Spartacist (edición en español) Número 40 |
Septiembre de 2017 |
Introducción al documento de la conferencia
Este año, la Liga Comunista Internacional (Cuartainternacionalista) llevó a cabo su VII Conferencia Internacional, la más alta instancia política y organizativa de la LCI. El documento principal, las mociones, las discusiones y la nueva dirección elegida en la conferencia fueron la culminación de meses de intensa lucha interna contra una añeja perversión del leninismo sobre la cuestión nacional, en particular en relación a las naciones oprimidas dentro de estados multinacionales. Esta deformación representó una capitulación a las presiones del imperialismo anglófono predominantes en Estados Unidos, donde surgió nuestra tendencia. En el transcurso de la lucha, se hizo evidente que esta adaptación al chovinismo de gran potencia había contaminado nuestra lucha por reforjar la IV Internacional, como se observó, en particular, en el menosprecio arrogante con el que se trataba a los camaradas de países oprimidos.
La lucha comenzó cuando un colectivo de cuadros quebequenses, reclutados después de las masivas huelgas estudiantiles de 2012 en Quebec, reaccionó contra el grotesco desdén anglochovinista expresado en artículos de Spartacist Canada (SC), periódico de la Ligue trotskyste/Trotskyist League (LTC/TLC), hacia los derechos nacionales y lingüísticos del pueblo oprimido quebequense. Los ejemplos más escandalosos aparecieron entre la fundación de la TLC, en 1975, y 1995, cuando la sección adoptó el llamado por la independencia de Quebec. Sin embargo, ese cambio de línea necesario tuvo un carácter centrista, ya que el trabajo y la propaganda de la sección permanecieron dentro de un marco anglochovinista.
En la lucha contra el anglochovinismo, desde el comienzo se unieron a los camaradas quebequenses la dirigente de nuestro Secretariado Internacional (S.I.), la camarada Coelho, y el dirigente fundador de nuestra tendencia internacional, Jim Robertson, quien en 1995 había luchado exitosamente por revertir nuestra oposición a la independencia de Quebec. Conforme la lucha se desarrollaba internacionalmente, quedaron al descubierto varios ejemplos de chovinismo en oposición a luchas nacionales justas, especialmente la lucha por la liberación de los pueblos vasco y catalán de la prisión española de pueblos, así como de su opresión por los gobernantes imperialistas franceses rabiosamente chovinistas. Tuvo lugar una diferenciación política entre los cuadros históricos anglófonos de la LCI: por un lado se encontraban los que se aferraron al viejo programa sobre la cuestión nacional y al viejo modo de funcionar del partido; por el otro estaban los que lucharon por una genuina fusión, hacía mucho tiempo necesaria, con los camaradas quebequenses.
En este número de Spartacist reproducimos la mayor parte del documento de la conferencia, “La batalla contra la hidra chovinista”, editado para publicación. El documento aborda el marco teórico y las consecuencias políticas de nuestras previas posiciones antileninistas sobre la cuestión nacional. Al exponer tajantemente nuestra adaptación al dominio imperialista, particularmente el estadounidense, los camaradas que dirigieron esta lucha actuaron para preservar nuestra continuidad revolucionaria. Como escribió el dirigente revolucionario marxista V.I. Lenin:
“La actitud de un partido político ante sus errores es uno de los criterios más importantes y más seguros para juzgar de la seriedad de ese partido y del cumplimiento efectivo de sus deberes para con su clase y para con las masas trabajadoras. Reconocer abiertamente un error, poner al desnudo sus causas, analizar la situación que lo ha engendrado y discutir atentamente los medios de corregirlo: eso es lo que caracteriza a un partido serio; en eso consiste el cumplimiento de sus deberes; eso es educar e instruir a la clase y, después, a las masas”.
—La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo (1920)
En un esfuerzo por romper la preponderancia anglófona en nuestra Internacional, el documento se escribió en francés quebequense. Fue el producto de una colaboración multilingüe de cuadros de toda la LCI, en particular de las secciones mexicana, griega y sudafricana, cuyo compromiso con nuestro partido y capacidad de dirección se hicieron evidentes. Durante mucho tiempo, los regímenes sucesivos del S.I. habían abusado del internacionalismo comprobado de estos camaradas. En particular desde la caída de la Unión Soviética en 1991-1992, esos regímenes cedieron a las presiones del imperialismo estadounidense, donde se ubica nuestro centro internacional.
