Espartaco No. 47 |
Agosto de 2017 |
Desde el campo del liberalismo del combate a la derecha
Los embusteros del GI calumnian a la LCI respecto a la inmigración
Traducido de Workers Vanguard No. 1109 (7 de abril).
Fue el jefe de propaganda nazi, Joseph Goebbels, quien desarrolló la técnica moderna de la Gran Mentira, y fue Iosif Stalin quien la introdujo en la izquierda. El punto de una mentira no es tanto que sea creída, sino que, al ser suficientemente repetida, se la acepte como pretexto para una cacería de brujas o algo peor. En ese espíritu, y no por primera vez, el Grupo Internacionalista (GI) está calumniando a la Liga Comunista Internacional de ser racista antiinmigrante. Así, en agosto de 2016 el Internationalist publicó dos artículos —“Strange Encounters with the ICL” [Encuentros extraños con la LCI] e “Italy: The Refugee Crisis and Capitalist Barbarism” [Italia: La crisis de los refugiados y la barbarie capitalista]— en los que acusaba a la LCI de “alinearse con los elementos más retrógradas de la burguesía, incluyendo fascistas y racistas” y de asumir “el papel de guardia fronterizo de la UE [Unión Europea] y al interior de la UE” (énfasis en el original).
Acusar a alguien de racista, como acusarlo de ser policía (y el GI nos calumnia de ambos modos), es el lodo más sucio con que se puede embarrar a un izquierdista. El quedarse callado se toma como prueba de culpa. Pero responder implica que la acusación se ha extendido y quizá esté justificada. Para dar un ejemplo de actualidad, es como responder a los tweets de Donald Trump. Hábil practicante de la Gran Mentira, Trump fue formado por Roy Cohn, el asesor legal de la cacería de brujas de Joseph McCarthy, quien persiguió a los heroicos Rosenberg hasta la muerte en la silla eléctrica en 1953. La última calumnia del GI, titulada “Spartacist League vs. Refugees” (La Spartacist League contra los refugiados, internationalist.org, 27 de febrero), podría resumirse en el tweet “LCI llama por plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes. ¡Fake News!”.
Acusándonos de “capitular al racista Trump”, el GI apunta contra el artículo de portada de Workers Vanguard No. 1105 (10 de febrero) que tiene el encabezado: “Trump escala la guerra de Obama contra los inmigrantes”. Señalando nuestras exigencias de “¡Plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes!” y “¡No a la prohibición antimusulmana!”, el GI argumenta que éstas no son sino una elaborada cubierta para nuestra “línea chovinista de oponerse a los llamados por asilo a los que huyen de la depredación provocada por el imperialismo estadounidense y europeo” (énfasis en el original). En realidad, las mentiras del GI contra nosotros son una cubierta, aunque no muy elaborada, para su propia capitulación al liberalismo del “combate a la derecha” —es decir, a la idea de que los gobernantes imperialistas de EE.UU. (particularmente los representados por el Partido Demócrata) y sus contrapartes en la Unión Europea pueden ser presionados para conceder libertad y bienestar económico a los pueblos del mundo—.
Las depredaciones provocadas por las potencias imperialistas, con EE.UU. encabezando la jauría, abarcan todo el mundo. Con su saqueo sistemático de vastas franjas del planeta y sus guerras devastadoras, o las guerras de sus agentes, los países capitalistas avanzados imponen condiciones inhumanas a la vasta mayoría de la humanidad. La ONU calcula que hay en el mundo unos 60 millones de personas desplazadas por la guerra y la persecución, el mayor número desde la Segunda Guerra Mundial. Muchos millones más migran para escapar de la horrenda pobreza que el imperialismo capitalista inflige.
Como comunistas, no esperamos que los autores mismos de esta devastación tengan la buena voluntad de darle refugio a sus víctimas. Nuestro propósito es forjar partidos obreros revolucionarios e internacionalistas que puedan dirigir al proletariado mundial en la lucha por aplastar este sistema brutal de explotación, opresión racial y colonial/neocolonial, y guerra. El GI camina por la acera opuesta.
