Espartaco No. 39

Septiembre de 2013

 

Tras matar a Trayvon Martin, Zimmerman absuelto

La decisión Dred Scott del siglo XXI

El siguiente artículo es la traducción de un volante de nuestros camaradas de la Spartacist League/U.S. publicado el 17 de julio y distribuido en las manifestaciones que estallaron a nivel nacional una semana después de que se liberó a George Zimmerman.

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George Zimmerman se salió con la suya con el asesinato a sangre fría de Trayvon Martin. Ni siquiera una palmada en la mano, nada. El veredicto es el eco en el siglo XXI de la infame declaración del jefe de justicia Taney en la decisión Dred Scott de 1857 de la Suprema Corte de que la gente negra “no tiene derechos que el hombre blanco esté obligado a respetar”. Dred Scott era un esclavo fugitivo1, Trayvon Martin un adolescente negro caminando a su casa de un 7-Eleven con una bolsa de dulces y un té helado. Pero para George Zimmerman, el vigilante racista quien se creía policía, Martin, de 17 años, estaba en el lado “blanco” marcado por las vías de tren en Sanford, Florida, y era uno de los “malosos” que “siempre se salen con la suya”. Así que él acechó a Trayvon como a un esclavo fugitivo y le disparó a muerte. A esto es a lo que llaman el Estados Unidos post-racial, donde un hombre negro se sienta en la Oficina Oval y la vida de un negro en las calles vale tan poco como siempre.

La absolución de Zimmerman —por un jurado sin un solo negro en él2— no fue una aberración en el sistema de justicia estadounidense. Al contrario, el sistema funcionó de acuerdo al guión. Aquí se dio un ejemplo de la maquinaria de los tribunales, la policía y los fiscales, cuyo trabajo es mantener y defender al sistema basado en la explotación brutal de la mayoría por la minoría —un sistema construido con base en la opresión racial, desde la esclavitud en cadenas hasta la esclavitud asalariada—.

La única cosa inusual fue que Trayvon no fue abatido por un policía, lo cual es el destino de muchos jóvenes negros en este país. El veredicto de Zimmerman coincidió con el estreno de la película Fruitvale Station, basada en el último día de la vida de Oscar Grant, un hombre negro de 22 años. Grant fue acribillado por la espalda por un policía del Tránsito Rápido del Área de la Bahía [BART, el metro] en el Año Nuevo de 2009, cuando se encontraba esposado y boca abajo en el piso de la estación de Oakland. La película se destaca por representar a Oscar Grant como un ser humano con todos los defectos y virtudes de un joven negro en Estados Unidos capitalista. Esto está en agudo contraste con esta sociedad, donde los jóvenes negros son desechados como depredadores violentos, como sospechosos que son culpables hasta ser encontrados inocentes.

No era George Zimmerman quien estaba siendo enjuiciado en ese tribunal en Florida, era Trayvon Martin. Su “crimen” fue ser negro en Estados Unidos. Después de matar a Martin, Zimmerman fue liberado sin cargos por la policía. No fue sino hasta seis semanas después que el fiscal estatal presentó una acusación. El mismo fiscal acababa de ganar un caso en contra de una madre negra de 31 años, Marissa Alexander, a quien le dieron 20 años en prisión por disparar a la pared como advertencia cuando era amenazada por su esposo con atacarla violentamente. No hubo tal entusiasmo cuando se juzgó a Zimmerman. No era que la fiscalía no tuviera un caso. La verdad es que ésta no era su área de especialización, la cual es mandar gente negra a prisión.

El juez decidió que la cuestión racial, el punto central en el caso, no podría ser levantada en el tribunal. Pero el miedo racista y la aversión hacia la gente negra era central para la defensa. Al golpear repetidamente a un muñeco en el suelo del tribunal como “evidencia” de que fue el adolescente larguirucho quien agredió al mucho más pesado Zimmerman convirtieron, en las palabras del académico negro Robin Kelley, “a la víctima en el depredador y al depredador en la víctima”. Quedaba claro en los medios que en el tribunal había desprecio y burla hacia el testimonio de Rachel Jeantel, la joven negra que hablaba con Martin por celular mientras era acosado por el “horripilante blancucho” Zimmerman.

Cuando el veredicto fue anunciado, predicadores negros y políticos del Partido Demócrata reaccionaron abruptamente para contener la indignación, apelando por la paz. Respondiendo al llamado por la calma, Gary Younge escribió en su columna en el Guardian de Londres (14 de julio): “Quienes ahora temen un desorden social violento se deben preguntar a sí mismos a cuáles intereses les sirve tener un orden social violento en el cual jóvenes negros pueden ser abatidos y desechados”. El rol de los predicadores y los políticos burgueses es servir a los intereses de los gobernantes de esta sociedad al mantener las ilusiones de la gente en el sistema de “justicia”. Esto es lo que está detrás del llamado de Al Sharpton por protestas en los tribunales federales el 20 de julio para presionar al Departamento de Justicia a presentar cargos de derechos civiles en contra de Zimmerman.

