Espartaco No. 30 |
Invierno de 2008-2009 |
Homofobia fanática en Jalisco
El estado secuestró a la hija de Alondra: ¡Devuélvansela!
En 2006, el Consejo Estatal de la Familia (CEF) del estado de Jalisco, gobernado por el neocristero burgués PAN, sacó a la joven Rosa Isela de su casa y la puso en un albergue de monjas. Desde entonces, su madre adoptiva, Alondra Ávila, ha estado luchando por recuperarla. ¿Por qué el estado la arrebató de la persona que la ha cuidado desde los quince días de edad? Porque el CEF estableció que la “conducta” de Alondra, quien es transgénero, “no se ajusta a los parámetros de convivencia social elementales para que una menor de edad tenga un punto de referencia moral”, una declaración de intolerancia fanática pura. ¡Plenos derechos democráticos para los homosexuales y los transgénero —por su derecho a adoptar—!
Varias personas han hablado en defensa del amoroso cuidado de Alondra a su hija. Rosa Isela, de nueve años, ha insistido en que quiere estar con Alondra. Un acta levantada en el DIF de Tala, Jalisco, había establecido que la custodia de la niña le fue otorgada a Alondra. El 28 de octubre de 2008 la juez séptima de lo familiar emitió un acuerdo judicial en que ordenaba que de forma inmediata se le entregara a Alondra —aparentemente la primera decisión judicial de ese tipo en Latinoamérica—, ¡pero las autoridades no le avisaron a Alondra y el CEF simplemente escondió a la niña! A los neocristeros que gobiernan el país y el estado de Jalisco no les podría importar menos el bienestar de los niños; se trata de impulsar sus valores católicos reaccionarios.
La clase obrera debe luchar por plenos derechos democráticos para homosexuales y otras minorías sexuales —todos los que el moralismo religioso antisexo de la burguesía juzga como “desviados”—. Los derechos de los homosexuales sólo serán conseguidos plenamente a través de una revolución obrera; el fanatismo en contra de los homosexuales fluye de los enraizados estereotipos sexuales decretados por la división sexual del trabajo en la familia, la raíz de la opresión de la mujer en la sociedad burguesa, y es reforzado por los códigos religiosos en contra del “pecado”. La sociedad capitalista necesita a la familia, que es una fuerza conservadora y el mecanismo mediante el cual la propiedad privada es heredada. La familia es un puntal clave del dominio de la clase capitalista, que sólo puede ser extirpada de raíz a través del derrocamiento del capitalismo.