Por primera vez, esta conferencia contó con interpretación simultánea completa de las discusiones en tres idiomas. Los camaradas de las diferentes secciones dieron sus saludos a la conferencia en la(s) lengua(s) de sus países. Esto marcó una ruptura con nuestra práctica en décadas recientes de que las discusiones en reuniones internacionales se llevaban a cabo en inglés, con traducciones informales para quienes no hablaban ese idioma. Por sí misma, esa práctica era una adaptación a la imposición angloimperialista del English only. Nuestra nueva política demuestra nuestro compromiso de aprender y hablar los idiomas de los obreros y pueblos oprimidos del mundo. Como argumentó uno de los dirigentes de nuestra sección australiana, “los comunistas no queremos vivir en un mundo donde continúe dominando la lengua histórica de los opresores imperialistas británicos, sus retoños australianos...y el sanguinario monstruo estadounidense”.
La lucha por construir una dirigencia colectiva internacionalista
Durante la lucha interna, algunos cuadros históricos anglófonos, varios de los cuales fueron los arquitectos de nuestra línea antileninista, se opusieron a la fusión con los camaradas quebequenses. Nadie quería defender abiertamente el anglochovinismo. En vez de ello, la oposición tomó la forma de una guerra de guerrillas contra los camaradas que dirigían esta lucha, a pesar de los esfuerzos pacientes de estos últimos por ganar a dichos cuadros. Si bien el documento de la conferencia fue aprobado unánimemente, una oposición de retaguardia continuó durante y después de la conferencia. Refiriéndose a la naturaleza furtiva y camarillista de esta oposición, la camarada Coelho recordó la declaración de Trotsky en “El centrismo y la Cuarta Internacional” (febrero de 1934):
“El centrista, siempre inseguro de su posición y sus métodos, odia el principio revolucionario que plantea decir las cosas tal como son. Tiende a sustituir la política principista por las maniobras personales y la diplomacia menuda entre las organizaciones”.
El tiempo dirá si estos cuadros están comprometidos en los hechos con esta fusión. No menospreciamos sus contribuciones de toda una vida, muchas veces obtenidas mediante luchas encarnizadas, a la construcción de nuestra Internacional. Esta capa sigue estando representada en nuestro Comité Ejecutivo Internacional (CEI), aunque sin votos decisivos. Los miembros plenos del nuevo CEI son en su mayoría de origen no anglófono; entre ellos están también dirigentes veteranos anglófonos que ayudaron a dirigir esta lucha.
La lucha en Canadá le dio a los camaradas de otros países el marco para entender los problemas en la relación entre la Internacional y su propio trabajo. Los camaradas del Grupo Trotskista de Grecia (TOE) vieron un paralelo entre el trato paternalista y arrogante al que fueron sujetos los camaradas quebequenses y el burdo desdén chovinista que ellos mismos sufrieron, particularmente por parte de algunos camaradas estrechamente involucrados en el trabajo de la sección en años recientes. La conferencia finalmente reconoció al TOE como sección plena de la LCI. Los camaradas se convirtieron en una sección simpatizante en 2004 mediante la lucha en defensa de los derechos de las minorías nacionales oprimidas en Grecia y por la liberación de la mujer, en oposición al descarado chovinismo griego del líder de su grupo en ese entonces. El hecho de que el TOE fue mantenido como sección simpatizante durante trece años expone claramente la política condescendiente del S.I.
Como a los camaradas quebequenses, al TOE se le trató en los hechos como un grupo juvenil; se ignoró la experiencia política única de estos camaradas y su grueso calibre como dirigentes. Tomó más de diez años lanzar un periódico en Grecia. La propaganda es crucial para nuestra intervención en esta sociedad explosiva, que tiene uno de los pocos partidos estalinistas de masas en el mundo capitalista. Nuestros camaradas griegos son un puente vital a otros países de los Balcanes y al Medio Oriente, y un importante contrapeso a las presiones de nuestras secciones en los países imperialistas que dominan la Unión Europea (UE).
Al Grupo Espartaquista de México (GEM) también se le trató de manera paternalista desde su incepción. Hace más de 20 años, hubo una lucha tajante contra la política oportunista de Negrete, el jefe dictatorial de la sección. Poco después, Negrete y su mentor Jan Norden (por mucho tiempo editor de Workers Vanguard, nuestro periódico estadounidense) llevaron su centrismo a su conclusión organizativa y desertaron de la LCI para formar el Grupo Internacionalista. Negrete, quizá el más feo de los “ugly Americans”, mantuvo su reinado durante los primeros seis años de existencia de la sección mexicana. A pesar de él, en 1990 la sección se había fusionado con dos exdirigentes de una organización oponente que tenían más de una década de experiencia en el movimiento obrero cada uno. Sin embargo, se ignoró su abundante experiencia, y nunca se les integró realmente a nuestra dirección internacional, ni se les permitió desempeñar un verdadero papel dirigente en México. Incluso la propaganda del GEM fue escrita en gran parte por Norden o Negrete.
