Declaración de la LCI para las protestas de Praga contra el FMI y el Banco Mundial

¡Aplastar la explotación imperialista mediante la revolución socialista mundial!

A continuación publicamos una declaración de la Liga Comunista Internacional, emitida el 16 de septiembre pasado, dirigida a las protestas planeadas contra el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) en Praga ese mismo mes. Las protestas contra la "globalización" se han convertido en un foco de actividad internacionalmente, y han sido objeto de viciosos ataques y terror policiacos, incluyendo arrestos masivos. Exigimos la inmediata liberación de todos los arrestados y el levantamiento de todos los cargos.

Los jóvenes radicalizados atraídos a estas protestas quieren superar el odioso empobrecimiento de las masas en el "Sur Global" que se justifica y forza en nombre del capitalismo del "libre mercado". Sin embargo, los organizadores de la campaña contra la "globalización" buscan encauzar estas preocupaciones y la lucha por la justicia social hacia apelaciones nacional-chovinistas a su propia burguesía.

La demanda principal de la protesta de Seattle fue que la Casa Blanca de Clinton presionara a la OMC para que adoptara y forzara una ley de normas internacionales para el trabajo y el medio ambiente. Además, la protesta estuvo dominada políticamente por la burocracia sindical de la AFL-CIO, que puso en escena una orgía anticomunista contra China y de proteccionismo chovinista. Las manifestaciones en Washington unos meses después se enfocaron en apelaciones liberales a los dirigentes del Banco Mundial para que cancelaran la deuda de los países del "Tercer Mundo".

Los organizadores de estas movilizaciones denuncian molestos al FMI, la OMC y el Banco Mundial por ser antidemocráticos y estar bajo el control de grandes corporaciones "trasnacionales". Al mismo tiempo, apelan a los gobiernos "democráticos" de América del Norte y Europa Occidental. En realidad, el estado capitalista estado u ni dense es el instrumento político fundamental de los bancos de Wall Street, General Motors, Boeing y otros; el estado capitalista alemán cumple el mismo propósito para los bancos de Frankfurt, Daimler-Benz y Siemens; etc. Las instituciones económicas internacionales como el FMI y la OMC están dominadas políticamente por los estados imperialistas principales, mientras que se convierten cada vez más en una arena de conflictos entre ellos.

En México, entre los principales porristas del "espíritu de Seattle" se encuentran la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS) y su grupo juvenil Contracorriente. En su periódico Estrategia Obrera núm. 14 (octubre de 2000) ensalzan las manifestaciones como "una nueva vanguardia anticapitalista" sin mencionar una sola palabra sobre sus ilusiones en el imperialismo "democrático" ni sobre la contrarrevolución capitalista que ha dado pie a la embestida burguesa antiproletaria a nivel mundial. La LTS apoyó esos movimientos contrarrevolucionarios en Europa Oriental y la URSS sin cuyo triunfo, para empezar, no se habrían reunido el FMI y el BM en Praga, capital del antiguo estado obrero checoslovaco. Con una verborrea nacionalista tercermundista antiestadounidense, el artículo de la LTS no menciona ni por equivocación al enemigo principal de los obreros y jóvenes radicalizados en México: la burguesía mexicana lacaya de los imperialistas.

En oposición fundamental a los principales impulsores seudoizquierdistas del "imperialismo de los derechos humanos", la Liga Comunista Internacional lucha por la liberación de los obreros, campesinos y otros trabajadores, de la explotación, la pobreza y la degradación social mediante revoluciones proletarias tanto en los centros imperialistas como contra sus lacayos en los países neocoloniales, estableciendo así la base para una economía socialista planificada internacional.

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¿"Convertir a Praga en Seattle"? ¡Si no hubiera sido por la contrarrevolución que destruyó Europa Oriental y la antigua Unión Soviética hace una década, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional no se estarían reuniendo en Praga! La "revolución de terciopelo" desmembró a Checoslovaquia y ahora el pueblo trabajador, las mujeres y las minorías nacionales y étnicas sufren la cruda explotación, el empobrecimiento y las depredaciones del mercado capitalista. En cuanto a las ilusiones de "libertad", hoy las fuerzas policiacas especialmente entrenadas por el FBI estadounidense y apoyadas por la OTAN amenazan las manifestaciones obreras e izquierdistas con un reforzamiento brutal de la "ley y el orden" de los banqueros imperialistas.

