Espartaco No. 52

Diciembre de 2019

 

¡Abajo la UE!
¡No a la participación en su seudoparlamento!

¡Por los estados unidos socialistas de Europa, reunidos sobre una base voluntaria!

La siguiente declaración fue publicada el 21 de abril por el Comité Ejecutivo Internacional de la Liga Comunista Internacional (Cuartainternacionalista).

Los socialdemócratas y otros reformistas baten los tambores a favor de la Unión Europea (UE) por las próximas elecciones al Parlamento Europeo. Como de costumbre, el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) propone que “Europa es la solución”. El simple hecho de hacer campaña y participar en el Parlamento Europeo es una traición a los intereses de la clase obrera. Este “parlamento” no es un parlamento sino un foro diplomático. Es usado por los imperialistas para presentar falsamente su consorcio como una unión “libre” y “democrática” de pueblos que trasciende al estado-nación.

Nuestra tendencia internacional siempre se ha opuesto a la UE y a su organización predecesora, la Comunidad Económica Europea (CEE), que fue inicialmente establecida como un apéndice económico de la alianza militar de la OTAN, dirigida por EE.UU., contra el estado obrero degenerado soviético. Actualmente, la UE es dominada por el imperialismo alemán y, de manera secundaria, por Francia. La UE es un consorcio de estados capitalistas cuyo propósito es maximizar la explotación de la clase obrera en cada uno de sus países, e imponer la dominación económica y subyugación por parte de las potencias imperialistas sobre los países más pobres como Grecia, Irlanda, Portugal y los estados miembros de Europa Oriental, mediante, entre otras cosas, su instrumento financiero, el euro. La UE también está diseñada para incrementar la competitividad de los imperialistas europeos contra sus rivales de EE.UU. y Japón.

La UE no es un superestado, sino una serie de tratados contraídos entre estados. En El imperialismo, fase superior del capitalismo (1916), V.I. Lenin desenmascaró la reaccionaria y utópica noción del “ultraimperialismo” del socialdemócrata Karl Kautsky, según la cual los poderes capitalistas supuestamente superarían sus mutuas rivalidades al explotar al mundo de manera conjunta. Es mero kautskismo proponer un estado burgués paneuropeo, o una moneda común estable, porque el capitalismo está organizado sobre la base de estados nacionales individuales. La UE está sujeta a las continuas tensiones que provienen de los distintos intereses nacionales de los imperialistas europeos, que constantemente amenazan con destrozarla, y puede ser destruida por la lucha de clases.

Es aprincipista que los marxistas participen en el Parlamento Europeo. Antes de 1979, los delegados eran asignados por los gobiernos de la CEE. El hecho de que hubiera elecciones directas de delegados, después de 1979, no cambió su carácter diplomático esencial. Como escribimos en el periódico de nuestra sección estadounidense hace 40 años respecto a la participación del seudotrotskista Secretariado Unificado (S.U.) en las elecciones europarlamentarias: “¿Si el Consejo del Atlántico Norte de la OTAN fuera constituido por elecciones directas, o el colonialista Commonwealth británico creara un cuerpo seudoparlamentario, buscaría representación el S.U. en estas alianzas imperialistas? ¡Sólo podemos suponer que sí!” (Workers Vanguard No. 233, 8 de junio de 1979).

La Liga Comunista Internacional no busca renegociar los términos y las disposiciones particulares de la UE; hacerlo sólo reforzaría las ilusiones de que la UE puede ser reformada a favor de los intereses de la clase obrera. Los falsos dirigentes de la clase obrera promueven la mentira de una “Europa social”, la falsa perspectiva de que la UE puede ser un instrumento de progreso social para los obreros y los oprimidos. Nuestra actitud hacia la UE es de oposición intransigente: buscamos hacerla añicos mediante una lucha proletaria internacionalista. Luchamos por revoluciones obreras en todo el continente, que conduzcan a los estados unidos socialistas de Europa, reunidos sobre una base voluntaria.

Las instituciones de la UE, incluyendo su “parlamento”, no son más que cuerpos que regulan los términos de explotación y opresión del orden capitalista en Europa bajo el liderazgo de Alemania. Los tratados que regulan a la UE representan el balance de poder entre los imperialistas mismos y entre los imperialistas y los países oprimidos dependientes. El Parlamento Europeo es un impotente cuerpo consejero que remienda los tratados negociados por los gobernantes de los estados miembros de la UE. Sin importar bajo qué plataforma fue elegido uno de los miembros de su “parlamento”, su papel es el de un representante diplomático de un estado capitalista. Ese servicio de negociar tratados reaccionarios necesariamente conlleva compartir responsabilidad por sus resultados.

Participar, de cualquier forma, dentro del “parlamento” de la UE comprometería la independencia de clase del proletariado. Sobre esta base, la LCI, por principio, no otorga apoyo crítico electoral a oponentes de organizaciones de izquierda que se postulan a este “parlamento”. En La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo (1920), Lenin señala que las masas aprenden de la experiencia y no simplemente de propaganda comunista. En ese entonces, instó a los comunistas de Gran Bretaña a ayudar al Partido Laborista a llegar al gobierno para que las masas pudieran ver que los laboristas eran traidores de clase. La LCI ha empleado esta táctica cuando ha sido apropiada. Sin embargo, uno no puede desenmascarar a los reformistas al elegirlos al Parlamento Europeo. El simple hecho de postularse significa aceptar el marco de hacer retoques al tratado imperialista de la UE.