Después de que el GEM logró deshacerse de Negrete, el S.I. continuó tratando a la sección como un apéndice de la Spartacist League/U.S. (SL/U.S.). Lo anterior fue particularmente obvio durante la huelga de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) en 1999, cuando el S.I. primero argumentó contra cualquier intervención prolongada para después denunciar al GEM por su “abstención”. El ejemplo supremo de desdén, arrogancia y chovinismo vil y vulgar fue la disolución del Comité Central del GEM en 2007 por orden del régimen de Wolkenstein (cuyos principales miembros renunciaron en 2010).
Hasta hace poco, la relación del S.I. con Spartacist/South Africa había estado marcada por problemas similares; nuestro grupo sudafricano también pasó a ser una sección plena de la LCI durante la conferencia. El documento de la conferencia saludó la reciente lucha fraccional victoriosa que nuestros camaradas sudafricanos libraron contra sus dirigentes históricos, quienes intentaron tirar a la basura nuestro llamado programático fundamental por un gobierno obrero centrado en los negros (ver “La lucha por una sección sudafricana de la LCI”, suplemento de Spartacist South Africa, abril de 2016). Contra la mal llamada “Leninist Faction” [Fracción Leninista], nuestros camaradas formaron la Faction for Trotskyist Continuity [Fracción por la Continuidad Trotskista]. Señalando los problemas endémicos del capitalismo sudafricano, su declaración fraccional afirmó:
“Sólo por medio de la dictadura del proletariado es posible poner fin a la opresión nacional de la mayoría negra y superar las divisiones raciales, étnicas y tribales entre los pueblos no blancos”.
En un asombroso paralelo con el chovinismo de la hoja de maple de la LTC/TLC respecto a Quebec, la Leninist Faction igualaba el nacionalismo de la mayoría negra oprimida con el chovinismo racista de los opresores blancos en Sudáfrica, ¡argumentando que hacer una distinción entre ambos significa conciliarse con el nacionalismo negro!
La ayuda por parte del S.I. y el CEI durante la lucha fraccional fue crucial, pero esta intervención estuvo en marcado contraste con el trato previo hacia los camaradas de Sudáfrica, cuyas opiniones eran regularmente despreciadas o ignoradas, en particular por camaradas estadounidenses. Como el camarada Bride, un dirigente del S.I., escribió correctamente hace casi 20 años:
“Los camaradas que han sido transferidos desde Occidente podrían reflexionar sobre el hecho de que nuestros miembros sudafricanos tienen ya demasiada experiencia con el trato despótico que les propina la clase gobernante de ascendencia europea de este país. Si dejamos que se manifieste siquiera una pizca de la desigualdad de la sociedad capitalista en las relaciones entre los camaradas de nuestro partido, estaremos en serios problemas”.
Posteriormente, la arrogancia imperial también fue una marca distintiva del régimen de Wolkenstein, quien abiertamente ridiculizaba las capacidades de los dirigentes de nuestra sección sudafricana. Sosteniendo que no entendían el carácter de la Alianza Tripartita gobernante, Wolkenstein puso un alto a la producción local de propaganda sobre la cuestión, y en cambio encargó esta tarea a sus agentes favoritos del S.I.
Respecto a nuestra sección estadounidense, el documento de la conferencia reafirmó la perspectiva de construir un partido cuya militancia y dirección se compongan en un 70 por ciento de negros, latinos y otras minorías. El llamado por un partido 70 por ciento negro fue originalmente una polémica interna contra los camaradas que rehuían la lucha por reclutar obreros y jóvenes negros en los años 70 e inicios de los 80. Fundamentalmente, no es cuestión de una consigna, sino una afirmación de nuestro compromiso por reclutar y consolidar a una dirección trotskista negra. La conferencia reafirmó nuestro programa por el integracionismo revolucionario, elaborado en un documento de fundación de la SL/U.S., “Negro y rojo: La vía clasista a la liberación de los negros”, Spartacist [Edición en inglés] No. 10, mayo-junio de 1967, que afirmaba:
“Nuestra meta inmediata es desarrollar cuadros trotskistas negros. No sólo aspiramos a reclutar miembros negros —un atajo a la clase obrera en el presente periodo— sino formar a estos obreros negros como cuadros trotskistas que desempeñarán un papel dirigente en la organización de las masas negras dentro y fuera de la Liga”.
