Espartaco No. 37 |
Febrero de 2013 |
Alegatos falsos de violación y venganza imperialista
¡Fuera manos de Julian Assange!
El siguiente artículo ha sido adaptado de Workers Hammer No. 220 (otoño de 2012), periódico de la Spartacist League/Britain, sección de la Liga Comunista Internacional.
Tras dos años de arresto domiciliario en Gran Bretaña, a mediados de julio, Julian Assange, fundador y redactor en jefe de WikiLeaks, buscó refugio en la embajada ecuatoriana en Londres. Assange enfrenta la extradición a Suecia sobre la base de alegatos falsos de “abuso sexual” y “violación”, que se reducen a cargos de sexo sin protección en las que fueron, según todas las declaraciones, relaciones consensuales. Pero Assange teme, con razón, que se trate simplemente de un pretexto para facilitar su extradición a EE.UU. Al otorgarle asilo político, Ecuador ha obstaculizado el proceso de entregar a Assange a los imperialistas estadounidenses, los cuales están decididos a vengarse de Assange y WikiLeaks por haber develado, no importa cuán limitadamente, los horribles crímenes de los imperialismos estadounidense y británico.
En abril de 2010, WikiLeaks subió un video a Internet que mostraba un helicóptero Apache estadounidense acribillando y matando al menos a doce civiles en Bagdad en 2007, incluyendo a dos periodistas de Reuters, mientras los pilotos se regocijaban de la carnicería. A la emisión del video siguió la publicación de cientos de miles de cables diplomáticos y documentos clasificados que establecían asesinatos, torturas y violaciones llevadas a cabo por los imperialistas en Irak y Afganistán. Si bien estas filtraciones de información casi no contenían revelaciones, el que se sacaran a la luz sus maquinaciones enfureció a los gobernantes capitalistas británicos y estadounidenses. Contradiciendo la fachada sueca de “derechos humanos”, WikiLeaks llamó la atención al papel militarista de Suecia, especialmente en Afganistán, donde ha mantenido una presencia militar durante más de diez años.
Si se le extradita a EE.UU., Assange podría enfrentar cargos que incluirían el “espionaje”, lo cual podría implicar la pena de muerte. El soldado raso del ejército estadounidense, Bradley Manning, ha estado en prisión durante más de dos años bajo condiciones de tortura, acusado de “ayudar al enemigo” —un crimen capital— por haber filtrado documentos clasificados a WikiLeaks. Si Manning fue realmente la fuente de la información, ha prestado un servicio útil y valiente en nombre de las víctimas del imperialismo. Nosotros decimos: ¡Libertad inmediata a Bradley Manning! ¡Manos fuera de Julian Assange! ¡Déjenlo ir a Ecuador!
Al conceder asilo político a Assange, Ecuador tomó por sorpresa al gobierno británico, que reaccionó con furia. Tratando de intimidar al pequeño Ecuador para que entregara su presa, una multitud de policías rodeó la embajada mientras la Secretaría del Exterior amenazaba con retirar la inmunidad diplomática de Ecuador y tomar por asalto el edificio para arrestar a Assange. Esta arrogante amenaza imperialista de romper el protocolo diplomático internacionalmente reconocido viene del mismo gobierno que puso el grito en el cielo contra Irán cuando unos manifestantes, enfurecidos por las sanciones financieras impuestas a ese país por el imperialismo británico debido a su programa de enriquecimiento nuclear, tomaron la embajada británica en Teherán brevemente en noviembre de 2011. En aquel entonces, el secretario del exterior británico, William Hague, fue muy elocuente respecto a la santidad de las embajadas y despotricó contra el gobierno iraní por una “grave violación a la convención de Viena, la cual exige la protección de los diplomáticos y las instalaciones diplomáticas en toda circunstancia” (Guardian, 29 de noviembre de 2011).
Los iraníes ciertamente tienen razones para estar furiosos: entre los documentos divulgados por WikiLeaks habían cables que mostraban que Arabia Saudita, Bahrein y otros estados árabes han estado presionando a EE.UU. para que lleve a cabo un ataque militar contra el programa nuclear iraní, mostrando una vez más que Irán necesita armas nucleares para impedir un ataque de EE.UU. o Israel. Y, aunque Hague le dijo a Ecuador que “el Reino Unido no acepta el principio del asilo diplomático”, los imperialistas británicos no tienen problema con él cuando está al servicio de las diatribas anticomunistas contra China. Cuando el disidente chino Chen Guangcheng buscó refugio en la embajada estadounidense en Beijing en abril pasado, Hague se apresuró a sermonear al gobierno chino sobre su “abuso de poder”, en tanto que la Unión Europea exhortaba a China a utilizar la “mayor moderación” al tratar a Chen.
