|
Espartaco No. 25 |
Primavera de 2006 |
|
|
¡Romper con los Demócratas! ¡Forjar un partido obrero! Huelga del transporte público paraliza Nueva York ¡La acción obrera unida puede aplastar la Ley Taylor! El siguiente volante fue publicado originalmente el 20 de diciembre pasado por nuestros camaradas de la Spartacist League/U.S. y reimpreso en su periódico Workers Vanguard No. 861, 6 de enero de 2006, bajo el título de ¡Victoria a la huelga de los trabajadores del transporte!. El 20 de diciembre más de 30 mil trabajadores del metro y los autobuses urbanos de Nueva York, organizados en la Sección 100 del Sindicato de Trabajadores del Transporte (TWU, por sus siglas en inglés) y las secciones 726 y 1056 del Sindicato Unido del Transporte (ATU), se fueron a huelga en defensa de sus planes de jubilación y atención médica y otros derechos sindicales, no sólo para sí mismos, sino para los futuros trabajadores. Mostrando la falsedad de la ideología nacionalista generalizada en el Tercer Mundo, que sostiene que no hay lucha de clases al norte del Río Bravo, los poderosos sindicatos del transporte paralizaron durante tres días la capital financiera del monstruo imperialista y del mundo entero en una lucha en defensa de conquistas elementales que en México y casi todo el mundo han sido blanco de la ofensiva patronal.
Esta huelga demostró el potencial de vincular el poder social de la clase obrera a la furia de las masas negras de los guetos e inmigrantes de los barrios. Los huelguistas fueron vitoreados por la ciudad entera y, durante el segundo día de huelga, residentes del empobrecido vecindario de East New York en Brooklyn alzaron sus puños en apoyo a los cientos de piquetes del TWU que marchaban por la zona. Sin embargo, la demagogia antisindical del gobierno y los patrones sí ayudó a alimentar algo de sentimiento antihuelga, incluyendo entre tenderos e inmigrantes desesperados y temerosos de perder sus empleos.
Invocando la rompehuelgas Ley Taylor —que prohíbe huelgas en los servicios públicos— el estado y la patronal amenazaron con multas de dos días de pago por cada día en huelga a cada trabajador huelguista, multas millonarias al sindicato mismo e incluso con encarcelar a sus dirigentes. En este contexto, los dirigentes obreros de la ciudad y los traidores de la Internacional del TWU le dieron una puñalada por la espalda a los huelguistas. Los mencionados traidores notificaron a los huelguistas que tenían que cesar toda actividad huelguística o relacionada a la huelga y presentarse a trabajar. Abandonado por el resto de los dirigentes obreros, enfrentando multas y posible encarcelamiento, y con sus falsos amigos de la clase obrera Demócratas principalmente buscando dónde esconderse, el presidente de la Sección 100 del TWU, Roger Toussaint, levantó la huelga la tarde del día 22, sin tener siquiera un nuevo contrato y sin haber ganado la amnistía para los huelguistas.
Aunque la huelga hizo retroceder a los patrones en cuanto a sus exigencias respecto a las pensiones y a combinar trabajos para reducir la planta laboral y obligar a cada obrero a trabajar más y bajo condiciones más peligrosas, los dirigentes sindicales acordaron una nueva propuesta con los patrones que otorgaba a éstos concesiones importantes respecto a los planes de atención médica para los jubilados. El resentimiento de los huelguistas ante el despilfarro de su poder creció conforme se fueron enterando de los términos del nuevo contrato. A pesar de la campaña de los dirigentes sindicales a favor de la propuesta, ésta fue rechazada por la membresía a finales de enero por un estrecho margen de siete votos entre más de 22 mil. Sin embargo, el 14 de marzo, ¡Toussaint anunció que presentaría el mismo contrato a la membresía para que se votara otra vez!
Las membresías de las tres secciones huelguistas ya han sido golpeadas con multas, y los trabajadores de la Sección 100 del TWU siguen trabajando sin contrato. Además, sus dirigentes siguen bajo la amenaza de ir a prisión y los sindicatos bajo la amenaza de pauperización. La clase obrera mexicana —y del mundo entero— tiene un interés vital en apoyar a sus hermanos en lucha en las entrañas del monstruo imperialista.