El fiscal general Eric Holder podrá ser un hombre negro, pero es el policía en jefe del vasto aparato estatal —la policía, los tribunales y las cárceles— cuyo propósito es reforzar la subyugación de la clase obrera y los oprimidos a los explotadores capitalistas. Como lo dijo incisivamente Richard Pryor, “You go down there looking for justice; that’s what you find: just us” [vas buscando justicia y lo que encuentras es sólo a nosotros; un juego de palabras entre justice y just us, de pronunciación muy cercana] —es decir, cárceles sobrepobladas con gente negra—. Por otro lado, el tipo de investigaciones que el Departamento de Justicia de Obama y Holder persigue fervientemente está principalmente enfocado a silenciar a los que denuncian crímenes del estado, como Bradley Manning y Edward Snowden, quienes expusieron las guerras sucias del imperialismo estadounidense, su aparato de espionaje doméstico y sus ataques de drones y cámaras de tortura cuyo blanco son los pueblos de piel morena alrededor del mundo. La salvajada perpetrada contra prisioneros iraquíes en Abu Ghraib y detenidos en Guantánamo no es sino una expresión concentrada de la brutalidad sistemática de la policía y las cárceles en territorio estadounidense.

Obama, comandante en jefe del imperialismo estadounidense, quien mantiene una lista de gente como objetivos para asesinar en el extranjero, usó el veredicto de Zimmerman para preguntar piadosamente “si estamos haciendo todo lo que podemos para minimizar la ola de violencia por armas”. En realidad, si Trayvon Martin hubiera estado armado seguiría vivo, aunque más probablemente estaría tras las rejas. Zimmerman invocó la ley “Stand Your Ground” [defiende tu posición] de Florida, la cual, como leyes similares en otros estados, permite el uso de fuerza letal a cualquiera que alegue “creencia razonable” de que tal fuerza era necesaria. En este país, cualquier chico negro vestido con sudadera y capucha es suficiente para que alguien pueda alegar una “creencia razonable” de peligro. Al eliminar la retirada como un criterio de autodefensa, estas leyes son una licencia para matar. Y como ha mostrado el caso de Marissa Alexander, a los negros no se les permite tal posición de defensa.

Al mismo tiempo, defender el derecho de portar armas es vital para la autodefensa de los obreros, los negros y los pobres. El control de armas es un medio para reforzar el monopolio de violencia del estado capitalista, dejando las armas en manos de la policía, los criminales y los vigilantes racistas mientras que el resto de la población está indefensa. El control de armas mata y, como lo ha demostrado toda la historia de este país, mata gente negra en particular.

Se requirió de una sangrienta Guerra Civil, la Segunda Revolución Estadounidense, con 200 mil tropas negras, armas en mano, para aplastar las cadenas de la esclavitud negra. Pero la promesa de la libertad para los negros pronto fue traicionada por la burguesía norteña, la cual se alió con las clases propietarias sureñas en contra de las aspiraciones de los negros libertos. Será necesaria una tercera Revolución Estadounidense —una revolución socialista proletaria que rompa las cadenas de la esclavitud asalariada del capitalismo— para concluir la Guerra Civil.

Muchos de aquéllos que protestan por la absolución de Zimmerman se han manifestado en contra del “sistema”. Pero esto tiene poco significado en ausencia del entendimiento de que la clase obrera es la única fuerza con el poder social e interés de clase para deshacerse del sistema basado en la explotación del trabajo y la subyugación forzada de los negros al fondo de la sociedad. Sin duda muchos ven la noción de los obreros luchando por sus propios intereses y por los intereses de los negros y todos los oprimidos como una ilusión. La responsabilidad por esto se puede imputar a los falsos dirigentes sindicales, quienes por décadas han permitido que los sindicatos sean descuartizados mientras pasan por alto la difícil situación de los pobres en el gueto y en el barrio. La acomodación de los burócratas sindicales a los embates de los gobernantes fluye de su lealtad al sistema de ganancia capitalista y al “mal menor” de los demócratas, cuyo trabajo, no menos que el de los republicanos, es el mantenimiento de ese sistema.

Pero hay verdaderos batallones de obreros organizados, como los sindicatos mayoritariamente negros de estibadores en los puertos de Florida en Jacksonville, Miami y Tampa. Su trabajo es esencial para la rentabilidad del imperialismo de Estados Unidos. En esto reside su poder social al confrontar a los gobernantes capitalistas. A su vez, tales obreros proveen un vínculo crítico para la defensa de los negros pobres.

La clave para desatar este poder es la lucha por una dirección clasista de los obreros basada en la independencia del estado capitalista y en oposición al mismo y sus partidos políticos. La Spartacist League/U.S. está dedicada a forjar un partido obrero revolucionario multirracial que dirigirá a los explotados para arrebatar la riqueza de este país de las manos de los ambiciosos y corruptos dueños capitalistas. Cuando el poder de la clase dominante y su aparato estatal sea aplastado, esta riqueza será utilizada en beneficio de los que la producen —especialmente los descendientes de los esclavos negros, cuyo trabajo fue la base sobre la cual el capitalismo estadounidense fue construido—. En un Estados Unidos socialista igualitario, el decreto racista del juez Taney será sepultado de una vez y para siempre y la causa de la libertad negra será realizada finalmente.

Notas

1. Aunque Dred Scott se encontraba esclavizado al momento de la nefasta decisión de la Suprema Corte en 1857, nunca fue un fugitivo.

2. La ausencia de negros en el jurado había sido ampliamente reportada al momento de la publicación original del volante; subsecuentemente un miembro del jurado se presentó ante la prensa como una hispana negra.