Espartaco No. 44 |
Noviembre de 2015 |
Contienda en el Partido Laborista sacude a Gran Bretaña
Jeremy Corbyn: ¡La pesadilla de Tony Blair!
Traducido de Workers Vanguard No. 1073 (4 de septiembre).
LONDRES—Este verano, un cambio sorprendente ha sacudido el terreno de la política británica. Tras la derrota del Partido Laborista en la elección general de mayo, el dirigente laborista Ed Miliband renunció, lo cual condujo a elecciones internas por el puesto principal del partido. Jeremy Corbyn, miembro laborista del parlamento desde hace mucho tiempo, entró en la contienda con un programa proobrero y antiausteridad y se ha colocado rápidamente a la cabeza. La votación, por correo y en línea, está en marcha y el resultado será anunciado el 12 de septiembre. [Corbyn obtuvo una impresionante victoria con cerca del 60 por ciento de los votos.]
Tres de los cuatro candidatos —Andy Burnham, Yvette Cooper y Liz Kendal— están en la tradición antiobrera del “nuevo laborismo” de Tony Blair. Jeremy Corbyn es un bastión del ala izquierda del “viejo Partido Laborista” anterior a Blair. Corbyn, que es miembro del parlamento desde hace 32 años, ha votado contra la línea del partido unas 500 veces desde 2001. Y, a pesar de ello, hasta ahora ha logrado mantenerse en segundo plano, sin hacer olas.
El meteórico ascenso de Corbyn a la cabeza de la contienda por la dirigencia laborista ha sorprendido a prácticamente todo el mundo, incluido el propio Corbyn, y provocado pánico en el establishment del partido. A lo largo y ancho del país, trabajadores y jóvenes acuden en masa a los mítines para apoyar a Corbyn. Desde mayo, el partido ha triplicado su membresía hasta alcanzar unos 600 mil miembros; cientos de miles de personas se han adherido como miembros o han pagado la cuota de £3 (unos 80 pesos) para adherirse como simpatizantes y así poder votar por Corbyn. Horrorizados por el influjo masivo a favor de Corbyn, la dirección del partido ha lanzado una intensa campaña al estilo de las cacerías de brujas antirojos, vociferando que el partido está siendo invadido por “trotskistas” y otros elementos malignos. Los dirigentes actuales y anteriores del partido se lamentan de que una victoria de Corbyn dejaría al Partido Laborista “sin posibilidad de ganar las elecciones”. El aparato del partido está revisando frenéticamente las listas de nuevos miembros y hasta ahora ha logrado descalificar a más de 50 mil personas.
Corbyn no es, ni pretende ser, un marxista. Y, sin embargo, su campaña representa una oposición basada en la clase obrera al ala derechista, asociada a Blair, que actualmente dirige el partido. Un volante del 12 de agosto publicado por nuestros camaradas de la Spartacist League/Britain (reimpreso a continuación) da la bienvenida a la campaña de Corbyn, señalando que toca cuestiones en el interés de los trabajadores. Al mismo tiempo, aunque es posible apoyar las consignas principales de la campaña, los problemas fundamentales que enfrentan los explotados y oprimidos no pueden ser resueltos dentro del marco del viejo reformismo parlamentario laborista de Corbyn, que desde siempre ha sostenido el sistema capitalista.
El Partido Laborista fue fundado a inicios del siglo XX por la burocracia sindical para conseguir una voz en el parlamento. El viejo Partido Laborista ejemplificaba lo que el dirigente revolucionario ruso V.I. Lenin describió como un partido obrero burgués, con una base obrera controlada por una dirección y un programa procapitalistas. El componente definitorio era la conexión orgánica del partido con los sindicatos. Los sindicatos eran una parte integral de la estructura del partido: los miembros de los sindicatos afiliados se convertían más o menos automáticamente en miembros del partido y las cuotas sindicales eran su principal fuente de financiamiento.
Como dirigente del partido, Tony Blair se dio a la tarea de “modernizar” el partido. Dos décadas atrás declaró su intención de cortar la conexión con los sindicatos, para de ese modo transformar al Partido Laborista en un partido completamente capitalista como el Partido Demócrata en EE.UU. El “proyecto de Blair” ha tomado largo tiempo, no en poca medida porque los jefes del partido quieren mantener las donaciones sindicales, que siguen siendo la principal fuente de financiamiento del partido. Mientras tanto, la dirección procapitalista de los sindicatos se mantuvo aferrada al Partido Laborista, incluso después de que las bases de los sindicatos empezaron a considerarlo tóxico. Durante varios años, el Partido Laborista se mantuvo moribundo como partido reformista de la clase obrera. Finalmente, en marzo de 2014, una conferencia especial del partido votó desafiliar a los sindicatos dentro de cinco años. En una deliciosa ironía, los nuevos miembros que han inundado el partido en apoyo a Corbyn pueden hoy votar por él gracias a las nuevas reglas adoptadas en la conferencia del partido que desafilió a los sindicatos.