A pesar de toda la palabrería sobre la preocupación por las masas trabajadoras, el llamado oficial para un "día global de acción" en Praga no dice nada sobre el tratamiento de choque capitalista que llevó a una precipitación en la expectativa de vida y devolvió la hambruna a Rusia, echó hacia atrás el derecho de las mujeres al aborto a lo largo de Europa Oriental y dio pie a la emergencia de una plaga parda de terror fascista dirigida especialmente contra inmigrantes y romaníes (gitanos). La guerra de los Balcanes del año pasado hundió a Serbia en una devastación peor que la de los nazis de Hitler. El resultante desastre económico, social y ecológico tampoco mereció mención en el manifiesto oficial para Praga. ¿Por qué sucede esto? Porque los supuestos izquierdistas que organizaron la protesta "antiglobalización" de este año son principalmente la mismísima gente que apoyó la guerra imperialista contra Serbia a nombre de la preocupación "humanitaria" por los albaneses kosovares. Son también los mismos "izquierdistas" que se unieron a sus propios gobernantes capitalistas para luchar por la destrucción de la Unión Soviética y los estados obreros deformados de Europa Oriental y quienes apoyaron la elección de la sangrienta camarilla de falsos "socialistas", "ex comunistas" y dirigentes "laboristas" que actualmente gobiernan la Europa capitalista.

Nosotros, camaradas de la Liga Comunista Internacional (LCI), estamos orgullosos de luchar por el auténtico comunismo de los bolcheviques de Lenin y Trotsky. Nuestra perspectiva es proletaria, revolucionaria e internacionalista. Reconocemos que el conflicto fundamental en la sociedad es la lucha del trabajo contra el capital. Debido a su papel central en la producción, el proletariado tiene el poder social para tirar a los explotadores capitalistas y a todo su sistema de explotación de clase, la opresión racial, sexual y nacional y la guerra imperialista. El proletariado tiene el poder y el interés de clase para crear una sociedad —inicialmente un estado obrero— sobre la base de la propiedad colectiva y una economía racional e internacionalmente planificada, llevando a una sociedad comunista sin clases y a la extinción del estado. Alcanzar esta meta requiere de la construcción de un partido leninista-trotskista igualitario internacional. Luchamos por convertirnos en el partido capaz de dirigir revoluciones socialistas internacionales.

Sostener las conquistas proletarias ya arrebatadas a la clase capitalista es parte integral de nuestra lucha. Es por eso que nosotros los trotskistas luchábamos por la defensa militar incondicional de la Unión Soviética y de los estados obreros deformados de Europa Oriental contra el ataque imperialista y la restauración capitalista. Con todos los recursos a nuestro alcance, luchamos en 1989-90 en la RDA [Alemania Oriental] por dirigir una revolución política obrera, manteniendo las formas de propiedad colectiva y reemplazando a los falsos dirigentes estalinistas por un gobierno de consejos obreros. Esto pudo haber sido la guía para la resistencia contra la restauración capitalista a lo largo de Europa Oriental y para la revolución socialista proletaria en occidente. La LCI luchó de nuevo por despertar a los obreros soviéticos para preservar y extender las conquistas de la Revolución Rusa de 1917, que había sido asquerosamente traicionada por décadas de falsa dirección estalinista, pero que no fue derrocada hasta 1991-92. Hoy, el destino del estado obrero deformado chino y la vida de miles de millones de trabajadores en China, a lo largo de Asia y alrededor del mundo, penden en la balanza. Luchamos por la defensa militar incondicional del estado obrero chino contra las renovadas maquinaciones militares e intromisiones económicas imperialistas. Las conquistas de la Revolución China de 1949 están amenazadas por las "reformas" económicas de mercado de los estalinistas chinos, pero estos ataques también han engendrado una revuelta proletaria significativa. Es necesario un partido trotskista para dirigir al proletariado a la victoria mediante una revolución política obrera para preservar y extender las conquistas de la Revolución China de 1949.

Las devastadoras consecuencias mundiales de la contrarrevolución capitalista también destruyeron las teorías antimarxistas del "capitalismo de estado", adoptadas por la Tendencia Socialista Internacional del fallecido Tony Cliff y los estrafalarios y siempre cambiantes "ideólogos" de la Liga por una Internacional Comunista Revolucionaria (LICR, o sea Workers Power) y otros renegados del marxismo (ver "La bancarrota de las teorías sobre ‘una nueva clase’", Spartacist [edición en español] núm. 30, primavera de 2000). Según los cliffistas, la contrarrevolución en la antigua URSS fue simplemente un "paso a un lado" de una forma de capitalismo a otra. Su antisovietismo rabioso de la Guerra Fría se expresó en aquel momento: "El comunismo colapsó.... Es un hecho que debe regocijar a todo socialista." (Socialist Worker, [Gran Bretaña], 31 de agosto de 1991).

