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¡Abajo el racista imperialismo estadounidense!

¡Por la revolución socialista en ambos lados de la frontera!

¡Plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes!

Declaración conjunta de la Spartacist League/U.S. y el Grupo Espartaquista de México

Mientras que millones de inmigrantes empobrecidos de México y Centroamérica arriesgan su vida para encontrar algún medio para ganarse la vida en EE.UU., los racistas gobernantes imperialistas estadounidenses están proponiendo un torrente de nuevas medidas antiinmigrantes. Cada una a su manera, las varias “reformas” propuestas ceñirían aún más el grillete de represión y regimentación implementado en el nombre de una “guerra contra el terrorismo” bipartita. La legislación HR 4437 aprobada en la cámara baja en diciembre llama a construir 700 millas de un muro en la frontera y por considerar un delito mayor incluso el sólo ser un inmigrante indocumentado o ayudar a uno en cualquier forma. Dos propuestas alternativas en el Senado también fortalecerían el control fronterizo, aunque sin un muro nuevo, al tiempo que crearían programas masivos de “trabajadores invitados”, lo cual asciende a la servidumbre por contrato.

La racista propuesta de un muro fronterizo ha provocado indignación generalizada en México. En EE.UU., la oposición va desde organizaciones latinas y los sindicatos hasta la jerarquía de la iglesia católica, liberales del Partido Demócrata e incluso una sección del Partido Republicano. En Chicago, este mes, unos 100 mil manifestantes marcharon contra estas medidas. Más protestas en contra de la HR 4437 están planeadas en otras ciudades. Como opositores internacionalistas proletarios del imperialismo estadounidense, la Spartacist League/U.S. se opone tanto a la criminalización de trabajadores inmigrantes como a la legalización de la servidumbre por contrato. La SL/U.S. y el Grupo Espartaquista de México, secciones de la Liga Comunista Internacional (Cuartainternacionalista), se unen para llamar a la unidad en la lucha del proletariado estadounidense y mexicano. Demandamos: ¡Abajo la represión racista antiinmigrante! ¡Abajo las deportaciones! ¡Plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes!

Partimos de la perspectiva de que sólo la revolución socialista internacional puede acabar con la creciente pauperización de las masas trabajadoras —tanto en países capitalistas dependientes como México como en los centros imperialistas—. Bajo el imperialismo capitalista, un puñado de potencias industriales ricas busca dividir y redividir el resto del mundo para su propio engrandecimiento, conduciendo a la explotación neocolonial y la guerra imperialista. Como explicamos en la Declaración de Principios de la LCI (Spartacist [edición en español] No. 29, primavera de 1998):

“El capitalismo moderno, es decir, el imperialismo, que alcanza todas las regiones del planeta, en el curso de la lucha de clases y conforme la necesidad económica lo exige, introduce al proletariado por sus estratos más bajos nuevas fuentes de mano de obra más barata, principalmente inmigrantes de otras regiones del mundo, más pobres y menos desarrolladas; trabajadores con pocos derechos que son considerados más desechables en tiempos de contracción económica. Así, el capitalismo, en forma continua crea estratos diferentes entre los obreros; mientras, simultáneamente, amalgama obreros de muchas tierras diferentes. Por todos lados, los capitalistas, apoyados por oportunistas de la aristocracia obrera, intentan envenenar la conciencia de clase y la solidaridad entre los obreros, fomentando las divisiones religiosas, étnicas y nacionales. La lucha por la unidad y la integridad de la clase trabajadora en contra del chovinismo y el racismo es por lo tanto una tarea vital para la vanguardia del proletariado.”

El masivo incremento de la inmigración desde México en el último periodo es un resultado directo de la imposición del tratado de “libre comercio” (TLCAN) en 1994, el cual expulsó a millones de campesinos mexicanos del campo y condujo a un incremento enorme de la pobreza urbana. Cerca del 10 por ciento de la población mexicana vive actualmente en EE.UU., y el dinero que envían de vuelta —unos 20 mil millones de dólares anuales— es la tercera fuente de ingreso más grande de México. Una declaración conjunta de las secciones mexicana, canadiense y estadounidense de la LCI llamó por poner “Alto al TLC, rapiña a México por el imperialismo EE.UU.” y declaró: “Existe la necesidad candente de una oposición proletaria internacionalista que luche al lado de la clase obrera y el empobrecido campesinado de México contra el asalto imperialista” (Espartaco No. 2, verano-otoño de 1991).

