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Espartaco No. 28

Verano de 2007

Mitin en Berlín: ¡Libertad inmediata a Mumia!

Mumia Abu-Jamal: El embuste contra un hombre inocente

Publicamos a continuación la presentación editada de la abogada del Partisan Defense Committee (Comité de Defensa Clasista, PDC), Rachel Wolkenstein, miembro del equipo legal de Mumia Abu-Jamal entre 1995 y 1999, en un mitin en Berlín el 12 de mayo, originalmente publicada en Workers Vanguard No. 894 (8 de junio de 2007), periódico de nuestros camaradas de la Spartacist League/U.S. El mitin fue convocado por el Comité de Defensa Social, la organización de defensa fraternal del PDC en Alemania, como parte de una campaña internacional para revitalizar las protestas masivas centradas en la clase obrera a favor de Mumia en vísperas de su audiencia ante el Tribunal de Apelaciones del Tercer Circuito de EE.UU. en Filadelfia, que escuchó argumentaciones orales el 17 de mayo en lo que podría ser la etapa final de procedimientos legales para el preso político en la antesala de la muerte Mumia Abu-Jamal.

Mientras más de 500 partidarios de Mumia se manifestaban fuera del tribunal y muchos otros asistían a la audiencia, los fiscales argumentaron reinstalar la pena de muerte que fue revocada por decisión del juez del tribunal federal de distrito William Yohn en 2001, que por lo demás sostuvo cada aspecto de la condena contra Mumia por el cargo falso de haber matado al oficial de policía de Filadelfia Daniel Faulkner en diciembre de 1981. A los abogados de Mumia, encabezados por Robert Bryan, se les permitió plantear sólo dos de más de 20 desafíos legales a la condena embustera: la selección del jurado con base en criterios de raza y la argumentación sumaria prejuiciosa del fiscal ante el jurado de que Mumia presentaría “apelación tras apelación”, lo cual minó el estándar de “duda razonable”.

Tras la audiencia del Tercer Circuito, Wolkenstein advirtió en contra de ilusiones en los procedimientos de apelación federales, y notó que “podrá haber una decisión en el transcurso de algunas semanas, y tal decisión, sea cual fuere, probablemente será apelada ante la reaccionaria Suprema Corte de EE.UU. Esto hace aún más urgente revitalizar las protestas de masas para liberar a Mumia sobre la base de que es inocente y es la víctima de un embuste político racista.”

Han pasado 25 años desde que Mumia fue declarado culpable del asesinato del oficial de policía de Filadelfia Daniel Faulkner, un crimen que la policía, la fiscalía y los tribunales saben que Mumia no cometió. Mumia ha estado en la antesala de la muerte todo este tiempo, aislado en una celda que él describe como vivir en un retrete. Fue víctima de un embuste por su activismo y convicciones políticas, por haber sido miembro del Partido Pantera Negra, simpatizante de MOVE y un periodista que luchó con pasión y convicción contra la inequidad racial, étnica y de clase, contra el terror policiaco y por la justicia social.

Como dijo Mumia hace unos 17 años, en la entrevista del video del PDC, From Death Row, This Is Mumia Abu-Jamal [Éste es Mumia Abu-Jamal, desde la antesala de la muerte], está “luchando por crear revolución en Estados Unidos. Revolución significa cambio total.” Desde entonces las ideas políticas de Mumia no han cambiado. No han logrado intimidarlo para que guarde silencio.

Para los gobernantes capitalistas, Mumia representa el espectro de la revuelta negra y de la oposición desafiante a su sistema de opresión racista. Para ellos, Mumia es un muerto con licencia. Todos los elementos del “sistema de justicia” apoyados por los dos partidos del capitalismo estadounidense, tanto Demócrata como Republicano, se han coludido para matar a este hombre inocente.

¿Por qué es necesario luchar por la causa de Mumia internacionalmente? El PDC retomó el caso de Mumia en 1987, hace unos 20 años, porque el caso de Mumia es la lucha contra el arma definitiva del terror estatal, la pena de muerte. Nos oponemos a la pena de muerte como cuestión de principios. No le concedemos al estado el derecho a decidir quién debe vivir y quién debe morir. En Estados Unidos la pena de muerte es una herencia de la esclavitud, es el linchamiento racista legalizado.

