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Publicación del Grupo Espartaquista de México

Cubriendo a los reformistas, otra vez

GI: Fanfarronería en torno a los fascistoides minutemen

El siguiente artículo ha sido traducido de Workers Vanguard No. 896 (3 de agosto de 2007) periódico de nuestros camaradas de la Spartacist League/U.S.

El centrista Grupo Internacionalista (GI) ha estado echando espuma por la boca por nuestro artículo “Los fascistoides minutemen y los prejuicios antiinmigrantes” (WV No. 891, 27 de abril), acusando ridículamente a la Spartacist League en el Internationalist (mayo de 2007) de haberse “unido a la compañía de los liberales burgueses que defienden el supuesto ‘derecho’ de los fascistas a orquestar sus provocaciones antiinmigrantes”. Como demostraremos, detrás de esta calumnia, que ha sido publicada en sitios de Indymedia, está el apetito del GI por la compañía de izquierdistas oportunistas para quienes la lucha por los derechos de los inmigrantes no es sino otro medio para impulsar políticas a favor del Partido Demócrata.

Nuestro artículo sobre los minutemen planteaba una posición marxista sobre cómo combatir a estos reaccionarios nativistas y, más generalmente, defender los derechos de los inmigrantes mediante la movilización del poder obrero contra los racistas gobernantes capitalistas. Describimos a los minutemen como fascistoides, expresando el hecho de que participan en el vigilantismo paramilitar antiinmigrante y que están penetrados por fascistas, pero no son en este momento un movimiento fascista tal cual, como los neonazis o el Ku Klux Klan. Nuestra posición de qué acción tomar contra los minutemen depende de las circunstancias concretas. Cuando los vigilantes minutemen participan en provocaciones físicas contra los inmigrantes y sus aliados, estamos por que los obreros y las minorías los paren, y nos hemos unido a este tipo de acciones, por ejemplo en la celebración del Día del Trabajo en Los Ángeles del año pasado (ver: “Provocación racista de los minutemen detenida”, WV No. 876, 15 de septiembre de 2006). Cuando los voceros de los minutemen aparecen en las universidades para vomitar ideas reaccionarias, llamamos por protestas y por exponer su veneno antiinmigrante.

Para los marxistas, un enfoque distinto se aplica al lidiar con los fascistas del Klan o los nazis. La Spartacist League y el Partisan Defense Committee (Comité de Defensa Clasista--PDC) han iniciado movilizaciones de masas obreras y negras en muchos centros urbanos contra estos terroristas del odio racial que “debaten” con la soga del linchamiento y la bomba incendiaria, que orquestan provocaciones para reclutar a un programa de genocidio racista y la destrucción de la izquierda, los sindicatos y todas las organizaciones obreras mediante la institución de un dominio capitalista totalitario. Los movimientos fascistas de masas son movilizaciones extraparlamentarias de la pequeña burguesía desesperada por las crisis sociales y económicas, junto con el lumpenproletariado e incluso un sector atrasado de los obreros. Si los fascistas tienen éxito en aplastar al movimiento obrero en nombre de los capitalistas, como en Alemania en la década de 1930, el producto final es un régimen burgués bonapartista con algunos sectores de los fascistas absorbidos al aparato estatal y otros sectores purgados (como lo fue la SA nazi en la “Noche de los cuchillos largos” de junio de 1934).

Los minutemen, sin embargo, son similares a otros movimientos derechistas de objetivos limitados, como el grupo basado en Boston Restore Our Alienated Rights (Restaurar  Nuestros Derechos Alienados--ROAR) de mediados de los setenta, que se oponía al transporte escolar racialmente integrado, o la antiabortista Operation Rescue. Estas organizaciones también han incluido componentes vigilantistas violentos y han atraído la participación fascista, y hemos buscado movilizar el poder de la clase obrera multirracial para detenerlos cuando han intentado realizar provocaciones y violencia. Pero el objetivo fundamental de estos grupos es presionar a los políticos burgueses y a las agencias estatales para impulsar su agenda reaccionaria.

