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Workers Vanguard, suplemento en español No. 5

mayo de 2018

Huelga en el estado de Arizona

¡Victoria a la huelga escolar!

El siguiente artículo ha sido traducido de Workers Vanguard No. 1133 (4 de mayo de 2018).

EL 30 DE ABRIL—Un mar de camisetas rojas llenó la explanada del Capitolio de Phoenix, estado de Arizona, el jueves 26 de abril, el primer día de una huelga estatal de maestros y trabajadores escolares —incluyendo trabajadores de limpieza, trabajadores de cafetería y choferes de autobuses— hartos de años de salarios bajos y recortes presupuestales. Los diez distritos escolares más grandes de Arizona están paralizados, y unos 50 mil docentes y sus simpatizantes se presentaron para exigir que la legislatura estatal implemente un incremento salarial del 20 por ciento y la restauración del presupuesto para la educación que existía antes de la Gran Recesión. Inspirados por la huelga escolar de nueve días en el estado de West Virginia anteriormente en este año, los maestros de las escuelas públicas, carentes de fondos, han estado luchando en todo el país, desde Kentucky hasta Oklahoma y Colorado.

Esta huelga estatal es la primera en Arizona, un estado brutalmente antisindical donde existe el “derecho a trabajar”. Es la culminación de una campaña de varias semanas realizada por Arizona Educators United (Educadores Unidos de Arizona, o AEU por sus siglas en inglés) —una coalición de maestros y otros trabajadores escolares, administradores y miembros de la comunidad— junto a dos sindicatos de maestros, la Arizona Education Association (Asociación de Educación de Arizona, AEA) y la mucho más pequeña American Federation of Teachers Arizona (Federación estadounidense de Maestros de Arizona). El 78 por ciento de los maestros votaron a favor de la huelga, rechazando una oferta del gobernador republicano Doug Ducey de un incremento salarial para los maestros pero no para los demás trabajadores escolares. Tampoco se iban a aumentar los fondos asignados al mantenimiento y equipamiento de las aulas. Los maestros en la manifestación de Phoenix le dijeron a Workers Vanguard: “Si se tratara únicamente de nuestro salario, habríamos aceptado la oferta del gobernador”. Este tipo de unidad entre los maestros y los otros trabajadores de las escuelas es fundamental para ganar esta batalla.

Las aulas en Arizona están en un estado deplorable. Los maestros describieron alfombras viejas y deshechas; muy pocas computadoras, algunas pegadas con cinta adhesiva; novelas asignadas en el plan de estudios no están disponibles para los estudiantes; libros de texto antiguos o perdidos, y más. La mayoría de los estudiantes indígenas estadounidenses asisten a escuelas deterioradas en reservaciones empobrecidas; es notable que uno de los distritos más grandes de la Reservación Navajo se unió a la huelga.

Los latinos, que son casi la mitad de los estudiantes inscritos y están fuertemente segregados, están condenados a asistir a algunas de las peores escuelas del sistema estatal. En Arizona, que fue arrebatado de México en el siglo XIX, casi una cuarta parte de la población hispanohablante vive por debajo del nivel oficial de pobreza, y el número de latinos encarcelados es más del doble del de los blancos. Varios maestros y otros empleados hablaron con ira y pasión sobre la falta de educación bilingüe. Un maestro le dijo a WV que después de la aprobación de la racista Propuesta 203 de English only en 2000, a los maestros y asistentes se les prohibió hablar español con sus estudiantes en las aulas, quienes ahora se ven obligados a aprender un nuevo idioma al mismo tiempo que se espera que aprendan el programa de estudios. La lucha por educación bilingüe debe ser parte de la lucha por la educación gratuita, de calidad, e integrada para la clase obrera y latinos, negros e indígenas estadounidenses pobres.

Los maestros también hablaron sobre el impacto de la racista ley de pases, la SB1070. Promulgada en 2010, la propuesta de ley permite que la policía pare e interrogue a todo aquel que ellos piensen pudiera ser un inmigrante “ilegal”, creando así una cacería contra la población latina. Si alguien no presenta de inmediato documentación que pruebe su “derecho” a estar en EE.UU., puede ser arrestado y encarcelado (ver WV No. 958, 7 de mayo de 2010). Una maestra latina observó que después de la aprobación de la ley SB1070, la mitad de su clase desapareció de un día para otro, porque los estudiantes tenían miedo de ir a la escuela. Hoy en día, sus estudiantes temen el fin del programa DACA, que les proporciona una exención temporal de la deportación. Decimos: ¡Plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes! ¡No a las deportaciones!

