¡Abajo los cargos contra Trevi, Andrade y Mary Boquitas!
¡Abajo la campaña antisexo!
¡Abolir las reaccionarias leyes de "edad de consentimiento"!

Reproducido de Espartaco No. 18, primavera-verano de 2002.

Gloria Trevi, Sergio Andrade y María Raquenel Portillo (Mary Boquitas) han pasado más de dos años tras las rejas en una prisión brasileña esperando su extradición a México. Marlene Calderón, otra integrante del clan de la superestrella Trevi, pasó más de ocho meses en prisión durante el año 2000, y Katia de la Cuesta también fue detenida. Todo esto es el resultado de la cacería de brujas lanzada por las exmiembros del séquito de Trevi y sus familias, y llevada a cabo por las autoridades mexicanas del estado de Chihuahua y a nivel federal. Las dos principales testigos acusadores son Karina Yapor, quien pasó 5 años con el clan Trevi, y la exesposa de Andrade, Aline Hernández. Originalmente Yapor defendía al trío contra los cargos de sus parientes y los de otras miembros del grupo. Ahora Yapor y Hernández han escrito cada una un libro lleno de historias increíbles, así como también descripciones de los castigos que dicen haber recibido a manos de Andrade. No podemos saber qué pasó o qué no pasó entre los miembros del grupo, pero incluso en sus más disparatadas declaraciones, estas dos supuestas víctimas de Trevi y Andrade nunca afirman haber sido violadas o detenidas físicamente para evitar que se fueran. Yapor y Hernández sostienen que tuvieron relaciones sexuales con Andrade y se quedaron con el grupo porque así lo eligieron y porque estaban preocupadas del efecto que irse produciría en sus carreras artísticas. Sin embargo, Trevi, Andrade y Portillo ahora enfrentan cargos de violación y secuestro que podrían mantenerlos prisioneros en condiciones infernales por muchos años. El hecho de que Hernández y Yapor estaban por debajo de la “edad de consentimiento” arbitrariamente establecida para las mujeres jóvenes cuando se involucraron en actividades sexuales consensuales implica que el grupo de Trevi ahora también enfrenta cargos por “corrupción de menores”. ¡Abajo los cargos contra Trevi, Andrade y Portillo!

Gloria Trevi fue una de las más populares y controvertidas celebridades de los años 90 en México. El nombre de su famoso álbum Más turbada que nunca dejó con la boca abierta a los sectores más conservadores de la sociedad, mientras millones de jóvenes corrieron a comprar el álbum antes de que se agotara en las tiendas. La guapa y sexy cantante, que se rebeló contra una sociedad que tiene ideas estrictas sobre lo que una mujer debería o no debería decir y hacer, era atractiva para ambos sexos. En un reciente docudrama amarillista de televisión sobre Trevi, eran entrevistadas una mujer tras otra, diciendo que querían ser como Gloria Trevi porque no aceptaba las cosas como eran. “La Trevi” representaba un desafío a la moralidad católica burguesa, que se caracteriza por inculcar un papel sumiso en las mujeres y por la represión de su sexualidad, así como la de los jóvenes y los gays.

Las declaraciones de Trevi no estaban relacionadas sólo con la libertad sexual. Solía hablar sobre los temas de actualidad, frecuentemente en contra de la opresión y por tanto contra los poderes existentes en esta sociedad racista y sexista. Trevi se solidarizó con la masiva huelga estudiantil por la educación pública y gratuita en la UNAM en 1999; expresó indignación por la masacre de campesinos perpetrada por la policía estatal de Guerrero en 1995 en Aguas Blancas; y se pronunció por el derecho de las mujeres al aborto, que es ilegal en todo México. En algunos estados, incluso el derecho a abortar en caso de violación está siendo atacado con el creciente papel de la iglesia católica en la política bajo el PAN de Vicente Fox. Todas estas cosas hacen a Trevi, y a los que la rodean, un blanco a los ojos de los gobernantes mexicanos.

El 8 de febrero de 2000, con Trevi, Andrade y Portillo ya tras las rejas en Brasil luego de una búsqueda internacional, Karina Yapor apareció como un testigo en los procesos judiciales en México contra otras dos miembros del clan Trevi. Yapor declaró: “Nunca he sido violada o maltratada por Sergio Gustavo Andrade Sánchez, ni he estado nunca privada de mi libertad. No observé ni tuve conocimiento de que Sergio golpeara a alguna de las personas que conocí.” A finales del mismo mes “habló ante el juez del amor que siente por Sergio Andrade; también con sus familiares reafirmó el sentimiento que la unía a él, y alegaba estar viviendo una prisión en su casa [con sus padres]” (Reforma, 27 de junio de 2000), en tanto que su hermano la acusó públicamente de golpear a su hijo y su padre declaró en TV que era una mentirosa. El cuarto juzgado de lo penal de Chihuahua declaró a Yapor la “reina del grupo” y ésta fue forzada, primero por el estado y después por sus padres, a ver siquiatra tras siquiatra para ser tratada de un “trauma sicológico permanente”. ¿La prueba de su trauma? A los 17 años se rebeló contra su familia que la estaba atacando públicamente y que estaba iniciando procesos judiciales contra las personas con las que ella había vivido los últimos cinco años. Finalmente, en abril de 2000, Yapor leyó una carta en la que afirma que todas sus declaraciones previas eran falsas y que había sido una prisionera de la dominación mental, como le dijeron los sicólogos. El cambio de opinión, tanto de Yapor como de Aline Hernández, tuvo que ver con “fenómenos sobrenaturales”. Karina dice que fue gracias a que pudo hacer contacto con dios mismo. Hernández, más modestamente, simplemente recibió una carta de su padre muerto. En el colmo de la estupidez oscurantista, Yapor trata de demostrar en su libro los nexos de Andrade con el diablo, ¡porque éste se pasaba mucho tiempo en el baño sin hacer ruido!

