Workers Vanguard, suplemento en espaņol No. 13 |
6 de enro de 2020 |
XV Conferencia Nacional de la SL/U.S.
En la potencia imperialista predominante
El siguiente artículo ha sido traducido de Workers Vanguard No. 1158, 26 de julio de 2019.
La Spartacist League/U.S., sección de la Liga Comunista Internacional, celebró su XV Conferencia Nacional a finales del 2018. Corresponde a la conferencia, la reunión nacional delegada de más alto nivel en la toma de decisiones, revisar críticamente el trabajo de la organización, discutir las cuestiones en disputa y elegir un nuevo Comité Central. Incluso antes de que se emitiera el llamado a la conferencia, hubo una intensa lucha política con una pequeña minoría que promovía la política liberal del concepto del “pueblo de color” y el nacionalismo chicano, mientras denigraba la centralidad estratégica de la cuestión negra en Estados Unidos.
Esta fracción, que no se proclamó a sí misma como tal y operó en secreto, había sido derrotada políticamente antes de la conferencia, y sus dos adherentes más vociferantes simplemente renunciaron. La política que defendía refleja las presiones a las que está sujeta la SL/U.S. en este periodo, que sigue estando definido por el devastador impacto global de la destrucción contrarrevolucionaria del estado obrero degenerado soviético en 1991-92 y la poca lucha de clases en Estados Unidos. Las presiones a las que estamos sujetos se han intensificado con la elección del abiertamente racista gobierno de Trump y la frenética respuesta de “combate a la derecha” de los liberales del Partido Demócrata y la izquierda reformista.
El documento de la conferencia, “En la potencia imperialista predominante”, enfatizó la centralidad que tiene nuestra internacional en la lucha de la SL/U.S. para mantener su programa y su propósito revolucionarios como una pequeña organización leninista en el país imperialista más poderoso del mundo. En particular, subrayó la importancia que tuvo la VII Conferencia Internacional de la LCI (ver “La lucha contra la hidra chovinista”, Spartacist [Edición en español] No. 40, septiembre de 2017). La conferencia de 2017 corrigió crucialmente una añeja perversión del leninismo sobre la cuestión nacional, particularmente en su aplicación a estados multinacionales como Canadá, que oprime a Quebec. Esa lucha condujo al surgimiento de una capa de cuadros de la LCI que se convirtió en la base de un Comité Ejecutivo Internacional en su mayoría nuevo. Muchos de estos cuadros de la LCI, particularmente los camaradas quebequenses, así como la dirección de la sección mexicana, tuvieron un papel crucial en las discusiones y las luchas políticas en preparación, durante y después de la conferencia de la SL/U.S.
Aunque aún está por probarse y consolidarse, este cambio generacional en la dirección, resultado de la lucha política, es vital para el futuro de la LCI. Ese futuro tiene sus raíces en la lucha por preservar las costosas lecciones de las luchas que libraron nuestros antecesores revolucionarios. Éstas se remontan a Karl Marx y Friedrich Engels, a la Revolución de Octubre de 1917 dirigida por el Partido Bolchevique de V.I. Lenin y León Trotsky, así como a James P. Cannon, el fundador del trotskismo estadounidense. Desde el origen de la SL/U.S., nuestros cuadros fundadores lucharon por romper su aislamiento nacional, entendiendo que el impacto combinado de la fuerza del imperialismo estadounidense y la conciencia relativamente atrasada de su clase obrera produciría desviaciones. Entre los apéndices al documento de la conferencia de la SL/U.S. se incluye nuestra “Declaración para organizar una tendencia trotskista internacional” de 1974, que constituyó formalmente a la tendencia espartaquista internacional sobre los principios del internacionalismo proletario revolucionario.
Al señalar que nuestra continuidad no es simplemente política, sino también personal, el documento de la conferencia subraya: “Tenemos la suerte de contar todavía con todos nuestros cuadros veteranos y de poder trabajar con ellos, particularmente con Jim Robertson, quien tiene 90 años y ha estado en nuestro movimiento por más de 70. Él ha sido esencial para mantener la continuidad programática ininterrumpida de nuestro movimiento”. El camarada Robertson siguió siendo un colaborador activo y un componente esencial de la dirección de la SL/U.S. y la LCI hasta que murió en abril de 2019. Aunque su muerte fue un golpe tremendo, antes de morir contribuyó de manera vital a forjar una nueva generación de cuadros capaces de continuar la obra de su vida en la lucha por la emancipación socialista de la humanidad.