Hoy, el proletariado fue arrojado hacia atrás en todo el mundo, y los imperialistas de EE.UU., sin el freno del poderío militar soviético, pueden andar sin miramientos por todo el planeta, utilizando algunas veces a la Organización de las Naciones Unidas como hoja de parra, en volviendo intervenciones militares globales en el manto del "humanitarismo". Los imperialismos rivales, especialmente Alemania y Japón, sin la restricción de la unidad antisoviética de la Guerra Fría, buscan aplacar sus propios apetitos por controlar los mercados mundiales y proyectar concomitantemente su poder militar. Estos intereses nacionales en conflicto llevaron a la ruptura de las pláticas de la OMC en Seattle el año pasado. Estas rivalidades interimperialistas demarcan guerras futuras con armas nucleares, lo cual amenaza con extinguir la vida en el planeta.

Así, la tarea de quitar el poder a los explotadores capitalistas es ahora más urgente que nunca. Sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario. Hoy, las premisas básicas del marxismo auténtico deben ser motivadas contra la falsa identificación prevaleciente del colapso del estalinismo con el fracaso del comunismo. El dominio estalinista no era comunismo, sino su perversión grotesca. La burocracia estalinista, una casta parasitaria empotrada sobre el estado obrero como la burocracia asentada sobre un sindicato, surgió en el estado obrero degenerado soviético bajo condiciones de atraso económico y aislamiento debido al fracaso por extender la revolución a cualquiera de los países capitalistas avanzados. Los estalinistas dijeron que construían el "socialismo en un solo país", algo imposible, como explicó León Trotsky (y Marx y Engels antes que él), ya que el socialismo es necesariamente de extensión internacional. El "socialismo en un solo país" fue una justificación para vender revoluciones internacionalmente para aplacar al imperialismo mundial. Como lo explicó de manera brillante Trotsky en La revolución traicionada (1936), las contradicciones de la sociedad soviética no podían durar por siempre: "¿Devorará el burócrata al estado obrero, o la clase obrera lo limpiará de burócratas?" Esa contradicción se resolvió amargamente por la negativa.

Marxismo contra anarquismo y "globalización"

La gente que se llama a sí misma "anarquista" reúne una gama que va desde los golpeadores pequeñoburgueses derechistas que odian a la clase obrera y atacan a los comunistas, hasta revolucionarios subjetivos que se solidarizan con el proletariado y buscan genuinamente derrocar a la burguesía. En el último caso, el atractivo del anarquismo es un rechazo saludable al reformismo parlamentario de los socialdemócratas, los ex estalinistas y los falsos izquierdistas que promueven y mantienen el orden capitalista. De hecho, por oponerse a los falsificadores reformistas del marxismo, el mismo Lenin fue denunciado como anarquista. Cuando el líder bolchevique llegó a Rusia en abril de 1917 y llamó por una revolución obrera para derrocar al gobierno provisional capitalista, los mencheviques denunciaron a Lenin como "un candidato... ¡al trono de Bakunin!" (Sujánov, The Russian Revolution, 1917: A personal record [La Revolución Rusa, 1917: Un registro personal, 1984]). (Bakunin era el líder anarquista de la I Internacional). Como lo puso Lenin en El estado y la revolución: "Los oportunistas de la socialdemocracia actual tomaron las formas políticas burguesas del estado democrático parlamentario como límite del que no podía pasarse y se rompieron la frente de tanto prosternarse ante este ‘modelo’, considerando como anarquismo toda aspiración a romper estas formas."

No es sorprendente que haya algún resurgimiento de las creencias anarquistas, fertilizadas por el triunfalismo burgués multilateral de que "el comunismo ha muerto". La Revolución Rusa redefinió a la izquierda internacionalmente y su desmantelamiento final tiene un efecto similar a la inversa. Cuando el nuevo estado obrero era en los hechos un faro para la liberación, en el clímax de los levantamientos revolucionarios internacionales fomentados por la Revolución Rusa, los mejores de los militantes anarquistas y sindicalistas (por ejemplo James P. Cannon, Víctor Serge y Alfred Rosmer) se convirtieron en luchadores dedicados y disciplinados por el comunismo de Lenin y Trotsky. Antes de su ruptura final con el marxismo, Serge el anarquista increpó a los socialdemócratas, que llevaron a los obreros a la carnicería imperialista de la Primera Guerra Mundial y viajó a la Rusia soviética a apoyar al nuevo estado obrero. En el curso de la lucha contra los revanchistas contrarrevolucionarios (a quienes algunos anarquistas apoyaron de manera criminal), Serge se unió al Partido Bolchevique y escribió a sus amigos anarquistas franceses para motivar al comunismo contra el anarquismo:

"¿Qué es el Partido Comunista en épocas de revolución? Es la élite revolucionaria, poderosamente organizada, disciplinada, obedeciendo a una dirección congruente, avanzando hacia una sola meta claramente definida por los caminos trazados para ésta, mediante una doctrina científica. Siendo una fuerza tal, el partido es el producto de la necesidad; es decir, son las leyes de la historia misma. Esa élite revolucionaria que en época de violencia permanece desorganizada, indisciplinada, sin una dirección congruente y abierta a impulsos variables o contradictorios, se dirige al suicidio. No es posible ningún punto de vista contrario a esta conclusión."