La persecución de Trevi, Andrade y Portillo es parte de una cacería antisexo más amplia que incluye desde los repetidos ataques al “Condonmóvil” y los que trabajan en él, hasta las campañas anti-“pedofilia” y los brutales y asesinos ataques contra los homosexuales. Un aspecto de la cacería de brujas es que busca reforzar al estado en su regulación de la población y difunde pánico como una distracción de la verdadera brutalidad de la vida en un país donde el 60% de los niños nacen en la pobreza, las mujeres son forzadas a tener niño tras niño o arriesgar sus vidas con abortos peligrosos, y muchos de quienes logran encontrar empleo reciben salarios de hambre. Nos oponemos a la intromisión del gobierno en la vida privada, y demandamos la desaparición de todas las leyes contra las actividades consensuales, como la experimentación sexual entre jóvenes, sexo consensual entre adultos y jóvenes, y los “crímenes sin víctimas” tales como la prostitución, el uso de drogas y la pornografía. Nos oponemos a las leyes de la “edad de consentimiento” y de “corrupción de menores”. Estas leyes que establecen una edad arbitraria (generalmente distinta para hombres y mujeres, o incluso sólo aplicable a mujeres) en la que uno es considerado capaz de tomar decisiones sobre el sexo y la bebida son reaccionarias. Su propósito es reprimir la sexualidad juvenil (que es, aunque a algunos no les guste, un hecho biológico), imponer abstinencia e igualar al sexo con la culpa. Como explicamos en “Gran Bretaña: Marxismo vs. histeria antisexo” en Espartaco No. 16 (otoño-invierno de 2001):

“El principio guía para las relaciones sexuales debe ser el consentimiento efectivo, nada más y nada menos que el acuerdo y entendimiento mutuo y no la coerción. Uno podría decir que una niña de 11 años es demasiado joven, mientras que una de 14 es capaz de decidir por sí misma lo que quiere hacer. En cualquier caso, esto no es un asunto que deba ser determinado por el estado capitalista, que mantiene en cualquier forma posible la inherentemente opresiva familia nuclear, incluyendo la imposición de la represión sexual y el temor, con resultados indecibles de mayor miseria humana. Nosotros nos oponemos vehementemente a la intervención del estado en las actividades sexuales y las vidas privadas de las personas: ¡Estado fuera de las recámaras!

Si Yapor y Hernández ahora creen que no debían haber podido tomar decisiones acerca de sus propias vidas cuando eran adolescentes, en esa época ciertamente pensaban que podían hacerlo, y de hecho lo hicieron. Los cambios de opinión y los remordimientos, o incluso las experiencias no placenteras (que son muy comunes en la actividad sexual dentro de esta sociedad) no pueden convertir retroactivamente la actividad consensual en violación.

Por otro lado, cuando no hay consentimiento efectivo, lo que ocurre es un violento asalto sexual. Golpear a las esposas y la violación son crímenes horribles y terriblemente comunes contra las mujeres en México. Una medida de la indiferencia de los gobernantes mexicanos ante la situación desesperada de las mujeres, y ante la violación en particular, es el caso de Paulina, una adolescente que fue violada y a la que luego se le negó el aborto que solicitó (ver: “¡Aborto gratuito para quien lo solicite!”, Espartaco No. 14, otoño-invierno de 2000). Es grotesco, además, que las leyes equiparen el sexo consensual que involucra jóvenes con violentos crímenes como el golpear a las esposas y la violación, a los cuales somos incondicionalmente hostiles.

Las leyes mexicanas hacen imposible que una mujer joven decida tener sexo, a menos que sea una prostituta o se case (de manera muy reveladora, ¡la edad legal para casarse es menor que la edad legal para tener sexo!). El Código Penal de Chihuahua, que suena como un pasaje del antiguo testamento, dice:

“Al que tenga cópula con mujer casta y honesta menor de dieciocho años, pero mayor de catorce, obteniendo su consentimiento mediante la seducción o el engaño, se le impondrá de un mes a tres años de prisión.”

El mensaje es que las mujeres jóvenes no deben tener deseo sexual alguno, y esto es respaldado con la amenaza de acción legal contra todo aquél que despierte tales deseos. La total hipocresía del Código Penal y de la moralidad burguesa se muestra en el artículo 244 del Código Penal de Chihuahua: “Si el sujeto activo contrae matrimonio con la mujer ofendida, se extinguirá la acción penal.”

Para la burguesía, el oscurantismo religioso, las costumbres sociales reaccionarias y la familia monógama heterosexual son armas para asegurar la sumisión ideológica y el respeto hacia la “autoridad” de las instituciones del estado burgués. Como marxistas, entendemos que estos pilares ideológicos sólo serán suprimidos para siempre cuando ya no haya una sociedad dividida en clases, en la que la clase dominante necesite justificar la opresión y la represión de la población. Entonces, podremos comenzar a ver la libre expresión de los intereses y deseos humanos, incluyendo el sexo, sin las restricciones, humillaciones y la culpa con las que esta sociedad nos imbuye. Mientras tanto, el estado burgués busca incrementar su poder para combatir cualquier desafío a su régimen opresivo explotador. Está en el interés de todo el movimiento obrero exponer y oponerse a la cacería de brujas antisexo. ¡Defender a Trevi, Andrade y Portillo!

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