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Espartaco No. 33 |
Primavera de 2011 |
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20 años de Espartaco
Con esta edición, saludamos los primeros 20 años de Espartaco, órgano del Grupo Espartaquista de México, sección de la Liga Comunista Internacional (Cuartainternacionalista). Procurando llevar a sus lectores una perspectiva internacionalista con base en las lecciones de las luchas de los obreros y oprimidos alrededor del mundo, durante estos 20 años Espartaco se ha mantenido fiel al propósito que le dio origen, “llenar un enorme vacío: la ausencia en este país de una auténtica voz del comunismo de Marx, Lenin y Trotsky. Espartaco debe servir como ‘organizador colectivo’ e instrumento de educación marxista para la construcción de un grupo de propaganda luchador, núcleo del partido leninista de la clase obrera en México” (“Qué es y qué quiere Espartaco”, Espartaco No. 1, invierno de 1990-91). Junto con Spartacist (Edición en español), órgano del Comité Ejecutivo Internacional de la LCI, Espartaco ha desempeñado un papel clave en el forjamiento de nuestro aún modesto grupo combativo de propaganda en México.
A finales de los años 80, un pequeño grupo de militantes espartaquistas llegó a México en busca de unos cuantos comunistas subjetivos susceptibles de romper con el enraizado nacionalismo y el seguidismo a “su propia” burguesía, que han caracterizado a la izquierda mexicana, para tomar el camino de Lenin y Trotsky. Como explicamos en Espartaco No. 1:
“La publicación de Espartaco fue hecha posible por la fusión del GEM con la Fracción Trotskista, que en mayo [de 1990] fue expulsada del Partido Obrero Socialista [hoy Liga de Trabajadores por el Socialismo, LTS] (organización de seguidores disidentes del fallecido seudotrotskista argentino Nahuel Moreno). En el boletín Del morenismo al trotskismo—La Cuestión Rusa a quemarropa [julio de 1990], documentamos cómo el cuestionamiento por parte de la FT del apoyo morenista a una reunificación capitalista de Alemania condujo a la ruptura de estos camaradas con toda la tradición y programa de los revisionistas seudotrotskistas”.
En la fundación del GEM fue crucial el programa trotskista revolucionario de defensa militar incondicional del estado obrero degenerado soviético y los estados obreros deformados de Europa Oriental contra el imperialismo y la contrarrevolución interna, así como la lucha por una revolución política proletaria para echar del poder a las burocracias estalinistas gobernantes. La destrucción contrarrevolucionaria de la URSS en 1991-92 fue una derrota histórico-mundial para el proletariado. Sin embargo, la LCI fue única en mantenerse en su puesto hasta el último momento en defensa de las conquistas de la Revolución de Octubre. La “cuestión rusa”, reflejada en artículos como “El morenismo antisoviético en el frente de la contrarrevolución” (Espartaco No. 1) o “¿A dónde va la Unión Soviética?” (No. 2, verano-otoño de 1991), y en el penetrante análisis retrospectivo “Cómo fue estrangulado el estado obrero soviético” (No. 4, primavera de 1993), fue y sigue siendo clave para el reclutamiento y la educación de nuevos jóvenes trotskistas, así como lo es su actual aplicación a los estados obreros deformados que aún existen: China, Corea del Norte, Cuba, Vietnam y Laos (ver, por ejemplo, “¡Defender la Revolución Cubana!”, No. 29, primavera de 2008).
El GEM basa su lucha en la perspectiva de la revolución permanente desarrollada por León Trotsky y confirmada por la Revolución de Octubre de 1917. En su núcleo se encuentra el entendimiento de que en la época imperialista, las tareas de la revolución democrático-burguesa en los países de desarrollo capitalista atrasado sólo pueden ser completadas por la dictadura del proletariado apoyada por el campesinado. Los países coloniales y semicoloniales sólo pueden obtener su genuina emancipación nacional bajo la dirección del proletariado revolucionario. Para abrir el camino al socialismo, se requiere la extensión de la revolución a los países capitalistas avanzados.