—La vie ouvrière, 21 de marzo de 1922; reimpreso en The Serge-Trotsky Papers [Los archivos de Serge-Trotsky], Cotterill, ed. (1994)

La difusa popularidad del "anarquismo" entre la juventud actual es por sí misma un reflejo del retroceso en la conciencia política en el nuevo periodo político que comenzó con la derrota colosal que fue la contrarrevolución capitalista en la URSS y en Europa Oriental. En el fondo, el anarquismo es una forma de idealismo democrático radical que apela a la supuesta bondad innata, incluso de los imperialistas más rapaces, para servir a la humanidad. La Liga de los Justos (que cambió de nombre a Liga de los Comunistas alrededor del ingreso de Karl Marx en 1847) tenía como consigna principal "Todos los hombres son hermanos". Observando que había algunos hombres de los que no era ni quería ser hermano, Marx convenció a sus camaradas de cambiar la consigna a "¡Proletarios de todos los países, uníos!"

Históricamente, el anarquismo ha probado ser un obstáculo colaboracionista de clase para la liberación de los oprimidos. Uniéndose a los Ejércitos Blancos contrarrevolucionarios, algunos anarquistas saludaron el levantamiento de Kronstadt contra la Revolución Rusa, y Kronstadt sigue siendo una piedra de toque anticomunista para los anarquistas de hoy. Durante la Guerra Civil española, los anarquistas se convirtieron en ministros del gobierno del frente popular que desarmó y reprimió la lucha armada de los obreros contra el capitalismo, abriendo el camino a las décadas de dictadura franquista.

Hoy, las diferencias fundamentales entre el marxismo revolucionario y el idealismo liberal anarquista también se pueden ver en las protestas contra la "globalización". La noción de que las grandes corporaciones capitalistas trascienden actualmente el sistema de estado-nación y dominan el mundo a través de instituciones como el FMI y la OMC es falsa hasta la médula. La "globalización" es una versión actual de la idea del "ultraimperialismo" propuesta por el socialdemócrata alemán Karl Kautsky, quien arguyó que los capitalistas de diferentes países pueden resolver sus conflictos de intereses con medios pacíficos (incluso democráticos). Como señalamos en nuestro folleto Imperialism, the "Global Economy" and Labor Reformism [El imperialismo, la "economía global" y el reformismo obrero]: "Las firmas llamadas multinacionales o trasnacionales no operan por encima ni independientemente del sistema de estado-nación; más bien, dependen vitalmente de sus estados burgueses nacionales para proteger sus inversiones más allá de sus fronteras de la oposición popular y de los estados capitalistas rivales. De allí que los estados imperialistas deben mantener poderosas fuerzas militares y la correspondiente base industrial doméstica."

Muchas organizaciones que apoyan la movilización de Praga piden un "control democrático" del FMI o del Banco Mundial para mejorar las condiciones de la gente del "Sur Global" (Asia, África y América Latina). El PDS alemán (Partido del Socialismo Democrático) argumenta que el trabajo del FMI y del Banco Mundial debe hacerse más transparente y está por una Organización de las Naciones Unidas genuinamente internacional. Hemos llamado "imperialismo de los derechos humanos" a estas apelaciones a la acción, en nombre de los obreros y de los oprimidos, a los opresores y amos directos imperialistas. No sólo son absurdas, sino que estas apelaciones a que el imperialismo se vuelva de alguna manera más responsable y humanitario, son reaccionarias porque crean ilusiones mortales en que la dictadura de la burguesía en sus adornos "democráticos" pueden de alguna manera ser el agente del cambio social a favor de los obreros y de los oprimidos. Esta mentira ata a los explotados a sus explotadores y traza un callejón sin salida para la lucha social.

La idea de que una Organización de las Naciones Unidas "global" puede actuar a favor de los intereses de la humanidad es una mentira que enmascara los mecanismos económicos del imperialismo capitalista. El imperialismo no es una política basada en "malas ideas", sino que es integral para el funcionamiento del sistema basado en la propiedad privada, la extracción de ganancias y la necesidad del capitalismo de conquistar nuevos mercados. Como explicó Lenin respecto a la antecesora de la ONU, la Liga de las Naciones: "Resultó que la Liga de las Naciones no existe, que la alianza de las potencias capitalistas es puro engaño y que, en realidad, es una alianza de asaltantes, cada uno de los cuales trata de arrebatar algo al otro.... La propiedad privada es un robo, y un Estado basado en la propiedad privada es un Estado de asaltantes que hacen la guerra para el reparto del botín." (Discurso en la conferencia de presidentes de comités ejecutivos de distritos, subdistritos rurales y aldeas de la provincia de Moscú", 15 de octubre de 1920).