Los legisladores republicanos y otros reaccionarios han tachado virulentamente de comunista esta huelga altamente popular. Echando espuma por la boca, han acusado a los dirigentes de la huelga —especialmente a Noah Karvelis y Derek Harris de AEU, a quienes se les acusa de ser “agentes políticos de Bernie Sanders”— de usar a “los maestros y a nuestros hijos para llevar a cabo su movimiento socialista”. Los locos ultraderechistas de Breitbart están acusando a Karvelis de lavarles el cerebro a los estudiantes de Arizona usando propaganda marxista, basados en un tuit que animaba a los educadores a hablar con sus estudiantes sobre cuestiones de género, raza, feminismo, y violencia con armas de fuego.

Este tipo de esfuerzos tan descarados para crear divisiones deben ser rechazados. Y en el caso de Bernie Sanders y sus partidarios en los Democratic Socialists of America (Socialistas Democráticos de Estados Unidos), no merecen en lo absoluto las etiquetas de “marxista” y “socialista”. Sanders hizo un llamado populista por una “revolución política contra la clase multimillonaria” como su grito de guerra. Sin embargo, él ha servido por mucho tiempo los intereses de esa clase, particularmente con su apoyo a las guerras sangrientas, ocupaciones y otras aventuras militares del imperialismo estadounidense que ha devastado países por todo el mundo.

Como senador estadounidense, Sanders ha votado junto con los demócratas, que representan los intereses de la clase gobernante capitalista no menos que los republicanos. Por ejemplo, vean la cuestión de las escuelas públicas. Desde la Gran Recesión, la administración de Obama lanzó un asalto masivo contra la educación pública usando el disfraz de una “reforma escolar”, que se destacó por los brutales ataques contra los sindicatos de maestros.

Algunos directores de distritos escolares en Arizona dicen apoyar la huelga. La eliminación de los fondos para educación, por supuesto, ha afectado sus presupuestos. Pero no hay que equivocarse: los directores de distrito y los directores de escuelas no son amigos de los docentes ni del personal escolar. Éstos tienen la autoridad para despedir a maestros, imponer disciplina y son los agentes de la clase capitalista en las escuelas, incluyendo al hacer cumplir la prohibición anglochovinista de la educación bilingüe.

Sindicatos fuertes son necesarios para la protección de los maestros y trabajadores escolares. El AEA, el sindicato más grande con aproximadamente 20 mil miembros, representa solo una fracción del personal docente en todo el estado. Muchos maestros no sindicalizados apoyan el movimiento de la AEU y #RedForEd [rojo por la educación]. Los sindicatos deben aprovechar esta gran oportunidad para organizarlos e integrarlos en sus filas.

Es importante notar que maestros de las escuelas chárter se unieron a la huelga. Las escuelas chárter se han consolidado en Arizona, el cual tiene el número más alto de estas escuelas en todo el país. Es de suma importancia que el movimiento sindical se oponga a la expansión de las escuelas chárter, las cuales son establecidas para desviar los fondos del sistema de educación pública y para romper los sindicatos de maestros. Al mismo tiempo, debe haber una lucha para sindicalizar a los maestros y otros trabajadores en el sistema de las escuelas chárter existente.

La cuestión más candente para la revitalización del movimiento sindical es forjar una dirección clasista basada en el entendimiento de que los intereses de los obreros son opuestos a los de los patrones, sus partidos y su estado. Existen dinero y recursos para la construcción masiva de escuelas, hospitales y demás infraestructura que ha sido desmantelada por los capitalistas hinchados de ganancias. Sin embargo, tomar esa riqueza requiere la destrucción del poder de la burguesía mediante una revolución socialista. Es necesario construir un partido obrero revolucionario multirracial cuyo propósito sea no sólo defender a la clase obrera contra la amenaza de su propia devastación sino también para liberar el planeta de la fuente de esa devastación, el capitalismo.