emancipación de la mujer es el derrocamiento revolucionario del orden capitalista, que explota a las mujeres como trabajadoras y las oprime como esclavas domésticas.

Como dijimos en "El asunto de la 'violación en las citas': histeria feminista y cacería de brujas antisexo" (Women and Revolution No. 43, invierno de 1993-primavera de 1994):

"Para crear relaciones genuinamente libres y equitativas entre la gente en todas las esferas, incluyendo la sexual, se requiere nada menos que la destrucción de este sistema de clases y la creación de un mundo comunista. En una sociedad sin clases las restricciones económicas y sociales sobre las relaciones sexuales no existirán y, en palabras de Friedrich Engels, ya no habrá 'más causa determinante que la inclinación recíproca'."

Spartacist (edición en español) No. 33

SpE No. 33

enero de 2004

·

Los orígenes del comunismo japonés, el debate sobre "la revolución por etapas" y la ocupación estadounidense

La Restauración Meiji: Una revolución proburguesa no democráctica

·

40 años de Spartacist

Hacia el renacimiento de la IV Internacional

·

IV Conferencia Internacional de la LCI, otoño de 2003

La lucha por la continuidad revolucionaria en el mundo postsoviético

·

Campaña en los EE.UU. contra los inmigrantes, las mujeres y la sexualidad

Cruzada de los EE.UU. y la ONU contra el "tráfico sexual"

(Mujer y Revolución)