Otro de los apéndices al documento de la conferencia fueron las minutas de una serie de reuniones en 1963-64 entre Robertson y otros miembros de la Revolutionary Tendency (RT, Tendencia Revolucionaria), que estaba luchando por mantener el programa del trotskismo contra la degeneración política del alguna vez revolucionario Socialist Workers Party (SWP, Partido Obrero Socialista). Anticipando su expulsión del SWP, los miembros de la RT debatieron su existencia futura, con la propaganda como cuestión central. Un ala argüía por establecer una revista teórica infrecuente abierta a otras corrientes de izquierda. Robertson argumentó por un periódico que pudiera servir como un órgano oportuno y regular de intervención en la lucha de clases y otras luchas, así como para polémicas contra organizaciones que reclamaran falsamente adhesión al marxismo revolucionario. La concepción de Robertson, que, como él señaló, es “el enfoque leninista tradicional” y refleja la perspectiva de luchar por construir un partido obrero de vanguardia, fue aceptada. Esta concepción tomaría forma en la publicación de Workers Vanguard.
En el periodo preparatorio a la conferencia de la SL/U.S., la deserción política de dos cuadros jóvenes, una de las cuales era la Secretaria Nacional y la otra candidata a editora de WV, puso en entredicho nuestra capacidad de publicar Workers Vanguard bisemanalmente. Abrumadas por las presiones del liberalismo de “combate a la derecha” y una sensación de desmoralización por nuestra existencia actual y futura, renegaron del compromiso y la integridad política que exige la dirección comunista. Aunque las dos regresaron del abismo y siguen desempeñando un papel importante en el partido, sus acciones llevaron a la implosión de la configuración de la dirección de la SL/U.S. Sin embargo, la dirección central del partido resistió, forjando un nuevo eje de dirección tanto en el Buró Político como en Workers Vanguard.
La conferencia enfatizó nuestro compromiso con la producción bisemanal de Workers Vanguard como algo decisivo para nuestra existencia, que nos permite intervenir en los eventos en curso e incidir en la conciencia de los miles que leen o siguen nuestra prensa. Como un reflejo de nuestro compromiso por forjar un partido obrero revolucionario multirracial que actúe como tribuno del pueblo, también hemos comenzado la publicación semiregular de suplementos en español de Workers Vanguard y la inclusión de páginas bilingües en el periódico (ver “Presentamos: Suplementos en español de Workers Vanguard”, WV No. 1151, 22 de marzo de 2019).
Como el periódico insignia de la LCI, Workers Vanguard también publica oportunamente artículos de línea sobre cuestiones internacionales vitales. Al mismo tiempo, al ser la publicación de una sección, no puede ser sino nacionalmente limitada. El instrumento crucial de la LCI es el Spartacist cuadrilingüe (que se publica en inglés, francés, alemán y español). Como señaló el camarada Bishop, editor de Spartacist en inglés, en su informe a la conferencia, a partir del Número 23 (Edición en inglés, primavera de 1977), Spartacist se convirtió en el órgano de nuestra tendencia internacional y actualmente lo publica el Comité Ejecutivo Internacional. Spartacist encarna la aplicación y la extensión de las lecciones de los primeros cuatro congresos de la Internacional Comunista (IC), como ejemplifican nuestros importantes artículos sobre los puestos ejecutivos y la asamblea constituyente (ver “¡Abajo los puestos ejecutivos del estado capitalista! Los principios marxistas y las tácticas electorales”, Spartacist [Edición en español] No. 36, noviembre de 2009, y “Por qué rechazamos la consigna por una ‘asamblea constituyente’”, Spartacist [Edición en español] No. 38, diciembre de 2013).
El oportunismo político siempre tiene un carácter nacional y estrecho. Al reconocer que a un núcleo marxista le sería imposible sobrevivir en el país imperialista más poderoso del mundo sin la ayuda internacional para mantener sus principios revolucionarios, la lucha por integrar más a la SL/U.S. a la LCI fue fundamental en el transcurso de la conferencia. Como lo puso uno de los dirigentes de la sección griega de la LCI, “el antídoto a la estrechez nacional no es sino el internacionalismo”.
La lucha contra las presiones liberales
Ésta es la primera conferencia que la SL/U.S. lleva a cabo bajo la presidencia de Donald Trump. Así, fue vital situar las luchas del partido en el contexto de las presiones políticas que enfrentamos. En oposición a la “resistencia” liberal anti-Trump de “combate a la derecha”, hemos sostenido la línea contra la acogida abierta de la izquierda reformista al Partido Demócrata, y especialmente a su ala “progresista” representada por tipos como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez. Por su parte, ante el crecimiento que han experimentado los Democratic Socialists of America (Socialistas Democráticos de Estados Unidos) desde la elección de Trump, la cliffista International Socialist Organization (Organización Socialista Internacional) se disolvió completamente, con muchos de sus antiguos miembros adoptando totalmente al Partido Demócrata —una acogida enraizada en el apoyo anticomunista de los cliffistas al imperialismo “democrático” contra la Unión Soviética—. En oposición a “nuestra” clase dominante imperialista, estamos por la defensa militar incondicional del estado obrero deformado chino, incluyendo en la guerra comercial de Trump, que los demócratas apoyan plenamente.
