Espartaco No. 46

Octubre de 2016

 

Grupo Internacionalista: Alcahuetes de la reacción al Brexit

Traducido de Workers Hammer No. 236 (otoño de 2016), periódico de nuestros camaradas de la SL/B.

Aunque varios grupos reformistas británicos llamaron, si bien tímidamente, a votar en contra de la Unión Europea (UE) imperialista, esto es más de lo que se puede decir de una pequeña organización estadounidense llamada Grupo Internacionalista (GI). Habiendo mantenido estricto silencio sobre la cuestión en la antesala del referéndum británico, el GI se zambulló en el pantano de la reacción liberal contra el voto al escupir una serie de artículos —uno de ellos dedicado exclusivamente a denunciar a la Spartacist League, sección británica de la Liga Comunista Internacional, por nuestro apoyo al Brexit—. La línea del GI es similar a la del montón de agrupaciones abstencionistas, que incluye a la Corriente Marxista Internacional, la cual por mucho tiempo hizo entrismo en el Partido Laborista. Unánimemente, estos grupos afirman que el apoyo al Brexit era racista, señalando que el UKIP [Partido por la Independencia del Reino Unido] y otros se oponen a la UE sobre la base del chovinismo antiinmigrante. Aunque los artículos del GI exhiben una considerable ignorancia sobre la realidad británica, la ignorancia difícilmente es una excusa para no oponerse a la UE imperialista.

En un artículo en Internet, el GI nos dice que “los marxistas revolucionarios son oponentes irreconciliables de la Unión Europea”, al mismo tiempo que descarta al referéndum como un “circo chovinista” (“The ‘Brexit’ Trap: British Left Caught Between ‘Leave’ and ‘Remain’ in European Union” [La trampa del “Brexit”: La izquierda británica atrapada entre “salir” y “permanecer” en la Unión Europea], internationalist.org, agosto de 2016). Claro está que los marxistas revolucionarios —es decir, la LCI— somos oponentes irreconciliables y consecuentes de la UE. En cambio, aunque el GI dice que “nunca llamaría a votar por la UE”, cuando la cuestión se plantea concretamente su posición es nunca votar contra ella. En las dos ocasiones en que la cuestión de la UE fue puesta a votación en el periodo reciente —el voto contra el paquete de austeridad de la UE en Grecia el año pasado y el referéndum británico— el GI se abstuvo.

El GI reduce la cuestión de la oposición a la UE a una serie de (falsas) consideraciones tácticas, afirmando que “cuando fuerzas burguesas en competencia plantean un referéndum sobre la membresía dentro de la UE, el contenido político del referéndum es un factor clave”. Afirmar que los obreros no tienen necesidad de tomar lado porque “fuerzas burguesas en competencia plantean” el referéndum es una completa bazofia. Bajo el dominio capitalista, siempre es la burguesía quien plantea la cuestión en los referéndums. El “contenido” de los referéndums sobre la UE no era ambiguo: sí o no a la austeridad de la UE en Grecia, permanecer o salir de la misma en Gran Bretaña. Como señalamos en nuestra declaración tras el referéndum (“Brexit: ¡Derrota para banqueros y patrones europeos!”, ver artículo en p. 3), después de denunciar al UKIP por desatar el descarado racismo antiinmigrante:

“Quienes votaron por el Brexit lo hicieron por una variedad de razones. Pero sólo aquéllos dentro del movimiento obrero que se empeñan en negar la realidad verán el voto por el Brexit como un simple impulso al UKIP y la derecha tory”.

Con la lógica del GI, la LCI debió de haberse abstenido sobre la imposición en 1994 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ya que la oposición al TLCAN en EE.UU. estaba dominada por el chovinismo antimexicano y el proteccionismo rabioso. Pero nos oponemos al TLCAN sobre una base internacionalista, describiéndolo como un “tratado de rapiña imperialista contra México”. Es una característica de los referéndums el que uno no puede distinguir su voto por el no del de aquéllos que se oponen por razones muy diferentes y, muchas veces, muy reaccionarias. Pero el resultado sí importa para la clase obrera, la cual debe oponerse a la UE desde su propia e independiente perspectiva de clase.

