Espartaco No. 24

verano de 2005

¡Libertad inmediata a Antonio y Héctor Cerezo y Pablo Alvarado!

El pasado 1º de marzo Alejandro Cerezo Contreras fue liberado del penal de La Palma luego de que un tribunal federal le otorgara un amparo contra su sentencia a siete años y medio de prisión por los delitos de delincuencia organizada y acopio de armas. Originalmente, Alejandro, estudiante de Sociología en la UAM y Economía en la UNAM, fue acusado, junto con sus hermanos Antonio y Héctor (este último estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM) y Pablo Alvarado Flores, de una letanía absurda de delitos (terrorismo, daño en propiedad ajena, asociación delictuosa, almacenamiento de armas, cartuchos y artificios) por ser los supuestos responsables de tres petardazos en sucursales de Banamex en agosto de 2001 y pertenecer a las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FARP), grupo guerrillero que se había adjudicado el ataque. Antonio y Héctor Cerezo y Pablo Alvarado continúan en prisión cumpliendo una sentencia de siete años y medio.

Los hermanos Cerezo y Pablo Alvarado fueron víctimas de un embuste policiaco y son prisioneros de la lucha de clases. Las “pruebas” para detenerlos fueron armas, cartuchos y dispositivos electrónicos para realizar artefactos explosivos supuestamente “encontrados” en el domicilio de Héctor y Antonio y propaganda perteneciente al Ejército Popular Revolucionario (EPR). Sin embargo, su defensa se encargó de echar abajo la mayoría de las acusaciones. Por ejemplo, las armas y artefactos explosivos nunca fueron puestos a consideración del juez, ni tampoco reconocidos por los policías que realizaron el cateo a la casa de los Cerezo. Ningún testigo pudo ubicar a los acusados en el lugar de las explosiones.

Aunque fueron absueltos por los delitos relacionados con los petardazos en las sucursales de Banamex, los Cerezo fueron sentenciados por los demás delitos con el argumento de que “al colocarse los explosivos se pintaron las siglas FARP, grupo guerrillero al que sin duda estaban vinculados los acusados, al menos con su ideología.” Esto hace evidente que el verdadero motivo de su detención es su ideología opuesta al orden social existente.

Durante su detención y juicio, los hermanos Cerezo fueron víctimas una y otra vez de la brutalidad estatal. En tres cartas desgarradoras escritas desde La Palma, Héctor, Antonio y Alejandro narran cómo, en el momento de su detención, fueron golpeados en diversas partes del cuerpo, tirados del pelo fuertemente, asfixiados con bolsas de plástico (incluso una de ellas contenía tunas sin pelar momentos antes de ser utilizada para asfixiarlos), recibieron amenazas de violación, de traslado al Campo Militar No. 1 y de desaparición, entre otras muchas vejaciones más. Ya en el penal de La Palma, los Cerezo comprobaron la humillación y maltrato que sufren las miles de personas internas en las cárceles mexicanas, situación que se recrudeció con la toma del penal por el ejército. Alejandro expresa amargamente que podían comer o salir al patio sólo si “bien les iba”. Además, los Cerezo fueron separados ilegalmente y dos de ellos trasladados a otros penales de máxima seguridad. Emilia y Francisco, los dos hermanos libres, recibieron diversas llamadas telefónicas amenazándolos de muerte y encontraron una cámara de vigilancia frente a su casa.

Los hermanos Cerezo habían realizado trabajo comunitario en regiones indígenas marginadas y publicaron la revista de crítica política y cultural Revuelta. Sus padres, Emilia Contreras y Francisco Cerezo, han sido desde muy jóvenes luchadores sociales. Este último ha defendido a presos políticos y ha dado pláticas en algunas universidades y escuelas normales rurales sobre la vida de Emiliano Zapata y en defensa de la Revolución Cubana. La actividad crítica y de lucha social de la familia Cerezo y la posesión de libros y propaganda política son las verdaderas causas de su detención y represión. Los hermanos Héctor y Antonio Cerezo y Pablo Alvarado son prisioneros de la guerra de clases; está en el interés de los trabajadores y todos los oprimidos luchar por su liberación inmediata, ya que con su detención y encarcelamiento el estado burgués quiere intimidar a todo aquél que se oponga a las injusticias del sistema capitalista y luche por mejores condiciones de vida para los oprimidos. En su incesante esfuerzo por destruir toda disidencia social, el estado mexicano detiene ilegalmente, tortura, fabrica delitos, desaparece personas y ejecuta. Su objetivo es aterrorizar a la población y detener la lucha social. Al defender a los Cerezo y Pablo Alvarado defendemos también el derecho de los izquierdistas en su conjunto a existir y luchar. En la Juventud Espartaquista exigimos: ¡Abajo los cargos contra Héctor y Antonio Cerezo y Pablo Alvarado! ¡Libertad inmediata e incondicional!