Al igual que la Liga de las Naciones de antes (y las Naciones Unidas de la actualidad), la UE es una guarida de ladrones imperialistas y sus víctimas. Hasta 1934, la casta burocrática estalinista en Moscú y los partidos comunistas que la apoyaban se oponían a participar en la Liga. Cuando el Kremlin cambió de curso en 1934 y se unió a aquélla, esto marcó el comienzo de la política del frente popular, basada en el invento de un ala “progresista” del imperialismo. Haciendo escarnio de las traiciones de Stalin, los trotskistas citaron su declaración de 1927 sobre la Liga en un artículo del New International (julio de 1934):

“La Unión Soviética no está preparada para convertirse en parte del camuflaje de las maquinaciones imperialistas representadas por la Liga de las Naciones. La Liga es la reunión de los líderes imperialistas que solucionan ahí sus asuntos a puertas cerradas. Los temas que discute la Liga, de manera oficial, no son más que frases vacías intencionadas para engañar a los obreros. Son los asuntos llevados a cabo por los líderes imperialistas tras bambalinas el verdadero trabajo del imperialismo que los elocuentes voceros de la Liga de las Naciones hipócritamente esconden”.

La UE es una alianza entre países desiguales, en que los estados opresores imperialistas dominantes se imponen a los países oprimidos y más pobres. Se mantiene unida mediante el uso de la fuerza y el chantaje económicos por parte de los imperialistas más poderosos. Un ejemplo es la imposición del euro, que devastó el nivel de vida de los trabajadores y benefició al capitalismo alemán. El control de la moneda es un componente clave de la soberanía nacional. Bajo condiciones normales, un país endeudado puede aliviarse un poco y recuperar competitividad económica por medio de la devaluación. Pero esto es imposible dentro de la eurozona.

La manera en la que los imperialistas oprimen a los países dependientes dentro de la UE fue descrita en un artículo del Financial Times (11 de mayo de 2014), “How the Euro Was Saved” [Cómo se salvó al euro]. En 2011, cuando el entonces primer ministro de Grecia, George Papandreou, propuso un referéndum sobre el rescate, las potencias principales de la UE se unieron para ponerle alto al referéndum y organizaron un golpe de estado político para remplazarlo. El presidente francés Nicolas Sarkozy, Angela Merkel de Alemania, la directora del FMI Christine Lagarde y los dos presidentes de la UE se reunieron para conspirar acerca de cómo bloquear el referéndum. Propusieron un “gobierno de unidad nacional” que sería dirigido por Lucas Papademos, un exvicepresidente del Banco Central Europeo. En menos de una semana, Papademos tomó el poder. No se llevaron a cabo elecciones.

En julio de 2015, el gobierno de Grecia de Syriza convocó un referéndum para aceptar aún más austeridad como condición para otro acuerdo de rescate de la UE. Alrededor del 60 por ciento de la población votó por el “no”, dándole una bofetada a la UE. Subsecuentemente, el primer ministro, Tsipras, aceptó un programa aún más salvaje de hambruna, miseria y humillación elaborado por los amos de la UE. En reacción a esto, nuestros camaradas del Grupo Trotskista de Grecia (TOE) llamaron por la formación de comités obreros de acción que repudiaran esta traición, además de repudiar a la UE y el euro. El TOE explicó que estos comités lucharían por demandas tales como la cancelación de la deuda; por guardias obreras de defensa contra los fascistas; la expropiación de la banca, los servicios públicos y los puertos; empleos para todos mediante una reducción en la semana laboral sin pérdida de salarios. Estas demandas estaban ligadas a la necesidad de luchar por “un gobierno que actúe en interés de los trabajadores y esté subordinado a ellos” (“¡Repudiar la capitulación de Syriza ante la UE! ¡BASTA!”, Suplemento de Espartaco, agosto de 2015).

El único partido obrero de masas en el país, el Partido Comunista de Grecia (KKE), jugó un papel traicionero al desmovilizar la lucha cuando importaba. El KKE se negó a llamar por el “no” en el referéndum. Esto evidenció lo huecas que son las declaraciones del KKE de oponerse a la UE. El hecho de que el KKE se postule y participe en el Parlamento Europeo, al cual la UE da subsidios sustanciales, subraya su verdadera subordinación a la UE y el orden capitalista europeo.

Los falsos dirigentes sindicales y los partidos obreros reformistas han jugado un papel clave en sostener a la UE y la patronal capitalista, como ejemplificó el “GroKo” (Gran Coalición) del SPD con Merkel. La predominancia de Alemania en la UE se debe en gran parte al SPD. El último gobierno liderado por el SPD implementó una serie de “reformas” antiobreras, incluyendo las leyes Hartz IV y la Agenda 2010, que desmantelaron varias prestaciones sociales. Esto condujo directamente a la introducción de un enorme sector con bajos salarios en el país, lo que reforzó considerablemente la competitividad de la burguesía alemana.

La sección británica de la LCI apoya el Brexit y llamó por el voto a favor de “salir” en el referéndum de 2016. En contraste, el dirigente laborista “de izquierda”, Jeremy Corbyn, traicionó a sus partidarios de la clase obrera al hacer campaña contra el Brexit y más recientemente ha llamado por un segundo referéndum, en contra del voto de la población. Con la continua austeridad que acecha a los obreros en Europa, el servil apoyo de los reformistas a la UE ha alimentado el crecimiento de la extrema derecha y los fascistas.

La oposición de la LCI a la UE y su “parlamento” es proletaria, internacionalista y revolucionaria. Para construir una sociedad libre de hambre, necesidad y opresión se requiere de una serie de revoluciones socialistas que expropien a los gobernantes capitalistas, en particular en centros imperialistas como Alemania y EE.UU., y establecer una economía internacional planificada basada en el dominio obrero. Lo que se necesita es la construcción de partidos obreros revolucionarios, secciones de una IV Internacional reforjada, que dirijan a la clase obrera al poder barriendo con el podrido sistema capitalista-imperialista.