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Espartaco No. 25 |
Primavera de 2006 |
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Histeria racista contra la juventud de los guetos: Herramienta para desviar la lucha Protestas masivas sacuden Francia ¡No a un nuevo frente popular! ¡Por un partido revolucionario multiétnico para luchar por el poder obrero! A continuación traducimos, a manera de introducción a un suplemento de nuestros camaradas franceses, extractos de un artículo publicado en Workers Vanguard No. 867, periódico de la SL/U.S.
28 DE MARZO—Las protestas de obreros y estudiantes que sacuden Francia han creado la crisis política más aguda en años para la burguesía francesa y el gobierno derechista del presidente Jacques Chirac y el primer ministro Dominique de Villepin. Provocado por el intento gubernamental de imponer una nueva medida —el Contrato de Primer Empleo (CPE), que despoja a los trabajadores jóvenes de cualquier tipo de seguridad laboral—, el movimiento de protesta ha electrizado a los obreros en toda la Unión Europea. Éste es especialmente el caso de Alemania, donde, similarmente, el gobierno está tratando de echar atrás los salarios, derechos y prestaciones ganados por la clase obrera a través de décadas de lucha.
En las siete semanas desde que las protestas comenzaron, decenas de universidades alrededor del país han sido ocupadas por estudiantes o cerradas. El movimiento se extendió a las preparatorias del país y, en el último par de semanas, a los decadentes guetos de las minorías (banlieues) en las afueras de las ciudades francesas. De manera más importante, los sindicatos han desempeñado un papel activo en las protestas. La masiva y creciente respuesta en contra del CPE ha llevado a divisiones dentro de la burguesía, incluyendo la oposición a de Villepin en su propio partido.
El día de hoy, cerca de tres millones de personas salieron a las calles en toda Francia. Hubo huelgas de trabajadores ferrocarrileros, de transporte aéreo y urbano en más de 70 ciudades. Los maestros fueron ampliamente movilizados, con más del 50 por ciento de los maestros de preparatoria en huelga. Ésta fue la movilización huelguística más extensa desde el comienzo de la lucha contra el CPE, afectando no sólo al sector público sino también al privado, incluyendo las industrias automotrices y otras metalúrgicas, con su fuerza laboral en gran medida compuesta de minorías. Al mismo tiempo, las huelgas fueron parciales; el sistema de transporte público de París, por ejemplo, en gran parte continuó en funciones. El gobierno respondió con mano dura a las movilizaciones, con policías disparando gases lacrimógenos contra los manifestantes y llevando a cabo al menos 400 arrestos. Mientras los dirigentes sindicales y estudiantiles amenazan con más protestas contra el CPE, el gobierno de Villepin no muestra ninguna señal de echarse para atrás.
En un intento de dividir y descarrilar el movimiento de protestas y huelgas oponiendo a los trabajadores jóvenes y estudiantes a la juventud de las minorías oprimidas, el gobierno y la prensa han azuzado una histeria contra la violencia de los casseurs (vándalos), una palabra clave racista para referirse a los jóvenes de los guetos. La ira de la juventud de los guetos ante la incesante represión policiaca y la discriminación generalizada explotó en levantamientos masivos en todos los guetos franceses en noviembre pasado. La histeria racista en contra de los jóvenes de los guetos está siendo utilizada por las autoridades y sus voceros para tratar de desaparecer la sangrienta violencia de la policía. Cyril Ferez, un miembro del sindicato postal SUD-PTT, yace en coma tras haber sido golpeado por policías antimotines durante manifestaciones sindicales el 18 de marzo. Otro manifestante también sufrió trauma cerebral a manos de los policías. En la manifestación del 28 de marzo en París, la federación sindical SUD llevaba una manta en honor a Cyril Ferez y en contra de la represión que estuvo al frente de los contingentes sindicales en la marcha.
Existe un aire de manipulación, como dice la expresión francesa, en la histeria anticasseur. Uno de los peores alborotos supuestamente llevado a cabo por casseurs ocurrió en St. Denis al mismo tiempo que los representantes de la izquierda estaban planeando un referéndum para extender el voto a inmigrantes en elecciones municipales. La policía admite usar agentes vestidos de civiles para infiltrarse en las protestas estudiantiles, supuestamente para expulsar a los elementos violentos. Mientras tanto, el 14 de marzo fascistas del Frente Nacional y otros grupos, armados con barras de metal, atacaron a los estudiantes manifestantes cerca de la Sorbona bajo los ojos protectores de la policía antimotines CRS.