La división fundamental en todos los países capitalistas es la división entre la clase obrera, cuyo trabajo hace funcionar a la sociedad, y la clase capitalista, que arrebata incontable riqueza de la explotación de ese trabajo. Las lágrimas de cocodrilo de los gobernantes mexicanos sobre la situación de los inmigrantes mexicanos son usadas para reforzar la mentira nacionalista de que explotador y explotado comparten los mismos intereses porque “todos somos mexicanos”. Esto no es más que una cortina de humo para encubrir la explotación y opresión por parte de la parásita burguesía mexicana, que hace cumplir la dominación imperialista localmente. En 2004, el gobierno mexicano arrestó casi cuatro veces más centroamericanos —más de 200 mil— que buscaban transitar a EE.UU. que las autoridades fronterizas estadounidenses (La Jornada, 13 de noviembre de 2005). El GEM se opone a esos ataques y llama por el pleno derecho de tránsito así como por plenos derechos de ciudadanía para todos los que quieran establecerse en México.

En Estados Unidos, el más poderoso y peligroso de los países imperialistas, el proletariado multirracial tiene una obligación particular de oponerse a las guerras y depredaciones de la clase capitalista estadounidense. La defensa de los derechos de los inmigrantes es necesaria no sólo para luchar contra la explotación de las capas más vulnerables de la población. También es crucial para revertir el declive que los sindicatos han sufrido durante décadas, enlistando a trabajadores inmigrantes, muchos de los cuales tienen una historia de lucha combativa, en las primeras filas del movimiento obrero. Los obreros mexicanos inmigrantes pueden servir como un puente humano que vincule las luchas del proletariado norteamericano y latinoamericano.

La oposición al racismo antiinmigrante en EE.UU. está directamente ligada a la lucha contra la opresión de los negros. Es particularmente importante combatir el chovinismo antiinmigrante entre los obreros negros y blancos nacidos en EE.UU., al tiempo que los obreros inmigrantes deben entender que el racismo antinegro sigue siendo la piedra de toque de la reacción social en EE.UU. La opresión de los negros es la piedra angular del capitalismo estadounidense. Fue el deseo de los esclavistas sureños por extender el sistema de esclavitud lo que en parte motivó la invasión de México en 1846, lo cual resultó en el robo por parte de EE.UU. de la mitad del territorio de México. Un gobierno obrero en EE.UU. devolvería a México ciertas áreas predominantemente hispanoparlantes a lo largo de la frontera.

Como se expresó en las dos legislaciones sobre “trabajadores invitados” en el Senado, la oposición burguesa a la mentalidad racista nativista expresada en la HR 4437 refleja los intereses de los patrones que dependen de bajos salarios y trabajo no sindicalizado, como Wal-Mart. La legislación que está siendo diseñada por el Republicano Arlen Specter con el apoyo tácito de la Casa Blanca de Bush incluye la criminalización de inmigrantes indocumentados y quienes los apoyen. A diferencia de la propuesta de Specter, la legislación corredactada por Republicano John McCain y el Demócrata liberal Ted Kennedy sostiene la promesa de la eventual residencia permanente o ciudadanía para algunos “obreros invitados”.

Incluso sin las nuevas provisiones de criminalización propuestas, en 2004 más de un millón de mexicanos fueron detenidos tratando de entrar a EE.UU. La represión fronteriza intensificada, llevada a cabo ya sea por la odiada migra o por las bandas de terror paramilitar como los Minutemen, simplemente obliga a inmigrantes desesperados a buscar rutas más peligrosas y mortíferas. En 2005, por lo menos 279 cuerpos fueron encontrados cerca de la frontera de Sonora y Arizona solamente. Los estudiantes universitarios Daniel Strauss y Shanti Sellz fueron recientemente arrestados en Arizona por intentar transportar a varios inmigrantes severamente deshidratados a un hospital y ahora enfrentan hasta 15 años de cárcel y multas por 250 mil dólares por “conspiración para traficar” inmigrantes (Proceso, 12 de marzo). ¡Abajo los cargos contra Strauss y Sellz!