Sin embargo, el liberalismo desmoralizado y la desesperanza en la lucha de clases integrada se abrieron camino en nuestra organización, ejemplificados no sólo en la defensa del liberalismo por parte de la antigua minoría, sino también por varias otras vacilaciones políticas y capitulaciones. Un claro ejemplo fue el artículo centrista “Capitalist Injustice and the Supreme Court” [Injusticia capitalista y la Suprema Corte] (WV No. 1137, 27 de julio 2018), que fue nuestro primer artículo en respuesta a la nominación de Brett Kavanaugh a la Suprema Corte.
El primer párrafo del artículo declaraba abiertamente: “La confirmación de Kavanaugh le daría a la Suprema Corte una sólida mayoría derechista que podría durar toda una generación. Esto fortalecería la mano de los gobernantes capitalistas en su campaña por aplastar los ya de por sí atenuados derechos de la clase obrera y los oprimidos”. Como señaló una moción del Buró Político de la SL/U.S. del 18 de octubre de 2018: “La primera sección del artículo en particular —es decir, su envoltura política— representa una capitulación a las presiones de ‘combate a la derecha’ de la era de Trump y acepta el actual estado deprimente de lucha social y de clases en EE.UU. como un rasgo permanente”. Al hacerlo, el artículo representó un paso hacia el ala liberal del Partido Demócrata, que promueve los tribunales federales, y en especial a la Suprema Corte, como un medio para defender conquistas como el derecho al aborto. Las reformas benéficas para los obreros, los negros, las mujeres y todos los oprimidos no se deben a la buena voluntad de políticos o jueces “ilustrados” o “progresistas”; son producto de arduas luchas sociales y de clase y no pueden ser defendidas contra los gobernantes capitalistas sin tales luchas.
El artículo, de hecho, sembraba ilusiones en que el estado capitalista puede ser reformado en el interés de los trabajadores y los oprimidos al no afirmar que la clase obrera no tiene lado respecto a quién pertenece a la Suprema Corte, que es parte del núcleo del estado capitalista estadounidense. Un camarada quebequense que forma parte de la dirección central de la LCI objetó fuertemente al artículo, señalando correctamente: “Kavanaugh ciertamente es una mala noticia para la clase obrera y los oprimidos, pero un juez ‘progresista’ seguirá siendo un juez de la Suprema Corte”. Un camarada de la Spartacist League/Britain, que amplió este punto, escribió: “El lector podría concluir de esa afirmación que tener una mayoría ‘de izquierda’ en la Suprema Corte debilitaría a los gobernantes capitalistas —tonterías reformistas—”.
Hubo elementos en la dirección central de la SL/U.S. que resistieron fuertemente durante meses a las críticas al artículo sobre Kavanaugh. Sin embargo, las intervenciones de camaradas dirigentes fuera de Estados Unidos llevaron a una importante corrección política que la conferencia endosó. Ésta sentó las bases para otra corrección que tuvo lugar después de la conferencia respecto a nuestras repetidas referencias a la “base de Trump” (ver “Sobre el mito liberal de la ‘base de Trump’” en este mismo suplemento).
La opresión negra: lo que define a Estados Unidos
En los meses previos a la conferencia, una pequeña minoría aprovechó una discusión que había iniciado como un impulso para traducir más artículos de WV al español y para estudiar seriamente la opresión de los mexicoamericanos en el Suroeste y en el país más en general para impulsar la ideología liberal del “pueblo de color” y el nacionalismo chicano. Esencialmente, estaban importando a nuestra organización una versión de la política sectoralista del Partido Demócrata. La minoría estaba igualando la opresión especial de los mexicoamericanos y los latinos en EE.UU. con la opresión de casta racial y de color de los negros al servicio de este programa antimarxista —mientras descartaba a los obreros blancos, sin los cuales la revolución socialista en este país sería imposible—.