Se requiere un nivel de conciencia alto y continuo para desarrollar cuadros dirigentes negros en un país definido por el odio racial intenso, enraizado en la segregación forzada de la mayoría de la población negra al fondo de la sociedad. Ello significa prestar particular atención a la presión y el abuso incesantes que enfrentan nuestros camaradas negros, incluso por parte de liberales blancos moralizantes. En vez de ello, las direcciones previas utilizaron frecuentemente a nuestro preciado núcleo de camaradas negros como figura decorativa en campañas oportunistas. Dos ejemplos de lo anterior fueron el “Gran Salto Adelante” —una campaña ilusoria para reclutar obreros negros jóvenes después de una acción de frente unido contra el fascista Ku Klux Klan en la ciudad de Nueva York en 1999— y el empeño perenne por “revitalizar” un inexistente movimiento de masas por liberar a Mumia Abu-Jamal, un prisionero de la guerra de clases.
¡Reforjar la IV Internacional!
En este número también publicamos una moción aprobada por los delegados a la conferencia que corrige nuestros artículos sobre la guerra indo-pakistaní de 1971, los cuales afirmaban falsamente que la lucha por la independencia de Bangladesh había estado subordinada a la intervención del ejército indio (ver página 30). La conferencia también apoyó una moción aprobada por la Spartacist League of Australia que restablece el llamado por la independencia de Papúa Occidental del dominio indonesio y reitera las consignas “¡Retiro inmediato de las tropas indonesias!” y “¡Australia, manos fuera!”. En referencia a una huelga de mineros de 2011 que galvanizó el apoyo por parte de los luchadores independentistas de Papúa Occidental, la moción concluye:
“Ello ilustra nuestra perspectiva de vincular la emancipación de la clase obrera profundamente explotada del archipiélago con las luchas de sus pueblos minoritarios, y la necesidad de vincular la lucha por la revolución obrera en Indonesia con la lucha por la revolución obrera en los países imperialistas avanzados”.
Los principales cuadros que trabajaron en el documento de la conferencia hicieron uso efectivo de los abundantes recursos de la Prometheus Research Library (Biblioteca de Investigación Prometeo), el archivo central de referencia del Comité Central de la SL/U.S. Sus intensas investigación y discusiones en la PRL reafirmaron la importancia de la biblioteca como una instalación dedicada al trabajo marxista. Su acervo preserva las preciadas lecciones adquiridas del pasado y sirve como un arma en la lucha de las nuevas generaciones de dirigentes comunistas. El valioso material de la biblioteca en sus varios idiomas, como hindi y bengalí, debería usarse para extender nuestra Internacional.
La conferencia también emprendió la transformación de los comités de redacción de Spartacist, nuestra revista teórica internacional cuadrilingüe, en verdaderos cuerpos políticos con sus propias discusiones y decisiones sobre el contenido; no deben ser meros despachos de traducción de la edición en inglés. Así, la edición en francés de este número se publicó antes que la edición en inglés. La edición en francés tiene importancia particular para la LCI en Quebec, donde corregir públicamente nuestra línea anglochovinista previa es esencial para continuar nuestro trabajo, especialmente para el lanzamiento de nuestra publicación quebequense, République ouvrière.
Desde la destrucción contrarrevolucionaria de la Unión Soviética, la LCI ha enfrentado constantes luchas por mantener nuestra continuidad revolucionaria contra una serie de direcciones oportunistas. Respondiendo a algunos camaradas que culpaban a las presiones de la realidad desfavorable como la fuente principal de nuestros problemas, un camarada dirigente quebequense argumentó:
“Las presiones objetivas sobre nosotros son abrumadoras, pero ello no es un pretexto para abandonar nuestro objetivo. Sería objetivista y determinista pensar que el factor subjetivo no puede cambiar la realidad y superar las presiones de la sociedad burguesa. El papel de la dirección y del partido entero es contrarrestar estas presiones y aplicar el programa marxista a la realidad...
“El ambiente político no está mejorando en absoluto para nosotros. La tarea de esta conferencia es elegir una dirección que será la más capaz de aplicar el programa trotskista ante los retos que enfrentaremos. No tenemos ninguna garantía de éxito, pero tenemos una oportunidad. Sin embargo, no podemos corregir nuestro curso si no confrontamos nuestro pasado. Es la única manera de defender nuestra continuidad”.
Esa continuidad no sólo ha sido preservada, sino también renovada por medio de esta lucha, que fue una reafirmación de la necesidad de un partido proletario, revolucionario e internacionalista. El canto de “La Internacional” al final de la conferencia presentó una pequeña pero vital expresión de nuestro propósito. Encabezado en francés por un camarada de Quebec, se entonó en panyabí, catalán, español, griego, árabe, alemán, polaco, italiano, inglés y otros idiomas. En un microcosmos, hizo palpable el rotundo estribillo: “¡El género humano es la Internacional!”.