Espartaco No. 37 |
Febrero de 2013 |
La LTS: Entre Moreno y Morena
El padre de la tendencia seudotrotskista de la cual surgió la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS), el argentino Nahuel Moreno, era un camaleón político capaz de ir a la cola de cualquier cosa que se moviera, independientemente de su naturaleza de clase, para tratar de imprimirle un curso “de izquierda”. La LTS se mantiene firme en esa tradición. Para no ir más lejos en su historial, hace un par de años se sumaron eufóricos al “Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad” de Javier Sicilia —un movimiento liberal burgués cuyo propósito explícito era proporcionar al estado capitalista una “nueva estrategia de seguridad ciudadana”— (ver “Seudotrotskistas a la cola del liberalismo burgués”, Espartaco No. 34, otoño de 2011). Hasta hace al menos unos meses se jactaban de ser parte integral de #YoSoy132 —un apéndice estudiantil electorero del PRD burgués— (ver “Nuevo espectáculo del circo electoral”, Espartaco No. 36, septiembre de 2012). Ahora la LTS balbucea sobre la “independencia de clase” y dice oponerse a la afiliación al Morena, el nuevo partido de AMLO. Pero, por un lado, las posiciones formales que estos seudotrotskistas presentan en su prensa nunca han sido un obstáculo para que crucen la línea de clases y se sumen al movimiento en boga. Por otro lado, incluso las “críticas” que presenta al Morena confirman que la LTS —como el Grupo Internacionalista respecto al PRD (ver artículo en p. 8)— se coloca a la sombra de AMLO y sus compinches al oscurecer la naturaleza de clase de este nuevo partido burgués, dejando abierta así la posibilidad de apoyarlo en alguna coyuntura posterior.
La LTS critica al Morena —aunque, aclara, “en su constitución como partido político”— por no “romper con el régimen” y porque “llama a democratizar las instituciones para hacerlas más funcionales” (Estrategia Obrera No. 105, 19 de enero de 2013). Pero el Morena es un partido burgués. Sólo un tonto sin remedio o un reformista podría criticar a un partido burgués por no “romper con el régimen” capitalista. En el mismo tenor, la LTS se queja de que “por su dirección política y su estrategia, [el Morena] no puede llevar las reivindicaciones democráticas hasta el final, y menos las demandas obreras tendencialmente anticapitalistas”. Todas estas denuncias están calculadas para introducir ambigüedad respecto a la naturaleza de clase de este partido. El problema fundamental con el Morena no es su “dirección política” ni su “estrategia”, sino su origen burgués como escisión del PRD, a su vez una escisión del PRI. El Morena podrá cambiar de dirección y de política, pero ambas estarán siempre condicionadas por su carácter capitalista.
Lo más cercano a una caracterización de clase de parte de la LTS es una referencia a Guillermo Almeyra, quien, según ellos, “correctamente critica el carácter nacionalista burgués y procapitalista del nuevo partido político de AMLO”, pero incluso ésta es una formulación conscientemente confusionista. ¿El Morena es pues “nacionalista burgués” —una caracterización que sería correcta desde el punto de vista del marxismo—, o simplemente “procapitalista”? Un burgués es un capitalista; un burócrata sindical es procapitalista. En los hechos, la LTS presenta al Morena como si se tratara de una organización socialdemócrata tercermundista, un partido nacido del movimiento obrero pero dominado por la política nacionalista burguesa de la burocracia sindical procapitalista.
¿Y qué hay de Almeyra, el nuevo líder de opinión de la LTS? No sabemos si Almeyra (un ideólogo populista al que algunos llaman “trotskista”) realmente escribió lo que la LTS le adjudica. Lo que sí sabemos con certeza es que Almeyra es un entusiasta “crítico” del Morena, cuyas propuestas de reformas encuentra “incompatibles con el funcionamiento del régimen y del sistema capitalista”; “son...reformas movilizadoras, objetivamente anticapitalistas aunque no busquen debilitar el sistema” (“El Morena y otro proyecto de país”, La Jornada, 10 de abril de 2011). Para dejar las cosas diáfanamente claras, Almeyra escribe: “Morena no es un partido enemigo: es un aliado incierto y una base de apoyo en la lucha por las tareas democráticas” (“Respuesta de Guillermo Almeyra a Cuauhtémoc Amezcua”, s/f, prt.org.mx). He aquí un ejemplo de lo que llamamos la cadena sifilítica de la seudoizquierda: con un ligero maquillaje marxistoide, la LTS se coloca a la cola de Guillermo Almeyra, quien a su vez se coloca a la cola —él sí sin tapujos— del Morena burgués.