Al identificar de manera ignorante a la población con ascendencia mexicana en EE.UU. como una “casta”, la minoría minimizaba la segregación forzada de la mayoría de la población negra como una casta racial y de color, borraba las divisiones de clase dentro de la población latina y reducía la cuestión de la esclavitud a un pequeño detalle histórico. Lejos de ser un artefacto del pasado, la opresión estructural de los negros al fondo de la sociedad es hasta la fecha fundamental para mantener el orden capitalista en EE.UU. al oscurecer la división de clase entre los obreros y sus explotadores, perpetuando la conciencia atrasada y minando las luchas obreras. Como escribimos en el documento de la conferencia de la SL/U.S., la opresión negra
“es la razón fundamental de que la clase obrera nunca haya tenido un partido propio. Es lo que explica por qué éste es el único país capitalista avanzado que nunca ha tenido un sistema nacional de salud real. Las medidas de ‘derecho al trabajo’, que fueron recientemente extendidas por la decisión Janus, tienen sus orígenes en los antiguos estados de la Confederación, el Sur antisindical. Quienes amenazan con revertir el derecho al aborto tienen sus raíces en el movimiento segregacionista. El que la abrumadora mayoría de los negros estén segregados de manera forzada continúa siendo el parámetro de la reacción social en Estados Unidos capitalista.
“Sin duda, no se puede entender la opresión especial de los mexicoamericanos y los latinos sin entender la cuestión negra... Los latinos, los asiáticos y los demás que en general no son blancos sufren opresión como no blancos, pero, como capa intermedia, también navegan en una sociedad donde la principal línea divisoria es entre los negros (en el fondo) y los blancos (en la cima)”.
En respuesta a la afirmación de la minoría de que los mexicoamericanos sufren una opresión de “casta” como los negros en Estados Unidos, el camarada Robertson señaló que “en los países donde hay castas (por ejemplo, India, Estados Unidos y Japón), el criterio invariable es una línea sexual divisoria trazada en sangre”. La noción de raza —y el racismo— se perfeccionó durante la esclavitud en EE.UU., en la que la piel negra era considerada señal de una “inferioridad” inherente. Permanente y hereditaria, la línea de color se impuso con tal rigidez que todo quien tuviera “una gota” de sangre africana se consideraba negro.
Bajo la esclavitud, esto se hacía para asegurar que los hijos de la violación de una esclava por cualquiera de la casa del amo siguieran esclavizados. Después de la esclavitud, la regla de “una gota” sirvió para imponer la segregación racial. Como lo puso el veterano trotskista estadounidense Richard S. Fraser en una presentación de 1953 sobre la cuestión negra, el punto de la “regla de una gota de sangre” no era “mantener a una persona visiblemente blanca con 1/64 de ascendencia africana segregada en el gueto con la gente de piel oscura. El objetivo era impedir el contacto entre negros y blancos cuando comenzaban a formar una familia al estigmatizar como negros a los descendientes de estos matrimonios mixtos” (“The Negro Struggle and the Proletarian Revolution” [La lucha negra y la revolución proletaria, noviembre de 1953], incluido en “In Memoriam—Richard S. Fraser”, Prometheus Research Series No. 3 [1990]).
El brutal legado de “una línea sexual divisoria trazada en sangre” va desde el terror racista y los linchamientos bajo el grito de guerra del Klan de “proteger la feminidad blanca” hasta las llamadas leyes contra la “mezcla de razas” [miscegenation] que prohibían los matrimonios entre blancos y negros y que en algunos estados siguieron existiendo hasta finales del siglo XX. Aunque ya no están prohibidos legalmente, el número relativamente bajo de matrimonios entre blancos y negros demuestra que la opresión de casta racial y de color de los negros aún perdura. En cambio, la forma más común de matrimonios mixtos en este país es entre latinos y blancos. Si bien los hijos de los matrimonios entre blancos y negros se consideran invariablemente negros, los hijos de los matrimonios entre hispanos y blancos pueden considerarse ya sea hispanos o blancos, dependiendo de muchos factores, entre ellos la clase y el color de piel.
Como uno de nuestros cuadros negros de muchos años escribió en respuesta a la minoría, clave para acabar con todas las formas de opresión capitalista es “reconocer que la lucha por la libertad y la igualdad de los negros es fundamental para derribar toda la estructura del dominio capitalista en este país”. La cuestión negra es la cuestión estratégica de la revolución socialista estadounidense. Si el proletariado multirracial no asume la lucha por la liberación de los negros, nunca podrá liberarse a sí mismo de la esclavitud asalariada.
Nuestro objetivo es forjar un partido obrero multirracial comprometido con el programa del internacionalismo revolucionario: una lucha centrada en el proletariado contra toda manifestación de opresión racial basada en el entendimiento de que la plena integración y la igualdad de los negros podrán alcanzarse sólo en una sociedad socialista igualitaria. La clave en la lucha por el poder obrero es el proletariado negro. Como escribimos en “Black and Red—Class Struggle Road to Negro Freedom” (Negro y rojo: La vía clasista a la liberación de los negros), un documento clave que adoptó la conferencia de fundación de la Spartacist League en 1966: “Debido a su posición como el sector más oprimido y también el más consciente y experimentado, los obreros revolucionarios negros están destinados a desempeñar un papel excepcional en la venidera revolución estadounidense”.
