Espartaco No. 36

Septiembre de 2012

 

“La opresión homosexual y el programa comunista”

(De los archivos de la Liga Comunista Internacional)

Este agosto se cumplieron 35 años de la conferencia en la que la Red Flag Union (RFU [Unión Bandera Roja], antes Lavender & Red Union [Unión Lavanda y Roja]) y la Spartacist League (SL) fusionaron sus organizaciones y sus futuros políticos. Fundada en Los Ángeles en 1974, la Lavender & Red Union originalmente se definía a sí misma como una “organización comunista y de liberación gay”. Al mismo tiempo, sus miembros, que sentían “una identidad política y cultural con nuestra gente y trabajo por nuestra liberación”, no habían roto del todo con el sectoralismo del medio gay: la noción de que cada sector de la sociedad debe organizarse por separado para su propia liberación. Pero también se daban cuenta de que su objetivo de una revolución socialista exigía construir un partido de vanguardia que luchara por los intereses de la clase obrera y todos los oprimidos. Tres años después, en el momento de la fusión, un vocero de la RFU diría: “No sabíamos que habíamos fundado nuestra organización sobre una contradicción política”.

Otros grupos de izquierda, desde el socialfeminista Freedom Socialist Party [Partido Socialista de la Libertad] hasta la antisoviética Revolutionary Socialist League (RSL, Liga Socialista Revolucionaria) shachtmanista, cortejaban asiduamente y trataban con aire condescendiente a la RFU. En cambio, la SL la confrontaba tajantemente, buscando aclarar la contradicción entre su política de “estilo de vida” gay y su sectoralismo, por un lado, y el programa marxista de construir un partido proletario, revolucionario e internacionalista como “tribuno del pueblo” leninista, por el otro. Así, nuestros oponentes oportunistas consideraban que la fusión entre la RFU y la SL había sido un abominable “acto antinatural”, y la vilipendiaban.

La conferencia de fusión celebrada en agosto de 1977 marcó la culminación de los tres años de desarrollo político por los que había pasado la RFU, y especialmente de los varios meses de intensa discusión y colaboración política con la SL. Dos temas clave que aparecieron en la discusión entre la SL y la RFU, y que dominaron la conferencia de “Stonewall 77” de esta última, fueron la naturaleza de la Unión Soviética como estado obrero degenerado y la necesidad de un partido leninista de vanguardia. El debate en torno a estas y otras cuestiones programáticas precipitó una escisión dentro de la RFU. La mayoría fue ganada a la Spartacist League leninista-trotskista, mientras que una minoría se unió a la antisoviética RSL, partidaria de la política de “estilo de vida” gay.

Aquélla fue una fusión en el mejor sentido leninista de la palabra. La SL ganó cuadros valiosos, que ingresaron a la organización con representación proporcional en los organismos dirigentes del partido. El enriquecimiento también tuvo lugar en el plano teórico: las extensas discusiones produjeron un entendimiento marxista más preciso de la opresión gay como derivada de la opresión de la mujer bajo la institución de la familia nuclear burguesa.

A continuación traducimos un extracto del principal artículo programático del último número del periódico de la RFU, Red Flag, que se publicó como suplemento especial de fusión de Workers Vanguard No. 172 (9 de septiembre de 1977). Esta introducción fue traducida de WV No. 1004 (8 de junio de 2012), en el cual se reimprimió el mismo extracto de “La opresión homosexual y el programa comunista”. Workers Vanguard es el órgano de la Spartacist League/U.S., sección estadounidense de la Liga Comunista Internacional.

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Para los sectoralistas, el movimiento comunista es una amalgama de diversos estratos oprimidos, y no un movimiento único con un solo programa. En este contexto parece lógico que la tarea de los elementos “revolucionarios” de cada grupo oprimido sea llamar al resto de su sector a apoyar la revolución socialista. Pero la suma de los diversos programas individuales dirigidos a combatir cada una de las formas de opresión capitalista no es un programa comunista.

El programa del partido revolucionario debe expresar las tareas e intereses históricos objetivos del proletariado internacional. Sólo hay un programa comunista. Así, el propósito del Programa de Transición de Trotsky es movilizar a toda la clase obrera tendiendo un puente que una las sentidas necesidades con las tareas objetivas, que una la conciencia de la opresión con la necesidad de tomar el poder estatal bajo la dirección de la vanguardia proletaria.

No hay un programa revolucionario especial para los homosexuales. El programa comunista incluye exigencias que se dirigen a la opresión especial de los homosexuales. Sin embargo, a diferencia de los sectoralistas, los revolucionarios entendemos que el destino de los homosexuales —como el de todos los demás grupos oprimidos— lo determinará el curso que tome la lucha de clases.

Los marxistas revolucionarios abordan la cuestión de la opresión homosexual como los únicos defensores coherentes de los derechos democráticos de todos los explotados y oprimidos. Estos derechos son indivisibles y sólo el proletariado en el poder puede garantizarlos. La consigna “Por plenos derechos democráticos para los homosexuales” implica un compromiso no sólo con la lucha contra abusos, como la discriminación laboral y la desigualdad legal, sino también por movilizar el poder de la clase obrera en defensa de los derechos democráticos de los homosexuales. No es una exigencia separada para homosexuales, sino una exigencia en el interés de toda la clase obrera.

El programa trotskista no se limita al Programa de Transición, que Trotsky describió como “un programa de acción desde hoy hasta los comienzos de la revolución socialista”; es también todo aquello por lo que aboga el partido...antes y después de la revolución proletaria.