También retomamos el caso de Mumia como parte de la lucha en contra de que el estado juzgue como terroristas a quienes percibe como sus opositores políticos. El Partido Pantera Negra y la organización MOVE eran considerados los terroristas de su tiempo. Y eso quería decir que era legítimo que el estado los liquidara en la oscuridad de la noche y los acusara falsamente con vagos cargos de conspiración. Mumia fue blanco del Programa de Contrainteligencia del FBI (COINTELPRO), puesto bajo vigilancia diaria a los 15 años e incluido en la lista de quienes debían ser capturados e internados en campos de concentración. La condena y la sentencia de muerte de Mumia fueron la continuación de la vendetta del gobierno contra el Partido Pantera Negra que llevó al asesinato de 38 militantes y a las condenas embusteras de cientos, como parte de la ola creciente de embustes legales y tácticas de terror abiertas dirigidas contra la organización MOVE.

La lucha por Mumia Abu-Jamal tiene mucho que ver con la lucha contra la “guerra contra el terrorismo” después del 11 de septiembre, que ha llevado a una cacería de brujas contra inmigrantes, especialmente musulmanes, y ha justificado el desmantelamiento de los derechos democráticos y un aumento masivo en la vigilancia estatal y las medidas represivas, incluyendo el uso abierto de la tortura. La lucha de Mumia es la lucha por todos los inmigrantes, como el refugiado africano de 21 años Oury Jalloh, a quien el 7 de enero de 2005 quemaron vivo en su celda de Dessau, Alemania, atado de pies y manos; por izquierdistas como el militante de la Fracción Ejército Rojo (RAF) Wolfgang Grams, a quien los policías “antiterroristas” de la GSG-9 ejecutaron en 1993 de un tiro en la cabeza, y por sus camaradas de la RAF, que han estado presos por décadas como parte de una cacería de brujas anticomunista; por los izquierdistas perseguidos y arrestados a principios de esta semana a lo largo de Alemania por organizar protestas contra la reunión del G-8 del mes entrante en Heiligendamm; por los obreros que enfrentan mayores ataques a sus salarios, beneficios y derechos.

La lucha de Mumia es contra el terror estatal racista, como el que se refleja en el video de un instructor de la Bundeswehr (el ejército alemán) diciéndole a un soldado que se imaginara ametrallando a negros. En última instancia, el blanco de esta represión estatal es el movimiento obrero multirracial. La lucha por liberar a Mumia es parte de la lucha por la liberación negra, y de la lucha más amplia por la revolución socialista y la consecuente liberación de todos nosotros.

El juicio de Mumia: Un tribunal de pacotilla

Estamos aquí en vísperas de la apelación de Mumia en el tribunal federal que tendrá lugar el 17 de mayo. En cuestión de unos cuantos meses, el tribunal decidirá qué sigue para Mumia: la muerte, una vida en prisión o posiblemente más procedimientos legales. El tribunal federal de apelaciones de EE.UU. no está obligado a considerar todas las cuestiones que Mumia ha planteado —y prácticamente todo derecho democrático, desde la libertad de expresión y asociación hasta un juicio en conformidad con el debido proceso, fue violado en su caso—. El tribunal va a decidir si mantiene o no la sentencia de muerte. El tribunal no está considerando ninguna de las pruebas de la inocencia de Mumia o del embuste estatal. Los tribunales federales y estatales se han negado a considerar siquiera la confesión de Arnold Beverly de que fue él, y no Mumia, quien disparó y mató a Faulkner.

El tribunal federal de apelaciones va a permitir sólo tres de las más de 20 cuestiones legales del caso de Mumia. Éstas son el sesgo racial en la selección del jurado y la argumentación final prejuiciosa del fiscal de distrito que minaba el papel del jurado al afirmar que Mumia presentaría “apelación tras apelación”. Finalmente, el tribunal escuchará un reto a las irregulares y arbitrarias audiencias de linchamiento que siguieron a la condena de 1995 a 1997, ante el infame juez Albert Sabo, conocido popularmente como el Rey de la Antesala de la Muerte. Al momento del juicio de 1982, Sabo declaró abiertamente: “Voy a ayudar a freír a este n----r [epíteto racista en inglés remanente de la esclavitud].”

De hecho, los argumentos legales que se presentarán ante el tribunal de apelaciones ya habían sido investigados, desarrollados y formulados en tribunales inferiores por mí y por Jon Piper, otro abogado asociado con el PDC que formaba parte del equipo legal de Mumia. En abstracto, considerando las cuestiones de ley y factuales aplicables al caso de Mumia, no hay razón para que no gane la apelación. Pero la realidad es que los tribunales capitalistas no imparten justicia imparcial —y Mumia es un hombre que el estado quiere ver muerto—.