Fueron precisamente este entendimiento y esta perspectiva los que la fracción secreta rechazó. Sin embargo, una amplia capa de camaradas de la SL/U.S. se vio inicialmente atraída por los argumentos de la minoría sobre la “casta”, mostrando un preocupante entendimiento superficial respecto a la cuestión negra. Para lidiar con este problema, en vísperas de la conferencia se organizó y llevó a cabo una clase para cuadros a cargo del camarada Jacob Zorn sobre la cuestión negra. Su presentación, que se publicó en WV durante el Mes de la Historia de los Negros (ver “Black Liberation Struggle: The Key to American Socialist Revolution” [La lucha por la liberación de los negros: La clave para la revolución socialista estadounidense], WV Nos. 1148 y 1149, 8 y 22 de febrero de 2019), empezó por reafirmar la centralidad de la lucha por la liberación de los negros para la revolución obrera en EE.UU.: “Todo partido que busque dirigir una revolución obrera en Estados Unidos pero no luche por la liberación de los negros fracasará. La lucha contra la opresión de los negros ha demostrado una y otra vez su potencial de sacudir el capitalismo estadounidense hasta sus cimientos”.
La cuestión latina: una lucha por igualdad e integración
Además de elegir un nuevo Comité Central de la SL/U.S., una de las primeras razones por las que se convocó la Conferencia Nacional fue profundizar y extender nuestro entendimiento sobre la opresión de las poblaciones latinas y de ascendencia mexicana en EE.UU. Aprovechándose de ese impulso, la minoría buscó tergiversar las lecciones de la conferencia de la LCI de 2017 y del vital correctivo sobre la cuestión nacional al afirmar que el derecho a la autodeterminación aplica a todo el territorio arrebatado a México en la conquista de Texas, la intervención estadounidense en México en 1846-48 y la venta de La Mesilla de 1853. Como señala el documento de la conferencia, ésta es una línea revanchista que “niega la realidad de que para la abrumadora mayoría de los mexicoamericanos y los latinos, la cuestión no es la autodeterminación, sino la integración”.
La población descendiente de mexicanos y los latinos en EE.UU. sufren una opresión especial —es decir, su opresión es transclase y no está definida solamente por la explotación de clase—. Han sufrido una discriminación y una segregación terribles, una educación monolingüe y pobre, viviendas derruidas y falta de atención médica, terror policiaco y encarcelamientos desproporcionados, así como, históricamente, terror estatal y de grupos de vigilantes a escala masiva. Sin embargo, su respuesta no ha sido luchar por la autodeterminación para los territorios que llevan mucho tiempo integrados a la economía política estadounidense. El rasgo que define su lucha es por la igualdad y la integración.
Hay una cuestión nacional en el suroeste estadounidense, específicamente en las regiones fronterizas que están pobladas mayoritariamente por una población hispanoparlante, que forma parte de una nación, México, aun cuando residen en lo que formalmente es Estados Unidos. Aunque no ha aparecido en nuestra prensa en muchos años, nuestra posición siempre ha sido que el derecho a la autodeterminación aplica a esas áreas. Además, como señala nuestro artículo de 1971, “Labor and La Raza” [El movimiento obrero y La Raza], como un intento para corregir las injusticias históricas cometidas por los gobernantes capitalistas estadounidenses, un gobierno obrero en EE.UU. “devolvería a México un sector sustancial de las áreas fronterizas”, y añade: “Los chicanos tendrían derecho a decidir si quieren volver a México junto con esas áreas u optar definitivamente por establecerse en EE.UU.”.
Sin embargo, estas posiciones no tienen nada en común con las que argumentaba nuestra anterior minoría, que se basaba en la “política identitaria” —es decir, en la organización sólo sobre la base de la identidad étnica propia— y no en el internacionalismo revolucionario y proletario del marxismo. La minoría incluso resucitó la mítica nación de Aztlán. Esto representó un rechazo del entendimiento leninista de lo que constituye una nación, sustituyéndolo con su propia versión del nacionalismo chicano del siglo XX.
La minoría también se refería continuamente a los mexicoamericanos como un “pueblo conquistado”. En realidad, la intervención de Estados Unidos en México resultó en la conquista de un territorio, no de un pueblo. Fue una guerra librada para expandir el territorio de la esclavitud, un punto básico que la minoría objetó para minimizar la centralidad de la esclavitud y la opresión negra. Estados Unidos se apropió de esa vasta porción de México donde la población mexicana era más escasa: cerca de ochenta mil habitantes en los territorios robados, comparados con los entre seis y ocho millones que había entonces en lo que hoy es México. Como señaló el documento de la conferencia, “los mexicoamericanos no son un pueblo conquistado; son inmigrantes y sus descendientes”.