Al irse a huelga por primera vez en 25 años, la Sección 100 del TWU (Sindicato de Trabajadores del Transporte) está desafiando la Ley Taylor y al poder represivo del gobierno capitalista. Todo trabajador —en Nueva York y alrededor del país— toda persona negra, todo latino, todo inmigrante tiene un interés directo en el resultado de esta batalla de clase. Si el TWU gana, comenzará a revertir años de derrotas de los trabajadores y de ataques racistas. Si los patrones no son detenidos, esto significará más ataques a los derechos sindicales, pensiones y prestaciones médicas para otros trabajadores de la ciudad y el estado. La clave para ganar esta huelga es forjar una alianza combativa de todos los sindicatos que dirija a las masas trabajadoras de la ciudad y a los pobres de los guetos y los barrios. Para empezar, eso significa parar las líneas regionales de LIRR, PATH y Metro-North hacia dentro y fuera de la ciudad de Nueva York. Los trabajadores ferroviarios en Metro-North se comprometieron a respetar las líneas de piquete del TWU. ¡Bien! ¡Rodeen Grand Central y Penn Station con piquetes masivos reforzados por todos los sindicatos! Los trabajadores del transporte no deben estar solos —¡por acción unida de los trabajadores para aplastar la Ley Taylor!—.
Con la antiobrera administración de Bush y su arsenal de la guerra contra el terrorismo erigido tras ellos, el gobernador Republicano Pataki, el multimillonario alcalde Bloomberg, los barones de los bienes raíces y los obscenamente ricos financieros que componen el consejo de administración de la MTA (Autoridad Metropolitana de Transporte) provocaron esta confrontación. Ellos quieren dividir a la fuerza laboral con esquemas multinivel, imponiendo condiciones más onerosas en la cobertura médica y las pensiones para los nuevos empleados. Pataki y compañía denuncian como codiciosos y criminales a los industriosos trabajadores miembros del TWU que mantienen esta ciudad andando y que están peleando no sólo por ellos mismos sino por la siguiente generación. Los criminales en esta sociedad son los gobernantes capitalistas que cruelmente dejaron a decenas de miles de negros y pobres pasar hambre y morir en Nueva Orleáns, que cierran escuelas y echan a nuestros jóvenes a infiernos en prisión, que masacran mujeres y niños en Irak y otros países en búsqueda de ganancias y poder. ¿Y qué hay de la criminalidad de los jefes de la MTA, que dejaron morir en el trabajo al operador de trenes Lewis Moore a principios de este mes al negarle atención médica por más de 20 minutos?
Si no tenemos el derecho a huelga, entonces no tenemos sindicatos en cualquier sentido verdadero. Pataki, el Demócrata procurador general estatal Eliot Spitzer y la MTA ya han invocado la Ley Taylor en contra de los trabajadores transportistas. Ahora los tribunales han seguido la demanda de Bloomberg por masivas multas de un millón de dólares al día, intentando hacer quebrar al sindicato y a sus miembros. Mientras tanto, el anterior alcalde Demócrata y completo cerdo racista Ed Koch chilla por duplicar estas multas cada día. En vista de posibles arrestos de funcionarios sindicales, es necesario organizar comités de huelga electos. Esto asegurará que la huelga no pueda ser decapitada y también que será dirigida por la membresía en su conjunto. Los abogados de la ciudad fueron capaces de usar la oposición criminal de la Internacional del TWU a la huelga de la Sección 100 para reforzar el ataque rompehuelgas contra el sindicato. ¡Todo miembro del TWU alrededor del país debe demandar que la Internacional repudie esta traición y apoye la huelga hasta el fin!
Bloomberg no puede arrestar a todos los 34 mil trabajadores del transporte, y Wall Street sabe que no puede dirigir el centro financiero del capitalismo estadounidense y mundial sin el metro y los autobuses. La única huelga ilegal es la que pierde: ¡ninguna represalia, ninguna multa y ninguna victimización! El TWU tiene un poder social verdadero —puede paralizar la Ciudad de Nueva York, y puede convertir a la Ley Taylor en letra muerta, justo como la huelga de 1966 hizo con la Ley Condon-Wadlin, la predecesora de la Ley Taylor—.