Para tener impacto en la decisión del tribunal tras las próximas apelaciones, es necesario y urgente, ahora más que nunca, que haya movilizaciones masivas basadas en la clase obrera internacional y en sus aliados. Las movilizaciones deben basarse en que Mumia es un hombre inocente, es “la voz de los sin voz”, alguien que está en la antesala de la muerte debido a un embuste político y racista. ¡Mumia nunca debió haber sido arrestado, condenado, sentenciado a muerte, ni debió haber pasado un solo día en la cárcel! ¡Nuestra lucha —y nuestra exigencia— es por la libertad inmediata de Mumia!

Pero en lugar de ello, la lucha por Mumia ha sido desmovilizada, y sigue siéndolo, por una política impulsada por los liberales y por la izquierda reformista de apelaciones impotentes a la justicia e imparcialidad de los tribunales capitalistas, representada por el llamado por un nuevo juicio, un proceso más justo. Para entender la política que está detrás de esta desmovilización —y para revertirla— examinemos primero las cuestiones legales y factuales en el caso de Mumia.

El embuste

La versión de la fiscalía es que en la madrugada del 9 de diciembre de 1981 había dos personas en la esquina de la calle Locust y la calle 13 de Filadelfia: Billy Cook, que es el hermano de Mumia, y Daniel Faulkner. Mumia, que entonces tenía 27 años y que era conocido por su afabilidad y su ecuanimidad, supuestamente vio al policía golpeando a su hermano, atravesó corriendo el estacionamiento y le disparó al policía en la espalda. Mientras éste caía, supuestamente le disparó a Mumia en el pecho. Entonces Mumia supuestamente se paró sobre el policía, que yacía de espaldas, y le disparó en la cabeza varias veces, “estilo ejecución”. Todas éstas son mentiras, un embuste fantástico por parte de la policía y la fiscalía.

En las audiencias del tribunal posteriores a la condena en el caso de Mumia, celebradas en 1995, 96 y 97, hace más de diez años, las pruebas de la fiscalía fueron refutadas una y otra vez; se demostró que se basaban en testigos que habían sido amenazados o corrompidos, pruebas balísticas inexistentes y una confesión completamente fabricada por la policía cerca de dos meses después del tiroteo.

Como explicaré más adelante, a nivel de los hechos, no hay ni un átomo de pruebas contra Mumia. ¿Qué es lo que el jurado tendría que escuchar y considerar?

Respecto a los testigos: Durante el juicio, la fiscalía produjo un supuesto testigo, la prostituta Cynthia White, que, según la policía, ahora está muerta. Ningún testigo, ni siquiera ella, testificó que Mumia le hubiera disparado a Faulkner. En el juicio de 1982, Cynthia White dijo haber visto a Mumia cruzar corriendo el estacionamiento pistola en mano. Pero desde entonces dos prostitutas y otra mujer que conocían a White han declarado que ella admitió que este testimonio era falso, producto de amenazas de la policía. Dos de estas mujeres enfrentaron un despiadado contrainterrogatorio en las audiencias posteriores a la condena. Dos testigos oculares, William Singletary y Dessie Hightower, declararon que White no estaba en la esquina durante el tiroteo.

El otro supuesto testigo ocular, un taxista llamado Robert Chobert, admitió en las audiencias posteriores a la condena haber recibido favores de los fiscales. Y admitió ante los investigadores de la defensa que su taxi no estaba estacionado donde la fiscalía afirmaba y que él no había estado en posición de ver nada. Esto ha sido confirmado por las fotografías de la escena recientemente dadas a conocer por Michael Schiffmann.

Respecto a la supuesta confesión de Mumia: La confesión que Mumia supuestamente hizo en el hospital la noche del tiroteo fue definitivamente expuesta en la audiencia de 1995 como una total fabricación de la policía y la fiscalía, inventada en una reunión con el fiscal de distrito en la que se preparó a los agentes para testificar durante el juicio, cerca de dos meses después del tiroteo. Ningún informe policiaco de esa noche menciona la confesión de Mumia y, de hecho, un policía que estuvo con él toda la noche dijo directamente que Mumia “no hizo ningún comentario”.

Respecto a la balística: La absoluta inexistencia de pruebas balísticas u otras pruebas físicas es clarísima. No hay prueba de que la pistola de Mumia haya sido disparada esa noche, y mucho menos de que la bala en la herida de la cabeza de Faulkner coincidiera con ella. Hay fotografías recientemente descubiertas que muestran a un policía en la escena tocando una pistola. Hay discrepancias en los reportes policiales sobre el tipo de balas en la pistola de Mumia. Falta un fragmento de bala de la herida de Faulkner y falta una radiografía forense del cuerpo. No hay ninguna prueba física de que se le haya disparado a Faulkner como dice la policía: directo a la cabeza mientras él yacía de espaldas en la banqueta. No hay marcas de bala en la banqueta. Las balas halladas en la escena no apoyan la trayectoria con la que Mumia habría disparado al policía, sino que muestran que hubo más de un tirador y que una de las balas vino de una dirección totalmente diferente a donde estaba Mumia.