“Úsenlos, abusen de ellos y envíenlos de regreso” ha sido por mucho tiempo el lema de los capitalistas estadounidenses, quienes han visto a México y otros países como una vasta reserva de mano de obra barata para ser aprovechada con el fin de bajar los salarios en EE.UU. Las leyes actuales sobre los “trabajadores invitados” hacen recordar el tristemente célebre programa bracero de 1942-64, bajo el cual miles de trabajadores mexicanos “temporales”, desprovistos de los derechos más elementales, fueron a EE.UU. a realizar un trabajo esclavizante en los agribusiness. Los antiguos braceros y sus familias siguen tratando de obtener salarios que nunca se les pagaron.

Lo que es necesario es una movilización de lucha de clases para sindicalizar a los no sindicalizados con plenos derechos y protecciones. El potencial para esto se hizo evidente en la ampliamente popular huelga de los trabajadores negros, latinos y blancos de los supermercados del sur de California en 2003-04. Si la dirigencia sindical hubiera hecho un esfuerzo concertado por extender la huelga al nivel nacional y por enlistar a los camioneros Teamsters para detener los cargamentos a los supermercados y bodegas, esa huelga podría haber terminado en una victoria contundente y pavimentado el camino para una campaña de sindicalización contra Wal-Mart. Una campaña exitosa para sindicalizar Wal-Mart tendría un impacto inmediato en México, donde la corporación es el empleador privado más grande.

Pero, en vez de movilizar el poder de los sindicatos en defensa de los inmigrantes, la dirección sindical acogió una u otra de las “reformas” antiinmigrantes de los capitalistas, favoreciendo particularmente a sus supuestos “amigos” en el Partido Demócrata capitalista. Esta política de colaboración de clases, que sacrifica los intereses del proletariado en el altar de la rentabilidad capitalista, fluye del apoyo de la burocracia sindical al sistema capitalista y su identificación con los “intereses nacionales” del imperialismo estadounidense. Este programa ha conducido a una derrota tras otra, dejando hoy al movimiento obrero estadounidense más débil que en cualquier periodo desde el inicio del siglo anterior.

Cuando el TLCAN fue propuesto por primera vez a principios de los años 90, la burocracia de la AFL-CIO lo denunció desde el punto de vista del proteccionismo chovinista, despotricando contra los mexicanos por “robar trabajos estadounidenses”. La burocracia de los Teamsters, que hoy es un componente de la escisión “Cambiar para Ganar” de la AFL-CIO, es notoria por sus campañas chovinistas en contra de camioneros mexicanos en caminos estadounidenses. Los líderes de otros dos sindicatos de “Cambiar para Ganar” —el sindicato de los empleados de servicios SEIU y el sindicato de trabajadores de hoteles, restaurantes y textiles UNITE HERE, los cuales cuentan con un gran componente inmigrante— apoyan el plan de McCain y Kennedy para un nuevo programa bracero.

Por su parte, la burocracia de la AFL-CIO ha cantinfleado sobre la propuesta de McCain y Kennedy. En rechazo a los programas de trabajadores invitados, la vicepresidenta ejecutiva de la AFL-CIO, Linda Chavez-Thompson, afirmó en una declaración del 1º de marzo: “Proponemos que si los patrones pueden demostrar una necesidad real de trabajadores extranjeros, se les debe permitir a estos trabajadores entrar a nuestro país con los MISMOS DERECHOS Y PROTECCIONES LABORALES que cualquier ciudadano estadounidense.” Esto defiere a los capitalistas determinar a quién se le va a dejar entrar y bajo qué condiciones permanecerá. Opuestos a un programa de lucha de clases, los líderes sindicales le piden al estado capitalista que defienda los derechos de los trabajadores e inmigrantes. Los sindicatos deben usar su poder para luchar por plenos derechos de ciudadanía para todo aquél que logre llegar a este país.

