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Espartaco No. 38 |
Junio de 2013 |
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Sobre Marx, Maximiliano y México
Carta
La siguiente carta fue dirigida a Jacob Zorn de la Spartacist League/U.S. con relación al artículo anterior. Reproducimos en su totalidad la carta; la respuesta de WV No. 1015 (11 de enero de 2013) se publica resumida.
10 de agosto de 2012
Seguí de cerca su artículo sobre la Guerra México-Estados Unidos en “Black History and the Class Struggle, No. 22”. Lo hice porque soy texano y antiguo corresponsal de un periódico en México. Estaba ansioso por saber lo que la SL tenía que decir: el grupo hace una investigación histórica impresionante.
Por años he argumentado que la revolución de Texas fue un levantamiento proesclavista, y también que el imperialismo estadounidense data de la guerra con México. Su artículo me convenció de que quizá EE.UU. no estaba listo para el imperialismo en ese momento.
Sin embargo, por mucho tiempo he creído que Marx tomó lado con la invasión de México por parte de Maximiliano, escribiendo en el sentido de que “arrastraría a México hacia el mundo moderno”. Leí eso hace muchos años en una publicación mexicana. Pero ustedes no lo mencionan.
Pensé que era importante dado que la invasión de Maximiliano ocurrió después de 1854, la fecha que ustedes citan como la de la última defensa de Marx de la Intervención Estadounidense en México. Así que busqué en mis “Obras Completas”, pero no pude encontrar nada al respecto.
O yo estoy en lo incorrecto sobre la visión de Marx respecto a Maximiliano, o ustedes pasaron por alto algo. ¿Me pueden decir cuál fue? Si estoy en un error, no quiero persistir.
Si saben de cualquier fuente respecto a Marx/Maximiliano/Juárez, también me gustaría saber.
Atte.,
D.R.
WV responde:
Todo lo que hemos leído sobre Karl Marx y/o Friedrich Engels se opone a la incursión francesa en México, que estableció el dominio del “Emperador” Maximiliano de Habsburgo de 1864 a 1867. De hecho, en un artículo en el Daily Tribune de noviembre de 1861, Marx denunció la inminente invasión de tropas francesas, así como británicas y españolas, como “una de las empresas más monstruosas que jamás se hayan registrado en los anales de la historia internacional” (“La intervención en México”).
De 1858 a 1861, liberales y conservadores pelearon una sangrienta guerra civil en México, la “Guerra de Reforma”. Ésta inició cuando los conservadores se resistieron a los esfuerzos del gobierno por limitar el poder de la reaccionaria Iglesia Católica, incluyendo el decretar la separación de la iglesia y el estado y el confiscar propiedades de la iglesia. Cuando las fuerzas del presidente liberal radical Benito Juárez emergieron victoriosas pero en bancarrota, su gobierno declaró una moratoria de dos años en el pago de la deuda externa del país. Esto enfureció a los gobiernos británico, francés y español (encabezados por la Reina Victoria, el Emperador Napoleón III y la Reina Isabel II, respectivamente), cuya reacción fue firmar la Convención de Londres en octubre de 1861. Con este pacto se comprometieron a ocupar la aduana del puerto de Veracruz para poder recolectar sus pagos.
En su artículo del Daily Tribune, Marx predijo que “la intervención conjunta, sin otro fin declarado, salvo el de rescatar a México de la anarquía, producirá precisamente el efecto opuesto, debilitará al gobierno constitucional, fortalecerá al partido clerical mediante el abastecimiento de bayonetas francesas y españolas, reavivará las brasas de la guerra civil y, en lugar de extinguirla, restaurará la anarquía al máximo”. Para enero de 1862, miles de tropas británicas, francesas y españolas habían desembarcado en Veracruz. Aunque los británicos y españoles desistieron pronto, los franceses continuaron con su invasión, forzando la retirada del gobierno de Juárez hacia el norte del país. Intentando establecer una monarquía en México, los franceses —con el respaldo de fuerzas de los propietarios antijuaristas— coronaron al austriaco Maximiliano I de Habsburgo en 1864.
Para 1867, las fuerzas de Juárez habían derrotado a Maximiliano, en parte con la ayuda de Estados Unidos. Este país había emergido victorioso recientemente de la Guerra Civil en contra de la esclavocracia —el último gran acto progresista de la burguesía estadounidense (y el preludio para el surgimiento de EE.UU. en las siguientes décadas como una potencia imperialista)—. En una nota al pie en el Volumen I de El capital, Marx señaló que en México, como en varios países, “la esclavitud se encuentra disimulada bajo una forma que lleva el nombre de peonaje... Juárez había abolido el peonaje en México. El presunto emperador Maximiliano lo restableció por medio de un decreto que la Cámara de Representantes de Washington denunció, con razón, como un decreto para el restablecimiento de la esclavitud en México”.
D.R. parece estar confundiendo la actitud que Marx y Engels adoptaron hacia esta incursión con su apoyo anterior a la guerra de EE.UU. en contra de México (1846-48). Ciertamente no tomaron como progreso social la intervención francesa que instaló a Maximiliano, cuyo árbol familiar incluía al Emperador Carlos V, a nombre del cual Hernán Cortés había conquistado México para los Habsburgo en el siglo XVI.
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