Más aún, existen pruebas que apoyan directamente la inocencia de Mumia que ya fueron presentadas en las audiencias de 1995, 96 y 97. El veterano de Vietnam William Singletary fue testigo ocular del tiroteo y en 1995 declaró que Mumia llegó a la escena cuando ya le habían disparado a Faulkner y que el tirador, que llevaba una chamarra verde militar, salió del VW estacionado y luego huyó de la escena. Esto fue lo que Singletary dijo a la policía la noche del tiroteo, y fue amenazado repetidas veces, su gasolinera fue destruida y durante el juicio de 1982 le hicieron abandonar la ciudad. Otros testigos, incluyendo a Dessie Hightower, que declaró en el juicio, dijeron haber visto a alguien huir de la escena. En la audiencia posterior a la condena de 1995, Hightower contó que fue escogido a propósito para pasar por el detector de mentiras y otras formas de coerción en un intento para evitar que declarara en el juicio.

En 1996, Veronica Jones testificó haber visto a alguien salir corriendo de la escena y que la policía la había amenazado con un largo tiempo en prisión por cargos de hurto, a menos que en el juicio testificara lo contrario. En 1997, la prostituta Pamela Jenkins testificó que había otros policías presentes durante el tiroteo, incluyendo a un tal Larry Boston. También declaró en el tribunal que la prostituta Cynthia White era una informante de la policía y realizaba favores sexuales a oficiales. También apareció otro testigo que declaró haber visto a policías de civil presentes al momento del tiroteo.

La confesión de Beverly

Incluso dentro de los límites del totalmente sesgado tribunal de Sabo, las pruebas del fiscal de distrito fueron hechas añicos hace más de diez años. Sería razonable esperar que, conforme van surgiendo más y más pruebas de un encubrimiento deliberado por parte de la policía en los procedimientos del tribunal, un movimiento que defendiera a Mumia Abu-Jamal acogería bien estos acontecimientos legales. Las nuevas pruebas no podrían sino ayudar a una movilización en defensa de Mumia, sobre la base de su inocencia y del hecho de que un activista político negro fue víctima de un embuste por un estado decidido a verlo muerto. ¡Pero en los hechos estas pruebas legales fueron rechazadas! La supuesta izquierda en EE.UU., que tan tardíamente había tomado el caso de Mumia en 1995 y posteriormente no aceptó el llamado por la libertad inmediata de Mumia, en torno al cual se movilizó el PDC, rechazó esa exigencia como base para las protestas masivas, y en su lugar centró sus exigencias en el llamado por un nuevo juicio.

A principios de 1999, conforme nos preparábamos para la muy probable negativa a las apelaciones ante el tribunal de Pennsylvania y para los procedimientos federales de habeas corpus, Jon Piper y yo, junto con otros abogados, volvimos a revisar detalladamente los registros de los procedimientos anteriores y las pruebas del estado, y también renovamos los esfuerzos de investigación. En 1999, el hermano de Mumia admitió que el pasajero en su VW, Ken Freeman, dijo que estaba involucrado en el asesinato de Faulkner y que huyó de la escena después del tiroteo.

Arnold Beverly confesó que él, y no Mumia, le disparó a Faulkner y lo mató. Más aún, Beverly declaró que fue contratado para hacerlo, junto con alguien más, por la policía y la mafia porque Faulkner era un problema para los policías corruptos, al interferir con los sobornos, estafas, tráfico de drogas, etc. Beverly afirma que llevaba una chamarra verde militar y que él mismo también recibió un tiro esa noche. El contacto de la policía para el asesinato, según Beverly, era Larry Boston, a quien Pamela Jenkins dijo haber visto en la escena del crimen en las audiencias de 1997.

Cuando ocurrió el asesinato de Faulkner en 1981, había al menos tres investigaciones federales en curso respecto a la corrupción policiaca en Filadelfia, incluyendo las conexiones entre la policía y la mafia. Hace poco me enteré de que el Departamento de Justicia tenía pruebas contra casi 400 policías de Filadelfia por esas investigaciones, y quería formular acusaciones. Pero el juez federal que supervisaba la investigación dijo que escogieran sólo las 20 principales. De los agentes involucrados en el caso de Mumia, al menos un tercio fue acusado en uno u otro momento durante los siguientes años bajo cargos de corrupción.