Con base en las enseñanzas del propio Trotsky —incluyendo durante su breve pero prolífica estancia en México— y el historial programático de la tendencia espartaquista, Espartaco se ha esforzado por servir a una nueva generación de cuadros trotskistas como una herramienta de intervención y educación en la revolución permanente y aspectos clave de su aplicación concreta a México y América Latina. Este propósito sólo puede llevarse a cabo en lucha constante contra el nacionalismo burgués que permea la conciencia de la clase obrera y la subordina a fuerzas burguesas como el PRD. Artículos como “Guerrillerismo pequeñoburgués vs. revolución proletaria” (No. 9, primavera-verano de 1997), “Un análisis marxista de la Revolución Mexicana de 1910” (No. 12, primavera-verano de 1999), “¡Romper con todos los partidos burgueses: PRI, PAN, PRD!” —un análisis del periodo de Lázaro Cárdenas y los orígenes de la CTM— (No. 14, otoño-invierno de 2000), “Venezuela: Nacionalismo populista vs. revolución proletaria” (No. 25, primavera de 2006) o “El desarrollo y la extensión de la teoría de la revolución permanente de León Trotsky” (No. 29, primavera de 2008) proporcionan un marco programático fundamental para la lucha por la revolución proletaria en el Tercer Mundo.
Nuestra prensa es un reflejo de nuestro propósito revolucionario. Como escribió Lenin en el ¿Qué hacer? (1902):
“El ideal del socialdemócrata [es decir, del comunista] no debe ser el secretario de tradeunión [sindicato], sino el tribuno popular, que sabe reaccionar contra toda manifestación de arbitrariedad y de opresión, dondequiera que se produzca y cualquiera que sea la capa o la clase social a que afecte; que sabe sintetizar todos estos hechos para trazar un cuadro de conjunto de la brutalidad policiaca y de la explotación capitalista; que sabe aprovechar el menor detalle para exponer ante todos sus convicciones socialistas y sus reivindicaciones democráticas, para explicar a todos y cada uno la importancia histórico-mundial de la lucha emancipadora del proletariado”.
En este país abrumadoramente católico, plagado de la ideología del machismo, la lucha de la LCI por la liberación de la mujer mediante la revolución socialista ha desempeñado también un papel fundamental en el forjamiento del GEM. La opresión de la mujer, la desigualdad social más vieja de la historia humana, se remonta al inicio de la propiedad privada y no podrá ser abolida mas que con la abolición de la sociedad dividida en clases. La familia es la institución social fundamental para la opresión de la mujer; en una sociedad socialista será remplazada con instituciones colectivas que se encargarán de las funciones actuales de la familia, como el criar la siguiente generación.
Reconociendo el carácter estratégico de esta cuestión para la revolución socialista, a lo largo de su historia Espartaco —mediante sus páginas de Mujer y Revolución— ha puesto particular atención a la lucha contra la opresión de la mujer, lo cual marca una distinción contrastante entre nosotros y el resto de la izquierda que se acomoda grotescamente a la ideología machista o bien va a la cola del feminismo burgués. Artículos como “De Berlín Oriental a Tashkent: La contrarrevolución capitalista pisotea a las mujeres” (Nos. 5, primavera de 1994, y 7, invierno de 1995-96), “¡Aborto libre y gratuito!” (No. 28, verano de 2007), “¡Abajo la campaña antisexo!” —en defensa de la artista Gloria Trevi contra una cacería de brujas— (No. 18, primavera-verano de 2002) o “Ciudad Juárez: Capitalismo y terror misógino” (No. 21, otoño-invierno de 2003) constituyen parte fundamental del acervo programático del espartaquismo en México.
Al celebrar estos 20 años de nuestra prensa trotskista, renovamos votos por continuar, al lado de nuestros camaradas de la LCI, la lucha por el forjamiento de un partido leninista-trotskista como parte de una IV Internacional reforjada que Trotsky reconocería como suya, “porque Espartaco significa fuego y espíritu, alma y corazón, voluntad y acción de la revolución del proletariado... Espartaco significa socialismo y revolución mundial” (Karl Liebknecht, 15 de enero de 1919).
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