Una perspectiva de lucha de clases requiere una lucha irreconciliable por la independencia de clase del proletariado de todas las alas de los explotadores capitalistas. En EE.UU., esto significa principalmente romper los lazos que atan al proletariado al Partido Demócrata, el cual posa de manera ocasional como “amigo” de los obreros, inmigrantes y negros para así engañar mejor a los explotados y oprimidos. El Partido Demócrata ávidamente abrazó la “guerra contra el terrorismo” de Bush y ahora se proclama el partido más capaz de proseguir esta “guerra”, que nunca fue más que un pretexto para aventuras imperialistas en el extranjero y para deshacer los derechos democráticos en casa. En efecto, fue el presidente Demócrata Clinton quien promulgó la Ley de Reforma sobre Inmigración Ilegal y Responsabilidad del Inmigrante de 1996, que llama por la deportación incluso de quienes han sido residentes permanentes durante mucho tiempo por ofensas triviales cometidas años antes. Bajo la “Operación Portero” de Clinton se construyó un muro fronterizo para sellar San Diego. ¡Romper con los Demócratas! ¡Por un partido obrero que luche por un gobierno obrero!

En México, el nacionalismo burgués es el principal instrumento para atar a los explotados a sus explotadores. Fue el nacionalista PRI (Partido Revolucionario Institucional), no el clerical reaccionario PAN (Partido Acción Nacional) del exponente del “libre mercado” Vicente Fox, el que aseguró que se aprobara el TLCAN a principios de los años 90. Y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que hoy es el principal exponente del nacionalismo populista, ni siquiera se opone al TLCAN.

Aunque el PRD aún no ha tenido su oportunidad de devastar los estándares de vida como lo han hecho el PRI y el PAN, su nacionalismo populista es simplemente otra forma de administrar la explotación capitalista-imperialista. En el contexto de la trágica muerte de 65 mineros en una explosión ocasionada por la criminal sed de ganancias de los patrones, el aspirante presidencial del PRD, López Obrador, se unió a Fox en su denuncia del sindicato minero, acusando a sus dirigentes de ser “traficantes de contratos”. ¡Romper con todos los partidos burgueses: PAN, PRI, PRD! ¡Por un partido obrero que luche por la revolución socialista!

Nuestro modelo es la Revolución Bolchevique de 1917, que remplazó el dominio de los capitalistas y terratenientes con el de la clase obrera y alzó el estandarte de la revolución socialista mundial. A pesar de la degeneración estalinista que a fin de cuentas abrió la puerta a la contrarrevolución capitalista en 1991-92, la Unión Soviética demostró el poder de una economía planificada y colectivizada al proporcionar empleo, educación, asistencia médica y condiciones de vida decentes. Si se pusieran al servicio de la humanidad entera, la enorme riqueza y los recursos productivos extraídos por la burguesía estadounidense del sudor y la sangre de los trabajadores en EE.UU. y alrededor del mundo proporcionarían un enorme ímpetu al avance de toda la humanidad. Pero ello requiere la destrucción del estado capitalista y la expropiación de la rapaz burguesía estadounidense mediante la revolución proletaria.

La contraparte del mito nacionalista de que “todos somos mexicanos” es la idea de que no hay lucha de clases en EE.UU. La huelga de diciembre por parte de los trabajadores del transporte de Nueva York, mayoritariamente negros e inmigrantes, que paralizó al centro mundial del capital financiero, refutó esa noción. La clase obrera multirracial estadounidense es potencialmente el aliado más poderoso de los obreros mexicanos. La SL/U.S. y el GEM están dedicados a forjar partidos obreros revolucionarios en ambos lados de la frontera como parte de la lucha por reforjar la IV Internacional de Trotsky, partido mundial de la revolución socialista.

24 de marzo de 2006