Workers Vanguard, suplemento en espaņol No. 13

6 de enro de 2020

 

Sobre el mito liberal de la “base de Trump”

Este artículo fue traducido de Workers Vanguard No. 1158 (26 de julio de 2019).

La discusión sobre el artículo centrista acerca de la designación de Brett Kavanaugh, el cual apareció en Workers Vanguard No. 1137 (27 de julio de 2018), condujo a una importante corrección adicional que encontró resistencia por parte de la dirigencia central de la SL/U.S. que duró hasta antes de la XV Conferencia Nacional. El mismo camarada de la dirigencia internacional que se opuso al artículo de Kavanaugh también objetó a las repetidas referencias en WV a la “base de Trump” como la fuente de las medidas antiinmigrantes y el racismo flagrante de su gobierno. Por ejemplo, en el artículo sobre Kavanaugh escribimos: “Al igual que las redadas y detenciones en la frontera con México, la prohibición [antimusulmana] de Trump apela a su base supremacista blanca”. Nuestro documento de conferencia afirmó incorrectamente que esta frase era “no del todo falsa”; de hecho, era completamente falsa.

Si bien Trump cuenta con muchos partidarios, incluso algunos fervientes, no tiene una base que sea independiente de la base electoral tradicional del Partido Republicano. La idea de que la “base de Trump” es responsable del actual clima político reaccionario es un eco directo de la “resistencia” del Partido Demócrata, el cual culpa a los trabajadores blancos que votaron por Trump, a quienes etiquetan como “deplorables”, tanto por el ascenso de Trump como por las políticas durante su presidencia. El propósito es promover las ilusiones en el otro partido del capitalismo estadounidense al encubrir el papel de los demócratas en la guerra de la burguesía contra la clase obrera, los inmigrantes, los negros y todos los oprimidos.

Al adoptar el marco de la “base de Trump”, estábamos capitulando a estas fuerzas liberales burguesas. Argumentar, como lo hicimos, que las políticas de Trump son determinadas por su “base”, significa adherirse a la mentira de que las políticas del estado capitalista son determinadas por la “voluntad del pueblo” y no por la clase dominante capitalista.

Al defender el mito liberal de la “base de Trump”, varios camaradas dirigentes argumentaron que nuestro uso del término no se refería a los trabajadores blancos. Esto se reflejó, por ejemplo, en la introducción de Black History and the Class Struggle No. 26 (agosto de 2018) la cual decía: “Aunque algunos obreros blancos sí votaron por él, la base de Trump es la gente del tipo del Tea Party pequeñoburgués, así como otros reaccionarios y locos religiosos”. Sin embargo, como lo notó correctamente una moción aprobada en marzo por el Buró Político de la SL/U.S. en la secuela de la conferencia: “No importa qué definición de la ‘base’ de Trump sea usada, ésta es una forma en que la burguesía liberal se lava la cara y cubre su propio historial posando como ‘amigos de los oprimidos’”.

La lógica política de la insistencia de WV acerca de la “base de Trump” sería la de descartar la posibilidad de ganar a trabajadores blancos a la lucha contra la opresión racial y por el poder obrero —es decir, rechazar la perspectiva de la lucha de clases racialmente integrada y la revolución socialista—. Al unirnos al coro anti-Trump que habla de su “base”, compartimos la noción idealista y liberal de que el racismo entre las masas blancas es la fuente de la opresión racial, en lugar del sistema capitalista estadounidense en el cual está enraizada. Como se argumentó además en la moción del Buró Político:

“La conciencia atrasada no es la fuente de la opresión racial, aunque sea parte del sustento de la opresión y la degradación económica de los negros, latinos y otras minorías, así como de la preservación de la opresión de la clase obrera en su conjunto. La opresión racial se deriva fundamentalmente del sistema capitalista estadounidense y su clase dominante, los cuales dividen a la clase obrera sobre líneas raciales. La responsabilidad por la reacción creciente bajo la presidencia de Trump la tiene centralmente la burguesía representada por sus dos partidos y apoyada por los lugartenientes del capital en el movimiento obrero”.

