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14 de enero 2019

Demócratas en guerra contra sindicatos y educación pública

Maestros de L.A.: ¡A la huelga para vencer!

Se ha trazado la línea de batalla para los 30 mil maestros de United Teachers Los Angeles (UTLA), en huelga por primera vez en tres décadas. En años recientes, miembros de UTLA han enfrentado ataques constantes por parte de la junta del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD, por sus siglas en inglés), su multimillonario superintendente Austin Beutner y políticos del Partido Demócrata quienes llevan mucho tiempo privando de fondos a la educación en esta ciudad. Su meta es aplastar a UTLA y abrir el camino para planes de privatización del sistema escolar K-12 [desde el kínder hasta el 12° grado], principalmente a través de la extensión de las escuelas chárter. El resultado de esta lucha tendrá mucha importancia para los educadores a lo largo del país. Previas huelgas escolares en los estados de West Virginia y Arizona enfrentaron a gobiernos estatales republicanos; pero los demócratas también han estado a la vanguardia en la arremetida contra la educación pública y los sindicatos de maestros, incluso en California, un foco de la “resistencia” anti-Trump. ¡Victoria a la huelga de maestros!

Ya que destrozaron la educación pública, los gobernantes de la ciudad y sus medios comprados, como Los Angeles Times, culpan a los maestros —con sobrecarga laboral y mala remuneración— por el estado pésimo de las escuelas. Así intentan incitar a los padres de familia contra los sindicatos. Las reivindicaciones de UTLA, que se centran en satisfacer las necesidades de los alumnos, son muy modestas: un aumento de salario de 6.5 por ciento, retroactivo a julio de 2016 (que apenas refleja la inflación); grupos más pequeños en un distrito en que 30, 40 o hasta 50 estudiantes están metidos en un salón; y más fondos para el personal de apoyo esencial, bibliotecarios, enfermeros y orientadores. El costo de la vida en Los Ángeles está entre los más altos de EE.UU. y los maestros se ven obligados a gastar cantidades grandes de su propio dinero en papelería y otros materiales. Mientras tanto, el LAUSD, que ha acumulado una reserva masiva de casi 2 mil millones de dólares, dice que no tiene dinero.

En una ciudad con muchísima desigualdad, donde la riqueza extrema contrasta con la indigencia total, el LAUSD es el segundo distrito escolar más grande del país. Más de tres cuartos de los alumnos en este distrito altamente segregado viven en la pobreza, incluyendo a miles que no tienen hogar. Más de 73 por ciento de los alumnos en el LAUSD son latinos y 8 por ciento son negros; decenas de miles tienen padres indocumentados que viven bajo la amenaza de ser deportados. Los racistas gobernantes capitalistas de Estados Unidos no ven razón para pagarles a los maestros salarios sindicales, ni para invertir en escuelas para la educación de estos jóvenes de grupos minoritarios y de clase obrera. La misma clase gobernante que ataca a los maestros de UTLA relega a millones de trabajadores, latinos, negros e inmigrantes a empleos con bajos salarios y a viviendas y servicios de salud inferiores.

Los maestros de UTLA y los trabajadores y los oprimidos de la ciudad enfrentan a un enemigo común, y son aliados naturales en la lucha por salarios decentes y mejores condiciones laborales, la cual va de la mano con la lucha por educación pública gratuita, de calidad, integrada y laica para todos. Algo fundamental para esta lucha es extender la educación bilingüe en un distrito en que un 25 por ciento de los alumnos no domina el inglés y donde se hablan más de 90 idiomas diferentes. La educación bilingüe es de vital importancia para las comunidades que hablan español y de migrantes. Los jóvenes podrían retener su lengua nativa, y además los alumnos nacidos en EE.UU. podrían dominar más de un idioma.

El superintendente Beutner, previamente un banquero de inversión, junto con otros titanes financieros están impulsando un siniestro modelo llamado “portfolio district” en que se dividiría el LAUSD en 32 redes que compiten entre sí —un plan que equivale a la privatización sistemática y la destrucción de los sindicatos—. En otras ciudades, como Detroit, Newark y Nueva Orleáns, tales planes tenían a las llamadas “escuelas fallidas” en la mira, y esto resultó en el despido masivo de maestros y personal y la proliferación de escuelas privadas y chárter sin sindicatos. Por más de dos décadas, ambos partidos capitalistas han impulsado la reforma corporativa de la educación. El gobierno de Obama y su secretario de educación, Arne Duncan, victimizaron a maestros cuyos alumnos no salieron bien en los exámenes, atacaron a los sindicatos de maestros e impusieron cierres de escuelas, con un impacto devastador en ciudades como Chicago.

