Espartaco No. 42 |
Octubre de 2014 |
Brutal ataque policiaco perredista en Guerrero
La clase obrera debe defender a los normalistas de Ayotzinapa
¡Romper con el PRD, partido de la represión democrática!
18 DE OCTUBRE—Al cierre de esta edición, los 43 normalistas de la Escuela Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, siguen desaparecidos. Se había especulado que sus cadáveres podrían hallarse en algunas fosas clandestinas encontradas en Iguala, Guerrero. Oficialmente, se anunció el pasado 14 de octubre que ninguno de los 28 cuerpos encontrados en las primeras cinco fosas, de las catorce localizadas, corresponde a los normalistas. También se ha afirmado que el cártel de la droga Guerreros Unidos —presumiblemente ligado a la esposa del presidente municipal de Iguala— colaboró con la policía en el ataque contra los estudiantes, durante el cual, como menciona el volante reproducido a continuación, fueron asesinadas a tiros al menos seis personas. Desde que ocurrió esta masacre, el presidente municipal de Iguala y su esposa, ambos miembros del burgués Partido de la Revolución Democrática (PRD), así como el jefe de la policía municipal, están prófugos.
Ante la gran indignación nacional e internacional que provocaron los sucesos en Guerrero, Enrique Peña Nieto prometió que no habría impunidad en este caso y envió a la recién formada Gendarmería y otras fuerzas federales para realizar las funciones policiales en Iguala. Los espartaquistas advertimos contra las ilusiones de que habrá justicia para los obreros y pobres por parte de cualquier órgano del estado burgués.
Desde la publicación de nuestro volante, fechado el 29 de septiembre, muchas protestas de masas han ocurrido en la Ciudad de México, Guerrero y otros lugares. La marcha del 2 de Octubre se convirtió en una masiva demostración de solidaridad con los estudiantes de Ayotzinapa y sus familiares. El 8 de octubre decenas de miles marcharon a través de todo el país e internacionalmente para demandar la presentación con vida de los normalistas. Cuatro ayuntamientos en Guerrero fueron tomados por campesinos y profesores de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero; el palacio de gobierno estatal de Guerrero con sede en Chilpancingo fue incendiado y, entre el 14 y 15 de octubre, se realizaron paros estudiantiles en varias escuelas del país, incluidas la UNAM, la UAM y la UACM en la Ciudad de México.
* * *
En tres incidentes violentos distintos que empezaron con un ataque contra jóvenes normalistas de Ayotzinapa, policías municipales al mando del PRD y civiles armados abrieron fuego en Iguala, Guerrero, el 26 y 27 de septiembre, dejando al menos seis muertos y 17 heridos; decenas de normalistas siguen desaparecidos. El grotesco alcalde perredista de Iguala se limitó a despotricar que a “los ayotzinapos” “alguien los contrató para que vinieran a hacer desmadres”. Éste no es sino el más reciente de toda una serie de ataques contra los normalistas, quienes estudian en escuelas paupérrimamente equipadas y a menudo se gradúan sólo para engrosar las filas de los desempleados, mientras que muchos niños y adolescentes, especialmente en áreas rurales, asisten a escuelas donde ni siquiera hay maestros, electricidad ni, de hecho, edificios. Los trabajadores de las nueve normales rurales de Guerrero se fueron a huelga hoy en protesta contra el ataque. Es necesaria la solidaridad activa y masiva con los estudiantes guerrerenses: ¡un golpe contra uno es un golpe contra todos!
Como escribimos en diciembre de 2011, “Las demandas de los normalistas rurales han cambiado muy poco en medio siglo, y en todo este tiempo la respuesta de los gobernantes capitalistas-terratenientes —especial pero no únicamente— de Guerrero ha variado entre el desdén clasista y la brutalidad policiaca- militar más abyecta”. En ese entonces, la policía había acribillado a dos normalistas mientras protestaban en la Autopista del Sol que caracolea por Guerrero, uno de los estados más pobres del país, para llegar a Acapulco. Al carecer de poder social propio, estos estudiantes desesperados tratan de dar a conocer su lucha frecuentemente mediante la ocupación de edificios, la toma de autobuses o el bloqueo de carreteras —y demasiado a menudo enfrentan la represión estatal brutal—. Lo que se necesita es ligar su lucha con otras, con base en el entendimiento de que es la clase obrera la que tiene el poder social —dada su posición en los medios de producción y su capacidad de retirar su fuerza de trabajo— para derrocar el capitalismo y los destacamentos (el ejército, la policía, los tribunales y las cárceles) que defienden la prerrogativa de los capitalistas de expropiar el producto del trabajo.
Este horrendo ataque tuvo lugar mientras miles de estudiantes en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) están en huelga en la Cd. de México, y apenas este fin de semana los trabajadores de las prepas del gobierno del DF, organizados en el SUTIEMS, levantaron su huelga. Estos huelguistas, tanto los estudiantes del Poli como los trabajadores del SUTIEMS, han levantado la voz contra la reforma antieducativa, que es esencialmente un intento de destruir al sindicato magisterial del SNTE tanto como un reflejo del desdén de la burguesía respecto de la educación de las masas. Y la educación les importa mucho a los mexicanos, pues ven en ella la posibilidad de que sus hijos salgan de la miseria. La huelga masiva contra las cuotas en la UNAM, en 1999-2000, despertó amplia simpatía entre la población, especialmente en la clase obrera y los sectores pobres, quienes sólo pueden soñar con asistir a las elitistas universidades privadas a las que la burguesía manda a sus hijos. Estamos por la nacionalización de las universidades privadas, por admisiones abiertas —¡abajo los exámenes de admisión!—, contra las cuotas y por estipendios estatales para todos los estudiantes. Sólo así se volverá realidad la educación superior para la mayoría de los jóvenes.
Los manifestantes guerrerenses exigen la renuncia del alcalde perredista de Iguala y que se investigue el ataque policiaco. El gobierno ha desarmado y detenido a 22 policías municipales, mientras la policía federal, el ejército, la policía estatal y la policía ministerial tomaron el control de Iguala. ¡No hay que tener ninguna ilusión! Estas fuerzas son fundamentalmente las mismas que las que acaban de retirar —todas sirven al mismo amo—. El estado burgués no puede reformarse para que sirva a los oprimidos. Para acabar de una vez por todas con la violencia estatal asesina dirigida contra los obreros, los campesinos pobres y los demás sectores oprimidos, la clase obrera debe destruir el estado burgués y lo debe remplazar con su propio dominio de clase: la dictadura del proletariado apoyada por el campesinado. Para alcanzar esta meta, el proletariado debe romper con todos los partidos burgueses —no sólo con el PRI y el PAN, sino también con el PRD y el Morena— y forjar un partido obrero revolucionario capaz de dirigir la lucha para poner fin al capitalismo.