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27 de marzo de 2009

¡Por unos estados unidos socialistas de Europa!

¡Abajo la OTAN!

Declaración de la Liga Comunista Internacional (Cuartainternacionalista)

En su reunión de abril en Estrasburgo, Francia, el nuevo presidente estadounidense Barack Obama y los dirigentes de Francia, Alemania y otros países miembros de la OTAN celebrarán el 60 aniversario de esta alianza imperialista. La reunión tomará lugar en el contexto de las brutales, y aún en curso, ocupaciones neocoloniales de Irak y Afganistán, la reciente masacre de palestinos en Gaza y la creciente crisis económica mundial que amenaza el sustento de cientos de millones de personas. Casi 18 años después de la caída de la Unión Soviética, y a pesar de los incesantes mantras burgueses acerca de la superioridad del capitalismo, este sistema profundamente irracional está demostrando por sí mismo una vez más que Karl Marx tenía razón.

La única forma de escapar del callejón sin salida al que el capitalismo ha conducido a la humanidad es la revolución proletaria internacional que le arrebate las fuerzas productivas a una minoría explotadora y organice la sociedad sobre bases racionales. Se requiere del dominio obrero internacional para limpiar el desastre dejado por el imperialismo capitalista en decadencia y para sentar las bases de una sociedad comunista sin clases, en donde la escasez económica, la explotación, la opresión y la guerra sean reliquias de un pasado sumido en las tinieblas. El punto de partida es el entendimiento marxista de que la clase obrera no puede utilizar al estado capitalista para sus propios intereses; en cambio, ese estado debe ser destruido y remplazado por un estado obrero, la dictadura del proletariado.

Se espera que decenas de miles se manifiesten contra la cumbre de aniversario de la OTAN, y el estado burgués está preparándose para responder con la bota militar de la represión policiaca. Pero el objetivo de los organizadores de la protesta —que rechazan los objetivos del comunismo y la estrategia proletaria, revolucionaria e internacionalista necesaria para alcanzarlos— es presionar a los imperialistas para que efectúen pequeños “cambios” y puedan venderles mejor su sistema de explotación a los obreros y los oprimidos. Los socialdemócratas, los liberales “globalifóbicos” y los pacifistas burgueses empujan vetustos discursos sobre las “políticas de paz” y la “cooperación internacional” para engañar a las masas y favorecer los intereses de sus propias burguesías. Los anarquistas que están movilizándose para las manifestaciones —por ejemplo, con la consigna “Smash, we can!” [“¡Aplastémoslo, sí podemos!”]— no tienen nada que ofrecer más que la ilusión de “obligar” al desarme bajo el capitalismo.

El empuje hacia la guerra está inextricablemente enraizado en el sistema capitalista, como lo está el empuje a incrementar las ganancias. El imperialismo es la fase superior del capitalismo, marcado por la dominación del orbe por un pequeño club exclusivo de grandes potencias capitalistas que gobiernan sobre las naciones más débiles y dependientes. Durante el siglo pasado, en dos ocasiones la competencia imperialista por recursos, mercados y esferas de explotación estalló en guerras mundiales cataclísmicas. En 1915, en medio de la primera guerra interimperialista, el destacado dirigente bolchevique V.I. Lenin atacó a quienes difunden ilusiones en el capitalismo al predicar sobre la “paz en general”:

“Nada ciega más a los obreros, les inculca la falsa idea de que la contradicción entre el capitalismo y el socialismo es superficial; nada hay que encubra mejor la esclavitud capitalista. No; debemos utilizar el estado de ánimo favorable a la paz para explicar a las masas que los beneficios que esperan de ella son imposibles sin una serie de revoluciones.”

Guiados por este programa revolucionario, Lenin y los bolcheviques dirigieron la Revolución de Octubre de 1917, que derrocó al capitalismo y sacó a Rusia de la Primera Guerra Mundial.