Un informante del FBI que era clave para esas acusaciones federales confirmó que en el momento del asesinato de Faulkner, se sabía que los federales tenían un informante en la policía. Un antiguo fiscal federal reconoció que tenían un informante en la policía cuyo hermano también era un agente, como en el caso de Faulkner. El oficial en jefe de la División Central de Policía, donde tuvo lugar el asesinato de Faulkner, el jefe de la división de homicidios y un tal inspector Alfonzo Giordano estaban bajo investigación por cargos de corrupción. Estos agentes fueron la cadena de mando en el embuste contra Mumia.

El inspector Giordano era el oficial al mando en la escena y fue el testigo principal contra Mumia en la audiencia preliminar que tuvo lugar tras el arresto. Él no sólo era uno de los policías investigados por corrupción, sino que había sido la mano derecha de Frank Rizzo, antiguo jefe de policía y alcalde de Filadelfia. Giordano estuvo implicado en la vigilancia diaria de los militantes del Partido Pantera Negra y fue quien dirigió al escuadrón policial “de vigilancia” durante el ataque policiaco de 1970 contra los panteras de Filadelfia. Giordano fue el supervisor del sitio policiaco que durante un año se impuso a la casa de MOVE en Powelton Village. Él sabía exactamente quién era Mumia.

Debemos tener esto en mente al evaluar la confesión de Arnold Beverly. Recuerden las pruebas mentirosas de la fiscalía. Beverly declaró que hubo más de un tirador y que huyeron de la escena. Esto explica el que los testigos hayan visto a un pasajero en el VW y que hayan visto huir al tirador. La confesión de Beverly explica la falta de pruebas balísticas que apoyen la versión de la fiscalía: cómo ocurrió el tiroteo, la dirección de los disparos, los conflictos sobre el calibre del arma. Beverly afirma que no fue Faulkner quien le disparó a Mumia, sino otro policía en la escena. Eso concuerda con la trayectoria del disparo que recibió Mumia y la declaración de un policía de homicidios presente en la escena que afirmó que Mumia recibió el disparo de un policía que llegaba. La confesión es apoyada también por un testigo que afirmó que la pistola de Faulkner estaba en su funda cuando se lo llevaron de la escena. La pistola que supuestamente le pertenecía a Faulkner era probablemente una en desuso: estaba sucia e inoperable.

Más aún, cinco testigos, incluyendo a dos policías, afirmaron que el tirador llevaba una chamarra verde militar. Aquella noche, tanto Beverly como Freeman llevaban chamarras verdes militares. Pero Mumia llevaba una chamarra acolchonada de esquí roja con franjas anchas azules en el frente, y Billy Cook llevaba un saco estilo Nehru con botones de latón. Esto es una prueba incontrovertible de que en el lugar del tiroteo había al menos otra persona más aparte de Billy Cook y Mumia. Este hecho, junto con la trayectoria de la bala y la ausencia de pruebas balísticas de los disparos a Faulkner o a Mumia, refuta totalmente la versión de la policía y la fiscalía.

El que Mumia apareciera en la escena dio a los policías la oportunidad de matar dos pájaros de un tiro. Mumia era bien conocido. Había pasado poco tiempo, menos de diez años, entre la prominencia de Mumia como pantera negra y que se volviera un periodista y partidiario reconocido de MOVE. Y los juicios contra los militantes de MOVE, incluyendo los juicios que siguieron al sitio policiaco de Powelton Village, tuvieron lugar apenas un par de meses antes del asesinato de Faulkner.

Tras el asesinato de Faulkner, los policías trataron de matar a Mumia en la escena. Lo dejaron gravemente herido de un disparo en el pecho, que le perforó los pulmones y el hígado. Lo estrellaron contra un poste de luz y lo arrojaron a una vagoneta policiaca. Ahí, Giordano mismo golpeó a Mumia, y más tarde dijo que este último había confesado ahí haber matado a Faulkner y haber arrojado su pistola al suelo. El otro policía que viajaba en la vagoneta dijo que no hubo tal confesión. Giordano arregló la supuesta identificación de Mumia por parte del taxista Robert Chobert prometiéndole favores y protección de la policía. Giordano fue el agente que reportó que el arma de Mumia fue hallada en la calle (según los registros de radio de la policía, unos catorce minutos después de la llegada de hordas de policías a la zona). Esto contradice la versión oficial policiaca de que la pistola de Mumia fue hallada en el primer minuto. La intención de Giordano era terminar con él llevándolo al cuartel de policía para un interrogatorio. Esa noche, el crimen de Mumia fue también el haber sobrevivido al intento de los policías de matarlo.