Al mismo tiempo, la población latina en Estados Unidos es heterogénea, proviene de diferentes orígenes nacionales y tiene experiencias distintas de acuerdo con su ubicación geográfica, patrones migratorios y clase. Además, por su mera escala y su relación histórica con el imperialismo estadounidense, la inmigración de mexicanos y otros latinos es distinta de la de otras poblaciones previas: no es producto de una, dos o tres olas migratorias, sino de un flujo constante. Este flujo se debe al hecho de que entre Estados Unidos y México hay una frontera de cerca de 3 mil kilómetros, donde el Tercer Mundo y el Primer Mundo se tocan, con los gobernantes capitalistas considerando a México y Centroamérica como poco más que una reserva de mano de obra barata y superexplotable.
En efecto, un porcentaje sustancial de los latinos forma parte de la clase obrera, y por lo tanto constituyen un componente estratégico del proletariado multirracial estadounidense. Durante el último par de décadas, conforme la industria estadounidense se ha ido desplazando al Sur, donde los salarios son bajos y no hay uniones, los latinos en busca de empleo también se han trasladado ahí, donde antes sus números eran diminutos. Como señaló el documento de la conferencia:
“De los diez estados donde la población latina está creciendo más rápidamente, siete son de la antigua Confederación. Ahí, esos obreros han tenido un papel importante en las luchas laborales, como la exitosa sindicalización de la planta empacadora de carne de Smithfield en Tar Heel, Carolina del Norte, en 2008, que requirió la unidad de obreros latinos, negros y blancos frente a las campañas antisindicales, que incluyeron deportaciones. Esto subraya la necesidad de que el movimiento obrero luche contra las deportaciones, por plenos derechos de ciudadanía y contra la segregación y la opresión tanto de los negros como de los latinos. Cualquier lucha por revitalizar el movimiento obrero mediante la sindicalización de los trabajadores que no pertenezcan a una unión, incluyendo en el Sur, exigirá que el movimiento obrero enfrente tanto la opresión de los negros como la de los latinos”.
Este entendimiento subraya la urgente necesidad de un partido obrero leninista cuya dirección y membresía sea 70 por ciento negra, latina y de otras minorías. Forjado en oposición a todos los partidos del enemigo de clase capitalista, tal partido lucharía por movilizar a la clase obrera multirracial en defensa de todos los oprimidos. Llamaría al movimiento obrero a llevar a cabo una lucha clasista no sólo contra la campaña antiinmigrante bipartidista, sino también por reivindicaciones que enfrenten la opresión y la discriminación que sufren los latinos en EE.UU., los cuales en su mayoría nacieron en este país. Esas reivindicaciones incluyen vivienda y educación de calidad e integradas, servicios de salud gratuitos en el punto de servicio, así como educación bilingüe para no sólo aprender inglés sino también conservar el español. (La educación bilingüe también daría a los niños nacidos en EE.UU. la oportunidad de aprender varios idiomas, además del inglés.) Como argumentamos en “Labor and La Raza”, la lucha por hacer que el español se reconozca como idioma igual al inglés en las zonas fronterizas del suroeste haría “mucho para que los chicanos no se sientan extranjeros en su propio país”.
Las luchas en torno a las cuestiones de la “casta” y la “autodeterminación” también condujeron a una discusión y un debate sobre aspectos de la cuestión indígena en Estados Unidos. Los indígenas estadounidenses han soportado y siguen soportando una opresión horrenda bajo el capitalismo estadounidense. Sus tierras les han sido arrebatadas, sus idiomas han sido prácticamente silenciados y sus prácticas culturales suprimidas. Como señaló el documento de la conferencia:
“Probablemente ninguna otra población del país ha sufrido tanto como los indígenas estadounidenses, quienes fueron víctimas, como nadie más en Estados Unidos, de un verdadero genocidio. Pero eso no significa que la cuestión indígena sea cualitativamente similar a la cuestión negra, incluyendo su naturaleza estratégica. Rechazamos la postura de que los más oprimidos son los más revolucionarios… La conquista europea ocurrió. Fue brutal y sangrienta. No puede revertirse”.
Como lo puso Engels en una carta de febrero de 1893: “Pero la historia es casi la más cruel de las diosas, y conduce su carro triunfal por encima de montones de cadáveres, no sólo en la guerra sino también en el desarrollo económico ‘pacífico’. Y los hombres y las mujeres somos desgraciadamente tan estúpidos que nunca podemos tener valor para realizar un progreso real a menos que nos impulsen a hacerlo sufrimientos que parecen casi desproporcionados”.