La alianza bélica de la OTAN fue formada después de la Segunda Guerra Mundial —y de la victoria del Ejército Rojo soviético sobre el III Reich de Hitler— como parte de la campaña de los imperialistas para “echar atrás al comunismo”. Desde la Guerra de Corea en los años 50 hasta el golpe militar de 1980 en Turquía, puesto de avanzada de la OTAN, la cruzada antisoviética dirigida por EE.UU. fue sellada con la sangre de millones de obreros, izquierdistas y miembros de nacionalidades oprimidas. El orden mundial imperialista de hoy en día ha sido moldeado por la destrucción contrarrevolucionaria de la Unión Soviética en 1991-92. Ésta fue una derrota histórica para las masas obreras internacionalmente, especialmente para las poblaciones de la antigua Unión Soviética, Europa Oriental y la ex RDA, que han enfrentado un empobrecimiento masivo. La restauración capitalista vino acompañada de masacres comunalistas y derramamiento fratricida de sangre, y dio impulso a éstos, como pudo verse de manera más reciente con la guerra entre Rusia y Georgia, estado cliente de EE.UU. El colapso de la URSS alentó los apetitos de los imperialistas de pisotear al mundo entero con impunidad. Los catastróficos resultados de la contrarrevolución subrayan la importancia vital que tiene hoy en día la defensa militar incondicional de China, el más poderoso de los estados obreros burocráticamente deformados que aún existen, y los demás países donde ha sido derrocado el yugo capitalista: Cuba, Corea del Norte y Vietnam. Llamamos por la revolución política proletaria para remplazar a las burocracias estalinistas parasitarias con regímenes basados en la democracia obrera y el internacionalismo bolchevique.

Barack Obama: Comandante en jefe del racista imperialismo estadounidense

Hoy en día, es necesario reafirmar el entendimiento elemental de que el presidente del estado capitalista estadounidense es el enemigo de clase de los obreros y los oprimidos del mundo, particularmente del proletariado estadounidense, de los inmigrantes y de la especialmente oprimida población negra. Aunque la decisión de cerrar Guantánamo (en el lapso de un año) y de considerar la liberación de algunos detenidos fue presentada con bombo y platillo, Obama ha endosado la detención indefinida, que trae a la mente las dictaduras de estado policiaco, y, en general, está decido a continuar la “guerra contra el terrorismo” de Bush. En esto, está completamente de acuerdo con los gobernantes europeos, que simplemente querían darle una ligera fachada “humanitaria” a esta cruzada, que ha sido utilizada por todos los gobiernos imperialistas para fortalecer la represión estatal contra las minorías oprimidas y la clase obrera y para justificar ideológicamente las depredaciones imperialistas. EE.UU., la ONU y la UE han aplicado sanciones contra Irán y continúan amenazándolo por su programa nuclear. No podría quedar más claro que Irán necesita armas nucleares para refrenar un ataque imperialista.

Mientras el imperialismo estadounidense busca una “estrategia de salida” del atolladero en el devastado Irak, Afganistán ha pasado a ser el centro de atención bajo Obama. Allí, una fuerza de ocupación de la OTAN de 68 mil tropas, incluyendo un contingente no estadounidense de 32 mil, continúa su octavo año de devastación del país. Obama hizo su campaña y asumió la presidencia bajo la promesa de reducir los niveles de tropas estadounidenses en Irak para dedicarse a lo que un sector significativo de la burguesía estadounidense considera objetivos más estratégicos. Ahora mismo, está haciendo precisamente eso con el envío de 17 mil tropas estadounidenses adicionales a Afganistán y con una escalada de los asesinos bombardeos estadounidenses contra aldeas del vecino Pakistán. Durante años, EE.UU. sostuvo un régimen dictatorial tras otro en Islamabad, favoreciendo al mismo tiempo el crecimiento de las fuerzas fundamentalistas islámicas apoyadas por el ejército pakistaní. Ahora este país, inestable y armado nuclearmente, podría comenzar a desmoronarse bajo el impacto de la extensión de la guerra afgana por parte de Obama y la presión estadounidense sobre el ejército pakistaní para que expulse al Talibán y sus aliados de las áreas tribales que hacen frontera con Afganistán.

La escalada militar toma lugar en el contexto del desplome que está sufriendo la base económica del imperialismo estadounidense y que ha adquirido proporciones internacionales. La contradicción entre el avasallador poderío militar del imperialismo estadounidense y su debilitada posición económica es la causa del incremento en la irracionalidad y la agresividad de los gobernantes estadounidenses. Éstos ven la presidencia de Obama como su mejor apuesta para reafirmar su posición dominante en esta situación. Haciendo su parte, la izquierda reformista en EE.UU. adoptó la perspectiva de “cualquiera menos Bush”. Tras la victoria de Obama no cabían en sí, como ejemplificó el Workers World Party [Partido Mundo Obrero] al afirmar efusivamente en su periódico del 20 de noviembre de 2008 que: “Como comunistas y revolucionarios nos sumamos a la alegría de los oprimidos y demás progresistas que se reúnen en celebración desde Harlem hasta Colombia y de Japón hasta Kenia con la elección de Obama.”