Fe conmovedora en el imperialismo “humanitario”
La foto que acompaña el artículo “Spartacist League vs. Refugees” muestra las pancartas del GI en la manifestación del 28 de enero en el aeropuerto JFK contra la prohibición antimusulmana de Trump. La única diferencia entre sus consignas y las del artículo que ellos denuncian como “chovinista” es una pancarta que exige: “Dejen entrar a los refugiados sirios”. Además de los sirios, hay millones más que huyen de las guerras y ocupaciones estadounidenses de Afganistán e Irak y de la devastación imperialista de Libia, por mencionar sólo algunos, así como otros que tratan de huir de horribles guerras civiles en Sudán del Sur, el Congo y otros lugares.
El GI se enfoca en la situación desesperada de los refugiados sirios porque se ha vuelto una cause célèbre entre los liberales y todos los que aspiran a promover una mayor intervención “humanitaria” de Estados Unidos y otras potencias imperialistas en la guerra civil que está destruyendo ese país. En cambio, pocos lloran de ese modo por los incontables refugiados de la guerra barbárica que libra en Yemen la monarquía teocrática de Arabia Saudita, respaldada por EE.UU., que ha matado a miles. No se puede hallar en la red un solo artículo del GI sobre esa guerra y los refugiados que ha producido.
El GI miente al proclamar que nosotros nos oponemos “a los llamados de asilo para los refugiados sirios”. No. A lo que nos oponemos, a lo que nos hemos opuesto siempre, es al engaño de que los imperialistas van a abrir las puertas a todos los que buscan refugio. Al contrario de lo que afirma el GI, esta posición no se contrapone en lo más mínimo a nuestro historial de lucha, por ejemplo, por asilo a quienes huyen del terror reaccionario estatal en sus propios países: desde la junta chilena de Pinochet en los setenta y los asesinos escuadrones de la muerte en Centroamérica en los ochenta hasta los pogromos cingaleses orquestados por el gobierno de Sri Lanka contra los tamiles. Más recientemente, hemos exigido que se permita la entrada a los desesperados refugiados de Haití, a quienes el gobierno de Obama cerró la puerta en las narices (ver WV No. 1099, 4 de noviembre).
Bajo el imperialismo capitalista, no existe un “derecho al asilo” universal, como quisiera el GI. Son los intereses políticos de la burguesía los que determinan sus políticas respecto a los refugiados. Es por esto que Miami, por ejemplo, se convirtió en un paraíso de los gusanos que huían de la Revolución Cubana, y los contrarrevolucionarios derrotados de países como Vietnam fueron recibidos con los brazos abiertos. Lo que determina nuestras exigencias de asilo han sido los intereses de clase del proletariado.
Nuestro fin es construir la unidad, solidaridad y capacidad combativa de la clase obrera, tanto en este país como internacionalmente. Eso significa luchar para movilizar el poder social del movimiento obrero en defensa de los que han llegado hasta aquí, enarbolando el llamado por plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes y oponiéndose a todas las deportaciones y redadas antiinmigrantes. Contra el veneno racista y chovinista que impulsa la burguesía para dividir y vencer a sus esclavos asalariados, al que hacen eco los llamados proteccionistas de la burocracia sindical de “salvar los empleos estadounidenses”, decimos que los sindicatos deben integrar a sus filas a los trabajadores nacidos en el extranjero con plenos derechos y protecciones.