La clave para enfrentar la cuestión indígena es entender que “en el fondo, la cuestión de los indígenas estadounidenses hoy día no es una cuestión sobre su derecho a la tierra sino una cuestión social”, como dice el documento. Un gobierno obrero en EE.UU. buscaría destinar los fondos necesarios para proporcionar una vida decente a todos, especialmente a los indígenas estadounidenses. Lucharía para asegurar la emancipación social de los indígenas estadounidenses, promoviendo su integración voluntaria sobre la base de una igualdad plena, dando al mismo tiempo la más completa autonomía regional posible a todos los que la deseen.
La clase obrera y su descontento
El documento de la conferencia incluye un prefacio que busca situar el ascenso de Trump como un reflejo del declive del imperialismo estadounidense. Si bien el imperialismo estadounidense sigue siendo la mayor potencia del mundo, tanto en lo militar (por mucho) como en lo económico, ha experimentado un declive relativo desde el auge del “American Century” [siglo estadounidense] que siguió a la Segunda Guerra Mundial. En 1945, Estados Unidos poseía cerca del 50 por ciento del producto interno bruto mundial y hoy posee menos del 25 por ciento. Para aumentar sus ganancias ante la competencia internacional intensificada, los capitalistas estadounidenses, bajo tanto demócratas como republicanos, durante décadas han llevado a cabo una campaña contra las uniones para aumentar la explotación de la clase obrera estadounidense.
Ante esos ataques, la burocracia procapitalista de las uniones se ha quedado postrada, predicando que lo que le conviene a los obreros es que el orden social capitalista estadounidense sea más lucrativo, y encadenando al proletariado a los demócratas mientras siembran ilusiones en las leyes de los patrones. El resultado ha sido un camino lleno de uniones mutiladas, huelgas destrozadas y declive de los salarios. Con menos del 11 por ciento de los trabajadores organizados en uniones, cerca de la mitad de los estadounidenses hoy gana menos de 30 mil dólares al año.
En la conferencia se reunió una Comisión Industrial para discutir nuestra intervención en la clase obrera y nuestra intersección con ella. Una presentación del camarada Francis en la comisión señaló que el pequeño aumento en las huelgas desde 2018 generalmente no ha sido llevado a cabo por el proletariado industrial sino por los trabajadores más pobres organizados en uniones, como los maestros y demás personal escolar, y trabajadores hoteleros. La consigna de la huelga hotelera, “Un empleo debería ser suficiente”, expresó las necesidades de la abrumadora mayoría de la clase obrera.
Esto subraya la necesidad desesperada de que el movimiento obrero se movilice en defensa de sus miembros al mismo tiempo que libre una campaña concertada para sindicalizar a los trabajadores que no estén en las uniones. Pero tal lucha se toparía con la resistencia de la burocracia de las uniones, que ha sido cómplice activo de la guerra de clases unilateral de los patrones. Los falsos líderes de las uniones les han vendido a sus afiliados contratos multinivel, han ayudado a los patrones a saquear las pensiones y los planes de servicios de salud y han impuesto otros retrocesos. Su proteccionismo de “empleos estadounidenses para obreros estadounidenses”, por su parte, ha alimentado la reacción nativista contra los trabajadores inmigrantes.
Los informes de varios sectores organizados en uniones que se sometieron a la comisión para discusión confirman la jerarquía racial y étnica de la sociedad capitalista estadounidense. Mientras los obreros blancos tienen mayor acceso a los cada vez más raros empleos calificados y bien pagados, los obreros negros, que siguen siendo el sector más organizado en uniones de la clase obrera, comúnmente tienen los empleos más difíciles y están en el fondo de la escala salarial. Los latinos tienen más acceso a empleos calificados y semicalificados en sectores sindicalizados, pero los latinos inmigrantes predominan en los empleos peor pagados, más arduos y no sindicalizados. Mientras tanto, las condiciones de todos los obreros siguen empeorando.
Otro ponente de la comisión, el camarada Jennings, señaló que nuestros seguidores en las uniones han obtenido autoridad y respeto, particularmente por su lucha contra las venenosas divisiones raciales y étnicas que los patrones fomentan. Mientras confrontan expresiones de racismo por parte de los obreros blancos atrasados, nuestros seguidores también han tenido que lidiar con la noción del “privilegio de piel blanca”, la mentira de que los obreros blancos se benefician de la opresión de los negros y las minorías, la cual sirve para quitarle responsabilidad a la burguesía. La opresión de los negros y la discriminación contra obreros no blancos sirve para profundizar la explotación de todos los obreros por parte de los capitalistas. Está en el interés de los obreros blancos luchar por la liberación de los negros y contra el chovinismo étnico y racial.