Para completar la imagen: Pese a que Giordano era el oficial de más alto rango en la escena que supuestamente escuchó confesar a Mumia y que encontró el arma homicida, en el juicio nunca testificó. Renunció a la policía al día siguiente de terminado el juicio. En 1986, aceptó un trato por cargos federales basados en que había recibido decenas de miles de dólares en partidas ilegales entre 1979 y 1980. No pasó ni un día en la cárcel.

Los reformistas desmovilizan la lucha por Mumia

Así pues, las pruebas de la inocencia de Mumia son abrumadoras. Pero sus anteriores abogados suprimieron la confesión de Beverly y la totalidad de las pruebas que la apoyan. El por mucho tiempo “abogado de movimientos sociales”, Len Weinglass, rechazó estas pruebas por ser demasiado calientes e increíbles, y el coabogado Dan Williams dijo que llevarían a argumentar ¡que la policía había incriminado a sabiendas a un hombre inocente! Pero esto no es increíble, y decir que lo es niega la realidad de los policías y los tribunales.

De hecho, no tienen límite los ejemplos de inocentes conscientemente incriminados en los tribunales burgueses. Antes de que sus condenas fueran expuestas como completas fabricaciones del gobierno, los Cuatro de Guildford pasaron quince años en prisión, y los Seis de Birmingham estuvieron 16 años presos tras ser sentenciados en 1970 como parte de la guerra terrorista del imperialismo británico contra los nacionalistas irlandeses. Antes de ser liberado en 1997, el antiguo líder pantera negra Geronimo ji Jaga (Pratt) pasó 27 años en prisión por un asesinato que las propias grabaciones secretas del FBI probaban que no pudo haber cometido, mientras que el líder de los panteras negras de Nueva York, Dhoruba bin Wahad fue encarcelado 19 años por cargos embusteros hasta su liberación en 1990. La represión que vino con la “guerra contra el terrorismo” también ha cobrado muchas víctimas inocentes.

Además, el caso de Mumia ha sido presentado en un tribunal tras otro, y todos ellos han rechazado las pruebas del embuste y de su inocencia. Esto incluye tres audiencias donde se presentaron pruebas, tres mociones y dos apelaciones a la Suprema Corte Estatal de Pennsylvania, una petición federal de habeas corpus en el Tribunal de Distrito de EE.UU. y una petición federal actualizada y otra petición al tribunal estatal, así como tres solicitudes de audiencia en la Suprema Corte de EE.UU. Cuando un juez federal revocó la sentencia de muerte de Mumia en diciembre de 2001, la fiscalía presentó inmediatamente una apelación, de manera que Mumia no ha salido de la antesala de la muerte desde su condena en 1982.

Como abogada de Mumia, había luchado en el equipo legal por que se utilizaran las pruebas del embuste policiaco y de su inocencia. Cuando quedó perfectamente claro, con el rechazo de la confesión de Beverly, la declaración de Billy Cook y todo el resto de las pruebas respaldatorias, que el abogado principal de Mumia, Len Weinglass, no aceptaría esto, Jon Piper y yo renunciamos al equipo legal en julio de 1999. El negarse a llevar al tribunal la prueba de que es inocente fue una traición a la defensa legal de Mumia. Y esa traición halló un paralelo en los supuestos izquierdistas que están detrás de las coaliciones que operan bajo el título de “Libertad a Mumia” pero que se movilizan sobre la base de la confianza en la justicia e imparcialidad de los tribunales y llaman por un nuevo juicio justo para Mumia.

¿Cuál es el propósito de estos izquierdistas al exigir que este hombre, claramente inocente, sea sujeto a un nuevo juicio? Como ven, no hay pruebas a considerar. Mumia mismo presentó su propia declaración jurada afirmando su inocencia cuando la confesión de Beverly y otras pruebas fueron finalmente presentadas al tribunal en 2001, con un nuevo equipo legal. Mumia declaró: “No le disparé al oficial de policía Daniel Faulkner. No tuve nada que ver con el asesinato del oficial Faulkner. Soy inocente.”

Se ha levantado el argumento fraudulento de que la evidencia de Beverly es “divisionista”; pero desde 1995, mucho antes de la confesión de Beverly, la supuesta izquierda rechazó las pruebas sobre la magnitud del embuste estatal y las lecciones políticas que se desprenden de ello. Esto se hizo explícito en una “reunión de dirección” de unos 100 grupos e individuos —incluyendo al Workers World Party, Socialist Action, Solidarity y Refuse & Resist (organización asociada al Revolutionary Communist Party)— que debatieron la cuestión. La decisión impulsada por la izquierda reformista, representada también por la International Socialist Organization, fue “ampliar” el movimiento y acudir al “público en general”. Renunciaron a la exigencia de liberar a Mumia y de abolir la racista pena de muerte a favor de la consigna: Nuevo juicio para Mumia.