Pero no será fácil. Para que esta huelga gane, como puede y debe, el sindicato debe tener claro quiénes son sus amigos y quiénes sus enemigos. La sociedad entre el capital y el trabajo es una mentira. Cada huelga se reduce a una lucha frontal entre dos fuerzas —el trabajo y el capital— cuyos intereses son irreconciliables y están contrapuestos. El TWU debe contar solamente con el apoyo del resto del movimiento sindical y de los millones de pobres y trabajadores que usan los metros y autobuses. La solidaridad obrera no es una cuestión de discursos de aire caliente y donaciones simbólicas, sino la acción sindical conjunta en las líneas de piquete. ¡El sindicato de transportistas puede movilizar un amplio apoyo levantando su histórica demanda por transporte de masas gratuito y de calidad!
En el otro lado están los enemigos de la clase obrera: son el gobierno capitalista, los políticos capitalistas, los tribunales capitalistas y los policías que hacen cumplir los mandatos de los tribunales. Toda huelga muestra cómo el estado no es neutral sino un instrumento de coerción que salvaguarda los intereses capitalistas. Demandar al sindicato ante los tribunales, tal como casi cada fracción en la dirección del TWU lo ha hecho, es como tomar veneno de acción lenta. El PBA y los otros sindicatos de policías son enemigos de los obreros cuyo trabajo es salvaguardar la propiedad privada de los jefes. Patrick Lynch, dirigente del PBA, dijo que sus miembros, aunque están del otro lado de las barreras ahora están con ustedes en sus corazones. Claro que están en el otro lado de las barreras de la huelga, y quebrarán las cabezas de los trabajadores del transporte para demostrarlo —como lo hacen cada día con la gente en los guetos y los barrios—. Los policías, los guardias de seguridad y los Agentes de Protección de la Propiedad de la MTA no son trabajadores; ellos no tienen lugar en el movimiento obrero.
La membresía del TWU refleja que los negros, hispanos e inmigrantes de Nueva York, y muchos de los pobres y los obreros de la ciudad, simpatizan activamente con el sindicato y saludarían una victoria de éste como suya. Los ataques al sindicato, incluyendo la cruel disciplina de la administración que los trabajadores del TWU correctamente han denunciado como justicia de plantación, subrayan una verdad básica en los racistas Estados Unidos capitalistas: el destino del proletariado organizado está estrechamente unido al de las masas negras.
Al Sharpton, Jesse Jackson y las otras celebridades del Partido Demócrata que fueron invitados a adornar los templetes de las manifestaciones contractuales del TWU, promueven al partido de la Ley Taylor, del procurador general Spitzer y de la senadora Hillary Clinton, quien saludó el uso por parte de Spitzer de la Ley Taylor en contra del TWU en 1999. Jackson vincula la seguridad laboral con la seguridad nacional, como si los trabajadores debieran tomar parte en la reaccionaria guerra contra el terrorismo —una guerra contra los trabajadores, los inmigrantes y los negros—. Los Demócratas se presentan como amigos de los trabajadores para tomar una mejor posición para estrangular la lucha obrera, como lo hizo Jackson en el caso de la huelga de transportistas de L.A. en el año 2000.
Los trabajadores necesitan un partido que represente sus intereses de clase, un partido obrero que defienda la causa de todos los explotados y oprimidos. Los transportistas están demandado correctamente una parte del enorme excedente que su trabajo ha producido para la MTA. Pero no se trata sólo de la MTA. Todos los miles y miles de millones en ganancias que actualmente van a los cofres de un puñado de banqueros y corredores de Wall Street y acaudalados industriales es plusvalía generada por el sudor y la sangre de los trabajadores. En una sociedad socialista, ese excedente sería usado para reconstruir el decadente sistema del metro, las escuelas y los hospitales; para proporcionar transporte masivo y cuidado médico gratuitos, y educación gratuita, de calidad y racialmente integrada para todos; para proporcionar vivienda decente y accesible para todos. Pero para asegurar todas estas cosas se requiere una revolución obrera dirigida por un partido obrero multirracial que derroque el sistema capitalista y lo remplace con una sociedad socialista igualitaria al nivel internacional. La Spartacist League busca educar a los trabajadores en el entendimiento marxista de su papel histórico como los sepultureros de este sistema de explotación, racismo y guerra. ¡Victoria a la huelga de transportistas!
|