Los camaradas internacionales en la comisión, particularmente de Grecia y Sudáfrica, donde las clases obreras son mucho más combativas y donde muchos obreros revindican el legado de la Revolución Rusa, hablaron de la importancia de conocer la historia del trabajo sindical de la SL/U.S. y sus acciones ejemplares contra el terror fascista, mediante la movilización exitosa del poder obrero en acciones de frente unido. Hoy, nuestras raíces en la clase obrera son tenues pero reales e importantes. Nuestro principal vehículo para intervenir en Estados Unidos es Workers Vanguard. En un periodo marcado por la escasa lucha de clase del proletariado multirracial, los camaradas de la comisión subrayaron la importancia de publicar artículos sobre las arduas batallas obreras del pasado, como nuestro folleto de 2015 Then and Now [Entonces y ahora] sobre las lecciones de las tres huelgas de 1934 dirigidas por rojos, que prepararon el camino a la organización de las uniones industriales en EE.UU.
La lucha por la continuidad revolucionaria
Los principales informes de la conferencia los dieron la camarada Williams, la Presidenta Nacional, sobre la cuestión de la dirección, y el camarada Wilde, que fue elegido Secretario Nacional, sobre el documento de la conferencia. Tras discusión y debate, la conferencia concluyó cuando los delegados eligieron un nuevo Comité Central para dirigir a la SL/U.S. hasta su próxima conferencia. La dirección de una organización leninista es tan vital para el partido como lo es el partido para llevar la conciencia revolucionaria a la clase obrera. Como escribió James P. Cannon:
“Todos sabemos que es el programa lo que hace al partido. Pero no lo hace automáticamente. Al partido también lo hacen los dirigentes a quienes se les selecciona con base en el programa… Es la gente la que hace al partido, con el programa como su arma”.
—“On Selecting the Leadership” (Sobre la selección de la dirección, 1942)
En la SL/U.S. la dirección saliente siempre ha tenido la responsabilidad de recomendar una planilla de camaradas para el nuevo CC. Además, al principio de la conferencia se elige una Comisión de Nominaciones para escuchar y pedir recomendaciones de los delegados respecto a los candidatos al CC. Al proponerle a la conferencia la planilla del CC, la persona responsable de la Comisión de Nominaciones informó que ésta representaba una selección de aquellos camaradas que han demostrado capacidad para dirigir el trabajo, así como un alto entendimiento programático de las conclusiones de la conferencia de la LCI de 2017 y las más recientes luchas en la SL/U.S. en defensa de la centralidad de la lucha por la liberación de los negros y el programa del internacionalismo proletario. Rompiendo la división burguesa entre el trabajo mental y el manual, la conferencia también eligió al CC a varios camaradas que cumplen papeles clave en la administración central del partido.
Subrayando la vitalidad de la nueva dirección de la LCI, cuyas intervenciones en las discusiones de la SL/U.S. han sido esenciales, la conferencia añadió a componentes clave del Grupo Espartaquista de México y la Ligue trotskyste/Trotskyist League de Quebec y Canadá como miembros plenos del Comité Central de la SL/U.S. Nuestro compromiso con mantener el Workers Vanguard bisemanal también fue clave en la selección de los camaradas que dirigirán la sección.
Señalando que “la tarea central que enfrenta el partido es la lucha constante por la continuidad comunista”, el documento de la conferencia afirma: “Nuestros cuadros veteranos son los depositarios colectivos de cientos de años de trabajo, experiencia y entrenamiento… Ciertamente somos el único partido trotskista de la historia que ha logrado llegar al punto en el que tantos cuadros aún mantienen nuestro programa revolucionario, en la medida que hemos sido puestos a prueba”. Al mismo tiempo, enfrentamos la dolorosa contradicción de luchar por defender y extender nuestro partido mientras nuestras fuerzas organizativas se contraen bajo el impacto combinado del envejecimiento y las muertes, varias renuncias de cuadros medios y una situación objetiva desfavorable definida por la ausencia de gran lucha de clases.
El terreno nacional de muchos países está cambiando rápidamente, reflejo de las inevitables contradicciones engendradas por el propio sistema capitalista. En Estados Unidos, la ofensiva de décadas de los gobernantes capitalistas contra la clase obrera y los oprimidos inevitablemente producirá luchas sociales y obreras. Nuestra labor es sostener en alto la bandera internacionalista, proletaria y revolucionaria del comunismo y aplicar las lecciones de Marx, Engels, Lenin y Trotsky para intervenir donde y cuando la lucha estalle. En sus Tesis sobre Feuerbach, de 1845, Marx lo puso de manera sencilla: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.