En todas las etapas del caso, la línea política de los reformistas ha sido que el próximo tribunal va a ser el justo. Cuando los tribunales estatales fallaron en contra de Mumia, se extendieron ilusiones de que el tribunal federal estadounidense fallaría de manera justa sobre su petición. Ahora están difundiendo ilusiones en la imparcialidad de los tribunales estadounidenses de apelaciones, pues el tribunal federal estadounidense confirmó la condena. Y entre un procedimiento de tribunal y otro, los reformistas no emprendieron movilizaciones significativas.

Éstas fueron, pura y simplemente, decisiones políticas. No se basaban en los hechos: la inocencia de Mumia y la enormidad del probado embuste. En lugar de ello, la izquierda reformista trató de limitar la movilización política en defensa de Mumia a un llamado a la imparcialidad de los tribunales. Apelan a fuerzas liberales burguesas que ven el caso de Mumia no como un embuste político y racista contra un hombre inocente, sino como un “error de la justicia” aislado, una aberración que amenaza con manchar el proceso democrático.

¡Incluso los papeles legales que presenté en 1995-97, aprobados por el abogado principal de Mumia de ese momento, Leonard Weinglass, no se centraban en el llamado por un nuevo juicio! Llamamos por que se retiraran los cargos debido a la magnitud del embuste. Porque si lidiáramos solamente en el plano de lo que dice la ley en Estados Unidos, la supresión y la falsificación de evidencia son tales que todo el caso debe anularse. Esto es parte de la razón por la que dije que llamar a la gente a movilizarse en torno a la exigencia de un nuevo juicio no se guía por preceptos legales, como se argumenta con frecuencia, sino por un programa político.

El sistema de injusticia capitalista

El de Mumia es un caso de la vida real de un embuste policiaco, un caso de estudio de la naturaleza de clase del estado capitalista que no es neutral. El estado, con sus policías y apoyado por los tribunales, es una máquina de violencia organizada al servicio de una clase, la clase capitalista, y existe para defender el sistema de producción de ganancias contra la clase obrera y contra las minorías. La función de los tribunales es impartir la injusticia capitalista. Ésa fue la lección de los mártires de Haymarket, anarquistas que en 1887 fueron ejecutados en Chicago por dirigir las luchas por la jornada de ocho horas; de los obreros anarquistas Sacco y Vanzetti, víctimas de un embuste en Massachusetts por cargos de homicidio y ejecutados en 1927; de los Muchachos de Scottsboro, nueve jóvenes negros arrestados en 1931 que pasaron casi dos décadas en los calabozos de Alabama por cargos falsos de violación, con ocho de ellos sentenciados a muerte; de Julius y Ethel Rosenberg, ejecutados en 1953 por cargos de espionaje como parte de la Guerra Fría antisoviética.

En la historia alemana ustedes tienen a Eugen Leviné, líder del levantamiento espartaquista en Bavaria, ejecutado en 1919 por el contrarrevolucionario gobierno socialdemócrata. Está el caso de Max Hoelz, un obrero autodidacta que organizó un Ejército Rojo en el área del Vogtland durante el derechista Putsch de Kapp de 1920 y estableció una fuerza de dos mil 500 partisanos en la Alemania Central durante la Acción de Marzo de 1921, por lo que fue sentenciado a cadena perpetua. Después de siete años en prisión se le otorgó una amnistía como resultado de un movimiento masivo en su defensa.

La consigna por un “nuevo juicio” representa un programa de confianza en los racistas tribunales capitalistas que en todos los niveles han mantenido la embustera condena de Mumia. En el infame caso Dred Scott de 1857, que santificó la esclavitud en EE.UU., la Suprema Corte dijo que un hombre negro no tiene ningún derecho que el hombre blanco esté obligado a respetar. El estado capitalista y sus tribunales han dejado claro que Mumia no tiene ningún derecho que los tribunales estén obligados a respetar.

De ahí la importancia de la evidencia de Beverly y el por qué ha sido suprimida en las batallas legales, así como en el plano político, tiene una respuesta simple. La evidencia de Beverly expone el fraude de que el sistema legal burgués estadounidense pueda impartir justicia. Demuestra la unidad de propósito de los policías, la fiscalía y los tribunales en sostener el interés de los gobernantes capitalistas. Deja claro que la injusticia contra Mumia no fue la acción de algún policía, fiscal o juez mal portados, sino de todo el funcionamiento del sistema de injusticia capitalista. La función de la izquierda reformista es actuar como un obstáculo al desarrollo de ese entendimiento. Promueven las mismas ilusiones en la “justicia de los tribunales” que los periodistas liberales David Lindorff y Michael Schiffmann, cuyos escritos, supuestamente a favor de Mumia, de hecho minan la lucha por su libertad (ver: “Defensa clasista contra fe en la ‘justicia’ capitalista”, WV No. 892, 11 de mayo).