Desde el comienzo de las protestas contra el CPE, nuestros camaradas de la Ligue trotskyste de France han intervenido en las manifestaciones, asambleas estudiantiles y movilizaciones sindicales enfatizando la necesidad urgente de que el movimiento obrero y los estudiantes manifestantes abracen como propia la causa de los pobres de los guetos. Sin embargo, los falsos líderes sindicales, los reformistas partidos Comunista (PC) y Socialista (PS) y sus colas en la extrema izquierda han ayudado y alentado el ataque racista. De hecho, como señaló un suplemento del 15 de marzo de Le Bolchévik (ver más abajo): su apoyo al gobierno contra la revuelta de los jóvenes de los banlieues fue lo que envalentonó a de Villepin para lanzar el CPE y la ley de desigualdad de oportunidades en enero. Ahora los reformistas se han unido a la campaña de vituperios contra la violencia de los casseurs, y algunos organizadores de las protestas incluso han lanzado el llamado criminal a que los racistas policías echen a los jóvenes de los guetos de las manifestaciones.
En la marcha de hoy en París, muchos contingentes estuvieron rodeados por cadenas humanas con el propósito de excluir a la juventud de los banlieues. Hubo incidentes de policías encubiertos que impedían a los jóvenes en las aceras acercarse a los manifestantes en las calles. La federación sindical CFDT afiliada al PS anunció por sus altavoces su oposición a la violencia y su intención de luchar en contra de los vándalos que pudieran tratar de trastornar la manifestación. La LTF intervino en París y Rouen en las manifestaciones de hoy en oposición a la campaña en contra de la juventud de los guetos, vendiendo más de 150 copias de Le Bolchévik y distribuyendo miles de nuestros suplementos del 15 de marzo, titulado ¡Abajo la racista ley de igualdad de oportunidades que apunta contra la juventud de los banlieues! ¡Abajo el CPE! El PCF y la LCR buscan canalizar las protestas hacia la elección de un nuevo frente popular capitalista. A continuación publicamos una traducción del mismo.
15 DE MARZO—La represión policiaca y la intimidación contra los manifestantes anti-CPE (Contrato de Primer Empleo) se intensifican día tras día, con un número creciente de arrestos. ¡Liberación inmediata de todos los manifestantes encarcelados! ¡Abajo los cargos! La policía antimotines ataca a los estudiantes con gas lacrimógeno y macanazos de un modo que recuerda la ofensiva del estado que en noviembre hizo blanco de los jóvenes de origen africano y magrebí de barrios obreros que se rebelaron contra la opresión racista cotidiana y la muerte de dos jóvenes que huían de una redada policiaca en Clichy-sous-Bois. ¡Exigimos la liberación inmediata de estos jóvenes también y el retiro de todos los cargos!
El CPE impondría un sistema de dos categorías sobre los trabajadores, con un periodo de prueba de dos años para los jóvenes menores de 26 años. Los trabajadores jóvenes, independientemente de su origen étnico o social, se encontrarán a merced de los patrones: si se niegan una sola vez a trabajar horas extra, si se van a huelga una sola vez, si se les ve discutiendo con un activista sindical, si las trabajadoras se embarazan, etc., corren el riesgo de acabar en la calle. Si este ataque pasa, será generalizado al conjunto de los trabajadores con el objetivo de facilitar los despidos. Esta medida busca debilitar aún más al movimiento obrero y preparar nuevos ataques contra todos los trabajadores; por ello, la clase obrera en su conjunto tiene un interés directo en rechazar este nuevo ataque.
El primer blanco del CPE son los jóvenes de los banlieues (guetos suburbanos), sometidos a niveles masivos de desempleo, a la segregación racista permanente en la contratación, la educación y la vivienda, además del constante acoso policiaco. La ley de igualdad de oportunidades, de la cual el CPE es tan sólo un componente, contempla así mismo la suspensión e incluso la supresión de los subsidios familiares a los padres de los jóvenes que falten a la escuela o por cualquier otra dificultad debida a la carencia de autoridad de los padres. En otras palabras, esta ley hace blanco de los sectores más pobres de la población, sobre todo los de origen obrero y en particular las familias con un solo padre de familia de origen inmigrante. En su aparición televisiva del 12 de marzo, de Villepin lo explicó concisamente: tratando de apaciguar a los estudiantes y, más en general, dividir a los jóvenes, declaró que esta medida está dirigida contra los jóvenes desempleados de los banlieues y que, por ende, los estudiantes (blancos), con sus cualidades, seguirán (¡¿?!) obteniendo contratos de duración indeterminada. ¡Abajo el CPE! ¡Abajo la racista ley de igualdad de oportunidades! ¡Abajo los chequeos policiacos racistas del Vigipirate! ¡El movimiento obrero debe defender a los jóvenes de los banlieues!