Corbyn insiste en que, de ser elegido, mantendrá la unidad con el ala derecha del partido. Pero el hecho real es que dos clases opuestas están enfrentándose dentro del marco de un solo partido. En una esquina se encuentran los blairistas, que tienen la mayoría de los miembros del parlamento, son desvergonzadamente leales a los banqueros de la City of London y buscan eliminar la conexión con los sindicatos. En la otra, Corbyn busca reconstruir el lazo del partido con los sindicatos, que lo apoyan abrumadoramente. En un mitin de campaña en Glasgow, la audiencia de mil personas aplaudió a rabiar cuando Corbyn declaró que no se avergonzaba de la conexión del partido con los sindicatos, sino que, por el contrario, estaba orgulloso de ella. Su campaña es increíblemente popular entre los obreros, que durante décadas han sufrido los efectos de derrotas importantes y durante incluso más tiempo han escuchado que deben saber cuál es su lugar.
Tras 18 años de gobiernos tories (conservadores) bajo Margaret Thatcher y su sucesor, los gobiernos laboristas de Tony Blair y Gordon Brown continuaron los ataques thatcheristas contra los sindicatos, los obreros y las minorías. Para la clase obrera, una afrenta importante ha sido la privatización y el desmantelamiento progresivos del Servicio Nacional de Salud (NHS), que ofrece servicios gratuitos de salud para todos. Sin embargo, el crimen que más se le reprocha a Blair es haber llevado a Gran Bretaña a la guerra en Irak, al lado de Estados Unidos. Al anunciar que si gana las elecciones ofrecerá disculpas por el papel de Gran Bretaña en la guerra de Irak, Jeremy Corbyn lanzó un misil contra los blairistas.
La prensa burguesa ha comparado la campaña de Corbyn con la del senador de Vermont, Bernie Sanders, apoyado por una parte de la seudoizquierda estadounidense. Sin embargo, hay una diferencia fundamental: la campaña de Corbyn busca reconstruir el “viejo Partido Laborista” reformista, mientras que Sanders contiende por la nominación del Partido Demócrata, un partido burgués. Sin importar cuan “socialista” se presente, Sanders es un político capitalista.
Más aún, existen diferencias sustanciales entre la política de ambos. Sanders respaldó las intervenciones militares estadounidenses en el extranjero, incluyendo Irak y Afganistán, se enlistó en la “guerra contra el crimen” (entiéndase contra la población negra) y apoyó una resolución del senado respaldando la masacre israelí de palestinos en Gaza de 2014. En contraste, Corbyn votó en el parlamento contra la invasión de Irak y contra las medidas en casa en nombre de la “guerra contra el terrorismo”, dirigidas principalmente contra los musulmanes. En un mitin al oeste de Londres, Corbyn recibió un estruendoso aplauso al denunciar los viles comentarios racistas del primer ministro David Cameron sobre “un enjambre” de inmigrantes. No es nada sorprendente que Corbyn cuente con apoyo entre las minorías negras y asiáticas británicas.
La campaña de Corbyn ha sido ridiculizada por los jefes del Partido Laborista, el partido Tory y la prensa derechista, que consideran que su estilo de socialismo debería extinguirse. El comediante escocés Frankie Boyle se burló de los críticos de Corbyn en la Cámara de los Lores: “Me divierte escuchar a los lores tories decir que Corbyn es un ‘anacronismo’. ¿Un tipo con peluca de pelo de caballo y que usa capa, que debe su puesto vitalicio al hecho de que su tátara-tatara-tatara abuelo tenía buen ojo para escoger a los esclavos más saludables?”.
Hablando de por qué Corbyn, de 66 años, cuenta con apoyo sustancial entre los jóvenes, uno de sus simpatizantes, citado por Seumas Milne en un artículo de The Guardian (5 de agosto), explicó: “La gente dice que es un viejo izquierdista o un viejo marxista, pero para mi generación sus ideas suenan bastante nuevas”. El reformismo del “viejo laborismo” de Corbyn se basa en el sueño de opio de readecuar el capitalismo británico para servir a los intereses de los trabajadores a través de la legislación en el parlamento y la nacionalización de la industria.
Corbyn argumenta a favor de la reindustrialización del país, que es en efecto necesaria, como lo es la completa regeneración de la infraestructura británica, reconstruyendo su oxidada base manufacturera y poniendo a la clase obrera de vuelta en empleos productivos. Pero los capitalistas financieros nunca decidirán abandonar los miles de millones que ganan a través de tratos bancarios, para en cambio invertir sin garantías en la reindustrialización del norte de Inglaterra. Para los capitalistas, la cuestión decisiva es invertir donde puedan obtener el mayor margen de ganancias, y eso no cambiará con las leyes aprobadas en el parlamento. El partido que la clase obrera necesita no es una nueva versión del “viejo laborismo” sino un partido revolucionario que dirija la lucha por la revolución socialista.