La primera intervención de la ONU (1950-53) fue una "acción policiaca" contra los estados obreros deformados norcoreano y chino, masacrando a hasta cuatro millones de corea nos. Una década después, la intervención militar asesina en el antiguo Congo Belga fue dirigida bajo los auspicios de la ONU e incluyó el asesinato del nacionalista de izquierda Patrice Lumumba. En el extremo izquierdo del espectro anarquista aparece un artículo en la "página de internet A-Infos" anarquista, que sobresale entre los constructores de la manifestación de Praga por su aguda oposición a rogarle al enemigo de clase que actúe con moralidad y "cancele la deuda del Tercer Mundo". Llaman a aplastar al FMI y al Banco Mundial, y proponen: "Las demandas directas se colocarán no sobre los apaciguadores y compañía, sino sobre las organizaciones obreras y sus direcciones reformistas para desechar al FMI-Banco Mundial y para cancelar la deuda trillonaria ¡YA!" Pero el mundo no se cambiará mediante consignas lanzadas en una gran manifestación o incluso en una gran huelga, y las direcciones reformistas a las que llaman apoyan al imperialismo capitalista. ¿Cómo llegamos entonces del capitalismo al socialismo? Esa es la pregunta para la cual el anarquismo no tiene respuesta.

La teoría marxista y el modelo de los bolcheviques de Lenin dirigiendo a la clase obrera al poder estatal en la Revolución Rusa de octubre de 1917 es la única solución revolucionaria. Los obreros no pueden tomar la maquinaria del estado capitalista y "reformarla" en el interés de los oprimidos. Deben luchar por el poder, aplastando al estado capitalista y creando un estado obrero –una dictadura del proletariado— que aplastará la resistencia contrarrevolucionaria de los antiguos gobernantes capitalistas. Los bolcheviques de Lenin cancelaron la deuda acumulada por el zar y la burguesía rusa al tomar el poder y negarse a pagarla. Esto fue parte de la perspectiva revolucionaria internacionalista de los bolcheviques; contra el apaciguamiento del imperialismo, lucharon por extender el Octubre ruso a una revolución socialista mundial. Entendieron que no podía construirse el socialismo en un solo país.

Contra los aspectos reaccionarios predicados por los anarquistas tradicionales como Prudhon y de los que hoy hacen eco los "verdes" pequeñoburgueses, de que los trabajadores no deben aspirar al bienestar, sino que deben vivir en una existencia espartana comunal, nosotros los marxistas luchamos por la eliminación de la escasez, por una sociedad donde los trabajadores disfruten los frutos de su trabajo que hoy expropian los capitalistas. Decirle a los trabajadores que "aprieten el cinturón" es, de hecho, el programa del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, mediante las políticas hambreadoras de "austeridad" impuestas a las masas del "Tercer Mundo". En nombre de "defender al medio ambiente", los partidos verdes que están ahora en las coaliciones gobernantes en Alemania y en Francia son aún más agresivos que los socialdemócratas imponiendo la "austeridad" capitalista. Frente a las recientes protestas masivas contra los precios extorsionados del combustible, los verdes franceses se opusieron a la concesión del primer ministro socialista de reducir el impuesto al combustible en un 15 por ciento.

En contraste con el impulso anarquista/verde de detener el avance técnico y reducir el nivel de consumo, nosotros los marxistas tomamos el lado de Big Bill Haywood, un dirigente de los IWW (Obreros Industriales del Mundo, conocidos como los "Wobblies"). Cuando un camarada le reprochó que fumara un buen puro, respondió: "¡Nada es demasiado bueno para el proletariado!" Los marxistas reconocemos que la historia del progreso humano ha sido una lucha por dominar a las fuerzas de la naturaleza. El desarrollo de la agricultura y la domesticación de animales fue una incursión exitosa dentro de la "ecología natural" del planeta, que creó un excedente social, abriendo un camino hacia delante partiendo de la breve y brutal lucha por la subsistencia diaria en la sociedad humana temprana. Para extender a las masas empobrecidas del "Tercer Mundo" todas las cosas de las que gozan los izquierdistas pequeñoburgueses occidentales —electricidad, escuelas, agua limpia potable, medicinas, transporte público, computadoras— se requiere un gigantesco avance en la capacidad industrial y técnica. Ese avance requiere de una revolución internacional victoriosa dirigida por una vanguardia revolucionaria consciente, para hacer consciente a la clase obrera de su misión y para arrebatarla del grillete de los reformistas y seudorrevolucionarios, lacayos del capitalismo.