De creerle al GI, todo eso es parte de un truco para encubrir nuestro supuesto “chovinismo” antiinmigrante. Ellos dicen que “cuando la Spartacist League estaba por el trotskismo revolucionario, su afirmación de que todos los que estuvieran aquí deberían tener derechos de ciudadanía, sin importar cómo hubieran llegado, subrayaba que esto se refería a todos los inmigrantes”. Ahora, escupe el GI, “cuando WV expresa el llamado por plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes, señala puntualmente que sólo a quienes ‘hayan llegado a este país’”. El lector atento (o no tan atento) verá que no hay diferencia entre llamar por plenos derechos de ciudadanía para “los que estuvieran aquí” y para “quienes hayan llegado a este país”. La posición del GI significa llamar por plenos derechos de ciudadanía en EE.UU. o la UE para todo el que los quiera, sin importar dónde viva.
La idea de que uno pueda ir a donde quiera puede sonar muy radical, un verdadero paraíso en la tierra. Pero en el verdadero planeta Tierra, no son pocas las consecuencias reaccionarias que eso tendría. El desarrollo del imperialismo moderno se basó en que las mayores potencias capitalistas forzaron a los países más débiles y económicamente atrasados a abrir sus fronteras al saqueo colonial y al flujo del capital financiero.
Aunque el GI lo niega, su posición no es más que una variante del llamado por “abrir las fronteras” que levanta buena parte de la izquierda reformista desde Europa a Estados Unidos. Como escribimos hace más de 40 años en “The Leninist Policy Toward Immigration/Emigration” (La política leninista respecto a la inmigración/emigración, WV No. 36, 18 de enero de 1974), esta exigencia “equivale a abogar por que los estados-nación sean abolidos bajo el capitalismo”. Junto con la propiedad privada de los medios de producción, el estado-nación es el fundamento mismo del orden capitalista. ¿Por qué no llamar por la abolición de la guardia fronteriza? ¿Y por qué no del ejército y de la policía también? Después de todo, la guardia fronteriza es tan vital para la existencia misma del capitalismo como la policía racista y rompehuelgas y las fuerzas armadas que devastan el mundo al servicio de los intereses de los gobernantes de Estados Unidos y otros países imperialistas. Para el caso, ¿por qué molestarse con la lucha por la revolución socialista?
El fraude de la UE del “libre tránsito de personas”
La noción de “fronteras abiertas” es particularmente popular entre los liberales y reformistas de Europa, donde el fraude del “libre tránsito de personas” es un sostén ideológico clave para mantener la Unión Europea. La UE, un bloque reaccionario entre las potencias imperialistas de Europa, en el que la burguesía alemana ocupa el asiento del conductor, ha sido desde su origen un vehículo para aumentar la explotación de los obreros de Europa y para la dominación de los países más débiles, como Grecia, por parte de los amos imperialistas. Pese a las ilusiones liberales de que todo el que ponga pie en un país de la UE puede viajar a donde quiera bajo los términos del Tratado de Schengen, la principal preocupación de la UE siempre ha sido el libre tránsito de capital entre sus estados miembros. Dentro de ese marco, el tránsito de personas se manipula para facilitar la explotación de la mano de obra barata según las necesidades del capital.
El Tratado de Schengen nunca impidió la deportación de “gente indeseable” como los romaníes, muchos de los cuales son ciudadanos de estados de la UE. Tampoco ha impedido la proliferación de alambradas, muros y campos de detenidos, ni el despliegue de fuerzas armadas para vigilar las fronteras estatales europeas. Las horribles escenas de refugiados desesperados ahogándose en el Mediterráneo hacen una burla cruel del “libre tránsito de gente”. Pero éste sigue siendo el principal argumento de quienes están dedicados a preservar el consorcio capitalista de la UE, con el GI uniéndose al coro. La genuflexión del GI ante la UE se ve en su negativa a apoyar el Brexit en el referéndum del año pasado y de llamar por el “no” a la austeridad impuesta por la UE en el referéndum griego del año anterior.