El CPE tiene el objetivo de socavar la integridad de la clase obrera mediante el reforzamiento de la división entre jóvenes y viejos, entre los jóvenes de origen no europeo de tez más oscura y los jóvenes de origen europeo. El CPE representa un intento de manipular a los jóvenes, principalmente a los de los banlieues, para enfrentarlos a los sindicatos mismos. Para repeler este ataque, el movimiento obrero debe superar los estrechos límites del sindicalismo y confrontar decididamente la opresión especial de los inmigrantes y de los jóvenes franceses de origen magrebí o africano. Es necesario combatir la segregación en la vivienda, la educación y el empleo. ¡Por la división del trabajo entre toda la mano de obra disponible, sin reducción de salario y con contratos de duración indeterminada! El sistema capitalista no solamente es incapaz de solucionar el problema del desempleo; es precisamente este sistema el que lo genera continuamente para reforzar la explotación de la clase obrera en su totalidad. Toda lucha seria contra el desempleo plantea la cuestión de derrocar el sistema capitalista entero por medio de una revolución obrera.
Los dirigentes sindicales y los socialdemócratas —principalmente el Partido Socialista (PS) pero también el Partido Comunista (PC)— se oponen al CPE al tiempo que tratan de frenar las acciones huelguísticas de los trabajadores. Ésta es la razón por la cual la segunda gran jornada de movilizaciones sindicales fue programada para el 18 de marzo, un sábado. En noviembre, sin embargo, estos mismos burócratas sindicales no movieron un dedo para defender a los jóvenes de los asediados banlieues. Por lo que respecta al PS y al PC, en el punto más álgido de la revuelta llamaban al estado burgués a restablecer el orden, y el PS mismo apoyó el estado de emergencia para defender su república. Así, las coléricas denuncias que estos mismos dirigentes traidores hacen de los ataques de Sarkozy y de Villepin contra los jóvenes o el envío de la policía antimotines contra los manifestantes estudiantiles no hacen sino subrayar una vez más su gigantesca hipocresía, su oportunismo y su conciliación de la opresión racista. De hecho, su apoyo al gobierno contra la revuelta de los jóvenes de los banlieues fue lo que envalentonó a de Villepin para lanzar el CPE y la ley de desigualdad de oportunidades en enero.
Detrás del radicalismo contra el CPE de los dirigentes socialdemócratas seguramente se encuentran sus ambiciones electorales para el 2007. Finalmente ven un modo para tratar de borrar el recuerdo de la izquierda plural de [el miembro del PS y primer ministro Lionel] Jospin, el gobierno previo de frente popular (es decir, un gobierno del PS y el PC con pequeños partidos burgueses como los chevenementistas, los radicales de izquierda y los verdes). Fue la izquierda plural de Jospin la que en esa época introdujo su propia variante de empleos juveniles con salario mínimo, introdujo la reforma universitaria y reinició los chequeos de identidad racistas del Vigipirate. Los socialdemócratas, y en particular el PC, promueven la mentira de que aprendieron la lección y que de ser electos se pondrán a defender los intereses de los trabajadores, los inmigrantes y la juventud. Pero administrar el capitalismo quiere decir, en primer lugar, defender los intereses de su propia burguesía y su tasa de ganancias contra sus rivales capitalistas extranjeros, lo que quiere decir incrementar la explotación de los trabajadores y la opresión en casa, en las antiguas colonias, en Europa oriental y más allá.
Los estudiantes deben orientarse hacia la clase obrera. Se equivocarían si se confiaran en las declaraciones contra el CPE de unos cuantos rectores universitarios —los mismos que llevan a cabo las órdenes del ministerio recortando el presupuesto, despidiendo, privatizando los servicios auxiliares [cafeterías, limpieza], los mismos que contratan a los vigilantes y llaman a la policía, etc.—. Los aliados potenciales de los estudiantes en las facultades son los trabajadores y maestros, no los rectores, que representan a los capitalistas en las universidades. El capitalismo no es un conjunto de políticas del cual los dirigentes puedan escoger. Es un sistema basado en la explotación de una clase por otra, y la clase dirigente utiliza sus antimotines, sus tribunales y sus cárceles para tratar de asegurar que la relación de fuerzas permanezca invariante. El papel de las universidades es formar la próxima generación de ideólogos y administradores que opere el sistema capitalista. Los estudiantes tienen la posibilidad de conformarse —o de agruparse en torno a la causa de la revolución socialista—.
El CPE es el más reciente de una serie de ataques contra la clase obrera y la juventud, y es necesario derrotarlo. Pero incluso en ese caso los capitalistas regresarán a la carga con nuevos ataques. Para terminar de una vez por todas con estas medidas de flexibilización inherentes al capitalismo es necesario destruir el sistema mismo. Nosotros luchamos por construir un partido obrero revolucionario, multiétnico e internacionalista con el objetivo de dirigir a la clase obrera en la revolución socialista. Por ello es necesario combatir la política de quienes, incluyendo a una gran cantidad de activistas estudiantiles de la Juventud Comunista (JC) y la federación estudiantil UNEF, hoy se deshacen en parloteos de vencer a la derecha para pavimentar mañana el camino a un nuevo gobierno capitalista de frente popular dirigido por el PS y el PC.