“Socialistas” colaboran con la cacería de brujas
Los alegatos de violación que dos mujeres presentaron contra Assange en Suecia simplemente carecen de credibilidad. Ambas mujeres abordaron a Assange en momentos distintos y, según sus propias declaraciones, tuvieron relaciones sexuales consensuales con él. Ninguna de las dos sostuvo en aquel entonces haber sido víctima de violación ni de asalto sexual. Una de las supuestas “víctimas” organizó un asado para Assange el día después del supuesto “asalto”. La otra fue a la policía después de haber intercambiado correos electrónicos con la primera, y lo hizo aparentemente para ver si se podría obligar a Assange a tomar un examen de salud sexual después de que un condón presuntamente se rompió durante las relaciones. Los fiscales en Suecia inicialmente abrieron una investigación en torno a las acusaciones, luego la cerraron, y después la volvieron a abrir. Assange, contra quien no se ha presentado ningún cargo, repetidamente ha ofrecido ser entrevistado por las autoridades ya sea en Londres o por videoconferencia, pero los suecos se han rehusado categóricamente.
Los capitalistas y sus plumíferos a sueldo en los medios de comunicación —la prensa llamada “liberal”— han usado cínicamente las acusaciones de violación para calumniar a Assange y desacreditar a WikiLeaks. Como escribió Seumas Milne: “Considerando que construyó su fama mediante la filtración de documentos oficiales secretos más grande de la historia, podría imaginarse que quedaría al menos alguna preocupación por Julian Assange entre quienes participan en el negocio de la libertad de información. Pero la virulencia en la hostilidad de los medios británicos hacia el fundador de WikiLeaks es hoy implacable” (Guardian, 21 de agosto de 2012). Para la prensa británica, Milne observó, Assange “no es sino un ‘narcisista monstruoso’, una ‘peste sexual’ en fuga y un maniaco exhibicionista”. Se lanza este veneno contra alguien “que no ha sido formalmente acusado de nada, mucho menos encontrado culpable”.
La izquierda reformista se ha unido a la cacería de brujas contra Assange, tratando los alegatos de violación como si fueran legítimos. Así quedó de manifiesto cuando la prensa burguesa desató una violenta reacción contra George Galloway, un miembro del parlamento. En una emisión de video en Internet, Galloway había hecho la observación irreprochable de que “incluso en el peor de los casos, si los alegatos de estas dos mujeres fueran ciertos, 100 por ciento ciertos, e incluso si una cámara lo hubiera filmado, esos alegatos no constituyen una violación. Al menos no es violación reconocible para cualquier persona con un mínimo de juicio”. Salma Yaqoob, una dirigente del partido Respect de Galloway, condenó las observaciones de éste como “profundamente decepcionantes y equivocadas” y posteriormente renunció a Respect.
El cliffista Socialist Workers Party (SWP, Partido Obrero Socialista) también apuntó sus armas contra Galloway, quien fuese su compañero de coalición en Respect hasta antes de una escisión en 2007. En un artículo en Socialist Worker (1º de septiembre), Judith Orr, miembro dirigente del SWP, regañó a Galloway por haber aseverado que Assange era culpable de nada más que “malos modales sexuales”. Orr objeta a la aseveración de Galloway diciendo: “Parte de la lucha por la liberación de la mujer ha sido que no se nos siga viendo como objetos sexuales”. La preocupación del SWP por la liberación de la mujer suena hueca, por decir lo menos, dado su largo historial de acomodamiento a reaccionarios islámicos como la Hermandad Musulmana en Egipto. Ciertamente, George Galloway, quien también se acomoda a la reacción islámica y se opone al aborto, dificilmente es un campeón de los derechos de las mujeres. Pero ello no representó un problema para el SWP cuando, para formar la coalición Respect con Galloway en 2004, estos oportunistas enterraron la cuestión de la opresión de la mujer (y los derechos de los homosexuales) con tal de no enajenar a las mezquitas. Ahora el SWP invoca cínicamente los derechos de la mujer mientras que en realidad proporciona una cobertura para la cacería de brujas contra Julian Assange, a quien los gobernantes imperialistas han declarado un enemigo público.