Solamente la movilización más amplia del poder social de la clase obrera, que deriva de su relación con los medios de producción, podrá lograr extender la victoria de la libertad de Alejandro Cerezo a los demás prisioneros de la guerra de clases, y no la supuesta “imparcialidad” y “justicia” de tal o cual órgano del estado burgués. Hacemos el más amplio llamado a los obreros, estudiantes, organizaciones de izquierda y jóvenes interesados en repudiar esta campaña rastrera de represión a nutrir las movilizaciones que luchan por la libertad de los hermanos Cerezo. ¡Un golpe contra uno es un golpe contra todos! ¡No hay justicia en los tribunales burgueses!

Régimen foxista continuador de la guerra sucia

Es bien sabido que el PRI llevó a cabo asesinatos masivos contra estudiantes en los años de 1968 y 1971, de indígenas en Acteal y Aguas Blancas, reprimió a sangre y fuego las luchas obreras, militarizó Chiapas, realizó miles de desapariciones de izquierdistas y críticos, etc. La lista de crímenes en la cuenta de este asqueroso partido burgués es interminable (ver “La guerra sucia del capitalismo mexicano”, Espartaco No. 19, otoño-invierno de 2002). Sin embargo, burgueses y toda clase de liberales celebraron estridentemente la llegada de la “democracia”, supuestamente simbolizada por el acceso al poder de Fox y sus compinches seminaristas del PAN, poniendo fin a setenta años de brutal régimen priista. Los marxistas del Grupo Espartaquista y la Juventud Espartaquista advertimos desde un principio que esto no era más que una burla cínica. Además de sus medidas económicas hambreadoras, los ataques contra las conquistas laborales de los trabajadores y su clericalismo reaccionario, el régimen de Fox se ha caracterizado por la venal represión y la implementación de medidas draconianas como la novísima Ley de Seguridad Nacional que legaliza prácticas comunes de la “guerra sucia” como el espionaje telefónico. Además, esta nueva ley implica que las huelgas en servicios públicos estratégicos (petróleo, electricidad, comunicaciones, etc.) podrían ser consideradas atentados contra la “seguridad nacional” y justifica su represión.

PRI, PAN y PRD están metidos hasta el cuello en la guerra sucia. Menos de un año después de que Fox llegara a la presidencia, sucedió el brutal asesinato de Digna Ochoa, luchadora social y abogada de los hermanos Cerezo, que había pasado gran parte de su vida defendiendo a huelguistas, campesinos y estudiantes acusados de “terrorismo”. Después de haber vivido mucho tiempo bajo amenazas de muerte y represión estatal, Digna fue baleada en la cabeza y en las piernas, ¡y el gobierno perredista encabezado por López Obrador afirmó que se trataba de un suicidio y cerró las averiguaciones sobre el caso!

El PRD burgués ha sabido también utilizar el terror estatal contra la población cuando ha sido necesario. A pesar de su careta de “amigo de los pobres”, el PRD participó en la represión de los activistas de la UNAM durante la huelga estudiantil de 1999-2000 que defendían la educación pública y gratuita. Por ejemplo, su policía capitalina llevó a cabo una brutal golpiza contra los estudiantes durante una marcha pacífica en el Periférico. Además, fue López Obrador el primero en proponer que el penal de La Palma se militarizara, implantando la funesta disciplina militar. ¡Ninguna confianza en los partidos burgueses PAN, PRI y PRD!

La UNAM sigue siendo escenario de una ofensiva salvaje contra activistas de izquierda. El 19 de abril de 2004, el día anterior a la conmemoración del quinto aniversario de la huelga estudiantil de 1999-2000, desapareció el estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras Pável González. …l era un conocido activista zapatista y miembro del comité de huelga del CCH-Sur durante la huelga estudiantil, y también había participado en las protestas contra la “globalización” durante el foro económico mundial llevado a cabo en Cancún. Su cuerpo fue descubierto el 23 de abril en el Ajusco con signos de una brutal tortura, lesiones y violación ocasionados desde el primer día por sus siniestros captores. Este infame crimen nos recuerda a las peores épocas de la “guerra sucia”.

