Espartaco No. 42 |
Octubre de 2014 |
¡Victoria a la huelga del IPN!
¡Abajo los desplantes elitistas en su movimiento y sus demandas!
¡Educación gratuita y de calidad para todos!
(Joven Espartaco)
El pasado 17 de septiembre estalló un movimiento huelguístico de estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN), inicialmente centrado en la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura (ESIA) y que se ha extendido a prácticamente todas las escuelas del Poli. Desde entonces, los estudiantes en huelga han entablado negociaciones con la Secretaría de Gobernación, entregando su pliego petitorio el 30 de septiembre. El gobierno federal se ha esforzado evidentemente por presentar una careta “democrática” de apertura al “diálogo”, y aceptó la mayor parte de las más bien moderadas exigencias de los estudiantes huelguistas. Esto bien puede ser un cálculo político del gobierno federal a raíz de la enorme indignación por la masacre en Iguala. Ante esta respuesta, los estudiantes entregaron una contrapropuesta el 10 de octubre.
Esta huelga se opone, sobre todo, al nuevo reglamento que aplica en el Poli la reforma antieducativa del gobierno de Peña Nieto, apoyado por el PAN y el PRD. La victoria de esta movilización sería un golpe, aunque parcial, contra este ataque. Al tiempo que apoyamos la lucha contra la reforma educativa, nos oponemos a las demandas que son elitistas entre las que han levantado los estudiantes, así como a desplantes antiobreros que han protagonizado.
¡Abajo la reforma educativa!
El nuevo reglamento es una afrenta directa al derecho por educación pública, al restringir aún más la permanencia de los estudiantes en la educación superior mediante una serie de medidas disciplinarias. En línea con la contrarreforma educativa, el nuevo reglamento establece también la evaluación permanente para los docentes, en su mayoría agrupados en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Como hemos explicado en anteriores artículos (ver “La ‘Pax Porfiriana’ a la Peña Nieto”, Espartaco No. 37, febrero de 2013), esta reforma no tiene nada que ver con el mejoramiento de la educación; es un ataque frontal al sindicato, eliminando plazas al sujetar la permanencia y promoción de los maestros a dichas evaluaciones. Para eliminar cualquier obstáculo a su “reforma”, apenas a un día de promulgada, Peña Nieto intervino en el SNTE y arrestó a la dirigencia sindical. Los espartaquistas nos oponemos por principio a la intervención estatal en los sindicatos y decimos: ¡Estado burgués, manos fuera del SNTE! ¡Libertad a Elba Esther Gordillo y los demás dirigentes encarcelados! ¡La clase obrera debe limpiar su propia casa!
Durante los últimos dos años, han sido los maestros del SNTE-CNTE, los normalistas y ahora los estudiantes del Poli quienes se han movilizado contra la reforma educativa. La lucha en defensa de la educación pública, que es parte de una lucha más amplia contra una ya larga ofensiva generalizada contra obreros y oprimidos, sólo puede seguir adelante si se extiende también a los sindicatos. Por sí mismos, los estudiantes y los maestros —parte de la pequeña burguesía, sin relación directa con los medios de producción— no tienen poder social. Lo que se requiere es que la clase obrera flexione sus poderosos músculos mediante acciones huelguísticas que paren la producción y los servicios para echar atrás esta andanada gubernamental.
Elitismo pequeñoburgués y desdén antiobrero
Pero la dirigencia estudiantil politécnica rechaza conscientemente esta perspectiva. Sus demandas no hacen referencia alguna a la gratuidad de la educación —incluso cuando en el Poli mismo se cobran cuotas significativas para todo tipo de trámites, incluyendo exámenes extraordinarios, y cursos de toda índole—. Por otro lado, es bastante obvio que la dirección estudiantil está muy preocupada por mantener una imagen “respetable” ante la opinión pública, que hasta ahora ha sido generosa. Así, mientras miles y miles de personas, incluyendo estudiantes rurales, se movilizaban en las calles —en parte, en apoyo a la huelga misma del IPN—, la Asamblea General Politécnica (AGP) decidió no participar en la marcha del 2 de Octubre y en la manifestación del 8 de octubre por los desaparecidos de Ayotzinapa, con el pretexto de “no mezclar banderas” y “evitar provocaciones”. Esta estrechez de miras es sencillamente despreciable. ¡Hasta estudiantes de la elitista Ibero se movilizaron por los normalistas de Ayotzinapa!
Los estudiantes han dado muestras frecuentes de desdén antiobrero, con pancartas como “Elegí el Poli para ser ingeniero, no obrero” o “Ingenieros sí, técnicos no”. También se han opuesto a la posibilidad de obtener, en el curso de los estudios de licenciatura, un diploma como “técnico profesional asociado” que permitiría a los estudiantes trabajar. Ciertamente, nosotros no nos oponemos a que los estudiantes puedan obtener tales certificados y mantengan la posibilidad de concluir sus estudios universitarios si así lo quisieran. Pero varias asambleas politécnicas se oponen a ello porque “favorece, en los hechos, que muchos compañeros opten ante las dificultades económicas e incluso académicas, por una salida que les garantice un empleo, aunque sea precario”.
La dirigencia estudiantil no exige nada para ampliar el magro acceso a la educación superior, ni para paliar siquiera la deserción por motivos económicos; simplemente se opone a la posibilidad de obtener un título “inferior” al de ingeniero o licenciado. Lo que está al fondo de estas posiciones y actitudes es que muchos estudiantes desprecian el trabajo manual y ven el término “técnico” como un insulto. Sin embargo, tienen mucho que aprender, para dar un ejemplo, de los soldadores, electricistas o albañiles experimentados y bilingües de entre tantos antiguos inmigrantes en EE.UU. que han sido deportados de vuelta a México. Son los obreros (tanto técnicos calificados como no calificados), y no los ingenieros y demás profesionistas, los únicos con el poder social —debido a su posición estratégica en los medios de producción— y el interés histórico de sepultar el capitalismo y liberar a todos los oprimidos.