El Partido Socialista se unió a la vendetta contra Assange, incluso en un comentario editorial de su grupo hermano sueco, Rättvisepartiet Socialisterna, que se opone a la extradición de Assange a EE.UU., pero que apoya tácitamente su extradición a Suecia. El artículo dice: “Internacionalmente, el caso se centra en la necesidad del imperialismo estadounidense de castigar a WikiLeaks, y sin lugar a dudas el estado y gobierno suecos ayudarían de buena gana a EE.UU. a extraditar a Assange. Sin embargo, el caso se trata también de alegatos serios de violación que deben ser investigados” (Socialist, 30 de agosto).
Prácticamente la misma posición sostienen los falsos trotskistas de Clase Contra Clase, afiliados españoles de la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional (FT-CI) centrada en Argentina. Así, dicen defender “el derecho a [sic] Assange a solicitar asilo político en Ecuador u otro país”, “pero desde la izquierda no podemos ignorar las acusaciones de serio delito sexual diciendo que se trata de un ‘delito menor’” (Contracorriente en línea, 23 de agosto). Presumiblemente para desvincularse de las organizaciones reformistas y liberales que ponen su fe en el estado capitalista, Clase Contra Clase llama “por una comisión de investigación independiente, formada por personalidades reconocidas de los derechos humanos y organizaciones por los derechos de las mujeres”. De modo que la FT-CI, incapaz de resistir la presión de la opinión pública liberal burguesa ante tan absurdos alegatos de “violación”, está por una cacería de brujas “independiente” llevada a cabo por innombradas “personalidades por los derechos humanos” y organizaciones feministas burguesas.
Nos oponemos a la interferencia del gobierno en las vidas privadas sexuales de la gente, así como a toda criminalización categórica de un acto sexual, como es el caso con las reaccionarias leyes de la “edad de consentimiento”. Como principio guía, impulsamos el concepto del consentimiento efectivo, es decir, entendimiento y acuerdo mutuos. Mezclar el sexo consensual con la violación significa trivializar el brutal crimen de la violación. La izquierda reformista comparte una conmovedora fe en el estado capitalista, al cual le confía la regulación de la actividad sexual de los jóvenes, así como la “protección” de mujeres y niños.
El estado en Suecia, así como en Gran Bretaña, ciertamente no es conocido por su trato compasivo con las mujeres que han sido violadas. Un artículo titulado “Somos Mujeres Contra la Violación pero no queremos que se extradite a Julian Assange” (Guardian, 23 de agosto), escrito por miembros de la organización Women Against Rape (Mujeres Contra la Violación), expresó un saludable escepticismo ante la súbita preocupación por las víctimas de “violación” en el caso Assange. El artículo observó:
“Cuando Julian Assange fue arrestado por primera vez, nos llamó la atención el inusual celo con el que se le persiguió por alegatos de violación.
“Ahora parece aún más claro que los alegatos contra él son una cortina de humo tras la cual varios gobiernos están tratando de apretarle las clavijas a WikiLeaks por haber revelado audazmente al público sus planeaciones secretas de guerras y ocupaciones, con las violaciones, los asesinatos y la destrucción que conllevan”.
Julian Assange es un liberal burgués que procura en vano librar al sistema imperialista de sus peores excesos mediante la exposición de sus crímenes. Al ir tras Assange, WikiLeaks y Bradley Manning, los imperialistas estadounidenses y británicos están enviando un mensaje de que cualquier divulgación o incluso reportaje preciso de los crímenes y atrocidades imperialistas será castigado mediante la cadena perpetua o la pena de muerte. Está en el interés de la clase obrera y todos los oprimidos combatir la cacería de brujas contra Assange, que es un intento de criminalizar el disenso y silenciar a los oponentes de las guerras y ocupaciones imperialistas, así como de la represión en casa desatada en el nombre de la lucha contra el “terrorismo”. Los marxistas procuramos divulgar el entendimiento de que la guerra imperialista, con todo su salvajismo, es endémica al dominio de la clase capitalista. Sólo la destrucción radical del capitalismo mediante la revolución obrera librará finalmente a la humanidad de tales horrores.