Espartaco No. 37

Febrero de 2013

 

Gobierno del PS y los verdes, ¡manos fuera!

¡Tropas imperialistas francesas fuera de Malí!

El siguiente artículo fue publicado originalmente por nuestros camaradas de la Ligue trotskyste de France, sección de la Liga Comunista Internacional.

11 DE ENERO—François Hollande, jefe del imperialismo francés, anunció esta noche la intervención de la aviación y tropas especiales francesas en Malí, en el marco de una operación supuestamente “antiterrorista”. Hacía meses que el imperialismo francés buscaba un pretexto para poner en acción a sus asesinos en su “zona de influencia exclusiva” neocolonial. Según la historia que se nos presenta, los islamistas reaccionarios que controlan hoy el norte de Malí lanzaron una ofensiva contra el resto del país, y el ejército maliense se desmoronó ante un centenar de pick-ups de las fuerzas islamistas, lo cual abrió la ruta al sur hasta Bamako. No tenemos idea de la veracidad o falsedad de esta historia, pero denunciamos la intervención francesa en cualquier caso. ¡Ejército francés, fuera de Malí y de toda África!

Desde hace un año Malí está dividido por una guerra civil reaccionaria; el movimiento obrero internacional no tenía ningún interés en apoyar ni al régimen militar de Bamako ni a los islamistas antimujer del norte. Pero, contra la soldadesca neocolonial francesa, es necesario defender, sin titubeos, a los malienses norteños bombardeados, sin otorgar el más mínimo apoyo político a esos oscurantistas medievales. ¡Defender a los insurgentes norteños contra la intervención francesa!

El New York Times informa esta noche que, según ciertos rumores, un helicóptero militar francés fue derribado por las tropas norteñas. Toda baja militar del imperialismo francés en esta operación significará el debilitamiento del mismo y dará un impulso a la lucha de clases en Francia contra este gobierno capitalista-imperialista dirigido por el Partido Socialista (PS) y los verdes burgueses con el apoyo del Partido Comunista Francés (PCF). Es por ello que la clase obrera de Francia, con un fuerte componente de trabajadores malienses —de miles en la región parisina—, tiene un interés directo en oponerse a esta nueva aventura militar neocolonial del imperialismo francés. Lo decimos con más fuerza aún dado que [en las elecciones de abril de 2012] llamamos a los obreros a rehusarse a votar por Hollande como comandante en jefe de las fuerzas armadas, al contrario del PCF y el NPA [Nouveau Parti anticapitaliste, pablista], e incluso LO [Lutte ouvrière, obrerista y economicista], la cual no pudo decidirse entre la abstención y el voto por Hollande.

El desastre actual en Malí es el producto de toda la historia de opresión colonial, luego neocolonial, francesa. Los imperialistas franceses empezaron por saquear el país durante décadas de opresión colonial marcada por la práctica sistemática del trabajo forzado (que no fue abolido sino hasta 1946). Luego trazaron artificialmente y a su antojo las fronteras de un estado maliense “independiente” que no posee más que los atributos externos de la soberanía; es la Banque de France quien administra directamente la moneda, el franco CFA, incluyendo su cotización y depósitos. El imperialismo francés interviene hoy en lo que considera su “coto vedado”; se trata de preservar la preponderancia del imperialismo francés en toda la región, así como, notablemente, las ganancias de Areva [compañía minera francesa y antigua constructora de centrales nucleares que hoy procura vender este tipo de instalaciones], que explota enormes yacimientos de uranio en el vecino Níger.

La situación actual en el norte de Malí es también el resultado de la opresión de las poblaciones tuareg por parte del estado central maliense y de la intervención imperialista en Libia en 2011, apoyada en aquel entonces particularmente por François Hollande y Jean-Luc Mélenchon [socialdemócrata prominente, antiguo miembro del PS y hoy dirigente del Front de gauche —Frente de Izquierda—, un conglomerado centrado en su propio Parti de gauche y el PCF]. Dicha intervención no sólo llevó al poder en Libia a diversas milicias islamistas rivales —con la institucionalización de la sharia antimujer—, sino que permitió también el armamento de grupos islamistas reaccionarios en toda la región. París promueve a los islamistas cuando conviene a sus intereses (Libia, Siria), y los masacra en otras partes (Afganistán y ahora Malí). Este solo hecho muestra el cinismo sin límites del gobierno de Hollande-Valls [Manuel Valls, ministro del interior francés] cuando despotrica sobre la cuestión del “terrorismo islámico”, palabras en código para lanzar operaciones policiacas racistas en Francia contra la población que sospechan que sea musulmana, prominentemente los trabajadores de origen magrebí o del África Occidental y sus familias.

Justificadamente, Argelia ve hoy esta intervención francesa, directamente en su frontera, como una amenaza, tratándose de la primera intervención desde la independencia argelina conseguida en 1962 tras siete años de guerra; ello arroja un esclarecedor haz de luz sobre el discurso del “reconocimiento” que dio Hollande hace apenas unas semanas durante su viaje a Argelia [un hipócrita discurso que hizo referencia al “sufrimiento” ocasionado por la colonización francesa], mientras que su ministro de defensa, un miembro del PS llamado Le Drian, acababa de honrar la memoria del general Bigeard, símbolo de la tortura durante la Guerra de Argelia.

Durante las últimas tres décadas, Malí ha sido utilizado como una reserva de mano de obra brutalmente explotada en Francia; miles de estos trabajadores son indocumentados incluso tras haber pasado años viviendo y trabajando en Francia. Muchos jóvenes de origen maliense participaron en la revuelta de los suburbios [banlieues] de 2005 y en las protestas de Villiers-le-Bel contra el terror asesino y racista de la policía [protestas que estallaron en noviembre de 2007 tras la muerte de dos jóvenes, cuya motocicleta fue arrollada por una patrulla de la policía que los perseguía]. El movimiento obrero debe defender a los jóvenes de los suburbios, así como debe oponerse a las aventuras neocoloniales del imperialismo francés. Lo que está en juego es la unidad de la clase obrera de este país contra los ataques cotidianos de los capitalistas y su gobierno para destruir las conquistas de los trabajadores. En última instancia, sólo hay una manera de terminar de una vez por todas con los crímenes sangrientos de la soldadesca francesa en el mundo: hay que derrocar la dictadura del capital en este país mediante una revolución obrera, dirigida por un partido de tipo bolchevique. ¡Tropas francesas fuera de Malí y de toda África! ¡Abajo el imperialismo francés! ¡Abajo el gobierno capitalista Hollande-Duflot! [Cécile Duflot, dirigente de los verdes y ministra de gobierno].