Es precisamente el servicio leal de los "verdes" nacionalistas burgueses a la clase dominante lo que los lleva a ignorar los más grandes desastres ecológicos del planeta. Así, Joschka Fisher, el ministro verde de asuntos exteriores del IV Reich, apoyó el bombardeo a Serbia de manera vociferante. Los Balcanes están ahora asolados por las cápsulas de uranio residuales y el agua envenenada, y la destrucción de la infraestructura industrial y social moderna significa que la verdadera cuenta de muertos de la guerra de los Balcanes será engrosada por muchos años. Con "verdes" como estos, ¿quién necesita al Doctor Insólito, a I.G. Farben o a la Dow Chemical Company?

De la misma manera, la Guerra del Golfo contra Irak en 1991 destruyó una de las sociedades más avanzadas en la región. Hace diez años, la tasa de mortandad infantil en Irak estaba entre las más bajas del mundo y hoy es la mayor; una sociedad cuya avasalladora mayoría sabía leer y escribir y tenía acceso al servicio médico, ahora muere literalmente de hambre, gracias al bloqueo continuo de la Organización de las Naciones Unidas. Los llamados "izquierdistas" que se opusieron a la guerra devastadora contra Irak contrapusieron las sanciones de la ONU como una alternativa "humanitaria". La LCI se opuso a las sanciones como un acto de guerra que ha matado a más gente que las bombas. El apoyo de la falsa izquierda a los sangrientos crímenes del "imperialismo de los derechos humanos" es la única explicación del estruendoso silencio sobre estas cuestiones en cualquier propaganda oficial para las protestas "anti-globalización" en Seattle, Washington D.C. y Praga. La LCR francesa llamó abiertamente por una intervención militar imperialista en Kosovo bajo el control de la OCSE [Organización para la Cooperación y la Seguridad Europea] o de la ONU (Rouge, 1º de abril de 1999). La LICR (Workers Power) hizo campaña abiertamente por la derrota de las fuerzas serbias ante el ELK, herramienta del imperialismo de la OTAN; compartió una plataforma en Londres con entusiastas del bombardeo de la OTAN y celebró el retiro de las fuerzas serbias, proclamando estúpidamente que "en la secuela de la victoria de la OTAN en Kosovo una situación prerrevolucionaria está madurando" ("La lucha por derrotar a Milosevic en Serbia", 11 de agosto de 1999, declaración de la LICR).

En contraste, la LCI luchó en todas partes por la defensa militar de Serbia contra el imperialismo de EE.UU./ONU/OTAN, sin dar ni un miligramo de apoyo político al chovinista serbio Milosevic, de la misma forma en la que anteriormente luchamos por movilizar al proletariado en la Guerra del Golfo por la derrota del imperialismo y tomamos abiertamente la defensa de Irak (ver la declaración de la LCI sobre la guerra en los Balcanes, abril de 1999 en Spartacist [núm. 30]). Los internacionalistas revolucionarios luchan por la derrota de "su propia" burguesía y por la defensa de las víctimas de la guerra imperialista. La orgía de socialchovinismo de los supuestos izquierdistas es un reflejo directo de su apoyo a los gobiernos europeos que impulsaron la Guerra de los Balcanes. Hace dos años, el SWP británico [el cliffista Socialist Workers Party] hizo una campaña a favor de y se declaró a sí mismo "por encima de la luna" por la elección de Tony Blair, quien era el más grande halcón de la OTAN en Europa. Mientras que posaban a la izquierda en la guerra en los Balcanes contra la cobarde multitud del "pobrecito Kosovo", el SWP mostró su juego en su repugnante apoyo al "Nuevo" Laborismo de Tony Benn, cuya oposición a la guerra estuvo empapada del antiamericanismo chovinista de la "Pequeña Inglaterra". ¡Argüir que los cerdos imperialistas de Europa deben dirigir directamente la guerra en lugar de los estadounidenses difícilmente es un movimiento contra la guerra!

Al extremo derecho de este espectro nacionalista están los fascistas. El año pasado, los nazis alemanes marcharon contra la guerra en los Balcanes con consignas como "¡Ni una gota de sangre alemana por los intereses extranjeros!" El antiamericanismo nacionalista con el que el movimiento europeo contra la "globalización" se empapa profundamente, se transforma en fascismo abierto. Las organizaciones fascistas checas planean montar una provocación para su programa genocida en Praga el 23 de septiembre.

En el crisol de la primera guerra de importancia en Europa en cincuenta años, los falsos "trotskistas" demostraron ser productos en descomposición de la "muerte del comunismo". Hoy compiten por la posición para arrebatar el control del "movimiento antiglobalización". Sólo un tonto puede confiar en que los grupos que ayudaron a llevar a los actuales gobiernos capitalistas europeos al poder puedan ahora luchar contra estos gobiernos, sus bancos e instituciones en el interés de los oprimidos. Lejos de ser una alternativa marxista al anarquismo, los seudotrotskistas son oponentes activos del marxismo revolucionario encarnado en el programa y la prácticas de la LCI.