En mayo del 68, las acciones de los estudiantes sirvieron de chispa para una huelga general obrera de tres semanas que movilizó a millones de trabajadores en las calles, pero también, inicialmente y de manera crucial, en ocupaciones de fábricas. Fueron esas huelgas y ocupaciones las que sacudieron a la clase dirigente, no solamente aquí en Francia, sino en el mundo entero. Sin embargo, en ausencia de un partido revolucionario, las huelgas fueron desmovilizadas y traicionadas, principalmente por el Partido Comunista estalinista, que gracias a su influencia en la clase obrera terminó por salvarle el pellejo a la burguesía francesa.
Pero hoy no es 1968. Ahora, después de la destrucción del estado obrero degenerado soviético en 1991-92, los capitalistas del mundo entero refuerzan sus ataques para demoler las conquistas obreras, incluyendo las obtenidas en la secuela de mayo del 68; el CPE mismo simplemente forma parte de un ataque generalizado para incrementar la tasa de ganancias de los capitalistas franceses contra sus rivales. La contrarrevolución en la URSS trajo consigo una enorme desmoralización política entre los obreros, reforzada en el caso de Francia por años de gobiernos capitalistas de austeridad dirigidos por frentes populares (Mitterrand, Jospin), de modo que la clase obrera en este momento no ve al socialismo revolucionario como una alternativa viable al capitalismo.
No fue el comunismo, sino su parodia, el estalinismo, lo que llegó a un callejón sin salida. A pesar de la degeneración estalinista, nosotros defendimos a la Unión Soviética contra el imperialismo y la contrarrevolución; luchamos por una revolución política proletaria para echar a la burocracia estalinista. En la RDA, por ejemplo, a fines de 1989 y principios de 1990 movilizamos todas nuestras fuerzas para luchar por una Alemania roja de consejos obreros, en oriente y occidente, y contra la reunificación capitalista. Esto estaba contrapuesto al papel de los autoproclamados izquierdistas de la Ligue communiste révolutionnaire (LCR), de Lutte ouvrière (LO) y demás que entonces apoyaron la contrarrevolución y hoy se quejan del CPE y otras consecuencias de la restauración capitalista en la URSS.
Para romper el círculo vicioso de gobiernos capitalistas de derecha y gobiernos capitalistas de frente popular es necesario romper con los reformistas y desenmascarar a estos traidores. En lugar de ello, la LCR, supuestamente de extrema izquierda, pasa el tiempo tratando de organizar nuevas reuniones unitarias y otras proposiciones incondicionales de unidad en la lucha con los Hollande [dirigente del PS] y los Buffet [dirigente del PC]. El 11 de marzo, inmediatamente después del ataque de la policía antimotines contra la Sorbona, Besancenot [dirigente de la LCR] hizo nuevamente un llamado a estas mismas fuerzas: la juventud movilizada contra el CPE necesita el apoyo y la solidaridad de todas las fuerzas de izquierda, notablemente contra la arbitrariedad y la intransigencia del gobierno. Les proponemos una reunión a la brevedad para proyectar una respuesta unitaria a estos nuevos ataques gubernamentales. Cuando la LCR se arrastra ante el PS y otras fuerzas de izquierda como los chevenementistas burgueses para hacerlos más combativos no hace más que alimentar entre los trabajadores y los jóvenes activistas las peores ilusiones en los traidores socialdemócratas y ofrecerles a éstos una cobertura de izquierda para sus ambiciones de lucrar en 2007 con la campaña contra el CPE. El precio del llamado de la LCR a la unidad con el PS y compañía hoy en día es que desaparecen el carácter racista de la ley de desigualdad de oportunidades y el hecho de que sus principales blancos son los jóvenes de origen inmigrante y obrero en los banlieues.
Hoy en día la LCR trabaja para el próximo gobierno del PS y el PC, pero en abril y mayo de 2002 utilizó su influencia en las manifestaciones masivas y multiétnicas de la juventud que se oponía a [el demagogo fascista] Le Pen para llamar a votar por Chirac. Por ello, tiene parte de la responsabilidad por este reaccionario gobierno de derecha. LO se opuso al voto por Chirac, pero su apoyo a la ley racista contra el hijab islámico [velo que cubre el pelo y el cuello] y el estrecho economicismo de su intervención en la clase obrera facilitan los ataques de Chirac, de Villepin y Sarkozy. Estas organizaciones reformistas no pueden combatir la opresión racista y aún menos conducir a la clase obrera a su emancipación social, porque toda su perspectiva se basa en la colaboración de clases.
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