El objetivo autoproclamado de las patrullas fronterizas de los minutemen, por ejemplo, es actuar como auxiliares de la Immigration and Customs Enforcement (fuerzas de Coacción de Inmigración y Aduana--ICE), los sheriffs y la Guardia Nacional, agitando por que el gobierno “asegure” más cabalmente la frontera. Y, como señalamos en nuestro artículo de WV No. 891, “Aunque consisten centralmente de racistas blancos, los minutemen han tratado de reclutar negros y ciudadanos latinos imbuidos de prejuicios antiinmigrantes, con algún éxito modesto.” ¡No hace falta decir que esto no es el caso del KKK!

No hace mucho, en un artículo del Internationalist fechado en abril de 2007, el propio GI describía al Minuteman Project como un “grupo vigilante fascistoide” (énfasis nuestro). Un mes después, sin embargo, el GI nos denunció por “hacer creer que los mortíferos terroristas minutemen no son fascistas, sino meramente ‘fascistoides’.” ¿En qué quedamos?

El juego de palabras del GI tiene muy poco que ver con  la naturaleza de los  minutemen y mucho que ver con proporcionar una cubierta que suene combativa para las maniobras de la izquierda reformista. Esto se vio en octubre de 2006 en la Universidad de Columbia, cuando los College Republicans trajeron al líder del Minuteman Project, Jim Gilchrist, a hablar en el campus. La protesta contra Gilchrist estuvo copatrocinada por los College Democrats y fue construida con la fuerte participación de los reformistas de la International Socialist Organization (ISO) y el Party for Socialism and Liberation (PSL). Conforme los manifestantes se congregaban afuera, la ISO, el PSL y algunos otros entraron a la conferencia y desplegaron un par de mantas en el tablado denunciado a los minutemen, cuyos partidarios atacaron físicamente a los manifestantes. Subsecuentemente, los manifestantes izquierdistas enfrentaron represalias de las autoridades universitarias.

Un volante del Spartacus Youth Club (SYC) de Nueva York defendió a los manifestantes, al tiempo que señalaba que sus acciones “cayeron en la trampa de los reaccionarios que acusan falsa y absurdamente a la izquierda de pisotear la libertad de expresión, cuando de hecho son los fanáticos derechistas los que han estado librando una campaña masiva para purgar las universidades de izquierdistas, inmigrantes, negros y cualquier voz que se oponga a la agenda de la clase gobernante” (ver: “¡Defender a los manifestantes antiminutemen en Columbia!”, WV No. 879, 27 de octubre de 2006). El volante citaba a un orador del SYC en la protesta fuera de la conferencia, denunciando las políticas antiinmigrantes de ambos partidos capitalistas, el Republicano y el Demócrata.

Predeciblemente, la ISO y el PSL no dijeron una sola palabra de crítica a los demócratas en la cobertura que hizo su prensa del evento. Por su parte, el artículo del GI de mayo de 2007 guardó un discreto silencio respecto al alcahueteo que los reformistas hacen a los demócratas, excepto al citar nuestras polémicas contra la falsa izquierda. El GI escribe: “La SL denuncia correctamente a grupos como la International Socialist Organization (ISO) y el Party for Socialism and Liberation (PSL) por trabajar con el Partido Demócrata en coaliciones ‘contra la guerra’ y en otros lados.” De hecho, el punto es que la ISO, el PSL y otros no denuncian a los demócratas --el otro partido del capitalismo imperialista estadounidense-- en sus acciones conjuntas con grupos como los College Democrats. Los reformistas desempeñaron un papel similar durante las protestas masivas por los derechos de los inmigrantes el año pasado, que estuvieron dirigidas por liberales burgueses, burócratas sindicales y otros cuyo fin era “hacer que los demócratas luchen” en las elecciones parlamentarias intermedias (y quienes desmovilizaron las manifestaciones conforme las elecciones se aproximaban).