En “Italy: The Refugee Crisis and Capitalist Barbarism”, el GI toma el garrote para defender al Partito Comunista dei Lavoratori (PCL) contra una polémica en Spartaco, periódico de nuestra sección italiana. El PCL llamó por un “plan de bienvenida digna para los migrantes, empezando por los refugiados al nivel europeo. Por libertad de tránsito para los migrantes al interior de Europa. Cancelación de las leyes antiinmigrantes de cada país y al nivel europeo”. En respuesta, nuestros camaradas italianos argumentaron que exigencias como ésas alimentan “la ilusión de que la UE imperialista puede ser obligada a actuar de acuerdo a principios humanitarios”. Poniéndose del lado del PCL, el GI argumenta:
“La idea de que la Europa imperialista vaya a darle una ‘bienvenida digna’ a los refugiados es ciertamente una ilusión reformista. Pero afirmar que los llamados por libertad de tránsito para los migrantes al interior de Europa y por la abolición de las leyes antiimigrantes equivale a embellecer el imperialismo es algo totalmente distinto. Antes de despedirse del trotskismo revolucionario...la LCI siempre se había opuesto a todas las leyes antiinmigrantes, explicando al mismo tiempo que bajo el capitalismo no puede haber una política migratoria equitativa”.
Y aún lo hacemos. Es el GI el que se despidió del trotskismo revolucionario cuando sus dirigentes fundadores desertaron de nuestra organización hace dos décadas.
Nos oponemos a todas las leyes, regulaciones, cuotas, etc. que sean racistas o que discriminen por nacionalidad. Al mismo tiempo, entendemos que bajo el capitalismo no puede haber una política migratoria “progresista”. Tampoco es nuestra tarea proponer medidas alternativas al enemigo de clase ni sugerir que se pueda convencer a los gobernantes imperialistas que den refugio a todo el que lo quiera.
En nuestro artículo de 1974, publicado cuando Jan Norden, el líder máximo del GI, era gerente de producción de WV (luego sería editor, por más de 20 años), explicamos:
“Lo que los comunistas tenemos que decirles a las masas empobrecidas de los países atrasados es que la respuesta a sus de-sesperadas condiciones sociales no está en un boleto individual a Estados Unidos o Europa Occidental, sino en una revolución socialista internacionalista, precondición necesaria para una reorganización económica de la sociedad humana que libere a las fuerzas productivas del grillete de la propiedad privada”.
Hará falta una serie de revoluciones obreras y el establecimiento de una economía planificada internacional para sentar las bases hacia la eliminación de la escasez material mediante un vasto aumento de las fuerzas productivas. Sólo eso puede darle una vida decente a los que hoy viven en los arrabales hacinados o las aldeas rurales del Tercer Mundo y sufren las carnicerías provocadas por los asesinos de masas imperialistas. Sólo entonces podrá haber un mundo sin fronteras.
Centristas de los santuarios
Más cerca de casa, el GI ofrece su mercancía a los liberales y reformistas anti-Trump del “combate a la derecha”. Furioso con nosotros por haber expuesto su apoyo a la estafa de las “ciudades santuario”, en su más reciente diatriba el GI fulmina que a la SL “le importa un comino si al I.C.E. [“la migra”] le es más fácil o más difícil deportar a inmigrantes” (énfasis en el original). Por el contrario, vemos con gusto cualquier medida que obstaculice a los policías migratorios. Pero advertimos que la noción de “ciudades santuario”, que el GI promueve, es un truco de los alcaldes demócratas para presentarse a sí mismos y a sus policías asesinos como “amigos” de los migrantes. Como escribimos en el artículo que le pareció tan ofensivo al GI: “Sería una verdadera locura creer que los agentes locales del estado capitalista vayan a establecer oasis de refugio para los migrantes. Los policías que disparan impunemente contra los jóvenes negros y de otras minorías no protegerán a los migrantes de los federales”. Esta afirmación se basa en el entendimiento marxista elemental del estado capitalista y los destacamentos de hombres armados que forman su núcleo, tanto al nivel federal como municipal...a menos que uno suscriba el mito del “socialismo” municipal (también conocido como “socialismo de las cloacas”).
