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Enero de 2018

 

Catalunya: Ofensiva neofranquista

La lucha por la liberación nacional en un impasse

Por una república obrera catalana!

¡Forjar partidos leninistas-trotskistas!

“El esfuerzo de la nación dominante por mantener el statu quo se colorea frecuentemente de un supranacionalismo, así como el esfuerzo de un país vencedor toma la forma de pacifismo para conservar lo que ha robado”.

—León Trotsky, Historia de la Revolución Rusa (1932)

Los chovinistas que gobiernan desde Madrid y sus plumíferos no ahorran tinta para condenar el nacionalismo catalán como “anacrónico”, “reaccionario” y “xenófobo”, al tiempo que humillan a la nación oprimida catalana y pisotean sus derechos en pos de la unidad de España —es decir, de la supremacía de Castilla en su pequeña prisión de pueblos—.

Desde finales de octubre pasado, el gobierno central español, utilizando el artículo 155 de la constitución a través de una fuerza de ocupación de miles de policías, tomó el control de Catalunya, disolvió la Generalitat (el parlament y el govern catalanes), y ordenó la celebración de elecciones en Catalunya (llevadas a cabo el 21 de diciembre); encerró además en prisión a varios funcionarios catalanes —incluyendo al vicepresident, Oriol Junqueras—, otros diputados y activistas proindependencia (algunos por el “delito” de “odio”...¡a la policía!). Una unidad de la Guardia Civil, dirigida por un coronel convicto como torturador de nacionalistas vascos e indultado por el entonces presidente José María Aznar a finales de los 90, sigue buscando “puerta por puerta” a catalanes que hubieren “agredido” a la policía española el 1° de octubre. El president Carles Puigdemont, sobre quien pesa una orden de aprehensión, tuvo que exiliarse en Bélgica. El castellano ha sido reimpuesto en los hechos como única lengua oficial del gobierno local. Francisco Franco debe estar sonriendo desde el infierno.

En esta ofensiva, el Partido Popular (PP) gobernante contó con el apoyo no sólo de su apéndice Ciudadanos, sino también de los socialdemócratas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC). Este golpe de fuerza fue la respuesta de los gobernantes españoles al referéndum sobre la independencia del 1° de octubre pasado y la posterior declaración unilateral de independencia de la Generalitat catalana. La arremetida españolista envía también un mensaje a vascos y gallegos de lo que pueden esperar si luchan por su liberación.

Como oponentes irreconciliables de toda forma de explotación y opresión y combatientes por el poder obrero, los espartaquistas estamos por la independencia de Catalunya y Euskal Herria (el País Vasco), naciones que se extienden al norte de los Pirineos y se encuentran oprimidas tanto por España como por Francia. Estamos por el derecho de Galicia a la independencia y contra la continuidad del artificial y monárquico estado español: ¡Por lucha de clases contra la prisión española de pueblos! ¡Abajo la monarquía! ¡Por repúblicas obreras! Llamamos por la liberación inmediata de todos los independentistas y por el retiro de todos los cargos contra ellos, así como por la libertad de todos los nacionalistas vascos encerrados en las mazmorras de España y Francia. Estamos también por la salida incondicional de España de sus enclaves de Ceuta y Melilla en Marruecos, reliquias de la ya muy lejana “gloria” colonial española.

¡Por una vía clasista a la independencia!

Mediante estas elecciones, Rajoy y sus secuaces esperaban deshacerse de los independentistas e imponer un gobierno españolista en Catalunya. El tiro les salió por la culata: los partidos independentistas catalanes obtuvieron más del 47 por ciento de los votos y volvieron a conseguir la mayoría absoluta en el parlament —el PP obtuvo poco más del 4 por ciento y tres diputados—. Pero, como explicamos recientemente, la represión del estado español ha dejado claro que no hay esperanzas de hacer realidad la independencia catalana en el futuro inmediato (ver “España estrangula a Catalunya”, Espartaco No. 48, diciembre de 2017). La independencia no vendrá de acuerdos parlamentarios entre independentistas burgueses. Madrid está utilizando todos los medios judiciales y otros para impedir siquiera la formación de un gobierno autonómico, dentro del marco español, que no esté compuesto con partidos abiertamente españolistas. Catalunya no tiene nada que asemeje a un estado propio, sobre todo fuerzas armadas, para resistir los embates castellanos. La burguesía catalana ha demostrado con creces su impotencia, y ahora procura un pacto con Madrid para regresar a alguna versión del statu quo.