Tanto en el artículo de WV No. 1137 como en otros, se identificaba en particular a los guardias fronterizos y a los policías como elementos en la “base de Trump” que éste estaba movilizando para aun más actos de violencia racista. De hecho, tales actos son parte de su trabajo. Estas fuerzas armadas son el núcleo del estado capitalista, cuyo propósito es la represión violenta de los obreros y oprimidos así como de cualquiera que se oponga al dominio capitalista de EE.UU. Esto es cierto sea cual sea el partido que esté en el poder.

Sin embargo, en WV se aseveró repetidas veces que la Patrulla Fronteriza y otras agencias policiacas fueron “envalentonadas” por Trump implicando con ello que el estado, de alguna manera, se volvió más represivo bajo su cargo y que sería menos represivo si un demócrata estuviera en el poder. No obstante la retórica de Trump, la violencia policiaca y las ofensivas antiinmigrantes no han cambiado fundamentalmente entre su gobierno, el de Obama y los previos. Como lo escribió León Trotsky en respuesta a aquellos que argumentaban que la naturaleza de la policía cambiaba bajo un gobierno socialdemócrata, “Todo policía sabe que los gobiernos pasan, pero la policía continúa”.

Trump ha envalentonado a pandillas del terror fascista. Pero él no llegó al poder basándose en la movilización de estos asesinos racistas. Su victoria fue asegurada por los mecanismos de la democracia burguesa estadounidense. El que haya encontrado un amplio apoyo popular en las elecciones de 2016 fue en gran medida porque los demócratas respondieron a su llamado “Make America Great Again” [Que EE.UU. vuelva a ser grande], declarando que “America Is Already Great” [EE.UU. ya es grande].

Los republicanos atizan abiertamente la reacción racista, mientras que los demócratas mienten y luego hacen lo mismo. Sin embargo, en 2016, la campaña de Hillary Clinton ni siquiera fingió ofrecer algo al pueblo trabajador agobiado por el trastocamiento económico masivo. Desde entonces, los demócratas han invocado el espantajo de la “base de Trump” para explicar su derrota y renovar sus credenciales. Al hacer eco de este mito, estábamos capitulando políticamente hacia el Partido Demócrata.

Al corregir la falsa noción de la “base de Trump”, también coincidimos con los camaradas que criticaron la consigna “Los demócratas pavimentaron el camino para Trump”. Especialmente en la manera en que se usó para la portada del número actual de la publicación de Black History —“Racist Trump White House: Democrats Paved the Way” [La racista Casa Blanca de Trump: Los demócratas pavimentaron el camino]— la consigna da a entender que hay una diferencia cualitativa entre los demócratas y los republicanos. Hace eco de la visión liberal de que si sólo los demócratas tuvieran un “mejor” candidato (por ejemplo, Sanders) o si sólo la administración de Obama hubiera sido “mejor”, Trump no hubiera ganado. Recibimos una carta de un viejo simpatizante, B. Montoya, quien argumentó lo mismo después de que usamos la consigna tras la victoria de Trump en el 2016. Pero respondimos incorrectamente y defendimos la consigna (ver “Democrats, Liberals and the Union Tops” [Demócratas, liberales y dirigentes de sindicatos], WV No. 1104, 27 de enero de 2017). Al insistir mucho en que los “demócratas pavimentaron el camino”, lo hicimos parecer como si el mayor crimen de los demócratas hubiera sido el sentar las bases para el ascenso de Trump, dejándolos libres de culpa por sus propios ataques contra los trabajadores y los oprimidos.

Las correcciones a las capitulaciones ocasionadas por las presiones que actúan sobre la SL/U.S. han venido repetidamente de camaradas dirigentes fuera del país, lo cual señala el papel clave que juegan estos camaradas para ayudarnos a mantener el programa y el anclaje marxista de la SL/U.S. Anticipamos que las presiones liberales sólo se agudizarán y aumentarán en el periodo venidero con el inicio de las campañas por las elecciones presidenciales de 2020. En contra de la ofensiva de los liberales y los reformistas para “derrotar” a Trump y elegir a los demócratas, ya sean “empresariales” o “progresistas”, planteamos nuestro programa revolucionario por la independencia proletaria y la necesidad de forjar un partido obrero multirracial que luche por un Estados Unidos obrero.