Espartaco No. 36 |
Septiembre de 2012 |
Quebec: Desafío masivo a la ley antiprotesta
Amplio apoyo a la huelga estudiantil
(Joven Espartaco)
La huelga estudiantil de más de seis meses, en oposición al incremento de las cuotas escolares, y el desafío masivo a la represiva Ley 78 del gobierno del Partido Liberal han producido la lucha social más prolongada en Quebec desde los años 70. Las elecciones del 4 de septiembre —convocadas por el entonces primer ministro liberal Jean Charest para “resolver” la crisis— dieron el triunfo al Parti Québécois (PQ) cuya líder Pauline Marois ya había advertido anteriormente que aumentaría las cuotas en concordancia con el incremento de la carestía. El triunfo del PQ solamente puede servir como una “válvula de escape” ante el descontento y asegura la continuidad de las medidas contra los estudiantes. Tras meses de extenuante lucha, intensa represión policiaca, calumnias de los medios y sin resultados tangibles, muchos estudiantes están votando ahora por regresar a clases. Los ataques a los estudiantes en Quebec son parte de una embestida capitalista global en contra de obreros y oprimidos. Una derrota de la huelga estudiantil envalentonaría a los capitalistas quebecenses para llevar a cabo su asalto contra los programas sociales, el movimiento obrero, la juventud, los inmigrantes y las minorías. Lo que se necesita es una perspectiva clasista e internacionalista que luche por movilizar el poder social de la clase obrera.
A continuación presentamos un artículo que ha sido traducido de Workers Vanguard No. 1004 (8 de junio de 2012), periódico de nuestros camaradas de la Spartacist League/U.S.
4 de junio—La huelga estudiantil en Quebec de casi cuatro meses, que se desató por una propuesta de masivos incrementos a las colegiaturas, ha escalado ahora en una crisis social importante. La represiva Ley 78 —popularmente conocida como la “loi des matraques” (ley de las macanas)— ha avivado las protestas. Esta ley fue implementada el 18 de mayo por el ampliamente despreciado gobierno provincial liberal después de que más de 200 mil estudiantes a lo largo de Quebec boicotearon clases y cerraron las universidades con piquetes de masas, frecuentemente desafiando mandatos de los tribunales. Los estudiantes han enfrentado casi a diario brutales ataques por parte de la policía. La ley de excepción prohíbe cualquier protesta dentro o fuera de las escuelas, restringe severamente todas las demás protestas y amenaza con multas de hasta 125 mil dólares para aquellos grupos que desafíen estos edictos. Incluso es ilegal promocionar dichas protestas, así como apoyar cualquier clase de huelga en una institución de educación superior.
Al menos 10 mil estudiantes y sus simpatizantes tomaron las calles de Montreal la tarde en que la ley fue aprobada. Las protestas continuaron las siguientes noches y la policía las declaró ilegales, lanzándose contra ellas con gas lacrimógeno, cañones sónicos y gas pimienta y llevando a cabo redadas masivas. En conjunto, más de 2 mil 500 personas han sido arrestadas hasta ahora durante la huelga estudiantil. Este número excede por mucho incluso los arrestos hechos bajo el Acta de Medidas de Guerra en octubre de 1970, cuando el gobierno federal en Ottawa suspendió las libertades civiles y encarceló a cientos de izquierdistas, nacionalistas y dirigentes sindicales, una acción para suprimir una extendida lucha social por derechos nacionales de los quebecenses de habla francesa.
El gobierno de Quebec claramente esperaba que la amenaza de una represión intensificada y grandes multas sofocara las protestas estudiantiles y aplastase la huelga. Pero sucedió lo contrario. Cuatro días después, el 22 de mayo, miles de trabajadores que marchaban tras banderas sindicales, así como un gran número de maestros, padres de familia y estudiantes de bachillerato, se unieron a una poderosa marcha de 300 mil personas en Montreal. CLASSE, el sindicato estudiantil más izquierdista, con influencia anarquista, y que representa a la mayoría de los huelguistas, se rehusó a anunciar la ruta de la marcha, retando de hecho al gobierno a que prohibiera la protesta “ilegal” y arrestara a sus líderes. El inmenso tamaño de las protestas y la sustancial presencia sindical contuvieron a la policía.
CLASSE había llamado a otras organizaciones que se oponen a la ley de excepción a que se le unieran en activo desafío. La burocracia sindical, otros grupos estudiantiles en huelga y los dirigentes del Québec Solidaire nacionalista pequeñoburgués respondieron diciendo que sólo podían apoyar protestas “pacíficas y legales”. Sin embargo, una mayoría significativa de los manifestantes se fueron con CLASSE cuando la marcha se escindió cerca de diez minutos después de que comenzara.
A pesar del bombardeo diario por parte de los medios, que demonizan a los estudiantes como “violentos”, las encuestas muestran que la mayoría de los quebecenses francófonos se oponen a la ley de excepción. Muchos usan cuadros rojos, el símbolo de apoyo a los estudiantes y de oposición a la agobiante deuda estudiantil (es decir, “están en números rojos”). Al tiempo que la marcha del 22 de mayo pasaba por un importante hospital del centro, pacientes ancianos, en sillas de ruedas y canalizados con intravenosas, se sentaron en la banqueta con cuadros rojos sujetados a sus batas de hospital, aplaudiendo y levantando sus puños. Los manifestantes respondieron con ovaciones masivas. Cacerolazos por las noches contra la Ley 78 han estallado en Montreal y otras ciudades, emulando a las protestas durante las recientes huelgas estudiantiles en Chile.