Madrid no escatimará el uso de la fuerza bruta para impedir la independencia de Catalunya, la cual daría además un enorme impulso a la lucha por la liberación nacional en Euskal Herria y Galicia. Y los gobernantes españoles cuentan con el apoyo decidido de Francia tanto como de la Unión Europea (UE) imperialista, dado que el desmembramiento de España amenazaría con la implosión de este conglomerado, una de cuyas principales funciones es precisamente pisotear la soberanía nacional de los países europeos más pobres para beneficio de los imperialistas, centralmente de Alemania y Francia.

Hay una fuerza capaz de dar realidad a la liberación nacional, venciendo a todos estos enemigos de la emancipación de Catalunya: es la clase obrera, a través de la movilización de su enorme poder social. Sin embargo, el proletariado catalán no ha dado muestras significativas de lucha independiente, y en cambio está dividido entre chovinistas y nacionalistas burgueses.

C’s, recambio neofranquista

Aunque los vetustos herederos del Generalísimo sufrieron una buena derrota electoral, sus aprendices, conocidos en Catalunya como Ciutadans (C’s), fueron la organización más votada, con un cuarto de los votos, obtenidos sobre todo en Barcelona y sus suburbios obreros, antiguamente dominados por el PSC. El que un sector significativo de la clase obrera catalana apoye hoy a los chovinistas burgueses de C’s es un testimonio de las traiciones del PSOE-PSC, pilares del orden capitalista español y leales súbditos del rey (en el trono por obra y gracia de Franco).

El voto obrero por C’s no cambia en nada nuestra posición por la independencia de Catalunya. Por un lado, este voto refleja el temor, propagado por Madrid, de que la independencia traería consigo el cierre masivo de empresas en Catalunya. Por el otro, refleja el que buena parte de la clase obrera catalana ha estado formada históricamente por inmigrantes de otras partes de España, donde —en buena medida gracias a décadas de esfuerzos de los pérfidos socialdemócratas y estalinistas— el chovinismo anticatalán está muy arraigado en el proletariado.

Lenin forjó al partido bolchevique en la lucha contra el chovinismo granruso, en apoyo a las luchas de liberación nacional en la prisión de pueblos zarista como fuerzas motrices de la revolución socialista. En Ucrania, las ciudades —donde se concentraba la clase obrera— eran mayoritariamente de habla rusa, islotes en un mar ucraniano. Tras la Revolución de Octubre, en medio de la Guerra Civil, muchos obreros e incluso bolcheviques de habla rusa se oponían a la independencia de la Ucrania soviética; Lenin escribió:

“Nosotros, los comunistas granrusos, debemos reprimir rigurosamente la menor manifestación de nacionalismo granruso que surja entre nosotros, pues esas manifestaciones, que son en general una traición al comunismo, causan un daño enorme, al separarnos de los camaradas ucranianos, y con ello hacen el juego a Denikin [general contrarrevolucionario] y a su régimen”.

—“Carta a los obreros y campesinos de Ucrania con motivo de las victorias sobre Denikin” (diciembre de 1919)

Lo que el repunte de C’s en Catalunya subraya es la necesidad de una lucha sin cuartel contra la opresión de las minorías nacionales en todo el estado español, opresión que mantiene dividido al proletariado. El chovinismo castellano actúa como cemento ideológico para atar a la clase obrera a sus gobernantes capitalistas: está en el interés del proletariado de toda España el luchar por la independencia de Catalunya y Euskal Herria, y por el derecho a la autodeterminación de Galicia, como parte integral de la lucha por su propia emancipación social.

¡Ningún apoyo a la burguesía catalana!