No hace falta siquiera ser marxista para ver “La falsa promesa de las ciudades santuario”, como se titula un artículo del Slate (“The False Promise of Sanctuary Cities”, 17 de febrero). El artículo señalaba:
“No son sólo los republicanos de mano dura quienes presiden sobre ese sistema de justicia que hoy sirve de puerta de entrada al gigantesco ducto de las deportaciones. Cada día, los policías y los fiscales de las ciudades controladas por los demócratas alimentan el encarcelamiento masivo al arrestar e inculpar a gente por delitos leves sin violencia... Para los migrantes indocumentados, un arresto puede detonar el encarcelamiento y la deportación por parte del I.C.E. Y eso aplica incluso si una autonombrada ciudad santuario se niega a detener a alguien a petición federal”.
En todo caso, si algunas fuerzas policiacas locales se han negado a servir de adjuntos al I.C.E., es porque las distrae de otras prioridades que consideran más importantes, como las racistas “guerras” contra el crimen, las drogas y las pandillas, que se dirigen particularmente contra la juventud negra y latina.
Desde que desertó de nuestra organización, el GI ha tenido el propósito de no ofender las sensibilidades de diversos nacionalistas del Tercer Mundo y reformistas y liberales radicales variopintos. Hace unos años, miembros del GI gritaron que nuestros camaradas eran chovinistas “antilatinos”. La supuesta prueba de esta calumnia era nuestro artículo “Sur de Chicago: Imágenes de la vida latina y negra” (Espartaco No. 21, otoño-invierno de 2003), dirigido a combatir el racismo antinegro entre los inmigrantes latinos y el prejuicio antilatino entre los obreros negros.
Según el GI, es “chovinista” reconocer la realidad de que los gobernantes capitalistas de Estados Unidos inculcan racismo antinegro a los inmigrantes. Por otra parte, el GI no objetó a nuestra observación de que existe un sentimiento antiinmigrante entre los negros, muchos de los cuales resienten el hecho de que, entre más claro sea el color de piel de uno, más oportunidades potenciales existen para el avance económico. Pese a haber obtenido derechos de ciudadanía tras la derrota de los esclavistas en la Guerra Civil, las masas negras siguen segregadas por la fuerza al fondo de esta sociedad.
En un artículo de enero titulado “The Myth of a ‘White Working Class’” [El mito de una “clase obrera blanca”], el GI se las arregló para no escribir una sola palabra acerca de cómo la opresión de casta racial y de color de los negros es el cimiento del capitalismo estadounidense. Por el contrario, el GI simplemente desaparece la división racial de la clase obrera, uno de los sostenes fundamentales de la explotación y la opresión capitalista en este país. Enterrando la centralidad del combate por la libertad negra en la lucha por la liberación socialista de la clase obrera en su conjunto, el artículo incluso se olvida de mencionar la necesidad de que el movimiento sindical enarbole la defensa de los inmigrantes. He aquí la verdadera medida de la grandilocuencia del GI respecto a organizar la “resistencia obrera activa” que frene la creciente guerra contra los inmigrantes y los refugiados.
El propósito de un partido de vanguardia leninista es armar a la clase obrera con conciencia revolucionaria. Una clave de esta tarea es el entendimiento de que la causa de la liberación de todos los oprimidos es inseparable de la lucha por la emancipación obrera de la esclavitud asalariada. Habiendo desechado esta perspectiva hace dos décadas, el GI recurre a calumniar a la LCI de “racista”. Esto es algo más que un mero exceso polémico: su propósito es incitar y justificar la violencia contra nosotros. Pero no estamos dispuestos a ceder ante estos apologistas del liberalismo pequeñoburgués. Aunque nuestras fuerzas son actualmente pequeñas, nuestro partido y nuestro programa son vitales para la lucha por la victoria socialista del proletariado.