Las bases materiales del oportunismo y el chovinismo nacional

La ideología burguesa —por ejemplo el nacionalismo, el patriotismo, el racismo y la religión— penetra dentro de la clase obrera centralmente a través de la agencia de los "lugartenientes del capital dentro del movimiento obrero", las burocracias sindicales parasitarias basadas en un estrato superior privilegiado de la clase obrera. Si no son reemplazados por una dirección revolucionaria, estos reformistas dejarán a la clase obrera indefensa frente a los ataques capitalistas y permitirán que se destruya a las organizaciones del proletariado, o las dejarán impotentes al atar crecientemente a los sindicatos al estado capitalista. En su trabajo de 1916, El imperialismo, fase superior del capitalismo, Lenin explicó:

"La obtención de elevadas ganancias monopolistas por los capitalistas de una de las numerosas ramas de la industria, de uno de los numerosos países, etc., da a los mismos la posibilidad económica de sobornar a ciertos sectores obreros, y, temporalmente, a una minoría bastante considerable de los mismos, atrayéndolos al lado de la burguesía de una determinada rama industrial o de una determinada nación contra todas las demás. El antagonismo cada día más intenso de las naciones imperialistas, provocado por el reparto del mundo, refuerza esta tendencia. Es así como se crea el lazo entre el imperialismo y el oportunismo... Lo más peligroso en este sentido son las gentes [como el menchevique Mártov] que no desean comprender que la lucha contra el imperialismo, si no se haya ligada indisolublemente a la lucha contra el oportunismo, es una frase vacía y falsa."

El chovinismo nacional y la cobarde capitulación de los organizadores de un movimiento contra la "globalización" son abundantemente evidentes. Así, los organizadores sindicales de la protesta de Seattle contra la OMC se unieron a las fuerzas anticomunistas de extrema derecha, denunciando el "trabajo esclavizado" en los estados obreros deformados chino y vietnamita. Se arrojó acero chino a la bahía y los letreros proclamaban "Primero la gente, no China". Ilustrando por qué Trotsky describió a la burocracia obrera norteamericana como la herramienta ideal de Wall Street para el dominio imperialista de América Latina, las cúpulas sindicales norteamericanas hicieron una campaña para vetar a los camioneros mexicanos de trabajar en EE.UU. No por nada, en América Latina la AFL-CIO es popularmente conocida como la "AFL-CIA". ¡Increíblemente, la Rifondazzione Comunista italiana y los seudotrotskistas del agrupamiento Proposta sostienen a la "dirección" de la AFL-CIA como un modelo a imitar para los trabajadores europeos (véase Proposta núm. 27, enero de 2000)!

Antes de Praga, el SWP británico trabajó poderosamente en la promoción de una manifestación sindical laborista en defensa de salvar los empleos británicos de la fábrica automotriz Rover. Esta manifestación fue un mar de banderas inglesas y de virulento chovinismo antialemán que pone a los obreros británicos contra los alemanes y ata a los primeros a la clase dominante británica. Consignas como "La Gran Bretaña ganó dos guerras mundiales—ganemos la tercera" dan una probada del veneno. Después de lo sucedido en Rover, el SWP se enterró en una campaña a favor de Ken Livingstone a la alcaldía de Londres; un político laborista que fue un vociferante exponente del terror imperialista contra Serbia y desató a la fuerza policiaca en casa. Cuando los manifestantes anarquistas profanaron irreverentemente los símbolos del imperialismo británico en una protesta del Día del Trabajo en Londres, el SWP se alejó por temor de avergonzar a su candidato a la alcaldía de Londres, el "Rojo" Ken Livingstone. Livingstone endosó la represión policiaca a los manifestantes del Día del Trabajo, muchos de los cuales continúan languideciendo en prisión o enfrentan cargos.

En Francia, José Bové dirige masas en protesta contra McDonald’s y las incursiones de la comida rápida norteamericana dentro del pala dar francés. Nuestro interés es organizar a las fuerzas laborales terriblemente mal pagadas en estas cadenas de comida rápida, sin importar cuál sea su propiedad nacional o su "cuisine". Además, si las preferencias culturales o culinarias son sinónimo de "imperialismo"; entonces, para las pocas luces de Bové, mejor preocupémonos por los italianos, porque la gente adora la pizza y ahora se vende en todas partes desde las Islas Aleutianas hasta el Amazonas. ¡¿O fue "imperialismo" cuando una máquina particular alemana, o sea, la imprenta, conquistó el mundo e hizo posible la alfabetización masiva?!