Nuestro programa revolucionario se basa en la independencia política del movimiento obrero. Apoyamos el “sí” en el referéndum del 1° de octubre —una aplicación elemental de nuestra línea por la independencia catalana—, pero no apoyamos a ninguna de las fuerzas contendientes en las elecciones recientes. El PSOE y el PSC —partidos obrero-burgueses, es decir, basados en la clase obrera pero cuyos programa y dirigencia son proburgueses—, están unidos con las dos variantes neofranquistas en el chovinismo anticatalán, incluyendo en cuanto a la aplicación del artículo 155. Votar por los socialdemócratas habría sido una traición a la clase obrera y a la lucha por la emancipación del pueblo catalán. Por otro lado, los genuinos marxistas no damos nunca un ápice de apoyo político, como una cuestión de principios, a fuerzas ajenas al proletariado. Los partidos independentistas como el derechista Partit Demòcrata Europeu Català (PDeCAT) de Puigdemont y la Esquerra Republicana de Junqueras pertenecen a la burguesía, es decir, al enemigo de clase. La Candidatura d’Unitat Popular (CUP) es también una formación burguesa a remolque de sus hermanos mayores, comprometida al mantenimiento del capitalismo (pese al engañoso mote de “anticapitalistas”).

Los populistas burgueses de Catalunya en Comú-Podem (una coalición que incluye a los socios catalanes de Podemos) son vulgares chovinistas castellanos con retórica democratizante: Podemos recientemente equiparó el referéndum independentista y la aplicación del artículo 155 como igualmente antidemocráticos, al tiempo que denuncia como “ilegítima” cualquier declaración unilateral de independencia.

En contraposición a todas estas fuerzas, los espartaquistas luchamos por forjar partidos leninistas-trotskistas tribunos del pueblo, que inculquen en la clase obrera la hostilidad irreconciliable a todos los explotadores capitalistas y la conciencia de su misión histórica al frente de todos los oprimidos.

Seudotrotskistas cruzan la línea de clases

Los autoproclamados trotskistas de Izquierda Revolucionaria (IR), sección del Comité por una Internacional de los Trabajadores basado en Gran Bretaña, llamaron a “derrotar al PP, Ciudadanos y PSC-PSOE” en las elecciones, un llamado a votar por cualquiera de las demás fuerzas, todas capitalistas (izquierdarevolucionaria.net, 30 de noviembre). IR cruza la línea de clases con mucha facilidad; lo que le cuesta más trabajo es dejar atrás su chovinismo. Hasta hace unos meses, denunciaba la lucha por la independencia de Catalunya y Euskal Herria como contrapuesta al “socialismo”, al que se llegaría mediante los buenos servicios de Podemos (ver “¡Por lucha de clases contra la prisión española de los pueblos!”, suplemento de Espartaco, abril de 2017). Presionada por las masas catalanas en las calles, no fue sino hasta la víspera —literalmente— del referéndum del pasado 1° de octubre que IR finalmente llamó a votar “sí”, un llamado de dientes para afuera.

El programa máximo de IR se expresa en la consigna por una “república socialista federal” española, en la que a priori quisiera mantener encerrados a catalanes, vascos y gallegos; y su supuesta “república socialista” vendrá de la mano de chovinistas burgueses: IR aún promueve en España “un frente unitario de la izquierda que lucha contra el régimen del 78” en el que incluye a Podem; en Francia están enterrados en el partido del anticatalán Jean-Luc Mélenchon.

Similarmente, con un pie en cada bando y nulo apego a los principios marxistas se encuentra la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT), sección de la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional centada en la Argentina. La CRT llamó por la abstención en el referéndum de octubre, aclarando que “ni somos independentistas ni compartimos el proyecto de república y proceso constituyente que propone Junts pel Sí [antigua coalición entre el PDeCAT y la Esquerra] y la CUP” (laizquierdadiario.es, septiembre de 2017). Pero nada de esto, ni el carácter de clase burgués de la CUP, obstó para que tres meses después la CRT llamara a votar...¡por la misma CUP! (izquierdadiario.es, diciembre de 2017).

Al “proyecto de república y proceso constituyente” capitalista de la CUP, la CRT replica: “...la lucha por la república no puede separarse de la lucha por su contenido social, es decir, qué clase es la que detenta el poder político. Por ello luchamos por un proceso constituyente verdaderamente libre y soberano...” (idem). La misma gata, pero revolcada: la consigna por una asamblea constituyente es un llamado por un gobierno capitalista. La clase obrera no detentará el poder político a través de las instituciones de la democracia burguesa, sino a través de la revolución socialista dirigida por un partido obrero revolucionario; una revolución que destruya todo el aparato estatal capitalista tanto como a las instituciones de la democracia para los ricos, remplazándolas con los soviets proletarios. Es para realizar esta perspectiva que trabajamos los genuinos trotskistas.

Grupo Espartaquista de México