En aguda contraposición a este grotesco entusiasmo con el nuevo comandante en jefe del bañado en sangre imperialismo estadounidense, la Spartacist League/U.S., sección de la Liga Comunista Internacional (LCI), se opuso por principio a cualquier tipo de apoyo a Obama y todos los demás políticos burgueses, luchando para que los obreros, los jóvenes y los oprimidos rompan con las ilusiones en el Partido Demócrata capitalista y para forjar el partido obrero revolucionario multirracial que se necesita para barrer con el imperialismo estadounidense. Nuestra sección estadounidense dijo la verdad sobre el significado de la presidencia de Obama al escribir inmediatamente después de las elecciones:

“Desde el punto de vista de la clase obrera internacional y de los oprimidos, no hay nada que celebrar en la victoria de Obama, y sí mucho que temer. El entusiasmo entre grandes sectores de la burguesía, por otra parte, está justificado. Después de casi ocho años de uno de los regímenes más incompetentes y ampliamente despreciados de la historia reciente de EE.UU., ahora tienen en Obama un rostro más racional que darle a su sistema brutal e irracional. Obama también ha inspirado ilusiones en los adornos de la democracia burguesa, el recurso a través del cual los capitalistas disfrazan su dominio con la apariencia de un mandato popular. En el extranjero, Obama proporciona una invaluable cirugía plástica al imperialismo estadounidense, principal enemigo de los trabajadores del mundo.”

Workers Vanguard No. 925, 21 de noviembre de 2008

Los reformistas europeos apoyan a sus propios gobernantes imperialistas

Por su parte, los reformistas europeos también celebran la victoria de Obama en nombre de la política burguesa del “mal menor”. Su visión del gobierno de Obama, a través del lente de sus propios explotadores capitalistas, es que éste será más razonable y “multilateral” que el de su antecesor. De ese modo, Gregor Gysi, Oskar Lafontaine y Lothar Bisky, dirigentes del partido socialdemócrata Die Linke [partido La Izquierda] en Alemania enviaron a Obama sus “más sentidas felicitaciones”: “La lucha mundial para eliminar la pobreza, para dar a los conflictos una resolución pacífica, contra la catástrofe ambiental, y actualmente contra la crisis financiera internacional más severa en 80 años requiere de la estrecha cooperación y colaboración de la comunidad de estados sobre la base del dominio del derecho internacional” (5 de noviembre de 2008).

Desde la “extrema izquierda”, se unió al coro Alain Krivine, dirigente de la Ligue communiste révolutionnaire (LCR, Liga Comunista Revolucionaria), la sección francesa del falso trotskista “Secretariado Unificado”, que desde entonces se ha liquidado en su propia creación, el abiertamente socialdemócrata Nuevo Partido Anticapitalista (NPA). Aunque admite que Obama es un “defensor del capitalismo”, Krivine escribió entusiastamente en la edición del 22 de enero de Rouge, periódico de la LCR: “Su popularidad y las esperanzas que ha levantado están al nivel del descrédito, el disgusto incluso, que ha dejado la política de Bush. No escondamos entonces nuestro placer al ver al fin una condena total de la que fue una de las presidencias más reaccionarias de los Estados Unidos. Más vale tarde que nunca.”

Como subrayan todos estos tributos al nuevo policía supremo del imperialismo estadounidense, la oposición de los reformistas a ciertas políticas de EE.UU. y la OTAN, como la invasión de Irak en 2003 o el envío de más tropas a Afganistán hoy en día, nada tiene que ver con la oposición al sistema imperialista. En cambio, consideran que políticas como éstas atentan contra los “intereses nacionales” de sus propios países capitalistas, que ellos sienten estarían mejor protegidos a través de un mayor grado de independencia respecto de la OTAN dominada por EE.UU., por ejemplo, a través de un eje capitalista franco-germano-ruso como el que promueve Lafontaine. La exigencia central del NPA francés, al movilizarse para la manifestación de Estrasburgo, es que “Francia debería renunciar a su integración en el comando militar de la OTAN”, mientras que grupos reformistas en Alemania, especialmente el Partido Comunista (DKP), junge Welt y los remanentes estalinistas alrededor de la Plataforma Comunista de Die Linke, hacen campaña para que el imperialismo alemán “abandone la OTAN”.