Hablando más en serio, el chovinismo nacional y el oportunismo de las cúpulas obreras de la falsa izquierda envenenan la conciencia de clase y la solidaridad entre los obreros al fomentar las divisiones religiosas, nacionales y étnicas. En años recientes, esto ha alcanzado un grado febril en el frenesí antiinmigrante. Esto amenaza la unidad y la integridad del proletariado como clase para resistir los ataques de los capitalistas y su estado. Como se señaló en la declaración de principios de la LCI (Spartacist [edición en español] núm. 29, otoño-invierno de 1998):

"El capitalismo moderno, es decir, el imperialismo, que alcanza todas las regiones del planeta, en el curso de la lucha de clases y conforme la necesidad económica lo exige, introduce al proletariado por sus estratos más bajos nuevas fuentes de mano de obra más barata, principalmente inmigrantes de otras regiones del mundo, más pobres y menos desarrolladas; trabajadores con pocos derechos que son considerados más desechables en tiempos de contracción económica. Así, el capitalismo, en forma continua crea estratos diferentes entre los obreros; mientras, simultáneamente, amalgama obreros de muchas tierras diferentes."

En el acuerdo Schengen, las potencias europeas cerraron sus fronteras a los inmigrantes, muchos de los cuales huyeron de la destrucción contrarrevolucionaria de Europa Oriental. Las políticas racistas antiinmigrantes de los socialdemócratas actualmente en el gobierno hacen eco a la demagogia de los nazis de "el barco está lleno" y ciertamente alimentan el terror fascista. Mientras tanto, los gobiernos socialdemócratas de frente popular a lo largo de Europa (gobiernos de coalición que involucran a partidos obreros reformistas y a partidos burgueses) arrullan peligrosamente a los obreros con ilusiones parlamentarias de que los socialdemócratas, cuyas propias políticas han pavimentado el camino a los fascistas, "prohibirán" a los fascistas. Tales prohibiciones han servido históricamente sólo para retocar la imagen de la misma burguesía que recurre al fascismo cuando ve amenazado su dominio. Históricamente, tales prohibiciones contra los "extremistas" se han utilizado contra la izquierda, no contra la derecha. En Alemania, en el periodo inmediato de la posguerra, en 1952, se prohibió un pequeño partido neonazi para retocar cosméticamente las credenciales "democráticas" de los herederos del III Reich, quienes reconstruyeron a la Alemania capitalista bajo los auspicios del imperialismo estadounidense. El verdadero propósito fue "justificar" una prohibición constitucional contra el Partido Comunista Alemán en 1956. Exigimos: ¡Plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes! ¡Ninguna con fianza en el estado burgués! ¡Por movilizaciones obreras y de minorías para detener a los fascistas!

El partido es el instrumento de la revolución socialista

El partido leninista es el instrumento para llevar la conciencia revolucionaria al proletariado, para organizar las luchas proletarias y guiarlas a la consolidación victoriosa en una revolución socialista. Un partido revolucionario debe luchar contra todos los casos de injusticia social y contra todas las manifestaciones de opresión. Es central a nuestra tarea el combatir todos los casos de opresión a las mujeres y "toda la antigua basura" que ha regresado con el oscurantismo religioso, los ataques contra los derechos al aborto y el fanatismo antigay. Soldar la audacia de la juventud al poder social del proletariado es crucial a la lucha por una nueva sociedad socialista.

Nuestro objetivo es una dirección revolucionaria cuyos cuadros deben probarse y entrenarse en la lucha de clases. El camino hacia delante es que las ahora pequeñas fuerzas adheridas al programa de Lenin y Trotsky forjen partidos con la experiencia, la voluntad revolucionaria y la autoridad entre las masas para dirigir revoluciones proletarias exitosas. Nada menos que una IV Internacional trotskista reforjada será suficiente para la tarea de dirigir a los obreros y a los oprimidos a la victoria del socialismo mundial. No tenemos ilusiones en que éste será un camino fácil y reconocemos que la posesión de la tecnología para un holocausto nuclear por una clase dominante irracional y genocida acorta las posibilidades: no queda mucho tiempo.

Nos guiamos por el programa y las prácticas del comunismo auténtico. Como escribió Trotsky en "La agonía del capitalismo y las tareas de la IV Internacional" (1938):

"Mirar la realidad de frente, no ceder a la línea de menor resistencia; llamar al pan pan y al vino vino; decir la verdad a las masas, por amarga que sea; no tener miedo de los obstáculos; ser exacto tanto en las cosas pequeñas como en las grandes; basar el programa propio en la lógica de la lucha de clases; ser audaz cuando llega la hora de la acción: tales son las reglas de la IV Internacional."

¡Únete a la Liga Comunista Internacional!

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