El 7 de mayo también de 2004, fueron baleados a sangre fría en la Facultad de Trabajo Social tres conocidos activistas por su defensa de la educación pública y gratuita: Mayra Claudia Valenzuela, José Luis Cordero y Noé Lucio Becerril. El verdugo fue el porro gángster Rodolfo Hernández, conocido por su vínculo con las autoridades universitarias. Incluso testigos oculares narran que fue ayudado por éstas para escapar después de perpetrar su ignominioso crimen.

Las vengativas autoridades universitarias han expulsado a alrededor de 300 estudiantes desde la fatídica ruptura de la huelga estudiantil por la PFP el 6 de febrero de 2000 por su participación en esa lucha y otras actividades de protesta. Por ejemplo, Francisco de Anda, partidario de la Liga de Trabajadores por el Socialismo, fue expulsado únicamente por pasar un volante y llamar por la abstención o voto nulo en las elecciones para consejeros universitarios. Otro caso es la expulsión del activista Jorge Martínez Valero. Su “delito” fue haber participado en la defensa de un paro en la Facultad de Ciencias Políticas, que conmemoraba el primer aniversario de la supresión de la huelga estudiantil, contra el ataque de 35 rompehuelgas que incluían a funcionarios y profesores universitarios. No contentas con esto, las funestas autoridades universitarias levantaron cargos contra Martínez Valero por “daño en propiedad ajena” por haber supuestamente dañado inmobiliario de la UNAM durante una toma de rectoría el 24 de febrero de 2004. Lo que las autoridades pretenden es criminalizar a este izquierdista por su actividad crítica. La Juventud Espartaquista exige: ¡Reinstalación inmediata de todos los activistas expulsados! ¡Abajo la represión contra activistas estudiantiles!

En México, como en los demás países subdesarrollados, el régimen “democrático” es sólo una frágil fachada que cubre la más brutal dictadura de la burguesía. Pero incluso en los países capitalistas avanzados la democracia burguesa parlamentaria, que los capitalistas hacen a un lado sin empacho para arremeter contra cualquier reto a su régimen, no es sino una cobertura para su dictadura de clase. Como explicó el gran revolucionario ruso Vladímir Ilich Lenin en su magistral obra La revolución proletaria y el renegado Kautsky: “La democracia burguesa, pese a ser un gran avance histórico en comparación con el medioevo, sigue siendo siempre —y no puede dejar de serlo bajo el capitalismo— estrecha, truncada, falsa e hipócrita, un paraíso para los ricos y una trampa y un engaño para los explotados, para los pobres.” A la par de sus recursos “democráticos” demagógicos, los capitalistas, para sostenerse en el poder, utilizan a la policía, el ejército, los tribunales, las cárceles —todo el aparato coercitivo irrevocablemente comprometido con la defensa de los intereses de la burguesía—. El estado se reduce a los destacamentos de hombres armados que mantienen la dictadura social de la clase dominante a través de la violencia. Esta función es imprescindible para la existencia del capitalismo y no desaparecerá por el intercambio del poder político entre los partidos burgueses, que pueden discrepar en muchas cosas, pero están de acuerdo en la condición fundamental del capitalismo: la preservación de la propiedad privada de los medios de producción mediante el uso sistemático de la violencia estatal.

Únicamente la toma del poder por la clase obrera, arrastrando tras de sí a todos los oprimidos, mediante una revolución socialista traerá justicia a las masas explotadas. Queremos ganar a la gente interesada en eliminar la miseria de esta sociedad a la perspectiva de la necesidad de una revolución socialista para erradicar de raíz al sistema capitalista de pobreza y represión. Para lograr este objetivo es indispensable forjar un partido proletario revolucionario, un tribuno del pueblo, defensor de todos los oprimidos por el capitalismo (indígenas, mujeres, homosexuales, inmigrantes, negros, etc.). Este partido obrero será como el Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky que, luchando a la cabeza de todos los sectores explotados, llevó a cabo la grandiosa Revolución de Octubre y sacó al marxismo de los libros para trasladarlo a la realidad. ¡Por nuevas Revoluciones de Octubre!