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Workers Vanguard, suplemento en español No. 8

28 de junio de 2018

¡Plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes!

Mujer inmigrante muere por disparo de la Patrulla Fronteriza de Texas

El siguiente artículo ha sido traducido de Workers Vanguard No. 1135, 1 de junio de 2018.

LOS ANGELES—El 23 de mayo, la Patrulla Fronteriza, envalentonada por el racismo y la virulencia antiinmigrante oficiales que emanan de la Casa Blanca de Trump, mató a Claudia Patricia Gómez González, una indígena guatemalteca del grupo Maya-Mam, de 19 años de edad. Claudia, que se había recibido con el título de contadora, recién había cruzado cerca de Laredo, Texas, cuando un agente le disparó brutalmente en la cabeza. Había viajado a Estados Unidos para buscar trabajo y así poder seguir sus estudios. Su madre, consternada, le dijo a una cadena televisiva en Guatemala: “Somos pobres, no hay trabajo aquí, por eso se fue mi hija pero lastimosamente la mataron”.

Recurriendo al mismo pretexto de que “su vida corría peligro” que comúnmente usan los policías racistas después de matar a hombres negros, un comunicado de la Patrulla Fronteriza afirmó que un agente “fue atacado” por un grupo de inmigrantes y describió a Gómez González como “una de los agresores”—antes de cambiar su historia. Según se informa, tres inmigrantes indocumentados fueron detenidos por la Patrulla Fronteriza, y Marta Martínez, una residente hispanoparlante del área, fue amenazada con arresto mientras transmitía en vivo las secuelas del espeluznante tiroteo. De forma grotesca, los Rangers de Texas (policía estatal), quienes tienen la sangre de miles de latinos y otras minorías en sus manos, han sido asignados para “investigar” el asesinato a sangre fría de Gómez González. ¡Liberación para los inmigrantes detenidos! ¡Manos fuera de Marta Martínez!

Según el periódico The Guardian, durante los últimos 15 años por lo menos 97 personas, incluyendo a 28 ciudadanos estadounidenses, han muerto a manos de la Patrulla Fronteriza. Los agentes fronterizos, tanto en cruces fronterizos como en patrullas itinerantes, han usado fuerza letal hasta a una distancia de 160 millas de la frontera y mataron a tiros a tres adolescentes mexicanos en suelo mexicano entre 2010 y 2015.

Mientras tanto, el gobierno de Trump anunció recientemente que aumentará la cruel práctica de separar a los hijos de inmigrantes indocumentados de sus padres en la frontera. Este anuncio se hizo justo cuando se reportaba que funcionarios de EE.UU. han literalmente perdido la pista de casi 15 mil niños inmigrantes que fueron detenidos al cruzar la frontera. Además, según la ACLU [Unión Americana por las Libertades Civiles], más de 100 niños recluidos en centros de detención temporal han sido objeto de abusos físicos, sexuales y verbales por parte de agentes de la Patrulla Fronteriza, así como de privación de alimentos, agua y atención médica. Ahora, el Fiscal General y notorio racista Jeff Sessions amenaza con enjuiciar a los padres indocumentados por “contrabando”, ¡por traer a sus propios hijos cuando piden asilo! ¡Detener todas las deportaciones! ¡Plenos derechos de ciudadanía para todos los que hayan llegado a este país!

El asesinato de Gómez González ocurrió menos de dos meses después de que los gobernadores demócratas y republicanos de Arizona, California, Nuevo México y Texas respondieran al llamado de Trump de enviar mil 600 tropas de la Guardia Nacional a la frontera. Ese despliegue se produjo a la vez que una caravana de refugiados desesperados se dirigía hacia al norte para pedir asilo en Estados Unidos, buscando escapar del infierno de pobreza y violencia en que el imperialismo estadounidense ha convertido sus países. Al mismo tiempo, el gobierno ha revocado el Estatus de Protección Temporal para cientos de miles de inmigrantes, principalmente de Haití y Centroamérica, que tenían visas provisionales para vivir y trabajar en EE.UU., amenazando con destruir sus vidas, incluso separándolos de sus hijos nacidos en Estados Unidos.

El gobierno estadounidense ha anunciado la temporada de caza contra inmigrantes, sembrando el terror en comunidades enteras. Los residentes fronterizos dicen que los agentes son más agresivos y sienten que pueden interrogar y deportar a quien quieran. En vista de tal histeria racista, hablar español en público o incluso tener un apellido hispano es suficiente para convertir a uno en sospechoso. El video viral de un abogado racista de Nueva York que insultaba e increpaba a trabajadores de un restaurante por hablar español es sólo la punta del iceberg. El 16 de mayo, Ana Suda, una ciudadana estadounidense en el estado de Montana, fue interrogada por un agente de la Patrulla Fronteriza por el “crimen” de hablar español en una gasolinera. En enero, el gobierno del estado de Washington presentó una demanda contra la cadena hotelera Motel 6 por informar a las autoridades de inmigración acerca de casi 10 mil huéspedes con nombres que suenan hispanos entre 2015 y 2017. Según informes noticieros, Motel 6 llevó a cabo una práctica similar en Arizona, que resultó en el arresto de 20 inmigrantes.

Mientras que la retórica abiertamente racista que deshumaniza y criminaliza a los inmigrantes se ha multiplicado con Trump, que ha asquerosamente descrito a grupos de inmigrantes como “animales”, los ataques antiinmigrantes son bipartidistas. Trump no creó la gran máquina de deportaciones que existe hoy día; la heredó de sus predecesores. Los demócratas han jugado un papel clave en perseguir a los inmigrantes. La “Operación Guardián” de Bill Clinton militarizó la frontera a partir de 1994. Barack Obama expandió masivamente el sistema de detenciones y deportó a un número récord de personas. El gobierno de Obama también implementó la práctica cruel de separar a los niños de sus padres, apartando a los padres mexicanos de sus cónyuges e hijos.

Las atrocidades como el asesinato de Gómez González continuarán bajo la interminable guerra de los gobernantes estadounidenses contra los inmigrantes. Pero los inmigrantes indocumentados no sólo son víctimas; forman una parte importante de la clase obrera en Estados Unidos. Los inmigrantes son un puente vivo hacia el proletariado en sus países de origen, muchos de los cuales tienen tradiciones de lucha de clases combativa. Los patrones usan el chovinismo antiinmigrante y el racismo antinegro para dividir y vencer a sus esclavos asalariados. Para luchar por la unidad y la integridad de la clase trabajadora, los sindicatos racialmente integrados deben estar a la vanguardia de la defensa de los derechos para los inmigrantes. Pero el movimiento obrero está paralizado como resultado de una falsa dirección sindical comprometida con la defensa del capitalismo estadounidense, que se expresa más claramente en su apoyo al Partido Demócrata.

Como parte de la lucha para forjar una dirección combativa de los sindicatos, buscamos que los trabajadores y los oprimidos rompan con los demócratas y ganarlos a la lucha por construir un partido obrero multirracial. Tal partido es el instrumento indispensable en la lucha por la revolución socialista para deshacernos del brutal orden capitalista estadounidense.