El GI, salivando por el mero tamaño de las manifestaciones, está muy conmovido por las piruetas de los reformistas en la universidad. Impulsar las credenciales “antifascistas” de los reformistas y calumniar a la SL es el precio de entrada a este “movimiento amplio”. Así, la diatriba del GI nos acusa de estar “muy a la derecha de los reformistas de la ISO y el PSL”. No importa que la ISO nunca haya encontrado una movilización antifascista genuina que no haya tratado de sabotear. Para tomar sólo un ejemplo: en octubre de 1999, en la Ciudad de Nueva York, el Partisan Defense Committee inició una movilización obrera y negra que atrajo a ocho mil personas para detener al Ku Klux Klan, que había anunciado su intención de manifestarse. La ISO trabajó en alianza con el político negro del Partido Demócrata, Al Sharpton, para descarrilar esta expresión de poder obrero y negro, construyendo un mitin anti-antifascista que incluía a policías latinos.

Cuando fascistas verdaderos ponen un pie en el campus, o en cualquier lado, nosotros llamamos por movilizaciones masivas centradas en la clase obrera que los expulsen. Pero cuando se trata de ideólogos reaccionarios, nos oponemos a los estúpidos llamados liberales de “ninguna libertad de expresión para los racistas” de la ISO y grupos similares, que esencialmente se dirigen a las administraciones burguesas de la universidad para que regulen el discurso. En febrero, los College Democrats exigieron a la administración rompesindicatos de la Universidad de Nueva York que revocara el permiso de los College Republicans, que habían organizado el vil “juego” de “encuentra  un inmigrante ilegal”. Como escribimos en nuestro artículo sobre la protesta de Columbia: “Nos oponemos a los llamados a la administración de la universidad y del estado capitalista para que vigile el ‘discurso de odio’ porque fortalece el poder represivo de estas instituciones, permitiéndoles usar tales códigos y leyes para victimizar manifestantes estudiantiles, minorías e izquierdistas.

En Columbia, nuestros camaradas participaron en la protesta fuera de la conferencia de Gilchrist. Respecto al intento erróneo de “clausurar” la reunión, defendimos a esos manifestantes, mientras explicábamos por qué diferíamos de sus tácticas y de la política liberal de la que esas tácticas se derivan. Por mucho que despotrique sobre sacar a los minutemen del campus, el GI, como reporta el Internationalist, participó en la misma protesta que nosotros: fuera de la conferencia. A diferencia del GI, nosotros emprendimos la batalla política contra los reformistas.

Pero, para empezar, “combatir al fascismo” no es el punto de la polémica del GI contra nosotros. Más bien, se trata de prestar juramento de fidelidad antiespartaquista ante la multitud de “Cualquiera menos Bush” en EE.UU. El argüende “antifascista” del GI respecto a los minutemen también oscurece el hecho de que la principal fuente de violencia contra los inmigrantes que buscan cruzar la frontera rumbo a EE.UU. es el estado capitalista, con sus guardias fronterizos y otras fuerzas armadas. El estado burgués mexicano lleva a cabo sus propios ataques asesinos contra inmigrantes en su propia frontera sur.

El GI tiene todo un amplio historial de demagogia “antifascista” al servicio del oportunismo de “combatir a la derecha”. Un ejemplo de esto fueron las elecciones presidenciales francesas de 2002, cuando el fascista Jean-Marie Le Pen participó en la segunda vuelta de las elecciones contra el presidente derechista Jacques Chirac. En aquel entonces señalamos que, si bien las elecciones marcaron un agudo viraje a la derecha en el espectro político burgués y que envalentonarían aún más a los matones del Frente Nacional de Le Pen, su éxito fue un fenómeno meramente electoral. Dado que el proletariado no planteaba una amenaza al dominio burgués, los gobernantes franceses no vieron necesidad alguna de desatar a sus perros fascistas como último recurso para aniquilar al movimiento obrero.