A finales del 2002, la LCR, la italiana Rifondazione Comunista [Refundación Comunista] y los británicos Socialist Workers Party [Partido Obrero Socialista] y Workers Power [Poder Obrero], se unieron para firmar un llamado “A todos los ciudadanos de Europa y todos sus representantes”: “Quienes muestren solidaridad con el pueblo de Irak no serán escuchados en la Casa Blanca. Pero tenemos la oportunidad de influenciar a los gobiernos europeos —muchos de los cuales se han opuesto a la guerra—. Llamamos a todos los jefes de estado europeos a que se opongan públicamente a esta guerra, tenga o no el respaldo de la ONU, y a que exijan que George Bush abandone sus planes de guerra.” ¡Qué encubrimiento de la burguesía alemana de Auschwitz, de los imperialistas franceses que bañaron en sangre a Argelia, de los ocupantes británicos de Irlanda del Norte y de los carniceros italianos de Etiopía! La única razón por la que los imperialistas europeos sienten actualmente mayores reservas para embarcarse en sus propias aventuras imperialistas en el extranjero es porque su poder militar es enormemente inferior al de EE.UU.

Este rastrero llamado otorgó amnistía a los gobiernos europeos que estaban metidos hasta el cuello en la “guerra contra el terrorismo” y las ocupaciones de Afganistán y los Balcanes. Constituyó una ayuda objetiva para los masivos ataques racistas y antiobreros llevados a cabo en casa por estos mismos gobiernos capitalistas. Ahora que Obama es presidente, los reformistas europeos parecen creer que sus gobernantes “serán escuchados en la Casa Blanca” —si tan sólo se aplica suficiente “presión de las masas”—.

En la antesala de la guerra aérea de 1999 contra Serbia y las invasiones de Afganistán en 2001 e Irak en 2003, en la LCI estuvimos por la defensa militar de esos países contra el ataque imperialista sin dar ningún tipo de apoyo político a los degolladores reaccionarios antimujer del Talibán o a las sangrientas dictaduras capitalistas de Saddam Hussein y Slobodan Milosevic. Nos opusimos al bloqueo hambreador de las Naciones Unidas contra Irak y a otras sanciones imperialistas de la ONU. Subrayamos que cada victoria de los imperialistas en sus aventuras militares alienta más guerras de depredación y que cada retroceso sirve para auxiliar la lucha de los trabajadores y los oprimidos en todo el mundo. Llamamos por el retiro inmediato e incondicional de todas las fuerzas de EE.UU., la OTAN, la UE y la ONU de Irak, Afganistán, Pakistán, el Medio Oriente, Asia Central y los Balcanes. El principal medio para defender a las víctimas de la opresión neocolonial contra el abrumador poderío militar del imperialismo estadounidense y sus aliados de la OTAN es la lucha de clases internacional, especialmente por parte del proletariado multirracial estadounidense y sus hermanos de clase en Europa, Japón y otros lugares.

El socialchovinismo y la postración de los reformistas frente a los gobernantes imperialistas en términos de política exterior encuentran su equivalente “en casa” en su apoyo a la colaboración de clases y el proteccionismo. La crisis económica mundial está haciendo trizas las ilusiones de que puede haber una unidad continua entre los imperialistas, ya sea al interior de Europa o entre Europa y EE.UU. Mientras tanto, los imperialistas de Europa Occidental les han dicho a sus burguesías clientes en Europa Oriental que se vayan al demonio. Y, como siempre, los lugartenientes obreros del capitalismo se mantienen firmes junto a sus “propios” explotadores. En Alemania, el SPD, Die Linke y la burocracia sindical hacen campaña para que la manufacturera automotriz Opel, actualmente propiedad de General Motors, “vuelva a ser alemana”. En Gran Bretaña, las burocracias sindicales de Unite y GMB apoyaron en febrero huelgas de trabajadores de la construcción que exigían “empleos británicos para los trabajadores británicos”, una consigna largamente asociada con los fascistas (que participaron en mítines de huelguistas) y recientemente usada por el primer ministro laborista Gordon Brown. De forma escandalosa, la sección británica del seudotrotskista Comité por una Internacional Obrera, bajo la dirección de Peter Taaffe, justificó y ayudó a dirigirestas huelgas reaccionarias.