Su propósito es promover la noción de que el estado burgués es inviolable. Esto significa negar la inocencia de Mumia. Significa negar la magnitud del embuste estatal, así como la razón por la cual se llevó a cabo. Todo esto sirve para desmovilizar y desarmar políticamente a quienes han sido atraídos por la causa de Mumia. Estas medidas políticas sirvieron para desmovilizar un movimiento internacional de masas. Han significado el rechazo a las razones mismas por las que millones alrededor del mundo han abrazado la causa de Mumia: la repulsión a las injusticias inherentes al capitalismo —la pobreza, la opresión racial, los prejuicios étnicos y la guerra—; la identificación con la lucha de Mumia en contra de “el sistema” y por justicia para toda la humanidad.

Para liberar a Mumia ahora, para salvarlo de la ejecución o de una muerte lenta en prisión, es necesario organizarse sobre la base de una defensa clasista. Si bien eso implica utilizar todos los procedimientos legales posibles, la defensa clasista se basa en el entendimiento de la naturaleza del estado capitalista, y de que no puede haber confianza alguna en los tribunales, sino que toda la confianza debe ponerse en el poder de la clase obrera y sus aliados.

Los tribunales no juzgan y llegan a un fallo en aislamiento. Puede ejercerse presión sobre ellos. Pero hace falta una movilización internacional de las masas, centralmente del movimiento obrero y sus aliados —la juventud, las minorías y los inmigrantes— para cambiar la marea y obtener la libertad de Mumia. Fue una movilización internacional, que de manera crucial incluyó sindicalistas desde Sudáfrica hasta Europa y Estados Unidos, lo que detuvo la mano del verdugo cuando Mumia estaba a diez días de su ejecución en 1995. Fue necesaria esa movilización para lograr que se suspendiera la ejecución y para empujar a los tribunales a cumplir con su obligación legal de permitirle a Mumia continuar sus apelaciones legales. Ahora, ante la posibilidad de que los tribunales reviertan la cancelación de la sentencia de muerte, lo que está en juego es la vida misma de Mumia: ya sea por ejecución o por la lenta muerte de la cadena perpetua.

El trabajo que ha asumido el PDC, nuestras organizaciones fraternales y la Liga Comunista Internacional en los últimos meses por reavivar la lucha por la libertad de Mumia sobre la base de que es un hombre inocente es un paso adelante. Cientos de individuos y organizaciones, incluyendo sindicatos que representan a decenas de miles de trabajadores, han firmado nuestra declaración enfatizando la inocencia de Mumia y exigiendo su libertad. Pero necesitamos un movimiento de masas basado en el poder de la clase obrera, el poder que se ve en su capacidad de retirar su fuerza de trabajo mediante la acción huelguística. Imaginen, por ejemplo, lo que significaría que los trabajadores de tránsito de Filadelfia y Nueva York se declararan en huelga, no sólo para conseguir un salario, atención médica y condiciones laborales decentes, sino también ¡para exigir la libertad de Mumia! Imaginen lo que significaría que el movimiento obrero retirara su fuerza en otros centros capitalistas, deteniendo las comunicaciones, los transportes y la industria, exigiendo: ¡libertad inmediata a Mumia!

Mumia enfrenta los vastos recursos del estado capitalista. Pero hay un camino a la victoria de Mumia, a su libertad. Éste parte del entendimiento de que el enemigo de clase no se detendrá ante nada —recurriendo a las mentiras así como al terror— en las calles y en los tribunales. La libertad de Mumia yace en entender que el poder de luchar y vencer está en la lucha de clases, en la movilización del proletariado multirracial y multiétnico. ¡Libertad inmediata a Mumia!

 

Espartaco No. 28

Espartaco No. 28

Verano de 2007

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Contra la ofensiva oscurantista de la iglesia y el PAN:

¡Aborto libre y gratuito!

¡Ninguna ilusión en AMLO y el PRD burgués! ¡Liberación de la mujer mediante la revolución socialista!

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Mitin en Berlín: ¡Libertad inmediata a Mumia!

Mumia Abu-Jamal: El embuste contra un hombre inocente

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La LTS-CC sobre Oaxaca:

Cretinismo electorero al servicio del PRD burgués

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Diana Kartsen, 1948-2007

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Programa de la Juventud Espartaquista

Joven Espartaco