Habiendo jurado, anterior y repetidamente, que no había nada que negociar, el gobierno de Quebec dio media vuelta y retomó las pláticas con las federaciones estudiantiles. Pero las negociaciones colapsaron el 31 de mayo después de que los estudiantes rechazaran la “oferta”, gratuitamente insultante, de bajar un dólar a la planeada alza de 75 por ciento en las colegiaturas. El primer ministro liberal Jean Charest planteó poco tiempo después la perspectiva de más represión, calumniando a CLASSE como “gente que amenaza a los quebecenses” (La Presse, 1° de junio).
Nuestros camaradas que intervinieron en la marcha reportaron que muchos estudiantes impulsaban la noción de que una mejor “democracia” es la respuesta a la represión gubernamental. De hecho, la “democracia” no existe en el vacío sino que su contenido está determinado por la clase que gobierna la sociedad. Bajo el capitalismo, la democracia es un delgado velo que esconde la dictadura de la burguesía, la cual es impuesta a través de su maquinaria de violencia estatal, concretamente los policías, tribunales y prisiones —las mismas fuerzas que están golpeando y encarcelando a los huelguistas—.
Aunque los activistas del campus claramente dan la bienvenida al apoyo por parte de los sindicatos, existe poco sentido del poder social único de la clase obrera. Los estudiantes no tienen ninguna relación directa con los medios de producción y carecen del poder social para repeler la arremetida capitalista. Este poder reside en el proletariado, que puede dejar de trabajar y paralizar el sistema capitalista. En el suplemento en francés que nuestros camaradas distribuyeron en la protesta masiva del 22 de mayo, aparecido en inglés como “Student Strike Shakes Quebec” [La huelga de estudiantes sacude Quebec] en WV No. 1003 (25 de mayo), señalamos: “La lucha estudiantil ciertamente puede encender luchas sociales más amplias, como la huelga actual ha mostrado. Pero en última instancia el único camino hacia delante es aliarse con la clase obrera”.
También está en el interés de los obreros apoyar la lucha por educación gratuita y de calidad para todos, con estipendios para subsistir financiados por el estado y guarderías gratuitas para estudiantes. Ante la creciente servidumbre por deudas a los bancos, debe haber una lucha por abolir la deuda estudiantil. Dado que todas las reformas arrancadas a la burguesía son temporales y reversibles bajo el capitalismo, tales luchas en favor de los estudiantes, los obreros y los oprimidos deben vincularse con la necesaria tarea de derrocar este sistema a través de la revolución socialista.
CLASSE ha llamado a los obreros a irse a huelga en solidaridad con los estudiantes. Pero de ninguna forma promueve una perspectiva de lucha de la clase obrera en contra del mismo sistema capitalista que priva a la juventud y a los trabajadores de sus necesidades básicas. Como las otras dos federaciones estudiantiles que dirigen la huelga, CLASSE busca reformar el sistema educativo en el marco del capitalismo. Un efímero acuerdo del 5 de mayo, que los dirigentes de CLASSE endosaron —y que fue después ampliamente rechazado por los estudiantes—, simplemente hacía pequeños ajustes a los términos de austeridad y fácilmente podía suponer recortes salariales y despidos de empleados de instituciones de educación superior.
El abortado acuerdo fue negociado en parte por la burocracia sindical, que ha hecho su parte en el intento de restaurar “la paz social”. A pesar del extendido enojo entre los trabajadores en contra del gobierno liberal, los potencialmente poderosos sindicatos de Quebec no han sido movilizados en acciones huelguísticas o algo más que un ocasional contingente en una marcha. Los falsos dirigentes están firmemente atados a una visión colaboracionista de clases, como se expresa en su apoyo a uno u otro de los partidos nacionalistas burgueses.
Los quebecenses de habla francesa por mucho tiempo han sido retenidos por la fuerza dentro de una Canadá “unida”. Nosotros llamamos por la independencia de Quebec como un medio para combatir el chovinismo anglo y lidiar con los antagonismos nacionales que dividen a los trabajadores de ambas naciones. Los nacionalismos de la hoja de maple y de la fleur de lys, que se refuerzan mutuamente, sirven para atar a los obreros a sus propios explotadores, envenenando la perspectiva de lucha de clases conjunta.
Cuando estuvo en el gobierno provincial en los años 90, el Parti Québécois (PQ) nacionalista burgués llevó a cabo ataques generalizados en contra de la clase obrera y los programas sociales en el interés de la burguesía francófona. Adorado por la izquierda reformista, Québec Solidaire emplea una retórica populista para atraer a quienes están descontentos con PQ, manteniéndolos firmemente bajo el control del nacionalismo burgués. Sus “principios y orientación” de fundación impulsan ilusiones terribles en un dominio burgués “reformado”, defendiendo la “democracia”, el pacifismo y el ambientalismo, mientras evitan hablar de socialismo o lucha de clases.
La lucha en contra de los ataques desde todos lados por parte de los gobernantes capitalistas debe avanzar hacia un entendimiento de que los intereses de los obreros y sus explotadores son irreconciliables. Sólo después de que la clase obrera, poniéndose a la cabeza de todos los oprimidos, barra con el estado capitalista y expropie a la burguesía se asegurará el derecho de todos a educación gratuita y de calidad, ni que decir de trabajos, vivienda y servicios de salud. Estamos dedicados a ganar a los obreros avanzados y la juventud radical a la lucha por forjar un partido obrero revolucionario, que pueda unir a las muchas víctimas del capitalismo detrás del poder social del proletariado en la lucha por una sociedad socialista igualitaria.