El movimiento obrero tiene un interés vital en defender a los obreros extranjeros, luchar por plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes y movilizarse contra el terror racista y los ataques contra los derechos democráticos. La lógica del reformismo es inherentemente nacionalista; divide a la clase obrera sobre líneas nacionales, étnicas y raciales en una riña por las pocas migajas que los capitalistas están dispuestos a arrojarles a sus esclavos asalariados. Para romper con este juego en donde sólo se pierde se necesita un programa de lucha de clases internacional contra el enemigo capitalista común. Como escribió en 1934 León Trotsky, codirigente junto con V.I. Lenin de la Revolución de Octubre:

“Sólo el partido que ya en época de paz luchó irreconciliablemente contra el estado nacional puede no atarse a éste durante la guerra, puede seguir el mapa de la lucha de clases y no el de las batallas bélicas. La vanguardia proletaria únicamente se volverá invulnerable a toda suerte de patriotismo nacional si comprende plenamente el rol objetivamente reaccionario del estado imperialista. Esto significa que sólo se puede romper con la ideología y la política de la ‘defensa nacional’ desde la perspectiva de la revolución proletaria internacional.”

—“La guerra y la Cuarta Internacional”

En este espíritu luchamos por que la clase obrera entienda la necesidad de echar abajo la racista “Fortaleza Europa” y la Unión Europea capitalista a través de la revolución obrera. La UE es una alianza reaccionaria y antiobrera centrada en las principales potencias imperialistas europeas, que buscan mejorar su posición competitiva contra sus rivales estadounidense y japonés. ¡Por unos estados unidos socialistas de Europa y una economía socialista planificada internacional!

¡Por nuevas revoluciones de Octubre alrededor del mundo!

En los años 80, Afganistán estaba también al centro de la campaña bélica de los imperialistas de la OTAN. A finales de 1979, el Ejército Rojo soviético intervino en Afganistán después de repetidas solicitudes del régimen nacionalista modernizante del PDPA, que trató de introducir reformas sociales mínimas y enfrentó una yihad (guerra santa) respaldada por EE.UU. y dirigida por terratenientes reaccionarios, jefes tribales y mullahs. Los imperialistas estadounidenses tomaron la intervención soviética como pretexto para una renovada cruzada antisoviética, y entrenaron y financiaron masivamente a los reaccionarios muyajedín —principalmente a través de la acción del ejército pakistaní y su Inter-Services Intelligence (inteligencia pakistaní)— para matar a soldados soviéticos. El Talibán y Al Qaeda son monstruos de Frankenstein que se han vuelto contra sus antiguos amos imperialistas.

La intervención soviética fue progresista sin ambigüedades, lo cual subraya el entendimiento trotskista de que, a pesar de su degeneración bajo una casta burocrática estalinista, la Unión Soviética seguía siendo un estado obrero que encarnaba las conquistas históricas de la Revolución de Octubre, centralmente la economía planificada y la propiedad colectivizada. Éstas eran conquistas enormes, no en poca medida para las mujeres y los pueblos históricamente musulmanes del Asia Central soviética. Durante la intervención soviética, voluntarias afganas en las milicias lucharon armas en mano contra los degolladores muyajedín respaldados por la CIA por el derecho básico de no usar la burka y de no ser vendidas como ganado. La tendencia espartaquista internacional, ahora la LCI, dijo “¡Viva el Ejército Rojo en Afganistán!” y llamó por la extensión de las conquistas sociales de Octubre a todos los pueblos afganos.

Del otro lado, a los muyajedín y los imperialistas se unió el grueso de la izquierda reformista internacional, que se sumó a sus amos exigiendo a gritos el retiro de las fuerzas soviéticas. Nosotros, los trotskistas de la LCI, fuimos únicos en luchar invariablemente contra la contrarrevolución, desde Berlín Oriental hasta Moscú, procurando movilizar sobre estas bases a las masas obreras para barrer con la entreguista burocracia estalinista y establecer el dominio de los consejos obreros. En esto, nos guiaba el mismo programa revolucionario internacionalista con el que luchamos hoy día para forjar partidos obreros revolucionarios que constituyan secciones de una IV Internacional reforjada, partido mundial de la revolución socialista. El camino de la revolución proletaria internacional es la única alternativa a la destrucción de la humanidad por parte del imperialismo. ¡Abajo el imperialismo! ¡Por nuevas revoluciones de Octubre en todo el mundo!

—Comité Ejecutivo Internacional de la Liga Comunista Internacional (Cuartainternacionalista)
27 de marzo de 2009