A lo largo de la última década, la membresía de UTLA se ha reducido un cuarto dada la propagación de las escuelas chárter, que sirven para minar la educación pública y aplastar a los sindicatos. Hoy día, el LAUSD es el distrito escolar de EE.UU. con más escuelas chárter. Las escuelas chárter recibieron un estímulo en el 2000 cuando la Propuesta 39 obligó a las escuelas públicas de California a compartir sus instalaciones —desde laboratorios de ciencias y salones de cómputo hasta talleres de arte y aulas para educación especial— con las escuelas chárter ubicadas en el mismo lugar. Desde 2008, cada año se le han restado casi 600 millones de dólares a los fondos estatales para la educación pública para reforzar la industria chárter. Hay que oponerse a las escuelas chárter, que además de incluir empresas con fines de lucro y religiosas, aumentan la segregación racial y la desigualdad clasista en la educación.

UTLA ha logrado sindicalizar diez escuelas chárter, lo cual es significativo, y actualmente está intentando sindicalizar el grupo más grande de escuelas chárter de Los Ángeles. Puede ser que miembros de UTLA en tres escuelas chárter de South L.A. administradas por The Accelerated Schools se vayan a huelga; si es así, sería la primera huelga de escuelas chárter del distrito (y sólo la segunda en Estados Unidos). Ésta es una oportunidad excelente para forjar solidaridad en la acción entre educadores de escuelas públicas y chárter. Deben irse a huelga juntos en una lucha por los mismos salarios y prestaciones al nivel más alto.

En general, UTLA debe movilizarse durante la huelga para sindicalizar a todas las escuelas chárter no sindicalizadas, empezando con las escuelas ubicadas en el mismo lugar. Organizar masívamente a los maestros de las escuelas chárter como parte de UTLA y ganar pago y condiciones laborales iguales debilitaría fuertemente a estos instrumentos antisindicales. El sindicato debe llamar a los maestros de las escuelas chárter a respetar sus líneas de piquete, a la vez exigiendo que no haya represalias contra aquellos que lo hagan. Un compromiso de lucha contra cualquier sanción tendría un impacto importante entre los maestros no sindicalizados en las escuelas chárter, quienes están sujetos a condiciones onerosas en sus propias escuelas. ¡Los piquetes de huelga significan no cruzar!

En la antesala de la huelga, el LAUSD hizo todo lo que pudo para intimidar a los maestros, afirmando que las escuelas se mantendrían abiertas y amenazando a los alumnos que no asistan con castigarlos por ausencia escolar. El distrito ha autorizado el uso de tres millones de dólares para pagar un esfuerzo masivo rompesindicatos, en que ofrecen hasta $385 por día a los esquiroles por cruzar líneas de piquete. El distrito está también reforzando la seguridad al desplegar policías escolares, apoyados por otros policías, en los lugares donde hay piquetes. ¡Los policías y vigilantes escolares no son trabajadores! Son las mismas fuerzas racistas que criminalizan a los alumnos negros y latinos al someterlos a inspecciones y condiciones de estado policiaco. Su trabajo es victimizar a los alumnos y regimentar a los maestros; durante una huelga, protegen a los esquiroles.

Se debe organizar piquetes masivos para detener a los esquiroles y cerrar las escuelas. Los maestros deberían reclutar a otros trabajadores escolares, y de la ciudad en general, para reforzar las líneas de piquete. Hay apoyo importante para la huelga de UTLA entre las filas del Local 99 de SEIU, que representa a trabajadores de limpieza y de cafetería, choferes de autobuses y asistentes de maestros. Una abrumadora mayoría de miembros del Local 99 en diez escuelas se apuntaron para llevar a cabo huelgas de solidaridad. Esta es una muestra importante de solidaridad sindical elemental, especialmente dado que la dirección del SEIU no ha movido un dedo para movilizar al sindicato en su conjunto. Al contrario, ¡los dirigentes del SEIU están alentando a sus miembros a ir al trabajo —es decir esquirolear— al mismo tiempo que porten moños y se unan a los piquetes antes y después de su trabajo!