El programa y la revolución

El programa socialista está comprometido con erradicar la opresión homosexual, que está ligada a la opresión especial de la mujer. En la sociedad de clases, la división sexual del trabajo, basada en la crianza de los niños, se convirtió en una fuente de opresión social. La familia nuclear condiciona roles sexuales que son inherentemente opresivos para quienes se desvían de sus normas aceptadas. Si bien el dominio obrero hará mucho por erradicar la opresión homosexual, la aniquilación definitiva de toda la opresión ideológica de los homosexuales no podrá ocurrir hasta que la familia sea remplazada en la sociedad socialista.

A diferencia de la opresión de las mujeres o la de los negros en Estados Unidos, la de los homosexuales no está directamente basada en las instituciones económicas del capitalismo. Los obreros negros, por ejemplo, están desproporcionadamente concentrados en las capas menos calificadas y peor pagadas de los trabajadores así como entre los desempleados. Así pues, derrocar las relaciones de producción capitalistas será un paso decisivo e inmediato para terminar con su opresión. Gran parte de la opresión de los homosexuales tiene lugar en el ámbito de los derechos democráticos que se les niegan discriminatoriamente. Los homosexuales (al igual que los negros y las mujeres, para el caso) se verán inmediatamente beneficiados cuando la dictadura del proletariado victorioso ataque las leyes y prácticas discriminatorias. Pero seguirán siendo víctimas de las generalizadas actitudes sociales de hostilidad que se hallan hondamente enraizadas en las normas de roles sexuales de la familia nuclear que seguirán existiendo como residuo en la cultura de una sociedad de transición.

La nueva sociedad de transición no podrá abolir por ley esas actitudes como tampoco puede abolir la familia a través de legislación. Llegar al socialismo requerirá un salto gigantesco en las fuerzas productivas y el desarrollo gradual de la verdadera libertad social. El desvanecimiento de la familia como la institución básica que define las relaciones sexuales resultará en la eventual desaparición del machismo y, con él, del generalizado prejuicio antihomosexual.

La Revolución Rusa y el programa bolchevique

La abolición última de la familia ha sido parte del programa marxista desde el Manifiesto Comunista. La Revolución Rusa de Octubre de 1917 proporciona un ejemplo de cómo un país, incluso siendo atrasado y mayoritariamente campesino, comenzó a sentar las bases para remplazar a la familia. En los primeros años de la dictadura proletaria, bajo la dirección de Lenin y Trotsky, las leyes contra los homosexuales se abolieron y se emprendieron muchas medidas dirigidas a liberar a las mujeres de la esclavitud doméstica: se colectivizaron cocinas, guarderías, lavanderías, viviendas y escuelas. Esta tarea prosiguió incluso bajo las arduas condiciones de la guerra y la hambruna.

Pero el programa bolchevique también reconocía que, aislada en Rusia, la revolución no podría avanzar a una sociedad socialista. Para ello se requería extender la revolución a Occidente. Así pues, el programa bolchevique era necesariamente internacionalista hasta la médula. Fue Stalin quien fabricó el modo de justificar la consolidación de una casta burocrática en Rusia con el programa nacionalista del “socialismo en un solo país”. La revolución degeneró, y con ello vinieron la colaboración de clases y el terror estalinistas. Se reforzó la familia nuclear y las leyes contra los homosexuales se instituyeron de vuelta.

La Revolución Rusa demuestra cómo el proletariado, dirigido por su partido de vanguardia, procede inmediatamente a establecer las instituciones adecuadas para su dominio. Así, establece los soviets (consejos obreros) mientras busca sentar las bases para remplazar la familia nuclear. Pero donde el capitalismo fue derrocado por fuerzas campesinas y pequeñoburguesas como en China o Cuba, bajo el programa de colaboración de clases del “socialismo en un solo país”, la burocracia promueve las instituciones adecuadas al campesinado y al estalinismo, instituciones que copian el producto de la degeneración estalinista de la Revolución Rusa: campos de prisioneros para los revolucionarios y los “desviados” y el fortalecimiento de la familia nuclear.

Gran parte de la Nueva Izquierda ha caído en la trampa de la burguesía de equiparar al leninismo con el estalinismo; se considera al estado obrero degenerado de la URSS como el producto “natural” de la Revolución Bolchevique. En realidad, la revolución fue víctima de una contrarrevolución política. La meta de la abolición de la familia nuclear, que hasta ahora había sido un distintivo del programa comunista, fue remplazada por el programa estalinista que tomaba a la familia como “unidad de combate por el socialismo”. Ningún “movimiento autónomo gay” podría haber salvado a los homosexuales de las consecuencias de la contrarrevolución política estalinista, que exterminó a los “viejos bolcheviques”, liquidó los consejos obreros, revirtió la campaña por instituciones sociales progresistas y convirtió a la Internacional Comunista en un instrumento de colaboración de clases y “coexistencia pacífica”.

Fue sólo cuando la RFU enfrentó y entendió la continuidad del marxismo revolucionario —el trotskismo— que logramos explicar la degeneración de la Revolución Rusa y las consecuencias que tuvo para los homosexuales en los países “socialistas”. Como la Spartacist League es la única que entiende la cuestión rusa y la primacía del programa, pudo desempeñar un papel decisivo en la transformación de los camaradas de la RFU de activistas gay de izquierda en comunistas revolucionarios.