Afirmando falsamente que nuestra única respuesta a la UE “es abandonarla”, el GI fulmina: “En lugar de eso, ¿qué tal llamar, como lo hizo la Liga por la IV Internacional [del GI], por echar abajo la estructura completa de la Europa capitalista/imperialista a través de aguda lucha de clases que lleve a una revolución socialista a escala continental?” (“ICL: The Main Enemy Is in Brussels” [LCI: El enemigo principal está en Bruselas]). Por supuesto que luchamos por la revolución socialista para derrocar el dominio capitalista en Europa y alrededor del mundo. Sin embargo, lo que estaba planteado en el referéndum no era la “revolución socialista a escala continental”, sino un voto en contra de la UE. La contraposición entre apoyar golpes que debiliten al imperialismo y luchar por la revolución socialista para derrocarlo es mera sofistería. Como nuestros predecesores marxistas, entendemos que la capacidad del proletariado para la lucha revolucionaria y su conciencia como una clase para sí no brotan por inspiración divina, sino que se construyen en el curso de victorias parciales y de las lecciones que la vanguardia marxista saca de éstas.

Como señalamos en nuestra declaración tras el referéndum:

“Hace un año, la misma indignación y descontento en la base de la sociedad que impulsó el voto para salir de la UE también alimentó la elección de Jeremy Corbyn a la dirigencia del Partido Laborista, abriendo la posibilidad de reforjar los lazos históricos entre el laborismo y su base en la clase obrera, y así revertir dos décadas de planes blairistas para convertir al Partido Laborista en un partido plenamente capitalista”.

Pero el GI se niega a tomar lado con Corbyn contra los blairistas, escondiéndose tras el hecho obvio de que Corbyn es un reformista. La derrota de los blairistas, dejando a Corbyn a cargo de un partido obrero reformista basado en los sindicatos, sería un gran avance para la clase obrera. Pero al GI le es indiferente si el proletariado británico tiene éxito en dar un paso hacia la independencia de clase respecto a los partidos del capital.

Los fundadores del GI abandonaron el programa trotskista de la LCI, desmoralizados tras la contrarrevolución capitalista en Alemania Oriental y la Unión Soviética, para correr sin riendas tras toda clase de estalinistas venidos a menos, nacionalistas latinoamericanos y oportunistas sindicales. Hoy, afirman: “Cuando la CEE [Comunidad Económica Europea] era el adjunto económico de la alianza imperialista de la OTAN en contra de la Unión Soviética...eso era una cosa. Pero en el contexto de las rivalidades interimperialistas, el imperialismo británico fuera de la UE imperialista no es un mal menor” (“ICL: The Main Enemy Is in Brussels”). ¡Qué perspicaces! La cuestión no es si el imperialismo británico será un “mal menor” cuando esté fuera de la UE, sino si la confianza y la conciencia de los obreros —en Gran Bretaña y a través de Europa— aumentarán con el debilitamiento de la UE chupasangre.

Nuestra defensa de la Unión Soviética era un elemento crítico, aunque no el único, de nuestra oposición a los antecesores de la UE. Lo que escribimos en 1973, aclamando el rechazo al mercado común en un referéndum noruego, sigue siendo tan válido hoy como lo fue entonces:

“Por tanto, la unidad bajo el capitalismo no sólo es un mito, que será hecho trizas en la primera crisis económica seria, sino que necesariamente estará dirigida en contra de la clase obrera, conforme cada clase capitalista nacional intenta volverse ‘competitiva’ a través de una política de ‘racionalización’. Esto requiere rígidos congelamientos de salarios, devaluaciones masivas, rompimiento de huelgas, la liquidación de industrias enteras, desempleo e inflación a gran escala...

“Sólo la unidad sobre una base socialista, conseguida a través de una revolución proletaria y la expropiación de los gigantes monopolios, puede establecer un desarrollo económico racional al nivel mundial sin explotación. Los estados unidos socialistas de Europa sólo pueden ser erigidos sobre la base de la lucha más vigorosa en contra del mercado común capitalista y todo lo que representa”.

—“Los obreros y el mercado común”, Workers Vanguard No. 15, enero de 1973