Los funcionarios de la California School Employees Association, que representa a personal administrativo, profesional y técnico, han simplemente dejado a juicio de sus miembros como individuos decidir si respetan las líneas de piquete de UTLA, lo cual tiende una trampa para que los victimicen. Los maestros de UTLA deben exigir: ¡Ninguna represalia contra los huelguistas solidarios! Se necesita una lucha coordinada con los maestros para maximizar la fuerza colectiva de los sindicatos. Una lucha conjunta, con otros trabajadores escolares y maestros de las escuelas chárter, avanzaría con el establecimiento de una fecha común de vencimiento de contrato, lo cual pavimentaría el camino hacia la consolidación finalmente de un sindicato único para todo el sistema escolar.

Una lucha clasista efectiva en defensa de los sindicatos de maestros y por educación pública de calidad requiere enfrentarse a la burocracia sindical en su apego al Partido Demócrata capitalista. Incluso mientras los demócratas libran la guerra contra los sindicatos, la dirección de los sindicatos predica una estrategia de confiar en estos supuestos “amigos de los trabajadores”. Los caudillos sindicales como la burócrata Randi Weingarten, líder de la American Federation of Teachers, son piezas clave en el establishment del Partido Demócrata. Los demócratas, no menos que los republicanos, representan los intereses del gran capital. Su esporádica retórica proobrera y promesas vacías sirven para sembrar ilusiones en este salvaje sistema de ganancias, con el fin de poder darle una puñalada por la espalda a la clase obrera en momentos clave.

Un buen ejemplo: Antonio Villaraigosa, antiguo organizador de UTLA, fue electo como alcalde de Los Ángeles en 2005 con el apoyo del sindicato de maestros, y luego hizo una campaña en su contra diciendo que era “el principal obstáculo para poder crear escuelas de calidad”. Al tomar control de la junta directiva escolar, Villaraigosa despidió a maestros y atacó el sistema de antigüedad con el pretexto de arreglar las escuelas de “bajo desempeño”. Después de este ataque de Villaraigosa, los burócratas sindicales han seguido apoyando a demócratas “progresistas”, manteniendo así a los obreros encadenados al enemigo de clase.

UTLA endosó al nuevo gobernador de California, Gavin Newsom, y lo elogió por su supuesto compromiso con la educación pública. Desde que fue elegido, el mensaje recurrente de Newsom ha sido acerca de la disciplina fiscal y la necesidad de “vivir dentro de nuestras posibilidades”. Su nuevo presupuesto incluye gasto adicional para programas sociales; pero cuando las arcas del estado están menos llenas, como en 2012 cuando era lugarteniente del gobernador, Newsom le entra con todo para impulsar la austeridad y los recortes para esos mismos programas.

La dirección actual de UTLA bajo el presidente Alex Caputo-Pearl ganó la elección con la planilla Union Power en 2014 y otra vez en 2017 al adoptar una postura combativa; sin embargo, ya ejerciendo Caputo-Pearl y Union Power han sido cualquier cosa menos combativos. Los maestros han estado trabajando por más de un año y medio sin contrato, mientras los líderes de UTLA han aceptado múltiples rondas de mediación e “investigación de los hechos” así como otras camisas de fuerza legales que obstaculizan las huelgas. Su estrategia perdedora para luchar contra las escuelas chárter es lograr que sus demócratas favoritos, como Jackie Goldberg, ganen las elecciones para la junta directiva escolar, un cuerpo administrativo cuyo mismo propósito es mantener a raya a los maestros.

La colaboración de clases por parte de los falsos dirigentes sindicales ha causado el deterioro de lucha obrera durante décadas, lo cual ha permitido que la clase gobernante pueda atacar la educación y los sindicatos de trabajadores públicos. Lo que se necesita es una dirección clasista de los sindicatos —una dirección basada en el entendimiento de que los intereses de los obreros y los oprimidos no tienen nada que ver con los de la clase gobernante—.

Una dirección entregada al programa de independencia obrera respecto al estado y los partidos políticos de los patrones transformaría a los sindicatos en batallones de lucha, no sólo para mejorar el sustento de sus miembros, sino también para satisfacer las necesidades que sienten todos los oprimidos. Una dirección como ésta apoyaría la construcción de un partido obrero dedicado a la lucha por servicios de salud socializados, vivienda de calidad y racialmente integrada y por plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes, como parte de la lucha por derrocar este orden capitalista en decadencia. Sólo la revolución socialista y el establecimiento de un gobierno obrero puede construir una nueva sociedad.