Lo que se debe hacer es luchar por educación gratuita y de calidad. Para que la educación sea verdaderamente accesible para todos, luchamos no sólo por abolir las cuotas y por nacionalizar las universidades privadas, sino por admisiones abiertas —todos los que quieran estudiar deberían poder hacerlo— y por estipendios estatales para los estudiantes que lo necesiten. Se requiere un cambio completo de orientación. Los estudiantes que quieran combatir la opresión deben ir a la clase obrera, pero no como estudiantes en busca de meros aliados o simpatizantes, sino como revolucionarios que entienden que sólo la clase obrera puede dirigir una revolución social en la sociedad moderna.
Las universidades en el capitalismo
Por décadas, las autoridades del Politécnico han impulsado la neoliberal “cultura empresarial” en búsqueda de la “productividad” exigida por organismos internacionales como el Banco Mundial y la OCDE. Esta “cultura empresarial” parece contrastar con la ideología nacionalista de izquierda empujada por Lázaro Cárdenas cuando fundó el IPN con el fin de entrenar al personal técnico que la industrialización del país demandaba, especialmente tras la nacionalización del petróleo en 1938.
Los estudiantes con mentalidad izquierdista se identifican con el nacionalismo cardenista. No es raro ver en las manifestaciones pancartas con la consigna “La técnica al rescate de la patria”, haciendo referencia al lema del Poli. El nacionalismo es una ideología burguesa basada en la falacia de la unidad de intereses entre explotadores y explotados connacionales. La clase obrera no tiene patria, y tiene a sus mejores aliados en sus hermanos de clase allende las fronteras. Actualmente, el PRD y Morena buscan enarbolar ese populismo nacionalista del viejo PRI. Sin embargo, populismo nacionalista y neoliberalismo son dos caras de la misma moneda. PRD y Morena son partidos burgueses que difieren del PRI y el PAN sobre cómo administrar mejor este régimen de explotación, pero están tan comprometidos como éstos con su mantenimiento. ¡Romper con PRD/Morena/AMLO!
Los estudiantes exigen que no se subordine “la técnica al servicio de los intereses privados y transnacionales”. Independientemente de la política de los gobernantes burgueses, las universidades son un importante pilar del capitalismo, al estar encargadas de entrenar al futuro personal administrativo, técnico e ideológico de la sociedad burguesa. Así, durante los regímenes populistas-nacionalistas del PRI que siguieron a Cárdenas, se esperaba que el Poli proveyera a la industria estatal del personal técnico dirigente. Ahora que las políticas gubernamentales han cambiado, el IPN, así como todas las universidades técnicas, se enfoca en proveer a las empresas privadas, muchas veces de origen extranjero, del personal que necesitan. Pero en ningún caso, mientras se mantenga el capitalismo, la educación responderá a las necesidades de las masas.
Las demandas estudiantiles incluyen también la “democratización del IPN”. Las rectorías y direcciones son los brazos administrativos de la clase burguesa en las universidades y trabajan de la mano con el estado para regimentar y reprimir a estudiantes y trabajadores. En contraposición a los llamados por un “Consejo Nacional Politécnico”, los espartaquistas llamamos por abolir las rectorías y direcciones, y por un control de las universidades por parte de trabajadores, estudiantes y profesores. Estos llamados, junto con la lucha por educación gratuita y de calidad, apuntan hacia la necesidad de la revolución socialista, la única manera de poner la educación y la cultura al alcance y al servicio de las masas.
Con respecto a la demanda por la salida de la Policía Bancaria e Industrial, la contrapropuesta de la AGP entregada a Gobernación lee: “La función de vigilancia deberá recaer en un órgano interno dependiente del sector administrativo del Instituto Politécnico Nacional”. La tarea de los policías en el campus es mantener el “orden” contra los estudiantes y los trabajadores universitarios y servir de espías y golpeadores para la administración. No podríamos estar más de acuerdo con la salida de la policía del Poli, pero no podríamos estar más en desacuerdo con que los trabajadores sindicalizados se hagan cargo de la vigilancia del campus —los trabajadores deberían negarse a llevar a cabo funciones policiacas—.
A lo largo de la huelga de la UNAM de 1999-2000, la cuestión de Auxilio UNAM (hoy Vigilancia UNAM) fue un punto clave de nuestra intervención. Como enfatizamos en un discurso del 13 de agosto de 1999 en un mitin del CGH en el Zócalo:
“...los policías no son ‘obreros en uniforme’ sino los perros de ataque del estado burgués. La presencia de policías en la universidad afiliados al STUNAM es un peligro inmediato para el sindicato mismo y para la huelga estudiantil, así como para cualquier acción en la que el STUNAM se involucre. ¡Policías de Auxilio UNAM fuera de la universidad y del STUNAM!”
Estudiantes: ¡Únanse a la clase obrera para luchar!
Lo que se requiere es un partido obrero revolucionario que dirija al proletariado a la victoria en una revolución socialista, que barra con el estado capitalista y expropie a la burguesía, liberando así a todos los oprimidos y poniendo los recursos de la sociedad al servicio de la población en general. En la Juventud Espartaquista buscamos jóvenes estudiantes traidores de su clase, la pequeña burguesía, que estén dispuestos a una vida de lucha al lado del proletariado y que combatan por los intereses históricos de la única clase social genuinamente revolucionaria de nuestra época. ¡Únete a la Juventud Espartaquista!