Al final, Le Pen fue derrotado por Chirac, que contaba con el apoyo de una alianza colaboracionista de clases que abarcaba desde la derecha gaullista hasta la “extrema izquierda”. Si bien el grupo reformista Lutte ouvrière (LO) trazó una cruda línea de clases contra el voto por Chirac, nuestros camaradas de la Ligue trotskyste de France no podían brindarle ningún apoyo electoral a LO, por crítico que fuera, debido al alcahueteo que hacía este grupo a la racista campaña de seguridad que tenía lugar en el país en ese entonces. El GI se unió al grueso de la “extrema izquierda” vociferando sobre el  peligro inminente del “fascismo”. El GI también falsificó nuestra posición en las elecciones parlamentarias que siguieron, acusándonos de dar “apoyo crítico condicional” a LO. Como escribió la LTF en “Por qué todavía no llamamos por un voto a Lutte ouvrière” (ver WV No. 782, 31 de mayo de 2002):

“Estas mentiras tan flagrantemente absurdas tienen todas las señas de la desesperación política. El GI ha estado tratando de posar como el ala combativa y callejera de la ‘unidad’ electoral antifascista impulsada por la izquierda francesa a la cola del frente popular: batiendo los tambores por movilizaciones de masas, e incluso por ‘manifestaciones y huelgas obreras’ para ‘boicotear’ la segunda vuelta de la votación. Aunque admite de pasada (en su declaración del 4 de mayo) que ‘Le Pen no está a punto de tomar el poder’, los artículos del GI están llenos de la misma retórica de que el ‘fascismo está a la vuelta de la esquina’ --con analogías con Adolf Hitler en Alemania y el mariscal Pétain en Francia, etc.-- que la izquierda francesa usó para justificar su alineamiento detrás de Chirac.”

El GI entonó la misma melodía dos años antes, cuando el abiertamente racista Partido de la Libertad (FPÖ) de Jörg Haider entró en una coalición con el derechista Partido  Popular (ÖVP) en Austria. Los socialdemócratas de toda Europa gritaron que Austria estaba al borde de caer en el fascismo y se movilizaron para presionar al ÖVP para que se deshiciera de Haider y restituyera su tradicional coalición con el Partido Socialista Austriaco (SPÖ). Notando que el perfil político de Haider era ciertamente fascistoide, escribimos: “El FPÖ de Haider es una maquinaria puramente electoral y no corresponde a lo que los marxistas entendemos por fascismo. Las opiniones reaccionarias por sí solas no definen al fascismo” (WV No. 730, 25 de febrero de 2000).

Denunciándonos por “adormecer a las masas”, el GI dedicó 20 páginas del Internationalist a “probar” que el  FPÖ de Haider es fascista. Entonces, ¿cree el GI que hoy Austria es fascista? ¿Han sido aplastados los sindicatos, han sido conducidos a la clandestinidad los partidos políticos, se han establecido campos de concentración? No, de hecho el SPÖ está dirigiendo otra vez el gobierno austriaco. Hasta donde entiende el GI, el fascismo austriaco victorioso vino y se fue… sin que nadie lo notara. Esgrimir el “antifascismo” como un puntal electoral para el dominio burgués “democrático” no sirve sino para prolongar el orden capitalista que, para empezar, es la base misma de la existencia del fascismo. (También referimos a nuestros lectores a nuestra polémica contra el GI en torno a la cuestión del estado capitalista, “El GI y los puestos ejecutivos: el centrismo de las cloacas”, en WV No. 895, 6 de julio.)

Detrás de toda su alharaca “combativa”, el hecho es que el GI se está acurrucando cómodamente en la orilla izquierda del arroyo reformista. En contraste, nuestro papel como marxistas es, como señaló Trotsky, nadar contra esa corriente, conforme luchamos  por  construir el partido de vanguardia necesario para dirigir a los explotados y los oprimidos a que barran el racista orden capitalista mediante la revolución socialista.

Grupo Espartaquista de México