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“Corbyn podría perder, ser depuesto o equivocarse, pero amo ese sonido, ese hermoso y suave sonido de Tony Blair sollozando”.
—Derek Wall, “Green socialist” [El socialista verde]
La campaña de Jeremy Corbyn para convertirse en dirigente del Partido Laborista tiene al ala derecha echando espuma por la boca —desde el Daily Mail y la prensa de Murdoch hasta Tony Blair y sus sucesores—. Corbyn ha atraído apoyo entusiasta de la juventud, los obreros y las minorías que están completamente hartas de la austeridad, el racismo y la guerra que han repartido los gobiernos tories y laboristas por años. He aquí, por primera vez en mucho tiempo, una campaña que se dirige a las sentidas necesidades de los trabajadores.
Corbyn se opone a los ataques del gobierno tory contra las prestaciones y el NHS, y está a favor de salarios y pensiones decentes para el sector público. Está a favor de renacionalizar servicios privatizados —el ferrocarril, el correo y la energía—. Todos los sindicatos principales están apoyando a Corbyn, en gran medida porque está a favor de revocar las leyes antisindicales. Llama por vivienda asequible, una necesidad desesperada de millones enfrentados con precios y rentas exorbitantes de vivienda. Su campaña está a favor de abolir las cuotas de las universidades y restaurar las becas estudiantiles. Corbyn se opone a la “guerra contra el terrorismo” del gobierno dirigida contra los musulmanes. Y para su crédito, denunció a la dirección laborista por ceder al racismo antiinmigrante del UKIP [Partido de la Independencia del Reino Unido] en el periodo previo a las elecciones generales.
La campaña de Corbyn aventaja por la izquierda a los nacionalistas burgueses del SNP [Partido Nacional Escocés] que barrieron con los laboristas en las elecciones en Escocia. A diferencia del SNP, Corbyn se opone a la OTAN y está a favor de sacar a Gran Bretaña de esta alianza militar imperialista. En contraste con algunos en la izquierda que aullaron junto con los imperialistas sobre Ucrania, Corbyn al menos pudo decir lo obvio: “Es la ofensiva de EE.UU. para expandirse al este la que se encuentra en las raíces de la crisis en la antigua república soviética” (Morning Star en línea, 17 de abril de 2014). También se opone a renovar el sistema de misiles nucleares Trident y ha llamado durante mucho tiempo por tropas inglesas fuera de Afganistán e Irak. Corbyn es crítico de la Unión Europea y llama por la cancelación de la deuda griega, que ha matado de hambre al pueblo griego. Sin embargo, mientras que nosotros, marxistas revolucionarios, nos oponemos por principio a la UE dominada por los imperialistas, Corbyn quiere reformarla, llamando por una “Europa mejor”.
Corbyn, un representante del ala izquierda del viejo Partido Laborista, honesto y principista, que sigue la tradición de Nye Bevan, Michael Foot y Tony Benn, es un orador elocuente por la causa del “socialismo” parlamentario. Todos los viejos gobiernos laboristas han servido lealmente a la clase capitalista británica —llevando a cabo ataques contra la clase obrera en casa, apoyando al imperialismo británico en sus guerras en el extranjero—. El Partido Laborista apoyó al imperialismo británico en la Segunda Guerra Mundial, presidió la sangrienta partición de la India, y en 1969 envió tropas a Irlanda del Norte. La unidad con el ala derecha del Partido Laborista ha sido un artículo de fe desde hace mucho tiempo para los laboristas de izquierda, incluyendo a Benn y a Corbyn, mientras que grupos reformistas como el Socialist Workers Party [Partido Obrero Socialista] y el Partido Socialista han ido a su vez a la cola de los laboristas de izquierda.
Aunque las demandas planteadas por la campaña de Corbyn son apoyables, no pueden ser alcanzadas por medio del viejo parlamentarismo laborista. Incluso para empezar a abordar tales cuestiones como trabajo para todos, servicio médico y educación gratuitos y de calidad se requiere la movilización de los sindicatos como organizaciones de lucha de la clase obrera, bajo una nueva dirección clasista. Para regenerar las antiguas áreas industriales y sentar las bases para un estándar de vida decente para todos se requiere derrocar el dominio capitalista. La revolución socialista hará añicos al estado capitalista, expropiará a la burguesía y sentará las bases para una economía socializada y planificada internacionalmente.
Una revolución obrera victoriosa en Gran Bretaña le pondrá fin al dominio capitalista basado en Westminster. ¡Abolir la monarquía, las iglesias establecidas y la Cámara de los Lores! ¡Por el derecho a la autodeterminación de Escocia y Gales! ¡Por una federación voluntaria de repúblicas obreras en las Islas Británicas! ¡Por los estados unidos socialistas de Europa!
La Spartacist League lucha por construir el partido obrero revolucionario, sección de una IV Internacional trotskista reforjada, que es necesario para esta tarea.